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Conspiración. por Kim Usagi

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Notas del capitulo:

Bien, decidí actualizar un poquito antes dado que mañana entro en exámenes y posiblemente me olvide hasta de mi propio nombre.

 

Aclaraciones:

Los personajes no me pertenecen, son totalmente de Nakamura Shungiku-sama

la historia SI me pertenece, así que espero no verla rondando por otro lado sin mi permiso y sin mi autoria jajajaja

 

por otro lado, mil besos y agradecimientos a todas las que se han tomado la molestia por leerme

 

Gracias!!!

 

 

Quizá era demasiado pronto para adivinar. Pero algo era seguro, tal vez el destino les estaba jugando una mala pasada.

 

Misaki se levantó, mientras tapaba sus ojos de la luz que se colaba por la pequeña campiña donde se encontraba recostado. Ese fin de semana simplemente había sido atroz, y por primera vez en dos noches, había podido descansar.

 

Si tan sólo lo hubieran visto venir…

 

***flash back***

 

Durante la cena se habían suscitado ciertos momentos incómodos. Él había sido sentado entre Keiichi y el general Usami. No había podido cenar a gusto, y lo peor de todo lo pasó a la hora de presentarse al baile. Akihiko sabía que ya era, por título, alguien completamente prohibido. Pero, por sobre todo, era prohibido por ser el prometido del mocoso príncipe heredero. Eso de alguna manera le enojaba.

 

Cuando pasó la hora del baile, Misaki buscó con la mirada al general. Éste se encontraba bebiendo en un lugar apartado, con la única compañía de su soledad. Argumentando que estaba algo cansado, se alejó para sentarse junto al peligris. Él simplemente no lo miró a los ojos e intentaba esquivar su mirada.

-        Sir Usami…

-        Lamento lo ocurrido antes, su majestad.

-        Ay no, por favor, no tú también –el mayor lo miró algo sorprendido –mira Usami-san… si hay algo que me molesta más que me intentes forzar, es el trato amable sólo por título.

-        ¿cómo? –el mayor lo miró dubitativo, ese niño parecía no saber qué estaba diciendo –no le estoy entendiendo, su alteza.

-        Usami-san, no me gusta que me fuercen a hacer algo que no quiero, pero tampoco me gusta que me traten como ‘una flor’ sólo por pertenecer a la corona. Aquí no tienen porqué ser tan amables, aquí simplemente quiero ser Misaki.

-        Entiendo… pero aún así no dejas de ser el Gran Duque, el prometido del príncipe, es obvio que la corona local te quiera proteger.

-        Keiichi y yo somos amigos de la infancia y eso nunca cambiará. Las circunstancias son las que hacen que lleguemos a ese punto, pero él y yo sólo somos grandes amigos.

-        Pero no cabe duda que llegará el momento en que tengas que ser su esposo.

-        Tal vez… -miró hacia abajo –no estoy seguro si quiero llegar a casarme con él.

-        ¿cómo? –sus ojos de repente se iluminaron.

-        Bien… soy de las personas que entregan su corazón sólo una vez, pero Keiichi no lo tiene… -volteó a verlo a los ojos –tal vez… simplemente estoy buscando una oportunidad para ser feliz por mí mismo.

-        Ya veo…

Y sin decir una palabra, Akihiko juntó sus labios a los del joven castaño. El beso duró lo que Misaki tardó en reaccionar. Por suerte estaban en un lugar apartado de las miradas de los demás. El ojiverde se separó del mayor, se llevó una mano a la boca y completamente sonrojado corrió despavorido del lugar.

Al día siguiente Misaki se despertó con un gran pesar en su cuerpo. Le dolía la cabeza y tenía mucha sed. Después de aquél beso inesperado por parte de Akihiko, había salido corriendo y pasó gran parte de la noche bebiendo licor junto a su amigo. No recordaba qué había pasado después, sólo que estaba en su cuarto con una gran resaca.

La mucama entró a correr las cortinas y tras una reverencia salió del cuarto. La música de orquesta sonaba a todo volumen en el pueblo, y eso lo animó a intentar asomarse. La luz le lastimó de sobremanera. Se pegó a la fría pared. Una muchacha un poco nerviosa entró al cuarto, junto una bandeja repleta de comida. La acomodó y salió del lugar, al tiempo que un pobre muchacho entraba. Se trataba del catador de comida. Probó lo que le habían llevado, y tras comprobar que no estaba envenenado salió de la pieza.

El castaño se sentó a desayunar tranquilamente. La música en la parte de abajo ahora era más alegre y animada. Terminó todo –para su propia sorpresa –lo que le habían mandado. La mala cena de una noche anterior le había repercutido con un gran apetito esa mañana. Volvieron a llamar a su puerta, y quien entró se trataba nada más y nada menos que Keiichi. El rubio platinado lo miró divertido desde un sillón de la habitación.

-        ¿amaneciste con bien después de la borrachera de anoche?

-        ¿cómo lo supiste? Se supone que nada más Toudou y yo estábamos aquí.

-        ¡Ah! Pues me preocupé cuando no te vi en el baile, y subí a buscarte, el conde y tú estaban bien ahogados, así que ordené que lo llevaran a su habitación y a ti te coloqué en la cama.

-        M-muchas gracias Keiichi.

-        Ya sabes, para eso estamos los amigos.

Misaki sabía que Keiichi realmente no lo veía de esa manera. Hacía un tiempo, de visita a Onodera, él se había confesado atraído físicamente hacia él, y que sólo por eso aceptaba el compromiso, tras eso Keiichi había intentado besarlo, y él lo había aceptado pues era su prometido, pero realmente no había sentido nada. O al menos eso creía ahora, ya que no fue el mismo sentimiento que tuvo cuando Akihiko lo había besado la noche anterior. Tras recordar eso sus mejillas se tiñeron de un hermoso carmín, que lo hacían lucir sencillamente hermoso.

Keiichi no se resistió a ese rostro avergonzado de Misaki, y lo tomó entre sus brazos y lo besó. En un inicio el menor se sorprendió por la acción del ojigris, pero reaccionó de una forma muy distinta que otras veces. Tras un prolongado beso, Misaki sacó fuerzas y se separó de él.

Tras esa acción, un joven soldado irrumpió en la habitación del castaño.

-        Sus majestades, lamento interrumpirlos, pero Su Alteza Real los solicita en la mesa redonda, es cuestión urgente.

-        ¿qué pasó? –preguntó Keiichi, a la vez que Misaki vestía sus ropajes para poder salir del cuarto.

-        Llegó un mensajero del Reino Onodera: el pequeño príncipe Mahiro ha sido secuestrado.

 

********

 

Dentro de la sala donde estaba la mesa redonda, se encontraba Isaka caminando de un lugar a otro. Su aspecto pensativo era producto de todo lo que su cerebro estaba intentando procesar a mil por segundo. Ya sabía por parte de Misaki de las acciones del rey Takahiro, pero sabía que no sería totalmente efectivo.

-        Isaka-sama… debería calmarse.

-        El punto es, Kaoru, que la decisión a tomar no es nuestra del todo. Ellos dieron la respuesta negativa al reino Usami, pero mira lo que ha causado, el secuestro del pequeño heredero.

-        Lo sé, pero lo que el Gran Duque quiera, será la respuesta decisoria. Debemos respaldarlos.

-        Pero no podemos, pues aún no se ha consolidado el acuerdo. La boda de Keiichi y Misaki es lo que sellará el pacto. Sin eso, el reino Onodera quedará completamente desvalido y el consejo de ancianos no aprobará nada de lo que queramos hacer.

-        ¡Isaka-sama! –un agitado peligris llegaba a la sala -¿son verdad las nuevas noticias?

-        Me temo que sí, Akihiko, tu hermano ha dado su golpe. Sabe lo que va a causar.

-        Haruhiko es un idiota.

-        Eso ya lo sabemos, pero la única manera de que se solucione es que Misaki se presente ante la corte del rey y acepte contraer nupcias con él.

-        ¿Es la única solución que se tiene?

Un joven castaño se asomó por la puerta principal. Su mirada, decidida, recorrió a cada uno de los asistentes ahí presentes.

-        Yo sé cuáles son mis opciones. O me caso con Haruhiko, o mi sobrino muere. Pero no me refiero a mi destino. Me refiero a su dignidad como reino ¿Acaso todo lo quieren arreglar con un intercambio de personas? ¿A caso yo valgo tanto como para que nos nieguen su ayuda si no me caso con Keiichi?

El silencio abarcó la sala. Isaka miró a su hermano, quién a su vez lo miró sorprendido. Misaki siempre había sido alguien muy dulce y dócil, y por eso siempre se le tomó por alguien débil y falto de carácter. Pero estaban seguros que por su pequeño sobrino, Misaki haría cualquier cosa.

-        O dígame, Isaka-sama, ¿a caso nuestros médicos no le ayudaron cuando la epidemia de gripe en este reino? Tenemos poco poderío militar, seríamos incapaces que poder soportar una guerra, pero no por eso le daremos la espalda a quienes lo necesitan.

Akihiko miró sorprendido al pequeño castaño. Habría pensado que era una persona débil por su aspecto físico, pero se daba cuenta de que era una persona que tenía mucha decisión debajo de esa apariencia frágil.

Isaka habló un momento con Asahina, en cual le dio un asentimiento a ese comentario inaudible para los demás.

-        Entonces, Misaki, ¿qué propones?

-        Si están de acuerdo mi propuesta es esta…

 

****fin del flash back****

 

Misaki salió de la campiña. Frente a él se encontraba esa persona, intentando prender el fuego a la fogata para asar un trío de pescados recién sacados del río. Él volteó para mirarlo. Jamás se acostumbraría a sus ojos de extraño color violeta.

-        Oh, ya despertó –comentó un joven peligris con un par de maderos en las manos –espero no haberlo despertado y que haya descansado bien.

-        ¿ya es tarde?

-        Estamos próximos al medio día –le comentó el peligris, a la vez que intentaba hacer prender el fuego una vez más.

-        ¿necesitas ayuda?

-        Oh, no, nada de eso… aunque si sabes cómo preparar pescado a la brasa te estaría muy agradecido, aunque he de decir que también estaría muy sorprendido.

-        ¿militar y no sabes cómo limpiar un simple pescado? –rió el menor, señalando el pescado que aún tenía escamas por la piel, que estaba algo lacerada por alguien que había intentado limpiarlo.

-        Digamos que puedo prender fuego a multitudes, escalar montañas, trepar árboles, hundirme en las profundidades del mar azul… pero la cocina jamás ha querido ser una conmigo –dijo el mayor, oscureciendo su mirada.

-        Y-ya veo… digamos que yo si sé hacer que la cocina me respete.

-        ¿de verdad? –el ojilila lo miró extrañado, observando cómo el castaño tomaba el cuchillo y comenzaba a trabajar con los pescados.

-        No soy tan inútil como me consideran. Siempre he podido valerme por mí mismo, pero en el castillo no me dejan hacer nada.

-        Oh, entiendo –dijo el peli plata, cuando por fin prendió la llama. Sabía perfectamente lo que el castaño quería decir.

Cuando más joven, había intentado trasmutar con alquimia el agua del lago en hielo para patinar, pero los sirvientes de su padre lo detuvieron y trajeron al alquimista real, quien convirtió todo en un gran bloque liso de hielo. Con este pensamiento ambos comenzaron a cocinar los pescados, a la vez que intentaban no mirarse a los ojos.

-        Y dime Usami-san, ¿cuántos años tienes?

-        ¿cómo?

-        Es que… -el joven se sonrojó –bueno… tienes un rango militar muy alto, y me sorprende ya que te ves muy joven.

-        Tengo veintinueve años, y ¿cuántos años tienes tú?

-        Tengo diecinueve… tienes la misma edad de mi hermano, el rey Takahiro, me pregunto, ¿de verdad eres el hermano menor del rey Haruhiko? No se parecen en nada.

-        Somos medios hermanos. Mi padre, el antiguo rey Fuyuhiko, nos tuvo a mi hermano y a mí de distintas madres. Mi madre, la anterior reina, fue la primera esposa de mi padre, pero mi padre tenía una concubina con la cual engendró a mi hermano. Él nació primero varón, aunque es el segundo, ya que la primera persona nacida del matrimonio real fue mi hermana, la princesa Natsuko*. Por ser mujer no puede heredar el trono, y mi padre tuvo con aquella mujer a Haruhiko. Tiempo después nací yo. Ellos ya tenían planeado darme a mí el trono y a Haruhiko un feudo, pero claudiqué a la corona tiempo antes que muriera mi padre. Es por eso que mi hermano es ahora el rey.

-        Oh, ya entiendo –dijo el castaño, sintiendo algo de pena y vergüenza debido a lo que le acababan de contar –es muy diferente a la situación de mi hermano y la mía.

-        Supongo que no sabes que conozco a tu hermano, aunque son pocos nuestros contactos.

-        ¿de verdad? –lo miró sorprendido –pero me imagino que tú ni sabías de mi existencia.

-        Fue hace mucho tiempo cuando platiqué con tu hermano por primera vez. Fue durante un gran baile de la armonía entre el reino Usami, Onodera y Marukawa, realizado en el reino de Osbourne.

-        Oh, eso fue hace mucho tiempo, creo que lo recuerdo, aunque yo apenas era un bebé.

-        Si, eras pequeño y adorable. En ese tiempo yo tenía aproximadamente trece o catorce años y estaba en mi etapa rebelde. Fue en donde conocí a tu hermano, no podía creer que existiera alguien tan feliz con su destino de ser rey, y tu hermano se veía realmente contento con la idea de heredar. Me preguntaba por qué sería así, y sentía cierta envidia.

-        Y-ya veo… pues a su favor he de decir que nii-chan siempre es así de optimista, no importa la situación, siempre lo toma con bien.

-        Tiempo después me reencontré tu hermano, pues casi al tiempo en que claudiqué a la corona me fui a tu reino a vivir. Nos reconocimos, y casi al mismo tiempo me traslade a donde Merlín para aprender sobre magia.

-        ¿conoces a Merlín? –el joven castaño se sorprendió por la mención del gran mago -¿sabes dónde está?

-        ¿tú también tienes interés en él? ¿en aprender magia?

-        Nada de eso, el simple hecho de pensar en leer sus enormes libros me marea… el caso es que le conseguí una pintura bastante interesante sobre la alquimia que tanto ama… y pensaba regalársela, pero desde hace dos años que no aparece de nuevo en el castillo… pero dejémonos de mí, me decías que conoces más a nii-chan.

-        Pues sí… dos años después de estudiar con Merlín, mi familia me encontró, así que, sabiendo que tu reino podría verse envuelto en problemas, decidí refugiarme en el reino de Marukawa, aunque con Isaka-sama como actual rey, la verdad me dan ganas de convertirme en exiliado.

-        Isaka-san es una buena persona, aunque es un poco molesto, creo que es un gran rey.

-        Lo sé… pero… bueno, esa es otra historia. El caso está así. Me temo que podría a llegar a ser mi culpa si Haruhiko está molestando a tu reino.

-        ¿tú culpa? –Misaki lo miraba extrañado -¿porqué debería ser tu culpa Usami-san?

-        Pues… porque él sabía que yo mantenía comunicación con el príncipe de Onodera. Yo jamás me dejé influenciar por alguien, ni que me mandaran, y de alguna manera él quería esa independencia para él.

-        Ya veo… supongo que tras eso investigó sobre nosotros y por eso nos molesta.

-        No creo que sea el caso. Siempre que algo me agrada, él se lo lleva. Pero supongo que pensó que eras tú mi interés y por eso se quiere apropiar de ti.

-        ¡cómo dices eso! –el castaño se había sonrojado mucho.

-        Bueno, es una suposición. Lo cierto es que él te quiere para él y yo di mi palabra que te protegería, aún si eso significaba matar a mi propio hermano.

-        Usagi-san…

-        ¿eh? ¿cómo me llamaste?

-        ¡¡lo siento, lo siento!! ¡Fue un error! ¡Me confundí con su Orden y su nombre! No quería ofenderlo, le ruego me disculpe.

-        Bien… no hay problema en que me digas así… no suena tan mal viniendo de ti –el peligris comentó –creo que esto ya está listo –sacando el pescando del fuego – ¿comemos?

-        S-si…

El joven peligris terminó su pescado rápidamente y comenzó a desarmar la pequeña casa de campaña. La puso en su caballo negro –el cual estaba amarrado junto a otro corcel de un blanco puro –y tomó una de las garrafas con agua, ofreciéndola primero al príncipe. Él la tomó, pues el pescado le había provocado mucha sed, y le dirigió una sonrisa amable al caballero. Él desvió la mirada dejando confundido al joven príncipe. Una vez que terminaron de comer, rellenó las cantimploras con el agua fresca del río. Le ayudó a subir a su corcel, a la vez que él montaba en el suyo. Todavía faltaban tres días de viaje para llegar al reino de Usami. La siguiente noche tal vez traería un mejor despertar.

 

Notas finales:

Natsuko* es un personaje inventado por mí. Da la casualidad que revisando los nombres de la familia Usami me di cuenta de que tenían los nombres de las estaciones Haruhiko: niño de primavera. Akihiko: niño de otoño, Fuyuhiko: niño de invierno, por lo cual pensé que, si tenía madre, tal vez se llamase algo con  Natsu: verano... por lo que decidí dejarlo en Natsuko, para hacerlo coherente

 

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