Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Segundos por SHINee Doll

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Dedicado a ti, que adivinaste las canciones involucradas en «Hearts».

Notas del capitulo:

La primera vez que intento con esta pareja. Espero en el futuro hacerlo mucho mejor.

Me removí entre las ya de por sí desordenadas sábanas de mi cama, tirando la almohada al suelo accidentalmente. La misma historia venía repitiéndose desde hacía dos semanas, tiempo que llevaba soportando el insomnio que me atosigaba. Kibum solía decirme que todo era psicológico, que me encontraba demasiado estresado y por eso me costaba dormir aunque estuviese muy cansado. Jinki comenzaba a preocuparse, alterado ante la sola idea de que mi salud se viese afectada. Taemin me recordaba cada noche, luego de la cena, que un vaso de leche tibia era efectiva para casos así. Y Minho…


Giré el rostro en su dirección, viéndolo dormir con cierta envidia. Cuando se mudó a mi habitación, desplazando a Taemin luego de una pelea con Kibum, fue que el sueño me abandonó. No debías ser un genio para darte cuenta que el par de la línea 91 tenía algo más que una «buena amistad». Era lógico pensar que estaban saliendo en un plan romántico, aunque lo negasen todo a diario. Digo «estaban», porque su última discusión terminó con todo.


Nunca podría comprenderlos, estaba seguro, porque tampoco era capaz de entenderme a mí mismo. Con Kibum mi relación era bastante buena, los mejores amigos, nos conocíamos de pies a cabeza. Con Minho era diferente, muy distinto. Nuestra amistad asombraba a muchos, también éramos muy unidos, pero había algo más ahí.


Una especie de tensión, podría decirse. Minho tenía ese no sé qué que me atraía inconscientemente. Lo noté una tarde lluviosa donde éramos los únicos en el apartamento, mientras hablábamos cara a cara sobre el sofá de la sala. Sus labios se movían rápidamente, soltando palabra tras palabra, pero a mis oídos no llegaba ninguna, porque toda mi atención estaba puesta en su boca abultada, en los suaves que parecían sus labios y lo maravilloso que debía sentirse acariciarlos, lamerlos, morderlos y no volver a soltarlos por el resto de nuestras vidas.


Recordaba perfectamente su expresión enfadada al enterarse que no prestaba atención a su relato. También el revoloteo insistente en mi estómago mientras le sonreía a modo de disculpa y tragaba a duras penas la saliva acumulada en mi boca ansiosa por la suya.


Choi Minho despertaba en mí sentimientos extraños.


Salí de la cama con un suspiro, lanzando la sábana, fastidiado. Bajo mis ojos comenzaban a dibujarse unas horribles ojeras que, gracias al cielo, bien podían ocultarse con maquillaje todavía. Me acerqué al alto y tiré de la delgada tela para cubrir su cuerpo que se estremeció ligeramente al sentir mi presencia. Acaricié su mejilla con la punta de los dedos, sin poder evitar pensar lo hermoso que siempre me había parecido Minho.


Le envidiaba, demonios, le envidiaba mucho. También le odiaba, pero sólo por encantarme tanto.


Me dirigí a la cocina haciendo el menor ruido posible. Por vez primera, en mucho tiempo, decidí tomar uno de los consejos inocentes e infantiles de Taemin y puse algo de leche a calentar. Jugué con mis dedos mientras nuestra estufa eléctrica hacia su trabajo, preguntándome el por qué no utilicé el horno de microondas. Un par de minutos después, pasé el líquido bovino a una taza y agregué un poco más de la caja de cartón, mezclando fría y caliente para tener la temperatura adecuada. Jamás me había gustado su sabor, había algo que no lograba convencerme, pero sumar algo de chocolate posiblemente me hubiese despertado más todavía.


Tomé asiento en uno de los banquillos frente a la barra, tamborileando con mis dedos sobre la fría cubierta de ésta. Mil cosas me pasaban por la cabeza en ese momento, pero al final volvía al punto inicial: Minho.


Minho y sus proporciones extrañas. Minho y su altura. Minho y sus largas piernas. Minho y sus ojos grandes, oscuros y profundos. Minho y sus labios gruesos, apetitosos. Minho y sus sonrisas tímidas, inocentes. Minho y su atractivo natural. Minho y su sensualidad indiscutible. Minho y su habilidad en los deportes. Minho y su voz dulce. Minho y… Minho, Minho. Minho. Sólo Minho.


— Maldición. — me quejé, golpeando con el puño cerrado mi muslo. — ¿Por qué demonios tengo que sentirme de esta forma?, ¿por qué sólo yo?


— ¿Jonghyun? — alcé el rostro, deseando encontrarme alucinando o haberme quedado dormido, pero la suerte no me acompañaba. — ¿Qué ocurre?


Minho y su inoportuna costumbre de aparecer en los momentos menos indicados.


— No es nada, rana. — traté de sonreír, pero sólo alcancé a formar una mueca que ni el tonto de Jinki se tragaría. — Estoy un poco frustrado por no poder dormir.


Asintió, aunque en sus ojos se reflejaba que no creía ni media palabra. Tomó el vaso de mis manos y lo llevó a sus labios, arrastrando el banquillo continuo al mío para ocupar un lugar a mi lado. Le miré en todo momento, confundido por esa sonrisa que adornaba su boca y que carecía de sentido para mí, a pesar de acelerarme el corazón y ponerme nervioso.


— ¿Lo has intentado realmente? — indagó curioso, acusándome con sus orbes enormes. — No me mires así, Jonghyun. Lo que trato de decir es que debes tratar de dejar tu mente en blanco, olvidarlo todo. — asentí, arrebatándole el vaso. — ¿Puedo preguntarte qué es eso que ocupa tus pensamientos últimamente?


«Tú, Minho. Tú eres en lo único que pienso», me abofeteé mentalmente, nunca lo diría. — ¿No lo estás haciendo ya? — enarqué una ceja, sonriendo con sorna.


Responder una pregunta con otra es signo de debilidad, falta de confianza y nerviosismo; pero ¿qué más podía hacer? Asintió, mordiendo su labio inferior de una manera condenadamente tentadora. Ese gesto ante mis ojos era una tortura atroz, como observar a alguien comer tu postre favorito cuando estás a dieta o beber agua cuando mueres de sed. No sabía si lo hacia consciente o no del efecto que provocaba en mí, pero casi podía jurar ver la burla reflejada en sus ojos.


— ¿Me lo dirás? — cuestionó, posando una de sus manos grandes en mi hombro. Negué, terminando con la leche. — Somos amigos, Jonghyun, así que déjame ayudarte. — obviamente él no entendía lo que era una negativa. — Al menos puedo escucharte, incluso podemos buscar una solución entre los dos.


Minho y su inexistente capacidad para intuir cuando alguien no quiere «tocar» un tema en particular.


— Suena bien, pero no. — murmuré, sin mirarlo. — Gracias de todas formas.


Me disponía a salir de la cocina cuando sujetó mi brazo, frenando mis pasos. Me hizo girar con brusquedad, tal vez con torpeza, y fijé la vista lejos de él, en un punto cualesquiera de la pared a su espalda. Permanecimos callados por un tiempo que me pareció eterno. El silencio nunca me había molestado, pero esa noche me asfixiaba, me sofocaba, me asustaba. Finalmente apartó su mano y suspiró, no hice el intento de escapar siquiera.


— Lo lamento, Jonghyun. — comenzó, tratando de sonreírme. — No quería ser una molestia. Es sólo que estoy preocupado por ti. Estás actuando extraño, últimamente siempre te distraes y luces agotado también. Pensé que quizá hablar sobre esto sería bueno, ahora me doy cuenta que no.


— Está bien, Minho, de verdad. — centré mi atención en él, brindándole una sonrisa despreocupada de lo más sincera.


Verlo ahí, escuchar sus palabras, me hacía feliz. Éramos amigos, pero en ese momento su preocupación, su cariño y su calidez no parecían ser sólo fraternales. Algo en su mirar era diferente, sus sonrisas también lo indicaban. Me rodeó con sus brazos y escuché el latir frenético de su corazón, tan similar al mío. Correspondí con ganas, aferrándome a su camiseta, cerrando los ojos sólo un momento, aspirando el aroma de su fragancia todavía presente.


— Te quiero, Jonghyun. — se apartó para mirarme a los ojos y le sonreí de nuevo.


— También te quiero, Minho. — asintió y me devolvió la sonrisa, con sus ojos brillando curiosamente.


Ese «te quiero» era sincero, salía de lo más profundo de mi corazón, aunque quizá él no pudiese notar que encubría un «te amo», un «estoy enamorado de ti» o un «quédate a mi lado». El suyo no debía ser más que un «somos amigos», pero trataba de no pensar en ello.


Acarició mi rostro, pasando sus dedos alrededor de mis ojos. Le dejé hacer, perdido en su expresión indescifrable.


— Debes dormir. — me recordó, mordiendo su labio inferior.


Nos quedamos en silencio. Nuestras miradas se cruzaron y algo pareció cambiar a nuestro alrededor.


Un segundo, mi corazón dio un vuelco.


Dos segundos, un escalofrío me recorrió entero.


Tres segundos, me acerqué, su aliento me acarició los labios.


Sus ojos se cerraron, los míos también lo hicieron. Mis labios encontraron los suyos y… fue maravilloso. Más de lo que alguna vez imaginé que podría llegar a ser.


La boca de Minho se amoldaba a la mía con una perfección abrumadora, como si debiesen estar fundidas en la otra. Movía sus labios con la misma insistencia que lo hacía yo, aferrándose con ambas manos a mi camiseta, robándome el aliento. Lo rodeé con fuerza, haciendo eso que tanto deseaba: morderlo.


Mis dientes fueron a parar a su labio inferior, mordisqueándolo una y otra vez, haciéndole suspirar. Su lengua encontró la mía unos instantes después, y jamás creí posible que mi corazón pudiese ir tan aprisa. Le besé todo el tiempo que mis pulmones me lo permitieron, apartándome cuando me costó respirar, jadeante, con un sinfín de emociones recorriéndome. Él tenía las mejillas rojas, casi tanto como sus labios hinchados y brillantes por mi saliva.


Minho y ese brillo en sus ojos, en sus labios, en su persona.


Sonreí, mirándolo con cierta vergüenza también. ¿Qué se supone que debía decirle?, ¿cómo explicarle que llevaba soñando con ese momento bastante tiempo?


Se llevó la mano al cabello, despeinándose más de lo que ya se encontraba. Choi Minho siempre sería lo más hermoso que mis ojos habrían de contemplar, especialmente cuando podían verlo así: ansioso, nervioso, avergonzado, tímido, confundido, emocionado…


— Iré a la cama, ¿vienes? — decidí escapar por la tangente, pensando que era lo mejor para evitarnos más bochornos.


Supongo que la idea le pareció buena, porque asintió y me siguió en completo silencio. Me sentía extraño, pero muy bien. Demasiado bien, tanto que posiblemente me pudiese dormir y soñar con ese beso toda la noche. Esa también era una buena idea.


Entramos a la habitación y cada uno se dirigió a su cama. Un escueto «Buenas noches» abandonó nuestros labios al mismo tiempo. Fue gracioso, de cierta manera. Nos tumbamos boca arriba y contemplamos el techo por mucho tiempo. Él fue el primero en dormirse, como de costumbre, de costado y con su rostro en mi dirección. Sus labios levemente separados, su pecho subiendo y bajando tranquilamente; tan hermoso, tan perfecto, tan adorable.


Mis ojos comenzaron a cerrarse también, pero me esforcé por mantenerlos abiertos.


— Sólo unos segundos más. — supliqué en voz baja, contemplando a Minho con una pequeña sonrisa en mis labios.


Después caí dormido profundamente, como hacía tiempo no pasaba, con esa sonrisa tatuada en mi rostro y mi pecho inundado de su calidez, su cariño y todo ese amor que guardaba sólo para él; porque yo amaba a Choi Minho con todo mi corazón, no tenía ninguna duda.

Notas finales:

Espero que la siguiente vez sea muy diferente... 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).