Amenaza de muerte
Prólogo
Yamato
Estaba en mi casa tumbado en la cama con una carta en la mano. La leí de nuevo. Era una amenaza de muerte clarísima. Suspiré. Yo no había hecho nada malo para que nadie me quisiera matar. ¿Era todo por envidia de que había nacido en una familia rica? Suspiré de nuevo. No entendía como podía haber tanta maldad en el mundo. Lo que estaba claro era que necesitaba alguien que estuviera conmigo durante todo el día para evitar que me hicieran daño pero debía de ser alguien que supiera cómo defenderse a él y a mí. Es decir, necesitaba un guardaespaldas. Pero la idea no me gustaba para nada. Tener a alguien siempre junto a mí… parecía bastante agobiante.
Después de mucho pensarlo decidí que no importaba lo agobiante que fuera que era necesario y que no quería preocupar ni a mi padre ni a mi hermano menor por lo que hice llamar a uno de mis sirvientes para que enviara una carta de petición a uno de los mejores guardaespaldas. Este cogió la carta y se fue dejándome solo de nuevo, pero no por mucho tiempo ya que, seguidamente entró mi hermano.
—Hermano, ¿va todo bien?
—Claro, ¿Por qué no debería?
—Porque has llamado a un guardaespaldas.
—Es solo por seguridad.
—pero si siempre has estado en contra de estas cosas.
—He cambiado de idea.
—No me lo creo.
—Por Dios Takeru créeme.
—Lo siento pero no puedo.
—Como quieras.
—Y encima has cogido uno de los mejores: Susumu Yagami.
—¿Qué eres un espía?
—No, pero me preocupo por ti.
—No hace falta. Yo soy mayor como para cuidarme solo. Pero te lo agradezco.
—Bueno, si necesitas a alguien ya sabes dónde estoy… —dijo Takeru un poco triste.
—Take, gracias.
—De nada —dijo con una pequeña sonrisa, la cual le devolví.
No quería que mi hermano se preocupara por mí por lo que no le dije nada de la carta que había recibido y era mejor que no lo supiera.
Taichi
Estaba en casa de mis padres, haciendo una siesta ya que no tenía nada mejor que hacer. Hacía tiempo que había acabado los estudios y trabajar de cualquier cosa no me apetecía, yo quería ser guardaespaldas como mi padre. Sabía mucho del tema, siempre me había gustado luchar. Por lo que sabía, karate, judo, y bastantes artes marciales, sabia usar armas ninja y katanas así que no tenía que preocuparme por si alguien me atacaba y sabía que sería un buen guardaespaldas. Pero en esta época en la que estábamos no se necesitaban guardaespaldas para nada. Me parecía una cosa sin sentido ya que esto hacia que la gente estuviera poco protegida.
De pronto escuché el timbre de mi casa por lo que, con mucha pereza, me levanté y me fui hasta la puerta para recibir a la persona que había llamado. Allí se encontraba un hombre de unos cuarenta años, vestido con ropa de criado. Hizo una pequeña reverencia y alargo una mano donde había un pequeño sobre.
—Es para Susumu Yagami, ¿está en casa?
—En este momento no. Pero soy su hijo, no sé preocupe que se la daré en cuanto venga.
—Muchas gracias, señorito.
—De nada —respondí mirando la carta que tenía en mi mano.
El criado se fue hasta un coche que lo esperaba en la puerta de mi casa y lo vi desaparecer. Entonces miré la carta de nuevo y decidí leerla. Era una petición de un tal Yamato Ishida, para que le hiciera de guardaespaldas. Como era el trabajo que quería y mi padre se había hecho viejo para estas cosas decidí que cogería yo ese trabajo. Por lo que me prepararía para ir al día siguiente al sitio que decía la carta.