Nunca pensó que esto le tomara mucho tiempo, hacia más de 1 mes que su abuela había encontrado el pasadizo por donde el salía para juntarse con sus amigos, y ahora, tenía que encontrar otra salida de aquella casa. Sonrió para sí al reconocer el porqué de aquella desesperada fuga.
Pero valdrá la pena – rio entre dientes al imaginar la cara de su abuela al enterarse de que se había escapado de nuevo – todo es por él. – dijo con semblante serio.
Caminó hacia el comedor, donde seguramente se encontraba su abuela. Era hora de empezar con su maravilloso plan para encontrarse con él. Al entrar al comedor, vio a la mujer con la que vivía sentada en una mecedora con su guitarra sobre sus piernas. En ese momento, por su mente pasaron escenas donde era él quien estaba en las piernas de su abuela. Miró a otro lado hasta que el recuerdo pasó.
- Django – escuchó como Sartana le hablaba – pero, ¿qué haces escondido entre las sombras? Ven.
- Voy abuela. - Llegó frente a ella y le miró. Ella hizo lo mismo, viéndolo de pies a cabeza.
- Querido – habló al fin la anciana – Son más de las siete de la noche, ¿por qué sigues con tu pijama?
¿No lo había mencionado? Django tenía una ligera obsesión con los cadáveres y cosas así. Hace unas navidades su abuela le había regalado un pijama de cuerpo completo simulando ser un esqueleto, además de traer un gorro haciéndole de cráneo. Le encantaba usarla, por eso casi nunca se la quitaba.
- Sabes que me encanta. – dijo sentándose en un banco frente a la barra de la cocina.
- A veces me arrepiento de habértela regalado – dijo su abuela esbozando, extrañamente, una sonrisa. - ¿A qué venías? – ahora era cuando.
- Eh… sólo venía a decirte que voy a salir. – Dijo esbozando una de sus mejores sonrisas.
¿Qué? ¿Creían que había desarrollado un súper plan para poder salir de su casa? Pues gente, se han equivocado. Claro, Django tiene fama de elaborar demasiado sus planes, pero esta vez, sería diferente, pues su abuela sabía cómo era, y no sospecharía en un simple permiso…
- ¿Con quién? – bueno, casi no lo haría.
- Con los mismos de siempre, ya sabes.
Su abuela le miró con cierto recelo. Siguió meciéndose y cerró los ojos. ¿Le habría creído?
- Está bien. Me hablas para avisar si llegas o no.
- Si, abuela – dijo Django ya de pie. – Nos vemos.
Bien, eso fue fácil. Ahora que lo pensaba, era mejor decir la verdad a medias, a una mentira completa. Caminó silbando una melodía inventada en ese mismo instante y se dirigió al parque donde siempre estaba Manny Rivera en tardes como esas, esperándolo.
• Capitulo 3.
Abrió lentamente los ojos mientras dejaba que estos se acostumbraran a la poca luz de su habitación, supuso que eran ya más de las 7, quiso levantare pero una mano le detuvo.
- Que, ¿papa? – su padre lo miraba serio – ¿qué paso? ¿Qué hora es?
- Son las 8, debemos hablar Manny – la mirada de Rodolfo se suavizo mientras se sentaba en la cama junto a su hijo
- Pero yo quede de verme con alguien y debo ir – no podía quedarse en aquella casa, necesitaba salir así fuera con una mentira – papa enserio déjame ir
- Manny esto es serio, el señor Suarez vino a darte la mano de Frida. Es hora de que tomes responsabilidades, Manny ya no eres un niño.
- Pero…
- Pero nada – bramo serio – no sales de este cuarto hasta que hayas pensado en lo que harás con el compromiso jovencito
- ¡Yo no quiero casarme con Frida! – sentía como los ojos se le llenaban de lagrimas que no quería mostrar – papa por favor no me hagas casarme – murmuro finalmente dejando salir algunas gotas saladas
- Manny, el señor Suarez llega mañana por la mañana. Querrá una respuesta y para entonces espero que la tengas – Rodolfo se dispuso a salir – puedes irte, solo procura llegar temprano
El más joven de los Rivera no lo pensó mucho antes de salir corriendo de su casa, el cielo comenzó a oscurecerse mientras las nubes de tormenta comenzaban a avecinarse, sus ojos comenzaron a cristalizarse pero no quería soltar ni una sola lagrima ya que no quería parecer débil, pero, ¿Qué haría ahora?, no quería casarse con Frida, era su mejor amiga y dudaba que la llegase a ver como algo mas, corrió un tramo más hasta que tropezó con una piedra, al caer se raspo no solo su antebrazo sino un pedazo de su pantalón
- Maldición – las lágrimas ya corrían libremente por sus mejillas – ¿Por qué?
Se levanto como pudo y siguió su camino, el parque no quedaba muy lejos y él sabía que era el mejor lugar para estar solo en ocasiones como estas, corrió lo más rápido que sus piernas pudieron correr y llego al pequeño parque de ciudad Milagro, su ropa estaba mojada a más no poder, y su brazo le ardía por el golpe y la herida que se había hecho al caer, miro el cielo y deseo con todas sus fuerzas encontrar un poco de alivio a aquello, no podía querer hacerse el fuerte cuando sabía que no lo era, ni mucho menos. Solo quería aliviar un poco sus pesares, ¿era mucho pedir?, solo eso.
- Manny no pensé en verte por aquí – escucho que susurro Django mostrando un deje de sonrisa al verlo llegar, no espero verlo ahí – toma
El nieto de sartana le entrego una pequeña sombrilla mientras le sonreía cálidamente
- Pero te mojaras – protesto con apenas un hilo de voz – no quiero que te pase algo por mi culpa
- No te preocupes ya esta parando – Manny miro levemente el cielo – ¿quieres ir a tomar algo?
- C-claro – sonrió levemente – vamos a la cafetería del parque, me gusta el pastel que tienen
- Por supuesto – rio el chico – yo invito
Manny sonrió, sonrió como nunca lo había hecho, Django siempre le hacía sonreír, le gustaba estar con él, era una extraña sensación que se sentía en su estomago provocándole cosquilleos, miro de nueva cuenta a su acompañante y una sonrisa se asomo en sus labios, definitivamente amaba todo de Django…