Siwon luce impasible, la perfecta reproducción de un caballero, inteligente, calido amable, y siempre sonriendo, jamás se le ha visto enojado, descolocado o cualquier gesto que pudiese llegar a mancillar su envidiable perfección.
A su lado ese chico que jamás le abandona, la mirada en blanco, tan limpio como un hoja de papel sin letras sobre el, sus ojos no dejan relucir ninguna emoción, tan silencioso que a veces parecía perderse en medio de la gran multitud que rodeaba al mayor.
Kyuhyun era su nombre, eterno compañero del caballeroso Siwon, siempre a su lado, sin decir palabras, solo observando y acompañando, ese era el papel que gustaba jugar frente a los ojos de los demás.
Pero ese chiquillo que muchos miraban con resentimiento, recelo y desconfianza, conocía mucho mejor al tan perfecto hombre al cual hacia compañía, sabia de sus secretos y de su verdadera personalidad, esa que conoció por accidente y que mas tarde estuvo dispuesto a aceptar.
Cuando cae la noche y el silencio se apodera de esa lujosa mansión, cuando las tenues luces ámbar se ciernen sobre las siempre blancas paredes, toda aquella estela de una muy buena actuación quedan abandonados en los salones en que cientos de desconocidos entregan más de una confidencia a aquel elegante caballero. Y se derrama la sangre de un inocente que ya no tiene la más mínima cuota de ingenuidad que su pasada adolescencia le pudo brindar.
Por que por las noches, ese mutismo se ve salpicado por tantas emociones que ni siquiera su propio dueño puede controlar. Kyuhyun se convierte en un chiquillo abandonado a su suerte, una suerte que tiene nombre y apellido, una suerte que le sabe agridulce a su paladar, pero de la cual no quiere escapar.
Siwon es su dueño, no solo de su cuerpo, también de sus emociones, su dolor y su pensamientos, no esta muy seguro si de a aquello se le puede llamar amor, pero por dios que no lo puede quitar de su pensamiento cada vez que le ve acercarse, con su camisa a medio abrir, el cinturón entre sus manos y una mirada lasciva que le paraliza.
Sus delgas y delicadas muñecas, siendo corrompidas por el fuerte metal que lo mantenía unido contra la fría pared, el temor y la excitación esparciéndose por partida doble a través de cuerpo. Ese es el verdadero Siwon, el que lo hace estremecerse bajo sus fuertes golpes, el que le mira con tanto deseo que bloquea sus propios pensamientos, ese que le grita obscenidades y que pierde cualquier modal frente a el.
Le gusta, le gusta de una manera tan insana que no puede ni imaginar vivir sin algo como eso, el darle el control de toda la situación, el que haga lo que quiera aunque intente poner falsa resistencia y complicarlo todo. El dulce dolor que de su espalda siendo abofeteada por la muralla, el dolor que sus muñecas sienten al ser abusadas por las esposas que lo atan.
Le gustaba como Siwon volvía a dominarlo y a hacer con él y con su cuerpo lo que le venía en gana, como sin más, tomó su miembro aún erecto y lo colocó en la entrada de KyuHyun, penetrándolo sin cuidado, desgarrando su carne y haciéndolo sufrir como nunca antes.
Era una parte de él, que no había podido liberar hasta ahora, y tal vez para Siwon era lo mismo. Aunque le hiciera daño hasta casi matarlo, necesitaba de eso, ambos lo hacían, no era algo tan banal como que amasen las cosas de esa forma, es que era vital para ellos el que fuesen así.
A Kyuhyun le hacia falta que alguien le dominase por completo, que lo controle y que manipule los hilos a sus antojo. Para Siwon era lo que siempre necesito en su hasta ahora absurda vida, alguien que no pidiera cortesías, ni algo que el jamás fue, alguien que le aceptaba como su real naturaleza dictaba.
Siwon secó sus lágrimas pasando su lengua por ellas, pero luego de eso volvió a embestirlo entrando aún más profundo, desgarrándolo y haciéndole sangrar, incluso podía sentir como un poco de aquel líquido rojo bajaba por sus piernas.
Quiso forcejear para intentar liberarse de aquello e impedir que siguiera, pero el otro lejos de hacerle caso sonrió de lado burlándose y aumentó la rapidez con la que se clavaba en su interior, entrando y saliendo por completo, tocando hasta el fondo. Un par de embestidas más y Siwon terminó por correrse en el interior del menor.
Ambos jadearon bajo la crepitante luz, las esposas liberaron a la frágil criatura que apenas se vio liberado, callo suavemente contra la siempre blanda alfombra. A veces ambos seres adoloridos, dejaban tiempo para compartir más que un sinfín de necesidades ocultas.
Kyuhyun miro a Siwon, los ojos llorosos por el placer y el dolor; sin necesidad de palabras el mayor comprendió, hoy era unos de esos días en que sus brazos eran necesitados por el menor.
Ambos cuerpo desnudos se aferraron entre si, las respiraciones tomando su curso normal, sus corazones agitándose al mismo compás.
- ¿Compartirías tu sangre y lagrimas conmigo, niño bonito?
- Mi sangre. Mis lágrimas. Mis entrañas….las suyas. Tuyas es. Yo ya no las necesito
¿Como no llamar a aquello amor de verdad?
El amor, la más mortal de las cosas mortales: Te mata tanto cuando lo tienes... como cuando no lo tienes.