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Los enredos de tres corazones enamorados por Paz

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Los enredos de tres corazones enamorados

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko

SenHana SenRu RuHana

By Paz

Capítulo V: Una relación semi estable.

 

Sendoh despertó, se desperezó ocupando toda la cama y al instante abrió los ojos al darse cuenta que estaba solo. Supuso que se asustó cuando despertó y comprendió lo que habían hecho.

-Kaede… -dejo escapar con un hondo suspiro.

-Aquí estoy… -apareció en la puerta del dormitorio, tenía el cabello mojado y llevaba un albornoz con el anagrama del hotel.

-Creí que te habías arrepentido…

-No. Necesitaba una ducha y también he pedido un abundante y nutritivo desayuno para los dos.

-Ven… pidió pasando la palma de la mano por el lecho vacío.

Kaede se inclinó apenas, hincando su rodilla en el borde el lecho. Sendoh estiró el brazo alcanzándole, su mano cálida pasó acariciante por su cuello y luego presionó hasta hacerle bajar la cabeza.

Le hizo perder el equilibrio, medio cayó sobre él, sus manos en su pecho para amortiguar su peso.

Miró sus ojos sin ver lo que esperaba, alzó la cabeza uniendo sus labios con fuerza, forzándole e abrir su boca, entregándose a una caricia fogosa.

Kaede dejó escapar un jadeo cuando sintió el calor de su mano en su entrepierna, masajeando su miembro hasta obtener una respuesta satisfactoria.

Unos golpes en la puerta y una voz llamaron la atención de Rukawa que hizo intención de apartarse, más Sendoh seguía con él, sin soltar su deliciosa boca, ni esos labios enrojecidos e hinchados por la fuerza de su caricia.

-Sen… doh… -gimió cuando finalmente le soltó. Se estremeció por lo que estaba experimentando, ahora sus dientes mordían sus tetillas excitándolas hasta extremos insostenibles. Por Kami, aquello era demasiado. Olvido la llamada o por lo menos así lo creyó, pasado un rato murmuró- El desayuno… se enfría.

-Mientras no te enfríes tú, todo está bien –murmuró mirándole con picardía, y su boca descendía por esa piel suave y blanquecina hasta alcanzar ese trozo de carne turgente. Lo absorbió, lo paladeó, lo lamió y chupó mientras su chico era sacudido por espasmos de placer y de su garganta escapaban gemidos por las sensaciones que su boca le provocaban, sus manos en su cabeza le animaban a continuar hasta que con un último estremecimiento, su cuerpo se sacudió y comenzó a soltar la dulce leche de su amor que brotaba como un manantial y él fue bebiendo de esa fuente hasta agotar su contenido.

Se arrodillo en el lecho para luego sentarle en sus muslos. Sus ojos se fijaron en él, los suyos aún estaban velados por el intenso placer.

-Te amo, Kaede –ahora estaba seguro de ser escuchado. Más aquella mirada permaneció inalterable.

-Yo no –dijo sin un titubeo esa boca que había sido besada hasta enloquecerlo.

-Eres cruel –había dolor en sus palabras.

-Te he dado lo único que poseo –su amor pertenecía a Hanamichi- Tómalo o déjalo.

Sendoh comprendió que era lo único que conseguiría y sin dudarlo tomó posesión de ese cuerpo, arrancando gritos de dolor de esos labios, más también de placer. Consiguió escuchar jadeos entrecortados que se entremezclaban con los suyos y una entrega absoluta, acompañada de caricias y besos que saciaban su hambre de él.

 Kaede gozaban con sus rápidas embestidas, más también el dolor era un compañero constante, sabía que después de eso iba a quedar derrengado por unas horas, más no cambiaba aquellos instantes por nada. Su movían al unísono, uno hacia delante el otro hacia atrás, acompasados, alcanzando juntos el glorioso instante en que sus cuerpos entregaron el fruto de su unión. Sus vientres se vieron cubiertos del blanquecino semen, al mismo tiempo que Sendoh llenaba las entrañas del chico moreno con prodigalidad.

Sendoh lo abarcó con sus brazos al sentirle apoyarse en él con un suave gemido. Tal vez no le amará, pero se dejaba amar y se entregaba por entero.

Entraron juntos para ducharse y prolongaron el baño más allá de lo imaginable, después Kaede salió a recoger el carrito, que esperaba junto a su puerta, con el desayuno ya frío.

No les importó. Se sirvieron de todas las fuentes hasta agotar su contenido, bebieron zumo y café, todo el líquido que fueron capaces de tragar. Cuando se sintieron saciados, pasaron al dormitorio para vestirse.

Sendoh se fijo que Kaede se despojaba del albornoz que dejaba caer encima de la cama. Su esplendida desnudez le dejo listo para un nuevo combate.

Kaede ajeno a esto se vestía la camisa que encontró tirada detrás de la puerta mientras seguía buscando el resto de sus prendas. Tras mirar entre las ropas deshechas de la cama, las apartó y alisó sin encontrar lo que buscaba, se inclinó para mirar debajo de la cama.

Aquello fue demasiado para Sendoh. Se acercó colocándose detrás de ese trasero que se movía de un lado a otro y abarcándolo con sus manos se restregó contra él.

Kaede no tuvo tiempo de sorprenderse, Sendoh le clavo su estoque, durante la siguiente hora se entregaron al placer más primigenio.

En conserjería Kaede entregó la llave. Sendoh le esperaba en el hall, donde se encontraron con otros compañeros que también hicieron noche en el hotel.

Se despidieron hasta el día siguiente, volverían a verse durante los entrenamientos.

Sendoh se estaba revelando como un autentico obseso, más Kaede no se quedaba atrás para satisfacer esa obsesión.

 

Continúa…


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