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Quiero ser el papá por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

Dedicado a Gissi, porque hace tiempo me dije que debía escribir una bonita historia para ella, quien ama a esta parejita. Disfrútalo ♥

Notas del capitulo:

La historia la escribí hace como dos semanas, después de darle vueltas a una parte de la entrevista que dio SHINee con esto del JAT y eso; ya saben, donde se dice que Key es la mamá del grupo y él pregunta quién es el papá, alegando poco después que Taemin no puede serlo. Si no lo vieron, ¡haganlo ahora! Justo aquí (?). 

 

— ¿Por qué no puedo ser el papá? — preguntó de nuevo aquella tarde, comenzando a agotar mi paciencia.

Iban tres días desde aquella entrevista donde habíamos discutido esa encuesta basada en apariencias que nuestras fans respondieron. Tenía muy presente cada palabra dicha, las bromas y risas; aunque ahora deseaba no haber efectuado ese comentario cuando se dijo que yo era la “mamá” de SHINee.

— Es imposible, Taemin. — respondí por millonésima vez, levantándome del sofá para irme a mi habitación. — No puedes y punto.

— Pero… — comenzó de nuevo. — ¡Quiero ser el papá!

La situación comenzaba a volverme loco. Lo que debía parecer un chiste, ahora se transformaba en algo por demás incómodo y hasta cierto punto desagradable; pero no era mi culpa, sino del más joven de la casa, pues se había obsesionado con aquella respuesta negativa que le fue brindada y se empeñaba en cambiar lo que dije frente a las cámaras.

— ¡Ah, voy a enloquecer! — chillé en el pasillo, alborotando mis cabellos.

— Si continúas gritando de esa forma, posiblemente no seas el único. — pegué un brinco, encontrándome a Minho de pie tras de mí, con su enorme sonrisa burlona. — Eres muy ruidoso, Kibum, ¿cuántas veces debo recordarte que no eres el único que vive en este lugar?

— Tú, idiota. — lo acusé, señalándolo con mi dedo índice. Enarcó una ceja, divertido. — ¿Por qué demonios no hiciste uno de tus comentarios inútiles ese día y me molestaste diciendo “yo soy el padre” o algo así? De ese modo no hubiese tenido que responder la pregunta y Taemin me dejaría en paz.

— No puedes culparme; también sentía curiosidad sobre tu respuesta. — lo golpeé en el pecho, con su risa inundando mis sentidos. A veces odiaba que nuestra relación hubiese mejorado; aunque ahora éramos tan buenos amigos que el enfado me duraba poco. — Quizá debas darle a Taemin una respuesta de verdad. Si continuas diciéndole que “no es posible”… — hizo las comillas con sus dedos. — Seguirá insistiendo. ¿Por qué no tratas de ser más sincero con él y acabas con todos sus sueños, esperanzas e ilusiones?

— ¡Choi Minho! — lo golpeé de nuevo, fuerte, borrándole la sonrisa. — ¿Cómo te atreves a decir tal cosa? Sabes que quiero mucho a Taemin, que me preocupo mucho por él y…

Me interrumpió, sujetándome por los hombros. — Pero no estás enamorado de él, Kibum, y Taemin de ti sí.

No pude decir nada. Sus palabras me habían descolocado completamente. Una parte de mí lo sabía desde hacía mucho tiempo, pero la otra se negaba a aceptar que tal cosa pudiese estar ocurriendo. Me esforzaba en pensar que nuestra relación se limitaba a una buena amistad y que el cariño que sentíamos uno por el otro era de hermanos; aunque lo dudaba cada día más.

¿Cómo podía Taemin estar enamorado de mi?, ¿cómo debía yo enfrentarme a esa situación?, ¿dónde quedaba nuestra amistad, nuestra confianza?, ¿qué era lo correcto?

— No lo digas. — pedí en un susurro, incapaz de mirarlo a la cara. — No vuelvas a decirlo, Minho.

Tiró de mi cuerpo, refugiándome en su pecho. Pasé ambos brazos por su cintura, cerrando los ojos mientras trataba de borrar sus palabras de mi mente. Una de sus manos me acarició la espalda, la otra el cabello. Y nos mantuvimos abrazados, olvidándonos de que el resto se encontraba en el apartamento, que estábamos a mitad del pasillo, que debía preparar la cena… Lo único que no podía olvidar era esa verdad que me negaba a aceptar.

 

 

— A veces me gustaría que Kibum dejara de tratarme como a un niño. — me pegué a la pared, escuchando la conversación que mantenían Jonghyun y Taemin en la cocina. — ¿Por qué no puede darse cuenta de que he crecido, que soy un hombre? ¡Tengo 20 años!

— Taeminnie… — susurré, llevándome una mano a la boca para no ser descubierto.

— Tal vez porque sigues comportándote como un niño. — se limitó a decirle Jjong, con su tono de reproche. — Sigues actuando lindo con él, pidiéndole que haga cosas por ti, haciendo berrinches cada que te niega algo… Vamos, Taemin, ¿cómo esperas que cambie su forma de mirarte si actúas frente a él igual que cuando tenías quince años?

— Yo… No lo sé. — bajó el rostro, avergonzado. — De verdad me gusta él, pero no sé cómo…

Un par de manos se posaron en mi cadera y tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no pegar un grito por el susto. Los ojos de Jinki me contemplaban con interés. Asomó su cabeza por encima de mi hombro y sonrió al darse cuenta de lo que venía haciendo los últimos minutos. Me giré hacia él, advirtiéndole con la mirada sobre cualquier comentario que tuviese en mente efectuar.

— Es un poco desconcertante verle así. — susurró en mi oído, haciéndome estremecer. — Y aún más por ti.

La cercanía con Onew terminó de ponerme nervioso, y el agarre que aún mantenía en mis caderas no ayudaba. ¿Por qué de repente todos parecían ponerse cariñosos conmigo? Moví la cabeza en señal de negación varias veces, apartando esas ideas. Él sonrió, tomando mi mano y llevándome a la cocina. Los ojos de Taemin fueron de nuestros rostros a nuestras manos entrelazadas tantas veces que no fui capaz de contarlas; Jonghyun se limitó a sonreír divertido, como siempre lo hacía.

— Creo que tendremos que ordenar comida. — habló Jinki, mirándome un momento. — Dado que Kibum se ha olvidado de preparar la cena.

— Ha sido culpa mía. — me giré hacia la puerta, encontrándome con Minho de pie, sonriente. — Estuvimos ocupados toda la tarde. — me guiñó un ojo, descarado, y mi boca se abrió por la impresión, pero no fui capaz de pronunciar palabra alguna. Onew estrechó mi mano, devolviéndome a la realidad.

Mi mirada fue instintivamente hacia el más chico, encontrándolo con el ceño fruncido, los labios apretados y las manos cerradas en puños sobre la mesa. Le acaricié los cabellos cuando pasé por su lado de camino a la estufa, pero me apartó la mano y salió corriendo de la cocina, azotando la puerta de la habitación que venía compartiendo con Jjong desde hacía un par de semanas.

Me giré hacia el rapero principal y el líder de grupo, cruzándome de brazos. — Ustedes dos han pasado del límite. ¡¿Por qué demonios no han medido sus acciones?!

— Tampoco es para que grites. — miré al vocalista con enfado, él me sostuvo la mirada sin inmutarse siquiera.

— Tú y yo debemos hablar, Jonghyun; justo ahora. — enarcó una ceja, pero terminó asintiendo entre bufidos. — Jinki, ordena algo para la cena y quédate con Minho en la sala hasta que llegue el pedido. Cuando la mesa esté servida llamaremos a Taemin.

Ambos salieron de la cocina sin quejarse, aunque alcancé a escucharlos bromear sobre lo acontecido. Comenzaba a sospechar de ellos, aunque no quería sacar ninguna conclusión aún. Jonghyun movió una silla para que me sentara y se apoyó en uno de sus brazos, esperando que hablara.

— Es sobre Taemin. — advertí desde el comienzo. Él asintió. — Creo que me gusta también…

 

 

Me detuve antes de llamar a la puerta, incapaz de dar un paso más. Mi corazón latía con fuerza, tal como Taemin lo había descrito con anterioridad. ¿Estaba haciendo lo correcto?, ¿eran realmente mis sentimientos los mismos? Siempre solía pensar cientos de veces antes de actuar, pero ahora sólo quería ser impulsivo y… Negué, ya lo había pensado demasiado y seguía sin llegar a algún lado. Y estaba cansado. Además, los otros no estaban ayudando en nada.

Suspiré y toqué. — Vete. — bueno, eso no salió bien.

— Voy a entrar. — anuncié, empujando la puerta.

Taemin se encontraba tumbado en la cama, pero se sentó por acto reflejo al verme. Sus ojos no podrían engañarme nunca, estaba seguro. Había estado conteniendo el llanto, lo noté, quizá para demostrar que Jonghyun se equivocaba y que ya no era un niño berrinchudo. Sonreí, cerrando la puerta tras de mí con seguro y avanzando en dirección a él.

— No tengo hambre. — susurró, jugando con la sábana que cubría el colchón.

Me senté a su lado, sobresaltándolo. — Mentiroso. — acaricié su mejilla, obligándole a alzar el rostro. — Te conozco, Taeminnie.

— No es verdad. — trato de apartar mi mano, pero se lo impedí. — Sólo crees conocerme.

Y quizá el tuviese razón, aunque nunca lo admitiría. Sujeté su mano y entrelace nuestros dedos, encontrando su mirada unos instantes después.

— Hay algo que quiero saber. — se tensó y apartó sus ojos de los míos. — Y tú eres el único que puede ayudarme a descubrirlo.

Negó, y sus cabellos castaños se desordenaron completamente. Los devolví a su lugar con mi mano libre, ganándome un bufido y un fruncimiento de ceño. Taemin parecía comenzar a encontrar molestas esas actitudes maternales mías. Me reí bajito, encantado ante esa pequeña rabieta que ni él mismo sabía que se encontraba haciendo. Infló las mejillas y no dudé en picar una de ellas. ¿Por qué debía ser tan adorablemente lindo en momentos como ese?

— Ya no lo hagas más. — pidió para mi sorpresa. — Deja de hacerme sentir infantil, deja de actuar como mi madre…

Sujeté su mentón con mis dedos y di un apretón a su mano que seguía unida a la mía. — Me gusta verte actuar de esa forma. — admití, apoyando mi frente en la suya. — Adoro ver tus berrinches, tus pucheros, la forma en que tus ojos brillan cuando me pides algo. ¿Qué tiene de malo eso, Taeminnie?

Negó, apartándose un poco. — ¡Ya no soy un niño! — su voz se elevó apenas un poco, pero igual podía decir que acababa de gritarme.

— No lo eres. — admití, y sus ojos se abrieron por la sorpresa. — Es verdad, pero no esperes que te trate de otro modo.

Bufó. — Es imposible hablar contigo. — sin embargo, sonrió al decir aquello.

— Quizá porque no vine para hablar. — me acerqué un poco más a su rostro, curvando mis labios en una sonrisa.

— ¿E-Entonces? — estaba nervioso, aunque no tanto como yo.

— Vine a comprobar algo. — asintió, pasando saliva. — Si no es lo que creo; por favor no me odies, Taemin.

— ¿Qué…?

Atrapé sus labios con los míos en un beso que apenas se sentía, que era delicado y lento. Sus dedos tocaron mi mejilla y me estremecí, saboreando su labio inferior con cuidado, en una caricia tan suave que aceleraba mi corazón de una forma indescriptible. Fue él quien se encargó de profundizar el contacto entre nuestras bocas, deslizando su lengua entre mis labios entreabiertos, recorriéndola a su antojo, encontrándose con la mía en poco tiempo.

La mano que antes me recorría el rostro se dirigió a mi nuca y me acercó aún más a esa boca que probaba por vez primera. No pude evitar atribuir aquel desespero de Taemin a sus hormonas de adolescente, y fue eso lo que me hizo sonreír a mitad del beso. Mordió mi labio en ese momento y luego se apartó, completamente sonrojado. Ambos estábamos agitados, tomando grandes bocanadas de aire para recuperar el aliento perdido. Sonreí complacido, revolviendo sus cabellos una vez más.

— Vayamos a cenar. — propuse, levantándome de la cama y tirando de su mano.

— ¡E-Espera! — chilló, deteniendo nuestro andar. Mi mano se quedó a escasos centímetros de la puerta. — ¿Qué significó eso?

Pensé cuál podría ser la mejor respuesta a su pregunta, pero simplemente dije la primera que me vino a la mente; una que, definitivamente, él no esperaba y que quizá llegase a costarme caro en el futuro.

— Significa que puedes ser el papá. — solté su mano y salí de la habitación.

Jinki, Jonghyun y Minho se encontraban sentados a la mesa, esperando por nosotros para empezar a comer. Ignoré todos sus cuestionamientos y regaños por la tardanza, especialmente porque Taemin no se encontraba conmigo y no comenzaríamos sin él. Era una regla que se había impuesto desde que nos mudamos juntos y que no cambiaría.

Taemin entró a la cocina algunos minutos después, sonriendo ampliamente y dejó un sonoro beso en mi mejilla antes de sentarse en su lugar.

— Taeminnie, ¿por qué estás tan feliz? — cuestionó Jinki, mirándolo con curiosidad.

Me fingí indiferente y seguí comiendo, ignorando las miradas de Jonghyun y Minho, las cuales iban de Taemin a mí.

— Kibum dijo que puedo ser el papá. — giró su rostro hacia mí y sonrió, con sus ojos brillando por la emoción que aquello le provocaba.
Tres pares de ojos se posaron en mí cuando Taemin volvió a centrarse en su comida, ajeno a las caras sorprendidas del resto.

Me encogí de hombros, restándole importancia. — “Es una larga historia”. — asintieron al leer mis labios; pero Jonghyun sonreía ampliamente al saber la verdad oculta en aquellas palabras tan simples y despreocupadas.

Estaba seguro que los tres habían logrado captar lo que implicaba lo dicho por el más joven, aunque él mismo no parecía darse cuenta realmente de ello. Suspiré. Realmente esperaba que Taemin nunca cambiara su forma de ser, porque esa era la razón de que me gustase tanto. Ya después me daría tiempo de terminar de aclarar las cosas con él, dado que mis sentimientos parecían estar en orden.

“Ah, Taeminnie, todo lo que ha ocurrido porque querías ser el papá…”, solté una pequeña risa, llamando la atención del resto; pero lo dejaron pasar cuando moví la cabeza en señal de negación. No pensaba explicarles nada ahora, sino que el tiempo se encargara de ello. Taemin tomó mi mano bajo la mesa, entrelazando nuestros dedos y cuando me giré a mirarle me guiño un ojo traviesamente. Quizá, el chiquillo ingenuo no lo era tanto como solía aparentar.

— Te quiero. — dijo tan bajito que apenas alcancé a oírlo. Apreté su mano y él sonrió. No tuve que decir nada más. Él ya lo sabía todo; absolutamente todo. Yo también le quería… y mucho.

Notas finales:

Dime, ¿te gustó? Espero lograra ser del agrado de todos. ¡Nos leemos en otra ocasión!


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