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One Kiss From You por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

¿Dedicatoria? Tengo tres nombres en mente, pero me da vergüenza dedicarles a ellas algo tan simple como esto; igual lo escribí recordándolas.

Notas del capitulo:

» Back. 


Yo nunca escribo 2Min, creo que ni me agrada el TwoMin; pero siempre he querido intentarlo y decidí usar la idea con ellos. Como que me gusta y no, pero es lo que hay. Juzguen ustedes.

Cuando era pequeño, tendría apenas cinco años, me enamoré por primera y única vez. Mentiría al decir que a mis actuales veinte años nunca había salido con otra persona, que no tuve una pareja estable, que no di mi primer beso o llegué a algo más íntimo; pero también lo haría si dijese que amé a alguna de esas personas, porque sólo creía hacerlo, y tras la ruptura no quedó más que un recuerdo insensible de ellos. Y era diferente de ese tierno primer amor de infancia, amor unilateral debo aclarar, porque su imagen seguía grabada en mi mente y mi pulso se disparaba con sólo pronunciar su nombre.


Choi Minho…

La primera vez que nos vimos, no presté realmente atención a su persona; el ignorarle fue mi mayor error, porque el destino se dio la oportunidad de juntarnos en otro escenario, días después y nos unió de una forma indescriptible, dejándome en shock cuando volví a verle en clases y entendí que estaría a su lado más tiempo del que pensaba.

Nos volvimos amigos sin habérnoslo propuesto siquiera. Aunque mis sentimientos por él siempre estuvieron lejos de un cariño fraternal. ¡Vamos!, tenía cinco años, pero no era tonto. Estaba enamorado de él, así como en las películas y lo idealizaba de muchas formas, porque ante mis ojos él era perfecto y debíamos estar juntos el resto de nuestras vidas. Nunca lo escondí de mis padres, ni de amigos de confianza, sólo de él; y ellos sonreían y me acariciaban los cabellos, diciendo que estaba bien, que era bonito, que algún día lograría hacer ese sueño realidad. Y estúpidamente creí en ellos.

Lastimosamente el tiempo siguió corriendo y nosotros crecimos...

— ¡Taemin, teléfono! — pegué un salto en mi silla giratoria, derramando el jugo de uva sobre mi tarea casi terminada.

Mi madre gritó de nuevo y con un suspiro me levanté.

— ¡Voy, mamá! — salí de la habitación soltando maldición tras maldición, bajando la escalera a las carreras para tomar el aparato y ver quién me llamaba un sábado por la tarde que, obviamente, no pensaba dedicárselo a nada que no fuese ese informe que había arruinado.

Me llevé el teléfono a la oreja y esperé unos minutos, pero nadie dijo nada. Eso comenzaba a impacientarme. Mi madre acababa de avisarme que saldría y llegaría por la noche, ¿por qué no podía también decirme quién me buscaba? Cerró la puerta cuando se lo cuestioné.

Finalmente escuché su voz. — ¿Taemin? — y mi corazón se detuvo.

Me temblaron las piernas, me apoyé en la pared y traté de normalizar mi respiración, aunque el latido de mi corazón, ahora terriblemente acelerado, parecía desear delatar mi condición.

— Hola, Minho. — saludé casualmente, mirándome en el espejo de la sala. Mi rostro estaba rojo; sonreía como imbécil.

— Necesito un pequeño favor. — ¡pero claro!, ¿por qué otra razón llamaría? — Debo presentar un trabajo muy importante el lunes en la universidad y tengo problemas con mi ordenador, ¿puedo usar tu portátil?

Si hay algo que atesoro, eso es, sin duda alguna, mi laptop. Pero si debía decidir entre seguir perdiendo el tiempo en ella o ver un par de horas a Minho, optaba por lo segundo; sabiendo que me arrepentiría tan pronto se fuese y la vida volviese a retomar ese ritmo normal sin él formando parte de ella.

— Te veo en un rato más, entonces. — lo escuché reír y me cubrí la boca para no soltar una carcajada también. Me sentía un idiota, pero cómo había echado de menos escucharle. — Adiós, Minho.

Mientras me encontraba tumbado en la cama, luego de haber vuelto a hacer mi tarea, limpiado la alcoba y almorzado, me permití pensar la posible razón por la que Choi tardaba tanto en llegar. Su casa se encontraba a solo seis manzanas de la mía, ¿cuánto debía tomarle eso?, ¿quince minutos?, ¡era demasiado! Si se hubiese arrepentido de seguro... No, mentira. No me habría llamado para decirlo. Solía ser de esa forma desde que entramos al instituto y dejamos de frecuentarnos.

— Estúpido Minho, estúpida amistad, estúpido corazón... — el timbre sonó, cortando mi diálogo.

Mis manos temblaban cuando abrí la puerta. ¿Se podía ser más idiota?, ¡pero claro!, y para eso estaba yo. Me quedé congelado cuando lo miré tan cerca, tan hermoso, tan perfecto; mucho más de lo que recordaba.

— Hola. — dijimos a la vez, y luego nos quedamos callados... por mucho tiempo.

 

 


Media hora más tarde, me tumbé de costado en la cama de nuevo, mirándolo disimuladamente, aunque estaba seguro que se dio cuenta desde el comienzo. Minho había cambiado mucho, volviéndose más alto, atractivo y maravilloso. Sin embargo, aún notaba esos rasgos infantiles que me enamoraron cuando éramos niños.

— Ya casi acabo. — me avisó; forcé una sonrisa. No me hacia gracia oír eso.

Cambié mi postura, contemplando el techo con interés. Sobre la blanca pintura comenzaron a dibujarse mis memorias, como si observase una película; cientos de recuerdos que creía olvidados, palabras que dejé de escuchar, sueños que dije imposibles, y demás cosas.

Solíamos acostarnos en mi cama, uno a lado del otro, hablando de cosas nada propias de nuestra edad. Siempre tan maduros, tan responsables, tan obedientes... Nos daba miedo crecer, pero al mismo tiempo nos causaba ilusión ser adultos, enamorarnos, casarnos, formar una familia... Jamás dijimos que con el otro, pero yo lo pensaba así, porque no me imaginaba a lado de nadie más. ¡Que vueltas da la vida!, ¡que giros tan sorprendentes!, ¡que cruel es! Nos separó... y no permitió que volviésemos a ser lo que alguna vez fuimos.

— Taemin. — me incorporé apenas escuchar mi nombre. — Terminé; te debo una.

¿Eso era todo?, ¿nada de conversaciones simpáticas?, ¿nada de sonrisas cómplices?

Salí de la cama sin ánimo, siguiéndolo por el pasillo y bajando la escalera. Un favor es un favor, ¿no?, sólo eso. Era decepcionante, estúpidamente cruel, pero era lo que había y pensaba tomarlo, porque era mejor que nada y... bueno, porque era lo poco que Minho me ofrecía.

— Gracias, de verdad. — apenas en ese momento noté que nos encontrábamos en la entrada, con él a punto de marcharse. — No tienes idea de lo mucho que haz hecho por mí.

"Estúpido Minho", repetí en mi mente. Él no tenía idea de lo que estaba haciendo conmigo...

— Nos vemos luego. — murmuró, para abrir la puerta y cerrarla de nuevo frente a mi rostro sorprendido.

¡¿Eso era todo?! Iba a matarlo, iba a odiarlo, iba a... ¿A quién trataba de engañar? Me gustaba demasiado todavía como para siquiera pensar mal de él. Estaba enfermo, y era su culpa; por haber llegado a mi vida de improviso, salir de ella de la misma forma y ahora regresar cada que le diese la gana, ilusionándome solamente...

La puerta se abrió. — Taemin. — me giré, y antes de lo esperado sus labios chocaron con los míos.

¡Me estaba besando!, ¡él me estaba besando! Había deseado un beso suyo toda mi vida, lo había anhelado siempre.

Y la sensación era maravillosa; como soñé tantas veces. Sus labios llenos, deliciosos, dulces, se ajustaban a los míos perfectamente, como si hubiesen sido hechos para estar así, unidos a los míos, hasta el fin de los tiempos.

"Tan cursi, Taemin", me regañé, separando los labios para que su lengua explorara mi boca, abrazándome a su cuello, con mis dedos tirando levemente de sus cabellos castaños. Nunca sería suficiente, jamás tendría bastante de él. Sus manos me acercaban más, la distancia desaparecía por completo, y seguía anhelando más, esperando más, con el aire escapándose de mis pulmones, con las mejillas rojas y la temperatura ascendiendo.

Se apartó tan rápido y torpe como llegó hasta mí, mirándome con una sonrisa en sus labios húmedos. Yo respiraba agitado, con el corazón a punto de salirse de mi pecho, con los ojos inundados en lágrimas. Me revolvió los cabellos y se giró, con un "hasta pronto" que me desarmó por completo. Sonreí, siempre sería un idiota, estaba seguro.

— No será la última vez, Minho. — pronuncié mientras lo veía alejarse.

Siempre creí desear un beso suyo, ¡pero que equivocado estaba! Quería más de uno...

Notas finales:

Y eso fue todo. Acá aclaro que está basado en un hecho real, no del todo real, que se ve irreal y que me gustaría fuese distinto (?). No sé, yo sola me entiendo... ¿Dudas?, ¿quejas?, ¿sugerencias?, ¡ya saben dónde estoy! *huye*


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