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Discusiones por xx serpi

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Saint Seiya es de Kurumada, no mío.Es un ligero AR, porque se menciona que fueron santos de Atenea pero ya no lo son. Mi forma de trabajar en comedia con el caracter de los personajes es distinta de los fics serios, como podéis ver, ya que me limito a mostrar rasgos de los mismos y no todo su espectro como podría hacer en una historia larga con drama, comedia y toda la pesca. En ese sentido, Death es un personaje que me encanta, porque esa ironía-sadismo que tiene son muy útiles tanto en drama como en comedia.

Este fic fue dedicado a Hator cuando lo escribí.

Kanon era un idiota. Un gran idiota al que no se le había ocurrido mejor idea que quedarse dormido aquel día. Sí, justo aquel. Ese mismo en el que Aioria y Marin se casaban... Oh, dios, con lo bien que sabía de su manía con la puntualidad… Y llegaban tarde, ¡tarde!, ¡TARDE! ¿Histérico? Desde luego que no, lo siguiente, más bien.

            —¡Vamos, jodido semáforo! ¡Vamos!—gritó, golpeando el volante con el puño.

            —Milo… deja de hacer eso que vas a hacerte daño.

            Kanon negó con la cabeza mientras el otro seguía golpeando el volante para descargar su frustración y no pudo reprimir una sonrisa cuando oyó un ‹‹¡ostia puta!›› salir de su boca.

            —Si aprendieras que no se golpea con la parte del puño que tiene hueso, no te harías daño. ¿Es que cuando eras caballero de Atenea no te enseñaron cosas tan básicas?

            —¡Esto es un atasco! ¡Es distinto!

            De los puros nervios estaba.

            El resto del viaje transcurrió con calma, si se elimina un Milo desesperado por el paso de los segundos al que amenazaba por darle un ataque en cada semáforo en rojo en el que tenían que parar.

            Kanon encontraba especialmente gracioso que Milo, tan capaz en la guerra –y en la cama, esa boca y ese culo eran un maldito tesoro–, fuera incapaz de soportar un retraso de cinco minutos, ¡por dios, si la mayor parte de la gente no llegaba nunca hasta que hubieran pasado diez minutos!

            —Te ves mono así de alterado—comentó, en voz más alta de la que hubiera debido.

            —Vuelves a relacionarme con algo mono y te juro que te clavo a Antares sin esperar por las otras catorce agujas. Y a Antares de verdad, no como hago siempre.

            —No puedes hacerlo sin las otras agujas…

            —No me tientes, Kanon, no me tientes.

            —¿Yo? ¿Qué voy a hacer yo, corazón?

            Aquello fue demasiado para la inexistente paciencia que el santo de escorpio ostentaba aquel día y convocó a su aguja escarlata. En serio, si Kanon volvía a decir que era mono, lo llamaba corazón o cualquier cosa de esas lo mataba. ¡Al carajo con un año viviendo juntos como pareja! ¡Lo mataba!

            —Vale, mensaje recibido, fiera. Cálmate un rato anda, que estás demasiado estresado. Y si tanto te preocupa el retraso déjame conducir a mí.

            —¡No! ¡Quiero conservar a mí coche intacto! ¡Y mi vida también!

            —Lo dices como si fuera un peligro al volante…

            —No lo eres, solo pones los coches a 270 km/h… como mínimo.

            —Sabes que puedo controlarlo y que nunca he tenido problemas.

            —Ya, y el resto de mortales que no pueden, ¿qué? No, Kanon, tú haces la comida, la colada, la limpieza y lo que te dé la gana, pero lo de conducir es cosa mía. Yo conduzco. Tú haces lo que quieras, pero conducir, no.

            —En realidad todo eso lo haces tú… Al igual que arreglar las cosas que se te estropean, llevar el dinero, la comunidad, la declaración de la renta…

            —Kanon, eso es porque eres un maldito vago al que solo le importa decirme cosas bonitas y follarme, que de lo difícil ya me encargo yo.

            —Milo, yo…

            —Fuera de mi coche, Kanon.

            —Pero Milo…

            —¿Qué parte de fuera de mi coche es la que no entiendes? Dímelo y a ver si te lo explico.

            —Milo…

            —¡FUERA! ¡Lárgate del jodido auto!

            Lo mejor cuando escorpio se ponía así, lo sabía bien, era desaparecer de su vista durante horas. Cuantas más, mejor. Y eso fue, desde luego, lo único que le convenció de salir del coche, porque quedarse no era, desde luego, la mejor forma de que el otro pudiera calmarse.

            Vio el deportivo rojo de Milo acelerar ligeramente y luego desaparecer en una curva pocos metros más adelante. Ahora sí que la había cagado. La había metido hasta el fondo, y no precisamente refiriéndose a… ¡Ah, deja de pensar en esas cosas!

            La ley de Murphy es ineludible, por mucho que puedas pegarte con los dioses, así que se puso a llover en aquel mismo momento. A llover chuzos de punta, que decía Aldebarán que decían sus parientes idiomáticos. Pensando en Aldebarán… sería una buena idea pedirle que viniese a recogerle, así que sacó su móvil del bolsillo del pantalón y pidiendo a todos los dioses del Olimpo que no se mojara demasiado, marcó.

            —¿Hola?

            —

            —Sí, sí, soy Kanon.  Sí, sí, da igual, ven a recogerme tú, Death Mask

            —

            —Peor de lo que me gustaría…

            —

            —Ya… ¿oye, puedes venir a recogerme?

            —

            —Sí, espera que lo vea… En la de los rosales.

            —

            —Vale, vale, es que yo no me sé el nombre de las calles.

            —

            —Hasta luego, entonces

                                                                       h6;

            —¿Te lo puedes creer?—casi chilló en cuanto subió al coche—¡Me llamó vago!

            —¿Querías que te llamara trabajador, acaso? Porque lo que es yo desde que vivís juntos no te he visto mover un dedo en la casa…

            —Tengo mucho trabajo… él como tiene unos horarios flexibles…

            —Mucho trabajo. Ya. Tanto tienes que no puedes ni encargarte de la colada, de la renta y de alguna cosa más—ironizó.

            La lluvia siguió cayendo durante todo el viaje y el gemelo decidió invitar al amigo a casa, quien no se hizo de rogar.

            —Creo que tienes razón… soy un vago.

            —El primer paso es la aceptación, chaval. Ahora empieza a hacer algo para solucionarlo o antes de que te des cuenta se marchará de tu vida.

            —Te llevo seis años…

            —Pues anda que lo demuestras, tú. Ahora empieza a hacer algo para solucionarlo o antes de que te des cuenta se marchará de tu vida. Ah, y yo me voy ya que Dita no tardará mucho en llegar a casa y hoy me toca cocinar a mi… ¿se llama repartirse, sabes?

            Mierda, Death tenía razón, no había hecho nada en todo aquel año y tenía que solucionarlo. Porque saber sabía hacer todas aquellas cosas y hasta recordaba que le gustaba hacerlas, pero la dejadez era tan fácil… ¡Espabílate Kanon!

            Cuando Milo llegó, se limitó a exponerle sus disculpas y a preguntarle qué hacer.

            —Empieza por limpiar el apartamento.

            —¡Si ya lo limpiaste por la mañana!

            —Pues lo haces de nuevo. Y luego vas a la cocina y ves esa lista de cosas que hay que hacer en esta casa y que nunca te dio por leer.

            —Vale, ¿luego qué?

            —Luego eliges la mitad de ella y te encargas, que yo estoy harto de hacerlo todo en esta casa.

            —Vale, vale, lo haré—dijo atrapándolo con los brazos y acercándolo hacia si mismo—¿Ya no estás enfadado?—besos en el cuello.

            —Tendré que pensármelo, no creas que voy a caer tan fácil.

            Aún pudo oír un último grito desde la habitación después de que Milo se librara de su abrazo.

            —¡Y esta noche duermes en el sofá!

            —¡Milo!—gimoteó


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