Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bonita Primavera por SHINee Doll

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:


¡Feliz Cumpleaños, Kibum!

Septiembre 23, 2012.

Notas del capitulo:

Primer one-shot de la serie Four Seasons. Subiré uno cada domingo, aunque hoy es sábado (?). Esperen por los demás.

 

No había estación más bonita que aquella, Lee Taemin lo sabía mejor que nadie. Mientras caminaba hacia la enorme fuente encendida a mitad del parque, fue que sus ojos se dirigieron hacia donde él se encontraba. Mentiría si dijese que esa era la primera vez que le veía, porque llevaba haciéndolo una semana completa, desde que la primavera comenzó; igual que el año pasado y el anterior a ese; porque sólo era en esa estación que el chico de los cabellos dorados aparecía, sentándose bajo la sombra del árbol más antiguo del lugar, leyendo un libro o sólo escuchando música.

 

— Deberías hablar con él. — le aconsejó un amigo esa misma tarde, tras encontrarlo pensativo en una banca. — Nada pierdes al intentarlo; o acaso, ¿dejarás pasar otro año?

 

Y aunque sabía que sus palabras tenían sentido, su cuerpo no se movió ni un poco. Permaneció el resto de la tarde en el mismo lugar, observando al que leía completamente ajeno a lo que sucedía a su alrededor, al espectador curioso que se moría de nervios cada que alzaba la mirada de las páginas blancas y que volvía a respirar cuando las devolvía a aquellas historias que debían maravillarle, porque las emociones le recorrían el rostro mientras sostenía el libro con fuerza, sonriendo muchas veces, secando algunas lágrimas tramposas en ocasiones. 

 

Volvió a su casa sintiéndose un tonto, como venía haciéndolo durante días, rechazando la idea de cenar algo y subiendo directamente a su habitación. Tumbado en la cama, con ambos brazos bajo su cabeza y la vista perdida en algún punto del techo, Taemin se decidió a actuar.

 

Cinco minutos más tarde, sentado frente al escritorio, en su silla giratoria de cuero negro, con cinco hojas de papel arrugadas y dispersas en el piso alfombrado, mientras mordisqueaba el tapón de su pluma con tinta negra, fue que la inspiración llegó a él y la nueva hoja que se encontraba bajo su mano izquierda comenzó a llenarse de letras, que se transformaron en palabras, luego en oraciones y finalmente en una digna carta de ser entregada.

 

— A veces no logro comprenderte. — Taemin se dejó caer, escuchando al otro hablar. — Finalmente decidiste acercarte, incluso le escribiste una carta, ¡y ahora me dices que no puedes! — le golpeó el hombro con algo de fuerza, casi tumbándolo. — No seas cobarde, Lee. — le regañó, poniéndose de pie. — Si no lo haces tú, lo haré yo…

 

— Tú no entiendes, Kai… — comenzó el pelirrojo, sacando la carta de su bolsillo. — No puedo sólo llegar y entregarle esto. Seguramente me mirará y luego volverá la vista a ese libro que siempre trae consigo. Cuando eso pase, ¿qué debo hacer?

 

El muchacho negó, sonriendo un poco. — Eres demasiado negativo, Taemin. 

 

— Como tú no serás quien se humille… — rodó los ojos, poniéndose de pie y dando un suspiro. — Si pasa lo que he dicho, deberás invitarme a comer y soportar mis lloriqueos el resto de la tarde y parte de la noche, ¿queda claro?

 

— No seas infantil. — le revolvió los cabellos, haciéndolo enfadar. — Ya tienes diecisiete años, ¿no? ¡Actúa como hombre!

 

Asintió, forzando una sonrisa, misma que se esfumó cuando un chico se sentó a lado del rubio de ojos gatunos y le besó la mejilla, quitándole el libro de las manos y dejando en su lugar una pequeña caja con un moño rosado. Los ojos bonitos brillaron y luego sus brazos rodearon al recién llegado, sonriendo ampliamente, siendo abrazado de vuelta. Y el corazón de Taemin dolió ante esa imagen. Aunque nada podía hacer o decir, porque no era nadie para el otro y tal vez nunca llegase a serlo.

 

— Creo que… ya no es necesario. — soltó en un murmullo, dejando la carta caer al suelo, corriendo lejos de ahí, deseando llorar hasta olvidarle.

 

Kai soltó un suspiro cuando le vio alejarse y luego reparó en el sobre amarillo que se encontraba a sus pies, reconociéndolo de inmediato. Negó, volviendo la vista hacia el chico rubio de ojos felinos, quien se despedía del otro muchacho agitando la mano. Se acercó a él, con el sobre dentro del bolsillo de su chaleco azul. 

 

— Disculpa. — los orbes gatunos, ligeramente delineados, se volvieron hacia él y, aunque no pudo asegurarlo, creyó ver desilusión en ellos. — Hola.

 

— Hola. — respondió sin emoción alguna, cerrando el libro y dejándolo a su lado. 

 

El castaño suspiró, pensando que aquello no le hubiese resultado simple al pelirrojo; incluso se arrepentía un poco de haberle presionado tanto. 

 

— Es para ti. — extendió el sobre hacia él, pero el chico no lo tomó. — Es tuyo. — repitió, pero no hubo reacción alguna. — Lo dejaré aquí, ¿está bien? 

 

Asintió, y se mordió el labio inferior antes de sujetar la muñeca del muchacho. — El chico que siempre está contigo…

 

Kai alzó una ceja, esperando que continuase. — ¿Qué ocurre con él? — preguntó al ver que no lo hacía.

 

— ¿Cuál es su nombre? — y a pesar que giró el rostro, el castaño pudo percatarse del leve sonrojo del rubio.

 

— Taemin. — dijo sin más, sonriendo traviesamente. — Él ha escrito la carta que te he dado, pero no sabe que te la he hecho llegar y tampoco se lo diré. Ahora debo irme, ¿si? 

 

Y se marchó, dejándolo con la sorpresa reflejada en cada facción de su rostro delicado. Minutos más tarde, después de abrir el sobre y desdoblar el papel, una sonrisa apareció en sus labios y se llevó la mano libre a la boca, tratando de acallar una risita, porque las palabras ahí escritas le ponían nervioso, le emocionaban y llenaban su pecho de una calidez inigualable, mientras su corazón latía tan rápido y tan fuerte que pensó podría escapar de un momento a otro. 

 

Regresó la hoja al sobre cuando terminó, aun riendo por la ocurrencia y el atrevimiento del pelirrojo. Recogió sus cosas y se levantó, asegurándose de guardar bien la carta y la caja rosada en su bolso. Y emprendió el camino a su casa, sonriendo ampliamente, con los ojos brillando de emoción y la idea perfecta para una pequeña e infantil travesura. 

 

 

 

 

 

 

 

Una semana más tarde, Taemin se encontró a si mismo caminando por el parque, aunque se había prometido no regresar más. Grande fue su sorpresa cuando, al mirar en la dirección acostumbrada, no le encontró. Soltó un suspiro y se sentó en el lugar que el rubio solía hacerlo, y cerrando los ojos se permitió pensar en él, dibujándolo en su mente. Sonrió tontamente, casi seguro de poder sentir que le acariciaban la mejilla, aunque quizá se tratase de sus cabellos siendo arrastrados por la brisa. 

 

— Hola. — abrió los ojos de golpe, encontrándose el rostro bonito frente al suyo. 

 

— H-Hola. — el calor invadió su rostro y estuvo seguro que se sonrojó. 

 

— No era mi intención asustarte. — sonrió coquetamente, viendo al pelirrojo negar varias veces, nervioso. 

 

Se sentó a su lado, más cerca de lo que cualquiera lo habría hecho y extendió la mano izquierda hacia él, ofreciéndole un dulce. Taemin tomó uno, tocando su mano por accidente, sin saber qué decir. Permanecieron en silencio largo rato, contemplando el cielo azul y las muchas flores de colores que adornaban los alrededores. La brisa revolvió sus cabellos, desordenando completamente las largas hebras rojizas del avergonzado chico. Fue su compañero quien las regresó a su lugar, brindándole una sonrisa que le robó el aliento y le disparó el pulso.

 

— Esta es mi estación favorita. — soltó de repente, sin mirarle. — Todo parece más bello cuando llega la primavera. — asintió, dándole la razón. — ¡Pero que tonto! — exclamó de repente, sobresaltando a Lee. — No me he presentado. — se dio un pequeño golpe en la frente, riendo. — Soy Kibum, Kim Kibum.

 

— Lee Taemin. — la sonrisa en su rostro era enorme, como quien ha ganado un gran premio.

 

Hablaron el resto de la tarde, de todo y de nada; y Taemin fue muy feliz porque aprendió muchas cosas del otro, como que Kibum era dos años más grande que él, estudiaba fotografía y sentía un gran amor por la literatura, especialmente la inglesa; ahora sabía que le gustaba la comida italiana, que se decía alérgico a la nieve y que amaba bailar y cantar, aunque no lo hiciese -según él- tan bien. 

 

— Ha sido agradable hablar contigo. — habló el mayor, acomodando su flequillo por millonésima vez en la tarde. — Nos vemos mañana, Taemin. — besó su mejilla y se levantó, desapareciendo de la vista del pelirrojo al doblar en la siguiente calle. 

 

— Hasta mañana, Kibum. — dijo con una sonrisa.

 

 

 

 

 

 

 

Taemin sonrió al despertar, acercándose al que aún dormía a su lado, dejando pequeños besos en la espalda desnuda del rubio. Kibum comenzó a despertar, abriendo los ojos con lentitud, acostumbrándolos a la luz que se filtraba por las persianas mal cerradas de su habitación. Sonrió adormilado, girándose entre los brazos del más chico, con sus ojos de gato buscando al causante de los escalofríos que le recorrían por completo.

 

— Buenos días. — el menor sonrió al escuchar la voz pastosa del otro. — ¿Dormiste bien?

 

Asintió, acariciando la mejilla de Kibum. — ¿Tú dormiste bien?

 

— Eso creo. — dijo con fingido enfado. — Alguien no me dejó dormir mucho.

 

Taemin se rió, cubriéndose la boca con una de sus manos. — No recuerdo que te quejaras anoche. — respondió pícaro, recibiendo un golpe juguetón de su novio.

 

— Sólo por eso, tú harás el desayuno.

 

Y aunque el pelirrojo hizo un puchero de esos que encantaban al rubio, terminó perdiendo la batalla y, únicamente vestido con unos pants que encontró en el suelo, se dispuso a cocinar algo delicioso para el que se encontraba aún en la cama, esperándole. Un par de minutos más tarde,  los brazos de Kibum le rodearon la cintura y dejó un sonoro beso en su nuca.

 

— ¿Sabes que día es hoy, Taeminnie? — preguntó curioso, cerca de su oído.

 

— ¿Sábado? — el mayor rompió el abrazo y se cruzó de brazos, con una sonrisa que indicaba no se encontraba molesto.

 

— Hoy, hace un año, me dijiste que estabas enamorado de mí. — el menor se giró hacia él, reparando por vez primera en la simple vestimenta de su novio: una camiseta suya que le llegaba a mitad de los muslos y dejaba a la vista las bonitas piernas que tanto le gustaba acariciar con sus dedos. — ¿Lo haz olvidado?

 

 Apagó la estufa, haciendo la sartén a un lado. — Creo que estás confundido, Kibummie. Faltan al menos tres semanas para ese día.

 

El mayor hizo un puchero, haciendo reír al otro. — Te equivocas, bebé.

 

— Estoy seguro de ello. — se llevó un dedo al labio, pensativo. — Me confesé dos semanas después de que empezamos a hablar…

 

— Me refiero a esto. — murmuró, mostrándole el sobre amarillo que previamente colocó en la mesa. — ¿Te parece conocido? — y le entregó la carta a Taemin, quien volvió a leerla con una expresión de desconcierto, mientras el mayor sonreía divertido.

 

 

 

 

 

No sé cuál es tu nombre, no te conozco de nada; pero me encuentro aquí, escribiéndote. 

 

Te he mirado muchas veces, durante tanto tiempo, que tu imagen se ha quedado grabada en mi mente e incluso, me atrevo a decirlo, en mi corazón. Nuestras miradas no se han cruzado antes, pero debo confesar que tus ojos son los más hermosos que he visto, y tal vez que veré, en mi vida. Jamás me has sonreído, pero puedo asegurarte que no hay sonrisa más bella que la que aparece en tu rostro mientras lees esos libros que se roban tu atención y me han dejado conocer tus expresiones. Y aunque aún no escucho tu risa, seguramente quedaré encantado con ella, porque debe ser tan fresca y natural como tu personalidad. 

 

La primera vez que te vi, estaba por cumplir dieciséis años. Jugaba fútbol con mis amigos y el balón rodó lejos, quedando atrapado entre unos arbustos cerca del viejo árbol. Corrí a recogerlo y tropecé con una botella, cayendo al suelo. Me puse de pie avergonzado, habiendo recuperado la pelota y fue al alzar la mirada, que te encontré sentado bajo su sombra, absorto en una novela clásica. Tus cabellos dorados, levemente ondulados, se mecían con la brisa. 

 

Mi corazón se agitó, pero latió con mayor fuerza en el momento que sonreírte al cambiar de página. Y entonces me pregunté quién eras, de dónde venías, por qué nunca antes te había visto; y la curiosidad me dominó al punto de pensar en acercarme, pero el miedo me impidió avanzar hacia ti y -como un cobarde-di media vuelta y eché a correr donde me esperaban los otros.

 

De eso han sido dos años, ¿puedes creerlo? ¡Dos años! Y aún no tengo el valor de decirte “hola”.

 

Estoy temblando, ¿puedes creerlo? No estás cerca, siquiera sé si seré capaz de entregarte esta carta, si vas a leerla; pero estoy nervioso, siempre lo estoy cuando se trata de ti. Y entonces me quedo sin palabras, sin aliento, con nada, y no sé qué hacer, decir, pensar y -en este caso, para mi mala suerte- escribir. 

 

Pensarás ahora que son un completo idiota, y quizá sea cierto; pero es tu culpa, por ser tan hermoso, maravilloso y perfecto. 

 

No te conozco, no sé nada de ti, siquiera tu nombre; y aun así, me he enamorado como un loco…

 

Estoy completa y totalmente enamorado de ti. 

 

 

 

 

 

— “No te conozco, no sé nada de ti, siquiera tu nombre; y aun así, me he enamorado como un loco…Estoy completa y totalmente enamorado de ti.” — recitó el rubio, arrebatándole la carta de las manos al otro, quien no salía de su asombro.

 

— ¿Cómo es que obtuviste esto? — pregunto sorprendido, algo avergonzado.

 

— Kai. — dijo con simpleza, devolviendo la hoja al sobre y dejándolo en la mesa de nuevo. — Tienes un gran amigo, ¿sabes? Fue después de leer esta carta que decidí acercarme a ti. — se encogió de hombros, riendo. — Te había visto muchas veces, incluso el día que caíste, y me gustabas... Cuando tu amigo se acercó a darme la carta, le pregunté tu nombre y él me lo dijo, también que tú la habías escrito y… fui feliz. No te imaginas qué tanto.

 

— Kibum… — envolvió su cintura con fuerza, sonriendo, con su corazón acelerado. — ¿Por qué no me lo dijiste?, ¡tonto, te has burlado de mí tanto tiempo!

 

— Taemin, te amo. — susurró, rodeándole el cuello con ambos brazos.

 

— También te amo, estoy completa y totalmente enamorado de ti, como el primer día.

 

Kibum rozó sus labios con los de Taemin, con cariño, prueba de todo ese amor que guardaba en su corazón sólo para él. La respuesta del más chico fue inmediata, acercándolo más a él, desapareciendo la ya escasa distancia, terminando de fundir sus bocas. Se besaron una y otra vez, olvidándose del desayuno, de lo que pasaba a su alrededor, como siempre había sido al estar juntos. 

 

— Te amo. — pronunció Taemin de nuevo, dejando un beso más en los labios delgados de Kibum. — Y es tu culpa. — el mayor soltó una risita, recordando la carta. 

 

— Prometo aceptar la responsabilidad. — bromeó también, mirándolo coqueto.

 

El pelirrojo sonrió traviesamente. — ¿Qué te parece si empiezas desde ahora? 

 

Kibum se rió. — En ese caso, quizá debamos volver a la cama. — y guiñándole un ojo, rompió el abrazó y echó a correr escaleras arriba hacia su dormitorio, siendo seguido prontamente por el más chico. 

Notas finales:

Próximo:

Cálido Verano con Jonghyun (JongKey)

Septiembre 9, 2012.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).