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Because of You por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

Dedicado a Diana, porque es una amiga muy especial para mí.

Notas del capitulo:

Ay! Sí, así como lo ven, es un OnKey y lo he escrito yo solita (?). De verdad amo esta parejita, casi tanto como amo a mi OTP principal, así que prosiblemente empiecen a verme por acá. ¡Disfrútenla!


Advertencia: Min!Key.

 

 

Los labios de Kibum atrapan los suyos en un beso torpe y desesperado. En otros tiempos, Jinki se habría mostrado sorprendido, incluso enfadado, tal vez demasiado desconcertado para formular oración alguna; pero esos arrebatos por parte del rubio comienzan a volverse parte de su rutina diaria y, muy a su pesar, aunque odie admitirlo, espera ansioso que llegue la noche para que el chico se cuele en su habitación y le bese de esa manera, sujetándole el rostro con sus manos pequeñas y delicadas, obligándole a separar los labios para recorrerle la boca entera con la lengua, jugando con la suya; dejándole sin aliento, sin dignidad, sin cordura, con nada.

 

Want to but I can’t help it. I love the way it feels.

 

Jinki suelta un jadeo cuando las manos traviesas se cuelan bajo su camiseta de algodón y se deslizan por su pecho, mientras su dueño sigue besándole de la misma forma, apenas dándole tiempo de recobrar el aliento durante los segundos que sus bocas se despegan. Y una parte de él quiere detenerle, porque sabe que aquello no es correcto, que Kibum sólo busca en él calmar un poco de ese dolor que se esconde en sus ojos felinos, que trata de cubrir con comentarios mordaces y sonrisas falsas.

 

— Kibum. — le llama, haciendo el rostro a un lado, negándole un beso más. — B-Basta.

 

El rubio retira ambas manos de su pecho y las lleva de nuevo a su rostro, obligándole a mirarle a los ojos. Y Jinki se siente débil ante él, porque siempre lo ha sido, porque ambos saben que desea continuar con esa locura. Y cuando los labios delgados apresan los suyos una vez más, no se niega, porque no puede, porque no quiere, porque así lo desea.

 

This got me stuck between my fantasy and what is real.

 

Kibum se aparta sin aviso alguno, haciendo sonar sus labios, dejando un hilo de saliva entre sus bocas rojas e hinchadas. Y sonríe ladinamente, contemplando las mejillas sonrosadas de Jinki y su pecho que sube y baja de forma irregular. Se da la vuelta y en un movimiento rápido aparta todo lo que se encuentra sobre el escritorio de madera, poco importándole la lámpara rota y los pequeños fragmentos de vidrio en el piso de la alcoba del mayor.

 

Y el castaño no dice nada, porque algunas veces se ha imaginado esa escena, sólo que siendo él quien apresurado desocupa el mueble. Jinki sonríe, levantándose de la silla giratoria donde siempre se encuentra cuando el más chico decide hacerle compañía, tomándolo firmemente de la cintura para besarle con ganas, como siempre se ha imaginado haciéndolo. Y hay momentos donde no sabe si aquello está ocurriendo o sólo es un producto más de su imaginación, de su mente confundida por esos juegos sin sentido que nunca pasan de un par de besos y que ahora, para su buena o mala fortuna, parecen conducir a algo más, algo que ha soñado varias noches seguidas desde que todo comenzó, porque de una u otra forma, anhela ese contacto con Kibum.

 

I need it when I want it. I want it when I don’t.

 

Las manos del mayor siguen en su cintura unos instantes más, luego comienzan a descender, enterrándole los dedos en la cadera, mientras con su lengua le separa los labios y le recorre la boca entera, dificultándole respirar. Kibum se aferra a su cuello y se frota contra él, alcanzando a escuchar ese gemido que se ahoga en sus bocas y quiere sonreír, pero Jinki le muerde los labios y en su mente no hay espacio para algo que no sea aquel muchacho que le empuja hasta aprisionarlo contra el escritorio.

 

— Jinki, e-espera… — la voz del rubio se ha vuelto débil y ahora es él quien aparta el rostro, tomando grandes bocanadas de aire.

 

Pero el mayor no tiene intención alguna de hacerle caso, porque ya ha esperado por mucho tiempo. Desliza los abultados labios por el cuello níveo, estremeciendo a su dueño, deleitándose con esa piel blanca, con el sabor del de ojos felinos. Y pasa los siguientes minutos dedicado a dejar marcas que todos puedan apreciar a la mañana siguiente, deseando que se den cuenta que Kibum es sólo suyo. Sus manos se mueven insistentes de nuevo, masajeando el trasero del más alto, con los dedos del menor clavándose en sus omóplatos, con la boca bonita soltando un jadeo sorprendido mientras él le muerde el hombro sobre la delgada playera.

 

Teel myself I’d stop every day, knowing that I don’t.

 

Y Kibum sabe que el juego ha llegado demasiado lejos, que la situación se escapa de su control; pero también sabe que lleva mucho tiempo esperando que sea así, que las cosas se le vayan de las manos a Jinki, que se olvide de que sólo son amigos, compañeros de apartamento, que no son nada. Por eso vuelve a besarle, robándole cualquier pensamiento coherente que pueda albergar, cualquier deseo de detenerse.

 

Jinki le levanta en un movimiento rápido, tomándole desprevenido, y le sienta sobre el escritorio ahora vacío, quedando entre sus piernas. Kibum apenas se da cuenta del momento en que el mayor ha bajado el cierre de sus pantalones y ahora acaricia su miembro despierto sobre la delgada y húmeda tela de su bóxer. Echa la cabeza hacia atrás, y nuevamente los labios gruesos le recorren el cuello. Aunque eso ya no es suficiente, porque todo su cuerpo está deseoso de las caricias del castaño. Así que rompe el abrazo alrededor del cuello del mayor y comienza a tirar de su propia camiseta hacia arriba, quitándosela ante los ojos oscurecidos de Jinki.

 

I’ve got a problem and I (don’t know what to do about it).

 

La mano del castaño se cuela bajo la ropa interior, moviéndose cada vez más rápido. Los ojos felinos buscan los orbes claros, pero Jinki está demasiado ocupado mirando lo que le hace al más chico, y el rubio se siente a punto de desfallecer ante ese toque, y no puede evitar mover sus caderas, mientras se aferra con ambas manos a los hombros del mayor y carga el rostro contra su cuello, acallando sus gemidos, sintiendo aquella otra caricia en la espalda desnuda y una sonrisa se apodera de los labios gruesos cuando, con un gemido largo y satisfecho, Kibum se viene, humedeciéndole los dedos.

 

Jadea, y no hay aire suficiente, pero aun así busca la boca del mayor y le besa con torpeza, mordiéndole los labios con fuerza. Y nuevamente los dedos de Jinki se entierran en su cadera, y le devuelve el beso, saboreándolo, dejándole los labios nuevamente rojos e hinchados, brillantes a causa de su saliva.

 

Even if I did, I don’t know if I would quit. But I doubt it.

 

Jinki alza los brazos para que el rubio le saque la camiseta y la lance lejos, aun respirando ambos agitados, sonriéndose apenas. Las manos del menor recorren su pecho con calma, con delicadeza, y en algún momento los labios delgados atrapan uno de sus pezones, humedeciéndolo con la lengua. Kibum mantiene su palma contra la piel suave de su compañero, a la altura del corazón, mientras sigue con su tarea y Jinki enreda sus dedos en las hebras doradas, mordiéndose los labios.

 

— Ven aquí. — pronuncia de repente, tomándole el rostro y besándole.

 

Los brazos delgados vuelven a su cuello, y una de las manos de Jinki se desliza por su espalda y le empuja hacia enfrente, más cerca y hace lo mismo con la otra mano, hasta que le alza y ahora son las piernas de Kibum las que se enredan en su cadera.

 

— Tonto. — se queja cuando el mayor le tumba en la cama; y la ropa termina de desaparecer en cuestión de minutos.

 

El juego de Kibum ha llegado demasiado lejos y Jinki perdió su autocontrol hace mucho.

 

 I’m taken by the thought of it… And I know this much is true.

 

Kibum ahoga un gemido en la boca del mayor, arqueando su cuerpo cuando Jinki le penetra finalmente. Sus dedos se deslizan entre los cabellos castaños, enredándose en ellos, tirando con cuidado. El mayor acaricia sus muslos, y sonríe cuando él lo hace, besando sus labios lentamente, moviéndose un poco, hasta que ambos están preparados para comenzar con ese vaivén enloquecedor, con sus cuerpos perlados de sudor, con sus respiraciones irregulares, con los jadeos y gemidos inundando la habitación.

 

Y las embestidas comienzan a ganar fuerza e intensidad. Las uñas de Kibum se clavan en la espalda del castaño y Jinki está seguro que el cuerpo del rubio estará repleto de marcas a la mañana siguiente, porque sus labios no han podido estarse quietos y su piel se ha convertido en su obsesión.

 

Un gemido agudo, un estremecimiento, esa sensación en sus vientres; el orgasmo les alcanza al mismo tiempo, y Jinki siente que podría morir ahí mismo, sobre el cuerpo de Kibum, con el rostro oculto en su cuello, con los brazos del más joven rodeándole, con la seguridad de que le ha reclamado como suyo, que ha sido el primero. Entonces se tumba a un lado y le atrae, echando la sábana sobre ellos, con los dedos delgados jugando sobre su pecho, con su mano acariciando el brazo ajeno; y sus ojos se cierran, arrastrándolos al mundo de los sueños, permitiéndoles descansar.

 

Baby, you have become my addiction.

 

Jinki se obliga a sonreír cuando su mirada se encuentra con la del muchacho alto. Su corazón duele un poco, pero sigue sonriendo cuando le saluda, cuando estrecha su mano, cuando Kibum le mira con sus ojos brillantes, cuando camina hacia su cuarto y les deja solos en la sala, tomados de las manos, hablando y riendo. Sin embargo, apenas cierra la puerta, la máscara cae. Y se muerde los labios para no maldecir, para no gritar, con sus ojos comenzando a humedecerse de desesperación, de frustración, quizá de tristeza.

 

— Minho ha vuelto. — susurra esa noche, cuando el rubio trata de besarle. — Tu novio está de regreso.

 

Kibum aparta las manos, y se queja tan bajo que el castaño no entiende una sola palabra. Se miran por largos minutos, marrón sobre marrón, y al final es el más alto quien aparta la mirada y sonríe con aire melancólico, dándose la vuelta para salir de ahí.

 

— Espera, Kibum, por favor. — los brazos de Jinki le rodean la cintura, su espalda se apoya en el pecho cálido del castaño y una solitaria lágrima le recorre la mejilla, aunque el otro no es capaz de verla. — Quédate conmigo. — pide en un susurro, y el menor se congela, sin saber qué hacer, qué decir o qué pensar. — Quédate conmigo. — repite y entonces lo obliga a girarse, atrapando sus labios mientras le conduce a la cama, comenzando a acariciarle bajo la ropa.

 

I’m so strung out on you (strung out on you) I can barely move… but I like it.

 

Los labios de Jinki dibujan una sonrisa mientras contempla a Kibum dormir cómodamente a su lado. Le acaricia los cabellos con los dedos, robándole un par de suspiros. Por un momento la culpa le invade, porque el chico que comparte su cama no le pertenece realmente, aunque algunas veces parezca que es así. A su mente viene la imagen de Choi Minho, el novio del rubio, el que se fue y le dejó sintiéndose vacío, la causa de que ese juego entre ambos comenzara; pero lo aparta rápido, porque no es justo que el chico alto se quede con el de ojos felinos, porque una parte de él le ha odiado siempre; porque siempre ha querido a Kibum para sí mismo.

 

En algún momento se queda dormido, abrazado al cuerpo delicado, rodeándole la cintura con miedo a perderle. Y Kibum es el primero en abrir los ojos por la mañana, sintiendo un peso extra sobre sí, girándose dentro de aquel abrazo para acariciar la mejilla del mayor, dejando un beso en los labios gruesos, viéndole sonreír aún entre sueños. Trata de no despertarte, pero termina soltando una risita y pronto los ojos pequeños se cruzan con los suyos.

 

— Buenos días. — dice adormilado Jinki, parpadeando un par de veces, acostumbrándose a la luz del día.

 

— Aún no. — se queja Kibum, acercándose a él y ocultando el rostro en su pecho. — Quedémonos un poco más. — pide en un murmullo, abrazándose a él.

 

Jinki sonríe, abrazándole; porque sabe que apenas salgan de esa cama, todo seguirá su curso normal y volverán a ser sólo amigos, por lo menos hasta que la noche llegue y pueda adueñarse de esos labios a los que se ha vuelto adicto.

 

So, then it’s all because of you (so because of you).

 

Kibum vuelve al departamento una hora más tarde que de costumbre, con la nariz levemente enrojecida y los ojos aún llorosos. Se interna en la cocina y sirve un vaso de agua, bebiéndolo frente al fregadero, mirando a través de la pequeña ventana. Un par de brazos rodean su cintura, Jinki descansa su mentón en uno de sus hombros y el rubio se estremece, sonriendo con tristeza, recordando lo acontecido esa tarde, asustado por vez primera. El mayor besa su cuello y Kibum lanza su pregunta al aire, nervioso.

 

— Nunca es suficiente. — susurra Jinki, girándolo para verle a los ojos. — Eres la más dulce droga.

 

El menor se ríe,  refugiándose en esos brazos que le han esperado por mucho tiempo. Es entonces cuando una sonrisa aparece en sus labios, porque está seguro de que todo ha valido la pena, porque siente que todo es como debe ser. Jinki sujeta su rostro y le besa la punta de la nariz, con sus ojos marrones llenos de todo, mirándolo sólo a él, como siempre ha sido, como siempre será. Kibum deja un beso en sus labios y vuelve a ocultarse en su pecho, con su corazón acelerado, con sus mejillas calientes; con la certeza de que algo es diferente ahora, que las cosas van a mejorar, que no se trata de un juego más.

 

Porque ahora sólo son ellos dos…

 

And it’s all because of you…

Notas finales:

¿Dudas?, ¿comentarios?, ¿sugerencias? Bueno, ¡ya saben qué hacer!


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