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Cuando nuestras almas se encuentren... por PinkMarshmallow

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Notas del capitulo:

Hola mis amores (?) yo no se ustedes, pero yo me encuentro feliz de volver a publicar.Se que me odian por haber tardado tanto, lo se, pero les ruego que me perdonen, además de que andaba un poco corta de imaginación, me estuve refundiendo todos los tomos de Kuroshitsuji para un nuevo proyecto que traigo entre manos ¡Muajajaja! (?) en fin, todo lo hago por mis queridisimas lectoras. Además de que andaba deprimida por que Posesivos no tuvo tanto éxito como hubiera querido T.T, pero debo aditir que he hecho trabajos mejores y tal vez le faltó más trama, no lo se, si algo no les agrada o tienen alguna duda saben que me la pueden hacer saber.

Retomando el tema, Cuando nuestras almas se encuentren está por llegar a su fin y por eso, desde ahorita, quiero agradecer a todos y todas las que han seguido este FF que me alimentan todos los días con sus hermosos reviews.

Ahora dejo de aburrirlos y les dejo el capítulo. Disfruten y dejen reviews!!

La tranquilidad se sentía en el aire en aquellos suburbios, los cuales solo eran habitados por las familias bien acomodadas, por no decir adineradas. El fresco del invierno se hacía notar en el vaho de los niños que jugaban en el parque, riendo y corriendo como si no hubiera un mañana. Todos aquellos perfectos habitantes, en sus perfectos hogares y con sus perfectas vidas, pasando por alto completamente los hechos que sucedían no muy lejos.

 

En una de esas viviendas perfectas, habitaba una madre perfecta. Con su impecable vestido azul de encajes blancos, cubriendo su nívea piel, tan blanca como la nieve que revestía las calles en el mes de enero y encima de este, un bien anudado delantal asalmonado que caía sobre su faldón grácilmente.  Alegremente, tarareaba una canción entretanto que dedicadamente deshollinaba  la cocina con la única compañía de las voces que salían del televisor, una frase dicha por uno de los sujetos le motivó a dejar por un momento sus tareas y enfocarse en las voces del receptor.

 

 

-…aquí  Dorothy Miller, reportándose desde la escena del crimen.

 

 

-Te escuchamos Dorothy ¿qué nos tienes? –Dijo otra voz, al parecer desde el estudio.

 

 

-Me encuentro justo en frente de donde hace unos días se reportó el avistamiento de un automóvil, al parecer robado, abandonado en medio de la carretera. Cual fue la sorpresa de los policías al registrarlo cuando encontraron cinco cuerpos, todos varones, mutilados de una manera horrible y todos con una expresión de espanto en sus rostros…. De hecho, se aproxima el jefe de la policía, me acercaré a entrevistarlo… ¡Jefe! ¿Qué nos puede decir acerca….?

 

 

Resultaba completamente innecesario continuar observando tal reportaje, por lo que sin vacilar tomó el control remoto y apagó de una buena vez el receptor, para después lanzarlo lejos sin importarle cual podría llegar a ser su paradero.  Todos esos hechos le resultaban bastante extraños.  Tal vez los demás no se percataran ya que no conocían lo que ella, pero le parecía demasiada coincidencia que justo el día en que no se encontraba en la ciudad, exactamente ese día, se habían llevado a cabo tales crímenes.  En fin, tal vez solo era su imaginación, algo tan insignificante como eso no la distraería de sus labores de ama de casa perfecta, debía serlo si quería mantener al Phantomhive a su lado, debía aguantar.

 

 

Mientras que de nueva cuenta se arrodillaba hasta la altura del horno, por su mente evocaban como si hubiera sido ayer esa serie de eventos que la colocaron en la posición en la que ahora se encontraba.

 

 

*FLASH BACK*

 

-¿M..mami? ¿Por qué mami no despierta, papi? –Un pequeño de no más de ocho años se abigarraba con desespero a el blanco vestido de la dama que yacía en el túmulo, tema de los murmullos en aquella capilla sobrepoblada.

 

-Ciel, por favor, ya hablamos de esto. –Dijo un caballero alto y de cabellos azules, iguales que los del menor en un tono cansino y a la vez melancólico, mientras que delicadamente intentaba alejar a el pequeño  del féretro. –Mami ya está con los abuelos, pequeño. Vamos, es hora de irnos.

 

 

-¡No, yo quiero quedarme con mamá! –Chillaba el menor, aferrándose con toda su fuerza a el lugar en el que se encontraba.

 

 

-Ciel… -La voz del hombre se escuchaba quebradiza, como si estuviera a punto de colapsar en ese mismo instante. -…hijo, mamá… mamá ya no estará con nosotros, siempre vivirá en nuestros corazones y nos cuidará desde donde esta , ella te amaba demasiado mi pequeño , por eso… por eso ella querría que siguieras adelante. –Dijo en una voz apenas audible para el pequeño, que ya tenía sus ocelos cobalto abrumados en lágrimas, realmente era difícil para Vincent decirle algo así a su hijo, más ambos debían ser fuertes, aun más ahora que nunca.

 

 

El pequeño lentamente deshizo el agarre, permitiéndole  a su padre tomarlo entre sus grandes brazos protectores, en busca de consuelo, estrechándolo con fuerza contra su pecho. Poco a poco sus lágrimas eran secadas contra el saco negro de su progenitor, debía ser fuerte, tenía que soportarlo.

 

 

-¿Nos vamos? –Intentó sonreír  de la manera más reconfortante el mayor, mientras cargaba en brazos a su único hijo.

 

 

El pequeño respondió mudamente asintiendo con su pequeño cabecilla, haciéndose con fuerza del cuello de su padre entre sus manos temblorosas, hundiendo  su rostro en el cuello del adulto, intentando ocultar sus gimoteos y estremecimientos en la protección paternal.

 

 

Taciturna escena, toda observada por la mujer de cabellos blancos y vestido negro, sentada en la primera fila. Fue la última en despedirse de Rachel antes de que sepultaran en féretro. Se acercó lentamente hasta el lugar, una lágrima se deslizaba traviesa por su mejilla y de inmediato un pañuelo blanco borró todo vestigio de ella. Se detuvo en seco frente a el cuerpo, para después inclinarse un poco a la difunta:

 

 

 

 

-Seré la esposa que tu nunca fuiste, Durless.

 

 

 

 

*FIN DEL FLASH BACK*

 

 

Siempre estuvo interesada en la familia Phantomhive, era cierto. Desde el momento en que atisbó aquella mirada profunda: http://moe.animecharactersdatabase.com/uploads/chars/4758-369054166.png, pero a la vez compasiva había quedado marcada por ella y no solo era eso, la forma tan caballerosa en que la trataba, esa sonrisa que hacía que olvidaras cualquier problema con solo verla, todo, absolutamente todo le indicaba que Vincent  correspondía sus sentimientos, más aún así el día en que por fin tomó el valor para decírselo el simplemente le respondió “Vaya, me siento muy alagado Angela, pero soy un hombre felizmente casado y mi esposa esta por tener a nuestro primer hijo… ¡Ah, eso es cierto! ¿No te lo había dicho verdad? Como sea, estas invitada a la celebración por el nacimiento.” –De nuevo sonreía, como siempre solía hacerlo, tan amablemente, como si no sucediera nada malo alrededor. ¿A caso quería lastimarla apropósito? ¿O tal vez humillarla? No lo parecía, ¿por qué sonreía tan relajadamente y por qué ella también sonrío? Estaba siendo rechazada de la manera más cruel posible y aún así  ese gesto en sus labios no desaparecía, como si se tratara de una broma o de un acontecimiento agradable.  Tuvo la oportunidad de rechazarlo, de gritarle en su cara lo inepto que era al tratarle de esa manera, más sencillamente calló y de igual manera le sonrió. Ocho años de quererlo en silencio, ocho tortuosos años de observarle desde lejos. Hasta ese día.

 

 

Con la manga de su largo vestido secó  su perlada frente, transpirada por el esfuerzo de tallar para después soltar un suspiro cansino, con la mirada cansada atisbaba todo el espacio que le faltaba por limpiar.

 

 

-No puedo rendirme ahora, me ha costado mucho llegar hasta aquí. –Masculló para sí misma, mientras retomaba sus deberes, más de nuevo algo la interrumpió. El sonido constante del aparato infernal le obligó a levantarse e ir a contestar.

 

 

-¿Diga? –Habló con la bocina pegada al rostro, en cierto tono de incomodidad mientras acomodaba sus canos cabellos detrás de su oreja.

 

 

-¿Señora Blanc? –Llamó la voz al otro lado del teléfono, al parecer de una dama joven.

 

 

-Phantomhive, por favor. –Le respondió la mujer en notable tono de molestia. -¿En qué puedo ayudarle?

 

 

-Verá señora Phantomhive, es acerca de su hijastro, Ciel Phantomhive. No es por alarmarle, pero durante la hora de gimnasia el joven no volvió después de el término de la clase, por eso primero queremos asegurarnos de que no esté en su casa o con algún compañero.

 

 

¡Ese mocoso! ¿Ahora en que pasos andaba? Desde su casamiento había sido el único obstáculo para su felicidad, con esos patéticos ojos azules   tan parecidos a los de aquella  mujer :http://images3.wikia.nocookie.net/__cb20090812190216/kuroshitsuji/images/b/bf/Rachel_anime.png

 

Esa era una razón de las tantas del por qué odiaba a ese crío, a cada segundo de su vida le recordaba a su eterna contrincante. En un gran intento de auto control, solo apretó los dientes con coraje, antes de tomar aire y continuar.

 

 

-Ya veo, no se preocupe yo me encargaré de buscar al pequeño Ciel. Muchas gracias por la información. –Dijo con el tono más maternal que pudo fingir.

 

 

-Ah… si, de nada, pero…

 

 

Sin permitirle continuar, colgó el  aparato de un golpe. Ese crío no se saldría con la suya, no esta vez.

 

………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………..

 

 

-¡SEBASTIAN! –Gritaba escandalizado cierto oji-azul, muy temprano por la mañana.

 

El peli-azabache suspiró cansinamente, la “pequeña fiera” había despertado y de seguro ya no podía esperar para restregarle en la cara lo bruto que había sido la noche anterior.

 

La puerta se abrió de par en par, dejando a la vista la evidente preocupación en el rostro del mayor. Se había movido lo más rápido que sus habilidades demoniacas le permitían, al escuchar  semejantes alaridos desde la habitación de su “huésped”.

 

-¿Bocchan que suce…?

 

De pie justo al centro de la habitación, con las piernas apretadas y temblando se encontraba el menor de los Phantomhive, intentando cubrirse con la camisa del mayordomo y las mejillas pintadas con el rosa más adorable que tenía.

 

 

-Bastardo…. ¿qué me has hecho? –Masculló apretado la quijada, aun temblando como un animalillo mojado a la intemperie en un frío mes de marzo.

 

 

-¿Bocchan, se encuentra bien? –Preguntó un poco más relajado, al notar que no se trataba de algo grave.

 

 

-E…es claro que n…no, idiota. –Apenas pudo vociferar, apretando aún con más fuerza las piernas.

 

 

-Entonces, ¿cuál es el problema? –Una sonrisa pécora se dibujó en los cincelados labios del de mayor edad, que sabía exactamente de qué se trataba el problema del pequeño, más le fascinaba molestarlo y advertir sus reacciones.

 

 

-Pu…pues yo… -Ahora el adorable rubor se había esparcido hasta sus orejas  dándole un toque, si es que era posible, más lindo. –Cuando desperté y me intenté levantar… algo…..

 

-¿Algo? –Le invitó a continuar el oji-escarlata.

 

 

-Algo… resbaló de mis… de mis piernas… -Admitió más avergonzado que en toda su vida el menor, al mismo tiempo en que se recargaba en la orilla del lecho.

 

 

-Entiendo. –Respondió el mayordomo, aproximándose hasta donde se encontraba su acompañante y de inmediato recostándolo de nueva cuenta en la litera.

 

 

-¡Oye! ¿Qué diablos crees que haces? ¡Oye, escúchame cuando te estoy hablando!

 

 

-My lord, es demasiado temprano como para hacer escándalo, por favor relájese. –Dijo sonriendo pícaramente el mayor, mientras sujetaba con fuerza al chiquillo y lo ponía boca abajo contra las mullidas almohadas de plumas.

 

 

-¡Exactamente, es muy temprano como para hacer este tipo de cosas pervertidas, idiota! –Repelaba el oji-azul, revolviéndose bajo el mayor.

 

 

-Usted dice eso, pero puedo sentir que le gusta joven amo, es más, si no me falla la memoria, estoy completamente seguro de que usted ayer me dijo…  -Unas pequeñas manitas colocadas repentinamente sobre sus belfos no le dejaron continuar.

 

 

Con los ojos abiertos cuales platos observó a Ciel, que intentaba desviar la mirada, evitando el contacto visual con el demonio y que con desespero trataba de acallar las palabras que estuvieron a punto de salir de la boca del azabache. Eran esos momentos en los que recordaba el por qué se había enamorado de un simple humano, porque este humano no era como los otros que en sus eones de existencia había conocido en algunas ocasiones. Este era diferente, con ese orgullo inigualable y mirada gélida y esa madurez que sobrepasaba a la de muchos hombres entrados en años que llegó a tratar, pero al fin y al cabo, no era más que un niño, un niño obligado por el cruel destino a comportarse como un adulto, por lo tanto, en el fondo aun conservaba aquella inocencia que le daba el toque final a esa sustanciosa alma que tanto le embelesaba.

 

 

El pequeño seguía luchando por deshacer el agarre del demonio, más una sensación húmeda y a la vez familiar a lo largo de sus finas piernas le hizo detenerse.

 

 

-¿Q…qué estás haciendo? –Tartamudeó el chiquillo, girando su rostro para poder atisbar al adulto.

 

 

-Mi trabajo. –Le respondió, pasando de nueva cuenta su  provocativa lengua a través de la nívea piel del oji-cobalto, provocando un espasmo repentino en el. –Como mayordomo, mi deber concierne todo en lo que la higiene de mi amo involucre. –Una sonrisa traviesa se pintó en sus labios, haciendo enfadar al menor que lo observaba de reojo debido a su incómoda posición.

 

 

-¿No quedaste satisfecho con lo de anoche? –Preguntó el menor, en un intento de molestar a Sebastian, más para este fue más una insinuación que una ofensa.

 

 

-Nunca estaré satisfecho en cuanto a Bocchan se refiera. –Susurró sensualmente, esta vez desplazando el camisón de Ciel hasta quedarle poco debajo de los muslos y comenzando a sorber y lamer todo lo que había dejado en el cuerpo de su amo la noche anterior.

 

 

-Nnhhh… Sebas….tian…es…es pleno día… -Balbuceaba el menor, siendo absorto por el placer que nacía en su cuerpo con un simple toque del demonio.

 

 

-No importa si es de día o de noche Bocchan, a cualquier hora y por siempre yo le demostraré que lo amo. –Dijo el mayor, en ese tono aterciopelado característico de él, dejando a su mentolado aliento recorrer el níveo cuello del niño.

 

 

-Sebastian… -Fue lo único que salió de sus sonrosados labios, antes de girar sobre su cuerpo para quedar frente a frente con el aludido. De nueva cuenta se perdía en esos abismos del infierno, tan rojos como sus llamas mirándolo de esa manera felina que lo hacía temblar en su lugar .

 

 

Tímidamente, extendió lo más que pudo sus delgados brazos rodeando casi por completo el cuello del mayor, que ya empezaba a desabotonar aquel camisón blanco que el mismo le había colocado no hace muchas horas, dejando a la vista su pequeño pecho lechoso.

 

 

Con delicadeza, depositó un beso, casi devoto, en los cabellos revueltos del menor que con los discretos rayos de luz colándose por la ventana los hacían lucir de un azul tan hermoso como el de sus ojos. Le alegraba tanto el escuchar al pequeño llamarlo de esa manera tan necesitada, se sentía completo después de una larga existencia vacía vagando por el mundo de los vivos, devorando almas solo por su propia gula y deseos carnales. Se había quedado hipnotizado, atisbando aquel delgado cuerpecillo tembloroso con las mejillas iluminadas por un rosa intenso y jadeando levemente, a pesar de que aun ni lo tocaba, ya se encontraba en ese estado, solo una palabra lo describía en ese momento: lindo, malditamente lindo.  Lentamente, y para tortura del menor, comenzó a descender con besos, iniciando su punto de partida en su bien delineada quijada hasta llegar al frágil cuello, en donde se detuvo un momento para poder saborear completamente aquella joven piel, inconscientemente dejó escapar su caliente aliento sobre la su lechosa piel quemándola deliciosamente, para después dar paso a su lujuria si empezar a besarlo y lamerlo desesperadamente. A duras penas controlaba sus  instintos demoniacos que le incitaban a tomarlo violentamente en el acto, no quería arruinarle la vida a el pequeño o dejarlo con algún trauma, por lo que intentaba concentrarse solo en hacerlo sentir bien y que lo disfrutara.

 

 

-¡Sebastian… espe…espera….! –Exclamó el peli-azul, al sentir  la lengua del mayor trasladarse desde sus caderas hasta su pequeño miembro. –Esto…esto no está bien… -Jadeó avergonzado.

 

 

-¿Bocchan, es que le estoy lastimando? –Se detuvo súbitamente el demonio, preocupado de estar obligando a el niño a hacer algo que en realidad no deseaba.

 

 

-N…no es eso…-Murmuró tímidamente. –Es solo que…ambos somos hombres y…

 

 

Un beso, simple, delicado, inocente, acalló sus palabras depositado con cuidado en sus belfos delgatos.

 

 

-¿Me odia, Bocchan?

 

 

-Es claro que no.

 

 

-¿Entonces me ama?

 

 

-P…pero que dices.

 

 

-Entiendo. –Concluyó reincorporándose sobre en  el colchón, dejando espacio entre el pequeño cuerpecillo y el. –Si usted no lo desea, yo no le obligaré a hacer nada, creo que ya lo había dejado claro. Hasta que no esté seguro de que es lo que siente yo no lo molestaré más. –Dijo mientras hábilmente se colocaba de nueva cuenta su pulcra corbata.

 

 

Extrañamente, aquel espacio que había entre sus cuerpos, a el oji-azul le pareció infinito. No quería estar lejos de él, ni mucho menos que pensara que lo odiaba, ¿pero lo que estaba haciendo realmente era correcto? Tener relaciones a los doce años, con un hombre, a escondidas de su padre, escabulléndose de su madrastra, ¿realmente era esa la vida que planeaba continuar? No se parecía en nada a sus expectativas, era mucho mejor. Y no es que anhelara una vida precoz como la de su rubicundo amigo, que de seguro en estos instantes estaría con ese tutor pervertido, pero el hecho de permanecer al lado de la persona que amaba, del demonio que su corazón pecaminoso aclamaba, era suficiente para competir con todo lo malo de su, hasta ahora, corta existencia. Con sus manos delgadas, trémulas, jaló hacia sí el frac del mayor, intentando abarcar su formado torso con sus modestos bracillos, en un intento desesperado por demostrarle lo que en realidad surcaba su corazón, pero al mismo tiempo conservar algo de orgullo.

 

 

-Sebastian, yo… no te odio. Quiero que permanezcas a mi lado, sin importar que. Júramelo. –Dijo con voz segura, a pesar de que en su interior temblaba.

 

El mayor hizo lo mismo que Ciel, y con sus fuertes brazos enredó el pequeño cuerpecillo, no le abandonaría de nuevo, no rompería su promesa.

 

-Yes, my lord. –Exclamó, brindándole un seguridad inigualable a el más joven. –Es hora de que lo lleve a casa Bocchan. –Dijo para de nuevo abrir distancia entre sus complexiones. El mencionado solo asintió.

 

 

 

………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….

 

 

-Buenos días, señoras y señores. El comandante y la tripulación les damos la bienvenida a el vuelo 142 con destino a Londres, cuya duración es estimada en cuatro horas treinta minutos. Por motivos de seguridad, y para evitar interferencias con los sistemas del avión, los dispositivos electrónicos portátiles no podrán utilizarse durante las fases de despegue y aterrizaje. Los teléfonos móviles deberán permanecer desconectados desde el cierre de puertas hasta su apertura en el aeropuerto de destino. Por favor, comprueben que su mesa está plegada, el respaldo de su asiento totalmente vertical y su cinturón de seguridad abrochado. Les recordamos que no está permitido fumar a bordo. –La voz de una de las azafatas vestidas con su llamativo uniforme azul se encontraba de pie frente a todos los pasajeros dando las indicaciones que seguramente había aprendido de memoria después de tantos años de servicio.

 

El hombre de cabellos azulados pasó una de sus manos por sus hebras, despeinándolas un poco, observó su reloj: quince después de las nueve. De nueva cuenta dirigió su vista a el frente, la dama se había retirado ya. Suspiró cansinamente y se revolvió en el asiento, intentando encontrar una posición cómoda y que le sirviera para las próximas horas de viaje. De su maletín extrajo un libro de pastas gruesas y obscuras, notablemente desgastadas. Recorrió sus páginas rápidamente con los dedos, más algo resbaló de estas. Pronto se estiró y recogió aquel papel, que estuvo atisbando absortamente por unos cuantos minutos. Con melancolía repasaba las figuras retratadas en esa foto de años atrás, intentando recordar lo acontecido ese día.

 

Sus labios se transformaron en una sonrisa amarga, más se notaba la desesperación en sus ojos castaños.

 

 

-Es una hermosa familia. –La voz de la azafata lo sacó de sus cavilaciones. -¿Le gustaría un refrigerio? –Preguntó amablemente la mujer.

 

 

-Gracias, pero ya he almorzado. –Respondió amablemente el adulto devolviéndole la sonrisa a la dama.

 

 

-Si me permite mencionar, tiene una familia hermosa. Es usted un hombre afortunado. –Dijo la mujer inocentemente, ignorando por completo la realidad del pasajero con el que entablaba conversación.

 

 

-Gracias. –Volvió a decir el hombre con la mirada cargada de melancolía.- En realidad era hermosa. –Susurró más bien para sí mismo y sin que la azafata llegara a escuchar.

 

 

-Si necesita algo más no dude en llamarme. –Se despidió cortésmente la dama, mientras que frente a ella empujaba un carrito color plateado con aperitivos y algunas bebidas hasta desaparecer en una de las cabinas.

 

 

El mayor de los Phantomhive volvió a suspirar por segunda vez esa mañana, repasando con la vista de nueva cuenta aquella fotografía, comparando los rasgos de su difunta esposa Rachel con los de su pequeño hijo y único heredero. En un intento de darle la mejor vida posible se había vuelto un padre ausente en la vida de su hijo, ahora, entrando en la adolescencia, y el bien sabía lo mucho que los jóvenes necesitan a sus padres en esa edad tan complicada.

 

-Pronto estaré contigo, Ciel. –Murmuró mientras volvía a colocar la foto en su lugar.

 

 

 

 

Notas finales:

¿Qué les ha parecido? Se que este capítulo no tiene mucho CielXSebastian, pero más que nada quería explicar el papel de Angela como la loca que es y explicar el por qué de su locura. En cuanto a Vincent, necesitaba introducirlo en la historia y así quedó.

Espero que les haya gustado y si no, diganmelo en un review y cómo les gustaría que lo mejorara.

Me despido.

 


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