Viviré por Tí por Pimennys

A diario te veía pasar a través de mi ventana, solo, con ese traje tan común en este lugar.
Te observaba, me gustaba hacerlo, observar esa sonrisa que iluminaba hasta la más oscura habitación, era simplemente perfecto para mí. No había nada más. Por lo menos en este momento.

Nunca te vi voltear a verme, pero no me importaba, me conformaba con observar a diario tu perfil y verte sonreírle a quien pasara por su lado.

Que increíble pensar que fuimos compañeros en primaria y en el Instituto y ahora increíblemente en la universidad y aun así no me ves.
Pero no importa ¿verdad?...

Así paso los días y noches, pensándote, observándote, recordando tu sonrisa, qué mas puedo hacer…

Una tarde repentinamente me hablaste, sorprendido no pude articular frase alguna, pero no era necesario, quería escucharte. Dijiste… dijiste que siempre me observabas sin que yo lo notara, desde el Instituto ¿me recordabas? Luego dijiste que yo jamás te vi, que realmente te habría gustado conocerme, pero que me eras indiferente.

–Eso no es así…– te dije y agregue que siempre te había observado, que siempre me habías gustado, pero no me atrevía a hablarte. Sonreíste, yo también lo hice.

Desde ese día ya no solo te veía pasar, te veía observarme, charlábamos largo rato, nos divertíamos.

Una mañana desperté y observe la ventana que daba hacia el jardín, estaba nublado, el ambiente estaba triste. No tardaste en aparecer frente a la ventana y abriste la puerta, te sentaste a mi lado, te veías diferente, quizás el día te había afectado, eso quise creer.

–Vive por mí– dijiste, luego sonreíste y te acercaste a mí, me besaste, fue un beso corto, nuestro primer beso, luego te fuiste. No entendí lo que trataste de decirme hasta ahora. Nunca más te volví a ver.

Ahora, hace una semana de todo esto. Camino hacia ti, mi paso es lento y débil, siento que en cualquier momento caeré y no podré levantarme.

Ahora, estoy de rodillas frente a ti, ahora que te perdí y que sé que nunca más poder ver esa mágica sonrisa, que me iluminaba cada mañana. Mis ojos están nublados, mis mejillas húmedas y no puedo si quiera decirte una palabra. De rodillas, con mi traje negro, con flores en mi mano, las que ni siquiera puedo sostener. Mi alma se quebró frente a ti, mis lágrimas caen frente a esa fría placa con tu nombre, esa prueba de que nunca más podré verte.

No puedo evitar apretar los puños y desahogarme ante tu esencia, pero sé que ahora más que nunca puedo tenerte más cerca y te lo agradezco. Y como me pediste aquel día viviré por ti, pero contigo.

Sé que tu corazón late al unísono, con el mío, porque ahora son uno mismo.

Gracias por darme tu vida, por darme una oportunidad de vivir, aunque solo sea con tu recuerdo, y con el recuerdo de aquel beso, que aunque corto, fue el más importante de mi vida, ese gesto nunca desaparecerá de mi alma, y mucho menos de mi corazón.

Gracias por permitirme vivir una vez más.
Gracias por darme tu corazón.
Gracias por estar a mi lado…
y por permitirme amarte.