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Los enredos de tres corazones enamorados por Paz

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Notas del capitulo:

El titulo lo dice casi todo...

Los enredos de tres corazones enamorados

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko

SenHana SenRu RuHana

By Paz

Capítulo IV: Rukawa al ataque

 

Ganaron un importante partido, que les permitía incorporarse a las semifinales. Estaban entre los seis finalistas y debían ir a por todas. La moral de los jugadores estaba alta y todos estaban de acuerdo en que sus posibilidades de alzarse con el trofeo eran favorables a ellos.

Para incentivar aún más a sus jugadores, el dueño les equipo les prometió una semana en un hotel de lujo en una isla paradisíaca del Caribe con sus familias, todo a cuenta del club.

No ganaron el primer puesto, pero tampoco quedaron con un mal sabor de boca, quedar en segundo lugar también fue festejado, no hubo isla tropical, pero si una gran fiesta en un hotel de lujo, fiesta que se prolongó hasta la madrugada.

Sendoh estuvo muy solicitado entre las jóvenes que acudieron a la celebración, que le apartaron del lado de Rukawa, la última vez que consiguió verle estaba intentando escabullirse, cuando los muchachos oportunamente le cortaron el paso y tomándole de los hombros le llevaron hacia un grupo de muchachas que les recibieron alegremente.

Él estaba bailando con una morena deslumbrante, empeñada en llevarle a un lugar más íntimo, más él solo tenía un pensamiento en la mente. Dónde esta Rukawa?

Finalmente le vió. Estaba en el fondo del salón sentado junto a una mesa apartada del bullicio. Permanecía con gesto aburrido o más bien diría Sendoh con expresión somnolienta.

Se desprendió de los brazos de la chica.

-Disculpa…

-Pero…

Sendoh al instante de dejarla la olvidó.

Un camarero pasó ante él deteniéndose.

-Bebida, señor. –ofreció.

Sendoh asintió, de la bandeja tomó dos copas y fue junto a Rukawa.

-Si estas cansado podemos marchar –le propuso dejando una de las copas frente a él, en tanto se sentaba a su lado.

Rukawa que le había estado observando mientras bailaba, dirigió una mirada interrogante a la bebida.

-No se lo que es –dió un sorbo- Tiene burbujas.

-Champagne…

-Llámalo como quieras…

Rukawa nunca lo había tomado, alzó la copa y la acercó a sus labios para darle un corto sorbo. Fue de su agrado y bebió más.

-Esta delicioso… -aprobó.

Sendoh comenzó a preocuparse cuando le vió hacer un gesto a un camarero que se apresuró a ofrecerles bebida.

-Traigamos una botella de champagne  -pidió Rukawa tomando dos copas llenas, una la puso junto a Sendoh.

-Lo siento, señor. No me esta permitido hacerlo, pero puedo dejarle algunas copas. -dijo el servicial mozo.

Rukawa asintió. Mucho después, sobre la mesa más una docena de copas testimoniaban lo que ya habían bebido, la mayoría de ellas el joven de ojos azules que empezaban a enturbiarse.

-Vamos, Rukawa, ya has bebido bastante –le dijo cuando empezó a verle beber copa tras copa como si se tratara de agua.

-No eres nadie para decirme cuando tengo bastante. –apartó de un manotazo su mano e intentó levantarse. Todo comenzó a darle vueltas. Su estomago estaba vacío y la bebida mientras estuvo sentado no parecía afectarle, más al levantarse esa situación cambio. Estiró la mano para apoyarse en el borde de la mesa- Estoy mareado –reconoció.

Sendoh se apresuró a pasarle el brazo por la espalda para mantenerle derecho.

-Vamos, te llevaré a dormir.

 

*******************

 

Afortunadamente tenían habitaciones reservadas en el mismo hotel donde se llevaba a cabo la fiesta. No quería pensar como se las hubiera arreglado para llevarlo hasta el apartamento en ese estado.

Su habitación esta ubicada en el decimo piso y disfrutaban de las vistas de la bahía realmente espectaculares.

-No te muevas de aquí –dijo dejándole junto a los ascensores- Voy por la llave.

-Sendoh  -dijo al conserje de noche. Al instante tenía la llave, con ella se apresuró a llegar donde había dejado a Rukawa. No se sorprendió demasiado cuando observó que no estaba- ¿Dónde habrá ido? –se preguntó- ¿Has visto a un chico alto por aquí? –interrogó a un joven botones que pasaba junto a él. La mirada era como si le tomara por tonto. Esa noche casi todos los que estaban en la fiesta tenían esas características- Es moreno, tiene ojos azules y no camina muy seguro. –aclaró.

-Iba hacia la piscina… -casi se lo lleva por delante- Por allí… -le enseñó la puerta que conducía a la piscina del hotel.

Sendoh atravesó la puerta y cruzo un pasillo donde diversas puertas señalaban lo que podía encontrarse al traspasarlas. Finalmente encontró la que indicaba la piscina, abrió la puerta y entro en el recinto. Una bruma ondulaba en el ambiente, la piscina estaba climatizada.

Le vió recostado en el suelo, cuan largo era, la cabeza metida dentro del agua. Cuando la sacó se incorporó y aún de rodillas comenzó a sacudirla, miles de gotas de agua se esparcieron alrededor del muchacho.

Rukawa se llevó las manos a la cabeza, echando hacia atrás sus cabellos mojados, apartándolos de su rostro, se sentó en el suelo, sin importarle la humedad.

-Cómo te sientes? –le alcanzó una toalla.

-¿Por qué me dejaste beber? –gimió.

Sendoh alzó una ceja perplejo.

-Creí que no era nadie para decirte lo que debes hacer –repitió sus palabras mordaz.

Rukawa bufó mientras se secaba los cabellos para librarse del exceso de agua.

-Dame la mano… -Sendoh espero unos minutos con la suya extendida.

Rukawa la miró un instante.

-Aquí no hacemos nada. Además te vas a enfriar.

Rukawa le dio la razón mentalmente. Tomó la mano que le ofrecía. Al instante, estaba de pie, el impulso fue excesivo y se encontró pegado contra su pecho. No lo pensó, solo actuó por impulso. Se apoderó de esos labios próximos a los suyos, tras la sorpresa inicial de Sendoh, le sintió responder. Fue un beso tímido por su parte, sin experiencia, más bajo la dirección de Sendoh aprendió a besar.

-Vamos, estás peor de lo que supuse.

Rukawa se dejo llevar. No pronunció palabra durante el trayecto en el ascensor y solo cuando la puerta del cuarto se cerró por la sacudida que le dio Sendoh, volvió a asaltar su boca.

Sendoh sentía delicioso y más aún cuando sintió que le sobaba la entrepierna por encima del pantalón. Olvidó toda contención, llevaba mucho tiempo esperando ese instante, y era Rukawa quien tomaba la iniciativa, más no era de los que permitían llevar el control, cuando él quien quería ostentarlo. Su lengua inicio una dura batalla hasta conseguir la rendición total del muchacho, olvidó sabios consejos a pesar de tenerlos muy presentes en su mente “no seas brusco con él”  “se dulce y tierno” ”no le asustes o le perderás” apartó de su mente todo, excepto esa boca que se le entregaba y ese  cuerpo armonioso que se arrimaba contra el suyo. Sin dejar de besarle ni acariciarle le llevó hasta el lecho, con movimientos ansiosos le despojó de sus ropas, caricias fuertes, besos ardientes, sus dientes mordían esa carne tierna para luego lamer su mordida, sus gemidos le llevaban al delirio y sus pezones mostraban las señales de sus dientes y un tono rojizo que contrastaba con la blancura de su piel, una nueva señal quedo marcada sobre su vientre, en su recorrido hacia su turgente masculinidad que estaba pidiendo a gritos un poco de atención.

Cuando su boca lo absorbió, lo aprisionó con suavidad, arañando esa carne mórbida con sus dientes, percibiendo los estremecimientos que ese cuerpo que se le entregaba, de esa boca que jadeaba y de esas manos que masajeaban su cabeza en su afán por conseguir que fuera más rápido, al tiempo que sentía sus caderas seguir un ritmo, al que él se acomodó. Durante una de aquellas penetraciones hasta su garganta, sintió como salía a borbotones su simiente, se apartó un poco para poder degustarla y fue tragándola sin perder ni una sola gota, sus dedos ya estaban preparando esa entrada virgen.

Rukawa se estremeció de dolor cuando sintió que su ano era invadido por uno de los dedos de Sendoh, su brusquedad empezaba a hacerle sentir placer y fue entonces cuando su cuerpo explotó y llego el dulce alivio.

No tuvo tiempo de recuperarse, cuando sintió que le volteaba alzando sus caderas, le introdujo otro dedo y otro dilatándole más aún, el dolor que estaba sintiendo le dejo sin aliento, de pronto, su miembro caliente se restregó entre sus nalgas, esa sensación placentera desapareció cuando de una estocada Sendoh atravesó sus esfínteres llegando hasta su base, sus testículos golpearon contra su cuerpo por la fuerza de su empuje. No tuvo ni aliento para poder gritar, su boca se abrió, pero su grito quedo congelado en su garganta, lágrimas ardientes cayeron por sus mejillas empapando la almohada.

Sendoh es consciente de su rudeza, más no por ello disminuye la fuerza de sus embestidas y cuando comenzó a sentir los jadeos entrecortados y los gemidos por el placer que proporcionaba a su chico, supo que le gustaba, por ello no bajo el ritmo de sus fuertes acometidas.

-¡¡Maaaasss!! –pide apretando los puños cerrados contra la almohada, y aunque siente que va a partirlo en dos, su cuerpo es sacudido por la fuerza de su amante, más las deliciosas sensaciones que recibe le son tan gratas que ansia sentirlas una y otra vez.

Sendoh le complace, se siente tan apretado y cálido dentro de él, que goza intensamente deslizándose una y otra vez por su estrecha cavidad, el roce continuo les proporciona a ambos tal goce que se deleitan con la unión de sus cuerpos. Su mano se aparta de su cadera y se posa sobre la de Rukawa que esta masturbándose, deposita un beso sobre su espalda al tiempo que aparta su mano y comienza a moverla en un simulacro de una penetración, consiguiendo un ritmo sincronizado en sus dos movimientos y llevando a Rukawa a olvidar cualquier atisbo de dolor para disfrutar del placer que recorre sus entrañas.

Dolor, jadeos, gemidos, placer, deseos incontenibles, todo entremezclado en una danza amorosa que movía los cuerpos sudorosos de los muchachos hasta las últimas consecuencias, con una última sacudida alcanzan la cúspide de su placer, Rukawa derramándose sobre la mano de su amante e impregnando las sabanas deshechas del lecho, Sendoh llenando sus entrañas con ardiente líquido que resbala por sus muslos al dejar su estrecho pasadizo.

-Te amo, Kaede –murmura acomodándose junto a él para estrecharle en sus brazos.

Rukawa permanece en silencio. Sabe que solo ama a Hanamichi, prefiere hacerse el dormido y fingir que no ha escuchado.

Sendoh le acaricia el rostro, con ternura, algo insólito después que ha dejado su cuerpo dolorido, siente sus labios posarse suavemente en los suyos.

Un suspiro escapa de entre los labios de Sendoh. Cierra los ojos e intenta dormir.

 

Continúa…


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