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Soy Voluntario por DIXlover

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Fue muy agradable estar en casa después de un largo día repleto de ensayos, sesiones fotográficas y problemas de grabación, sólo tenía la esperanza de que el siguiente día fuese mejor. Apenas llegué a casa abrí la nevera y me quedé mirando un trozo que sobró de mi pastel de cumpleaños, me lo habían regalado unas fans, y se notaba desde lejos que habían puesto mucho amor y esfuerzo en hacerlo, me serví una rebanada muy delgada y mientras la comía reflexioné sobre esa pequeña muestra de afecto que me  hizo sentir que todos los obstáculos que había tenido que superar a lo largo de mi carrera habían valido la pena. Sin embargo, los dulces no sólo traen pensamientos positivos a mi mente. Me acordé de mi fiesta de cumpleaños de hace 2 años y la amargura con la que traté de luchar manteniéndola demasiado tiempo en mi corazón. En ese momento se me escapó un suspiro, bajé la cabeza y perdí el apetito.

 

No le presté atención a la voz  molesta en mi  cabeza que decía "no pienses en ello", no sólo no debía pensar en aquello… simplemente, no tenía porqué hacerlo. Con la cabeza gacha me dirigí a la sala y me dejé caer en  mi sillón favorito. Suspiré nuevamente y dejé caer mi cabeza hacia atrás creyendo que éste reposaría con suavidad en un cojín pero en realidad me golpeé con la madera tallada del mueble, ese golpe me trajo de vuelta al presente, pero no podía ayudarme a mi mismo. Hace dos años… Aquella era la época en que me tocó la felicidad antes de que se desvaneciera, fue mío, el amante mas dulce y desvergonzado.

Los recuerdos en mi mente retrocedieron y de repente me vi, en un escenario vacío sin público y su bella figura vestida de rojo caminando hacia mí con una rebanada de pastel.

— “Deseo que las rosas desaparezcan en esta pared de luz; o vosotras, gente estúpida que todavía hacen vacilar en mi contrato…” — ese era yo, tratando inútilmente de cantar Aristocrat’s Symphony para él mientras él me insistía en que comiera de ese pastel con abundante crema de chocolate mientras cantaba.

No pude evitar sonreír al recordar aquella escena, pero en ese momento otro recuerdo llegó a mí y esa sonrisa se desvaneció.

Repentinamente recordé el olor a incienso y la fragancia a vainilla que se propagaba por todo el dormitorio, mientras mis manos se deslizaban bajo capas de raso rojo, ansioso por sentir la piel que se escondía debajo. Recordé también su voz, seductora, lúdica, única, cantándome "feliz cumpleaños querido" cientos y cientos de veces. El que estuviera ahí a mi lado, ronroneando sobre mi pecho fue un sueño echo  realidad. Un cuento de hadas que no podía durar.

Suspiré sobándome la cabeza, el dolor y la sensación del golpe aún me dolía un poco. Yo me sentía, bueno de hecho era incapaz de decir una palabra cuando Kaya deshojaba rosas en su “jardín privado”. Aquella había sido una semana inolvidable que dio lugar a muchos meses de angustia e incredulidad.

No hay guitarras inscritas, eso era exactamente lo que quiso decir, su elección de palabras no pudo haber sido mas precisa; pero yo había sido tentado tan pronto como le había tocado. Me había engañado. Yo lo anhelaba a él desde que tengo memoria, desde nuestra primera reunión en Midi:Nette, cuando una tarde fui a visitar a Mana. Era tan hermoso que las palabras se me atascaban en la garganta y la boca se me secaba cada vez que lo veía y trataba de hablar con él. Me sonreía y trataba de descifrar lo que quería decir con paciencia. En aquel entonces, me prometí que algún día yo estaría en el lugar de Mana, que era su productor; me prometí que protegería a Kaya, que sería uno con él cada noche.

 

Y así fue pasando, años más tarde, durante una de mis giras, pasamos tanto tiempo juntos que mi deseo se hizo demasiado evidente para él; creció su coquetería hasta que una noche me invitó a su habitación.

— ¿Qué se supone que debo hacer con respecto a esa mirada libidinosa que me das todo el tiempo? —

Kaya se rió entre dientes y de un momento para otro puso sus brazos alrededor de mi cuello apegándome a la pared.

— Lo... notaste — Apenas susurré y me horroricé al sentir como mi voz tembló, intenté calmarme, tragué saliva y me obligué a mirar a mi hermoso seductor.

— Si, lo hice — se rió en voz baja de nuevo — ¿Y sabes qué? Me siento alagado. Como ves, no estoy compartiendo mi cuarto con nadie... ¿Por qué no te quedas a dormir? —

— Porqué…— dudé por un momento, su mirada me tenía atrapado —...Porque yo no creo que pueda dormir, si estoy cerca de ti —  le dije en un arrebato de valentía, luego lo tomé de la barbilla con una mano y me incliné para besarlo.

En ese momento mi corazón latía deprisa.

— Humm…, sí, lo sé— me respondió con cierto ego cuando ya nos faltaba el aliento — ¿Quién te dijo que “teníamos” que dormir? —

Aunque me hubiese quedado despierto toda la noche sólo mirándolo dormir con toda tranquilidad, pasé un brazo por su cintura y cerré  los ojos. Estaba eufórico. Ninguno de los amantes que había tenido se podría comparar con Kaya. Fue hermoso y divertido. Nos reunimos cada noche e incluso durante el día cuando encontrábamos un lugar para escondernos de Juka, Hizaki, Jasmine y los otros.

Ese mismo año celebré mi cumpleaños y compartí tantos momentos de intimidad con él que, su ausencia apuñaló mi corazón de la forma más cruel que pude imaginar. Pero simplemente pasó sin mirar atrás. En ese momento incómodo ninguno de los dos dijo nada y me ví obligado a ser sólo su amigo… sin preguntas. Porque yo no tenía las agallas para preguntarle si había hecho algo mal, no sé que había sucedido, todo cambió de una forma tan brutal. Mi orgullo estaba fuertemente herido y yo no quería echar mas leña al  fuego. Estaba tratando de dejar de pensar en todo esto porque, después de todo, ya habían pasado dos años. Tener nostalgia por un milagro no tenía sentido, pensé.

Y entonces pasó…

Allí estaba yo, aferrado a un cojín del sofá con una mano y sobándome la cabeza con la otra, luchando contra todos esos recuerdos cuando sonó el timbre. Me sobresalté y volví a golpearme, pero esta vez con la mesa que estaba frente al sofá, era casi medianoche, nadie nunca me visita tan tarde, me levanté y caminé hacia la puerta con cautela sobándole la pantorrilla y la cabeza pausadamente; dejé salir un suspiro y giré el picaporte para abrir la puerta y casi por arte de magia ésta se abrió lo suficiente como para echar un vistazo.

— ¡Kamijo-kun! Soy yo… lo siento... ya es tarde ¿Verdad? —  Kaya estaba afuera, un poco desaliñado, su maquillaje había desaparecido en algunos lugares, parecía mareado y sus botas de plataforma no ayudaban en absoluto, así que se aferró a la perilla de la puerta.

Mi boca se abrió. Esto no puede estar pasando, pensé. Kaya aparece justo en el momento en que yo estaba pensando en él... ¿Cuáles eran las probabilidades?

Le ofrecí una mano de forma automática mientras lo observaba atentamente. Llevaba un vestido negro y medias de red, aunque estas estaban un poco rasgadas, como si hubiera venido directo de una fiesta. Cuando lo vi nuevamente la expresión de su rostro estaba atascada en algún punto entre la risa y el dolor.

— Adelante — le hice señas, había un nudo en mi garganta.

— Eh... gracias— susurró y me siguió, trastabillando un poco, pero afortunadamente no tropezó. Me di cuenta de que estaba ebrio y le señalé el sofá cercano.

— ¿Qué te ha pasado? — finalmente me atreví a preguntarle.

— No podía ir a casa... — me contestó en voz muy baja — Tengo una copia de las llaves y pensé que me dejarías pasar la noche... y también vives cerca del lugar donde estábamos... lo siento por venir sin siquiera llamar —

— No te preocupes por eso —  le dije. Él estaba mirando sus manos pero de repente me miró. Nunca había visto una expresión tan triste en su rostro — Kaya ¿Qué sucede? ¿Alguien quiso hacerte daño? —

Noté como en su frente apareció una arruga, y un pequeño sollozo salió de su garganta, estaba tratando de no llorar. — Esta vez yo lo he jodido, está obsesionado conmigo. Algunos chicos... algunos chicos simplemente no entienden nada. —

— Kaya-Chan, estas a salvo aquí, yo soy… tu amigo. Puedes calmarte y decirme toda la historia desde el principio. Espera, iré por un poco de agua — Me precipité a la cocina y estaba de regreso a su lado en cuestión de segundos, cuando le entregué el agua, maldije mentalmente a quien había dejado tan mal a Kaya. Era desgarrador verlo así, tan diferente de lo normal.

— Gracias — Murmuró mientras bebía lentamente, luego dejó escapar un profundo suspiro — Verás… he estado viendo a un hombre por un par de semanas, pero... me asusta, me llama todo el tiempo, y se pone celoso sin razón. Hace dos días me sentí incomodo y traté de decirle que no nos vieramos más Esta noche fui invitado a una fiesta privada y él también estaba allí…cuando vio que yo había bebido un par de tragos, me empujó hacia una habitación y…— sollozó —… él trató de abusar de mí, creo que podría tener las llaves de mi casa, p-por eso no quiero ir allá… Esto es una locura—

— Comprendo — suspiré y asentí con la cabeza un par de veces — Estas a salvo aquí... mañana temprano iremos por un cerrajero que cambie todas las cerraduras de tu casa —

— ¿Quieres venir conmigo? —

— Claro que sí. Pero ¿por qué no lo denuncias a la policía? — de echo yo ya estaba pensando en golpearlo pero tenía que ser razonable.  

— No. me siento como si me hubiera traicionado a mi mismo. Pensé que conocía a la gente... yo creí que sabía como manejar a mis amantes, pero no imaginé que esto pasaría. Además, está en una banda y ninguno de nosotros quiere los problemas que traería —

— ¿Qué banda? ¿Cómo se llama? —

— E-es vocalista en una banda que se llama D… Son nuevos a decir verdad —

— Y no durarán mucho tiempo con un tipo tan peligroso en ella... pero no te culpes, no has echo nada para merecer eso Kaya —

— ¿Lo crees así? — me miró — No parecen estar de acuerdo…—

Asentí con suavidad — ¿Quieres comer algo? ¿Una ducha... o simplemente dormir un poco? —

— Tengo hambre… y mareos— dijo sosteniéndose la cabeza con las manos.

¿Qué podía hacer por él? Me pregunté cuando abrí el refrigerador de nuevo.

Incluso si me había echo sentir con el corazón roto, hacerle daño era lo ultimo que haría. No entendía como alguien querría abusar de él de esa manera. Sin pensarlo mucho, cogí el trozo de pastel en un plato y una cucharilla.

— Quizá… esto te consuele un poco — se lo mostré y el sonrío débilmente, era un amante de los dulces.

— ¿Tienes pastel? — me preguntó alzando una ceja.

— Un grupo de fans me lo dio ayer…—

— Lo siento mucho... yo no te llamé en tu cumpleaños. Todo ha sido tan agitado —

— Bueno ahora puedes tener un pedazo de mi cumpleaños— le sonreí — No te preocupes—

Él tomó una cucharada — Sabe muy bien, realmente lo han logrado esas fans— sonrió un poco y devoró lo que quedaba en un santiamén. Tenía la esperanza de que el pastel haría desvanecerse la falta de ánimo. Me maldije por recordar el sabor del chocolate en la boca mientras su mano hacía maravillas en mi cuerpo. Dos años realmente habían cambiado las cosas aunque no quisiera reconocerlo. Y Kaya necesitaba en este momento más un amigo que los anhelos de un ex-amante     

— Voy a arreglar la cama para ti ¿de acuerdo? — le dije caminando hacía el pasillo.

— Yo… puedo... puedo dormir aquí— indicó el sofá — No quiero robar tu cama, eso sería demasiado…—

— No te preocupes por eso —

— Lo digo en serio. Voy a estar bien aquí, este es un gran sofá, es cómodo — sonrió.

Pude ver lo mucho que se esforzaba por no molestar demasiado y yo también sabia lo terco que podía llegar a ser. Así que lo dejé.

— Te sentirás mejor por la mañana… duerme bien... Hay un baño a la izquierda — le dije señalando a la puerta de la sala.

— Gracias Kamijo… No te preocupes por mí. ¿Te puedo llamar Kami verdad? se que lo has cambiado pero... — hizo un gesto que pude reconocer — aún no me acostumbro—

— Está bien…— le sonreí con suavidad. Le di una manta y una almohada y me fui a mi dormitorio. Oí el ruido de un chorro de agua proveniente del cuarto de baño y supuse que estaría quitándose el maquillaje. En mi opinión se veía tan hermoso sin el. Pero con el era aun más seductor. Pensé en sus medias, la forma en que se viste... y luego me detuve a pensar más allá.

Me dejó, tenía que tenerlo en cuenta, en algún momento ya no me quiso más. Y la única diferencia entre ese vocalista y yo era que, al menos yo no me había convertido en un maniaco.

Me dormí y tuve un sueño más hermoso que la noche. Soñé que Kaya se deslizaba en mi cama y me besó en los labios suavemente, cuidando de no despertarme. Incluso con los ojos cerrados yo sabía que era él, me acordé de su beso, de su aroma. Luego salió de la habitación y me quedé rodeado sólo de oscuridad. Un rayo de luz que se filtraba por las cortinas me despertó. ¿O no? Tan pronto abrí los ojos me di cuenta de que algo andaba mal con mi cuerpo. Me sentía culpable, aunque no era raro que un chico se despertara con una erección, pero yo era un hombre maduro, fuera de los 20 años y sabía que Kaya fue la causa y que eso estaba mal.

La situación empeoró cuando lo vi asomarse a la habitación, comprobando si estaba despierto.    

— ¿Kamijo? —

— H-hey… buenos días…— le dije nervioso y de seguro algo ruborizado, mientras me aseguraba de que una manta cubriera mi pequeño problema. Desde luego no me podía levantar en este estado — ¿Dormiste bien? —

— Sí… me escapé — me respondió sonriendo, y entró en el dormitorio. Pero no quiso estar mas cerca. Todavía llevaba la ropa de la noche anterior, pero los cierres de su corsé estaban sueltos, era obvio, no creo que nadie pudiera dormir con una cosa así de apretada. Se había puesto muy poco maquillaje en comparación al que alguna vez le vi.

— Debe ser incomodo estar con es ropa… — dije sin pensar — De echo, la ropa debe hacerte sentir incómodo— Entonces me di cuenta de lo mal que había sonado.

— Un poco, pero... Ya me las cambiaré en casa, yo estaba pensando en pedirte que me prestaras ropa, pero como eres mas alto, me vería un poco raro ¿No crees? — Sonrió. No era una sonrisa radiante pero era una sonrisa al fin y al cabo.

— Te llevaré allí y te ayudaré con lo de la chapa. Solo espérame un rato... yo... yo no tengo nada de ropa, voy a vestirme... Era mentira, pero era mucho mejor que decir: ¡Oh, mira tengo una erección por tu culpa!

— Está bien — echó un vistazo a las sábanas y levantó las cejas un poco, luego volvió a sonreír y salió de la habitación.

Me deshice de la molesta sensación del la mejor forma posible, con la esperanza de que los efectos duraran un día entero o por lo menos el tiempo que estuviéramos juntos.

De camino a su casa se mantuvo en silencio aunque estaba visiblemente ansioso. ¿Acaso piensa seriamente en que el chico obsesivo estará esperándolo en las escaleras? ¿O en su casa? Yo no podía entender lo que pensaba. Me asusté cuando vi al hombre ahí, esperando en su puerta. Bueno, o no tenía las llaves o las agallas para entrar. Él no era espectacularmente hermoso, pero era joven, probablemente dos años menor que yo. Tenía el pelo oscuro, Kaya hizo una mueca de dolor cuando lo vio. Me enfadé en menos de un segundo y sentí la necesidad de darle una paliza a ese tipo. 

— ¿Qué estas haciendo aquí? no tengo nada que discutir contigo… Asagi—  le dijo Kaya con frialdad.

— Desapareciste anoche— respondió el chico.

Él me había visto pero fingió no fijarse en mí.

— Por supuesto que si. Ahora vete— Kaya cruzó los brazos.

— Vaya veo que has encontrado otro pasatiempo...--

— Yo soy su amigo— intervine — Será mejor que hagas lo que Kaya dijo—

— Esto es entre él y yo, ya sabes—me miró desafiante.

— Él no quiere hablar. Te diré qué... ¡Lárgate de aquí! No me obligues a usar todos los medios que tengo para hacer que tu vida como músico se vuelva una miseria—

Kaya me miró con asombro, yo también me sorprendí. Pero yo tenía contactos de los cual él seguro carecía, las bandas nuevas pueden desaparecer en poco tiempo... me sonrió.

— Espero poder hablar contigo la próxima vez sin un perro guardián— se dirigió a Kaya

— Mas te vale no regresar — le dije, él me miró fijo, enojado — ¿Qué? ¿No te gustó? —

— ¿Quién te crees? —

— ¿Qué te importa?… pelafustán — le dije despectivamente.

— Maldito — y se me vino encima, me aparté y él chocó de lleno contra un poste de luz, lo sujeté de la chaqueta de cuero y lo giré dándole un puñetazo en el rostro, de seguro su ojo se volvería morado.

Él sólo me miró y por un momento quiso regresarme el golpe, pero al ver que mis puños se apretaron de nuevo, sólo se marchó

— ¡Es mejor que no te acerques a él otra vez! — le dije en voz alta para que pudiera oírme. Cuando se fue encontré finalmente a Kaya mirándome, su cara era de espanto. — Sé que fue duro... lo siento. Pero yo creo que no te molestará en un buen tiempo— murmuré.

— Gracias— me sonrió un poco pero todavía se veía sorprendido — ¿Estás bien? —

— Sí… debes cambiar la cerradura de todos modos —

— Sí, lo sé, por favor ven — comenzó a girar la llave de la cerradura — Haré el desayuno—

Lo seguí hacia adentro, vi a mi alrededor el departamento de Kaya era precioso, lleno de pequeños detalles que lo hacían parecer único y encantador. Era un lugar cálido y colorido, con tapices y muchos cojines, lámparas y candelabros barrocos de extrañas formas.

Yo había estado allí antes, y una punzada familiar erizó mi corazón una vez más. Señaló un sofá de color rojo oscuro y me senté. Cuando levanté la vista hacia él, se mordía el labio inferior y me miraba absorto en sus pensamientos.  

— Yo… ya vuelvo, iré a tomar una ducha primero—

Asentí sonriéndole, él salió de la sala de estar y escuché el sonido del agua. Traté de imaginar su cuerpo delgado y torneado bajo el agua. Los pocos recuerdos de nuestro tiempo juntos vinieron a mi mente y me sentí incomodo otra vez. Todavía no podía entender que había hecho mal, ni porque escogería Kaya tipos como el que acababa de golpear hace un rato. Sí podía tener al mejor, mi ego se estremeció, yo no había sido el mejor para él. Un rato mas tarde, apareció él en la sala de nuevo, llevaba una bata de baño roja y nada de maquillaje. Su cabello oscuro aun estaba húmedo. Traía una bandeja con dos tazas de té y una caja para la mesa.

— Me temo que sólo tengo para el desayuno cosas occidentales. ¿Galletas? — sonrió

— Las amo — sonreí también.

¿Por qué era tan naturalmente hermoso? me pregunté. Yo sabía que ningún artista podía quitarse el maquillaje, despeinarse y verse así de hermoso, Kaya era un verdadero ángel. Me bebí el té y comimos unas galletas en silencio, le miraba de vez en cuando.

— Cuando.. ¿Cuando comenzó lo de Asagi? — finalmente le pregunté

— Estás pensando que soy realmente estúpido — sonrió turbado — lo soy —

— ¡No! ese no es mi punto... —

— Él era agradable al principio, cambió sin previo aviso —

— Ya entiendo... —

— Gracias por lo de ayer y lo de hoy— me dijo — Estoy muy contento de haber pensado en ti cuando me sentía inseguro... —

— No hay de qué, estoy aquí para ayudarte en cualquier momento —

Mordió una galleta y mis ojos se enfocaron en sus labios, una ola de ese calor familiar amenazaba con apoderarse de mi cuerpo otra vez.

— Quería hablar contigo acerca de algo — dijo, mirándome fijamente a los ojos — Supongo que quieres saber que salió mal hace dos años —

De manera que algo había salido mal, y yo era totalmente ignorante. Sentí que mi corazón se hundió y no pude murmurar una respuesta.

— Por favor… no te sientas mal, no quise decir eso, de echo te he querido todo este tiempo —

— Estoy perdido ahora... — dije, levantando una ceja.

— El tiempo que pasé contigo fue maravilloso. Pero un día cuando estábamos a punto de dormirnos, mas que agotados… — se rió un poco seguro recordando porque estábamos cansados —…me abrazaste y me dijiste "te quiero", yo te miraba, pero ya habías cerrado los ojos. ¿Tú… lo recuerdas? —

— No — respondí con sinceridad. Me acordé del instante, de la sensación de amor que embargaba mi interior, pero no recordaba haberlo expresado. Comenzaba a entender cual fue mi error, me sentí tan ingenuo.

Cuando lo miré de nuevo estaba sentado cerca de mí, y yo no podía sostener su mirada.

— Me entró el pánico, suelo ir sin ataduras en una relación, porque no quiero que nadie tenga demasiado poder sobre mi. Incluso un poco de poder puede convertirse en lo que has visto hoy. Una gran cantidad de energía suele dar miedo, puede convertirse en control y es como si me atraparan en una jaula. —

Estaba bastante seguro de que nunca había querido convertir a Kaya en prisionero de cualquier tipo, pero asentí lentamente. Tal vez una experiencia pasada le había llevado a pensar de esa forma, y el estúpido de Asagi la había echo peor.

— No obstante…— continuó —…no quería atraparme, me asusta. Tú me proteges, pero no eres agresivo. Pensé que después de todo no me merecía el amor porque no era capaz de mantener una relación a largo plazo, así que dejé de verte. Los hombres desaparecen fácilmente cuando su ego es lastimado, te hice daño, pero tú... todavía me quieres, me cuidas. Me siento terriblemente avergonzado, estaba tan equivocado —

Se encontraba tan cerca de mí que el dulce aroma floral del champú y jabón llenó mis fosas nasales, para mi sorpresa, me besó en la mejilla y mi corazón se mezclaba de alegría y confusión ¿Me estaba tentando a propósito?

— Kaya, yo te ayudé ayer porque yo quería… Te lo juro — le dije con voz ronca.

— Ya lo sé — sonrió y esta vez su sonrisa fue real y encantadora. Me sentí indescriptiblemente débil y traté de armar el rompecabezas en mi mente con las piezas que acababa de darme.

— No tengo derecho a alterar tu vida de nuevo, pero te he echado de menos. Y... ¿tú me has echado de menos? — me preguntó y acompañó esa pregunta con un coqueto pestañeo.

Tiré de la tela de su bata de baño sólo lo suficiente para dejar al que se viera algo de su hombro y besar la piel recién descubierta. Ninguna de las personas que había conocido me había hecho olvidar su cuello, yo había buscado a Kaya en cada cuerpo y fracasé. Sólo había una. Y estaba ahí, justo a mi lado, limpio, perfumado y atractivo. Ya entendía como las personas se hacían adictas a él.

— Te he echado demasiado de menos — le susurré al oído

— Muéstrame... — pasó sus brazos alrededor de mi cuello y de pronto sus labios estaban demasiado cerca — Me siento seguro contigo, no es necesario que me sujetes —

— ¿Entraste ayer en mi habitación? — le pregunté, de repente sospechando. Él sonrió. ¡Eureka! Yo sabía que no había sido un sueño, el beso fue demasiado intenso, más en ese momento quería otro, me incline para besarlo — Mejor ahora que estoy despierto —

— Muy bien, despierto te lo puedo decir — se rió entre dientes. Me di cuenta de donde tenía la mano y de la reacción que quería causar en mi cuerpo. Tomé el nudo de su bata de baño y comencé a deshacerla. Sus dedos desabrocharon mi camisa y la quitaron. Me retorcía con anticipación cuando me empujó de espalda sobre los almohadones y me besó el pecho desnudo con gran habilidad, mordisqueando suavemente un pezón.

— Esto te va a pesar... — murmuré, me estaba volviendo loco de deseo.

— Lo dudo — respondió — toda venganza es bienvenida, querido — Se quitó la bata y me soltó, alcancé a ver su cuerpo desnudo.

No podía hacer ningún movimiento, sin embargo los labios de Kaya parecían estar en todos lados a la vez y sus manos estaban deshaciendo mis jeans y tirando hacía abajo a una velocidad impresionante.

Tocó la tela de algodón que cubría mi erección y por una fracción de segundo pensé que no iba a poder mantener la cordura. Pero él sabía lo que estaba haciendo. Pasó dos dedos sobre mi rígido pene. Mi mente estaba borrosa. Pensé ¿Quién podría discutir sobre el poder ahora?. Él era el maestro-amante que deseaba. Bajó un poco la ropa interior, y me acarició muy despacio. Yo jadeaba, el placer era insoportable. Además no era tímido en absoluto, mientras sus manos trabajaban me miró con avidez haciéndome sentir como si fuera el numero uno entre los hombres del planeta. Mis caderas se movieron involuntariamente tratando de sentir más sus caricias, de pronto él frunció el ceño  y me golpeó en la punta.

— Maldita sea…— murmuré, me había dolido.

— Mi ritmo, no el tuyo Kami. Se un buen chico…—

Su lengua recorrió mi abdomen y se posó en mi entrepierna, jugó conmigo mucho tiempo antes de lamerlo. Me asusté cuando acortó mi deliciosa tortura y succionaba mi miembro con todas sus fuerzas. Le insté casi le rogué que se detuviera…

— ¡Estoy…! —  no tuve tiempo de pronunciar una advertencia, debido a que la ultima lamida me llevó directo al paraíso, Kaya por su parte tragó todo el semen cuidando de no derramar ni una gota. Yo tenía la cara enrojecida cuando me miró, me incorporé para besarlo. — Eres tan hermoso — dije mientras recorría su pecho con un dedo, su bata de baño ahora colgaba alrededor de su espalda y la parte delantera solo le cubría el vientre y los muslos.

— Tal vez debería ser un poco mas femenino… — sonrió, me atrajo de las muñecas pasando mis brazos alrededor de su cintura.

— Me encantan todos tus estilos, pero ahora estas delicioso — le susurré, y luego besé el lóbulo de su oreja.

— Llévame— ¿Y eso había sido una sugerencia, una petición o una orden? Era difícil de decir, porque parecía juguetón y determinado a la vez. No es que yo lo fuera a rechazar… — No estamos cómodos aquí, ven conmigo—

Él no me dejó sacar los pantalones o ropa interior y tampoco se quitó la suya. Tomó mi mano y me llevó a una habitación que identifiqué como la suya tan pronto como abrió la puerta. Tenía la misma atmosfera única de secretismo provocativo que yo recordaba. La cama tenía un gran y oscuro dosel con cortinas rojas.  Miré a la lámpara del techo por un momento, la luz estaba encendida, pero no  demasiado brillante, su intensidad era la justa para que la sala pareciera atractiva y misteriosa.

— No es necesario ser amable, querido. ¡Ven por mí! —  rió cubriéndose los labios, se quitó la bata de baño y se tiró a la cama con un rápido movimiento felino. Un segundo después había desaparecido bajo las múltiples capas de cubiertas de la cama y me sonrió, dispuesto a jugar al gato y al ratón. Escuchaba su risa a medida que iba debajo de las sabanas. Lo envolví en mis brazos, decidido a no dejarle escapar. Toqué todo su cuerpo dejando una ola de besos en su hombro. Cuando sentí que su miembro se endurecía, supe que era lo que quería más que nada en el mundo. Se retorció en mi mano al acariciarlo, y se volvió quedando de frente a mí. Aparté las mantas para así poder movernos libremente.

— ¿Tienes…? —

— T-tú d-dí — sonrío jadeando un poco cuando le acaricié la cara interna del muslo con la mano libre, estaba ruborizado y tartamudeaba.

— ¿Tienes……? —  le pregunté tímidamente, al darme cuenta de que el mío estaba en la billetera que se encontraba en la sala  de estar.

Él asintió con la cabeza y buscó en un cajoncito de su mesa de noche y luego me dio el paquete pequeño y una botella de lubricante. Puse el condón sobre mi erección y extendí un poco de lubricante sobre este y mis dedos. Le miré y gimió cuando introduje dos dedos dentro de él, esperé a que se relajara, él levantó las caderas un poco, apoyándose en los codos. Me agaché y di una rápida lamida a su endurecida carne, mientras giraba los dedos en su interior.

— ¡Miserable! — chilló — ¡Sólo hazlo! —

Obedecí feliz, de hecho yo sólo podía pensar en estar dentro de él, sentir su calor una vez más… Ya estuvimos separados por mucho tiempo. Retiré los dedos sustituyéndolos por la punta de mi pene. Lo veía morderse el labio inferior mientras entraba lento, tan lentamente como mi deseo me lo permitía. Pronto estaba levantando los muslos permitiendo que entrara más profundamente. Me detuve dándole tiempo para adaptarse.  

— Deja de ser un caballero… quiero que seas duro… ¡Ahh! —

Yo cumplí tan pronto como pronunció esas palabras. La ultima barrera mental se vino abajo, me mecía hacia adelante y atrás sintiendo la sangre en mis venas, a ratos faltaba el aire. La voz de Kaya era tan encantadora como la recordaba, y más ahora convertida en gloriosos gemidos. Comencé a embestirlo con suavidad, podía oír esos gemidos escapando de sus labios entreabiertos. Sus piernas se retorcían alrededor de mi espalda, mientras me abrazaba…

En ese momento yo creí ser el hombre mas afortunado del planeta, ciertamente lo amaba. Esto no era sexo para mi… era hacer el amor.

— Kamijo… ¡Oh Dios! —  susurró y aceleré. Tomé su mano y sentí que ya estaba cerca, tan cerca. Estaba viendo estrellas brillantes a mí alrededor, ambos llegamos al mismo tiempo a la cima del placer, era tan perfecto, tan completo. Llevé un dedo manchado con su semen a mi boca, de manera casi inconsciente, quería saborearlo.

Cuando mi trance terminó, me retiré de su cuerpo, entonces lo miré de nuevo.

— Tú, serás mío — dijo, y yo parpadeé sorprendido.

— Yo ya soy tuyo —

Sonrió y puso sus brazos alrededor mío; nos tumbamos abrazados por un largo rato

¿Podría retenerle? me pregunté a mí mismo. ¿Podría estar a su lado desde este momento? ¿Podría de nuevo cuando el sueño se acabe?

Me miró de cerca como si estuviera leyendo mi mente, y me besó.

— No cometeré el mismo error dos veces. Además no tienes ni idea de todo lo que tengo guardado para ti — me susurró con su linda y juguetona voz.

— Así que mirando al futuro — me reí entre dientes, sonaba demasiado bueno para ser verdad — Pero Kaya...  es mi culpa que necesites otra ducha ahora, ¿No? —

— Así es, pero necesito a alguien que se asegure de que quede limpio… — él hizo un puchero y me dediqué sólo a seguir la curva de sus labios con mi dedo.

— Soy voluntario —

 


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