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Sakura no Shita por aoixshima

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Notas del capitulo:

Primer fic que escribo sobre mi pareja favorita, espero que sea de su agrado :3

-Viernes-

 

La primavera se acercaba más pronto de lo que yo hubiera querido. Los árboles a mi alrededor se teñían de ese rosa pálido y el viento soplaba arrastrando consigo los pétalos de esas pequeñas flores. Caminaba por aquél parque junto a un lago de aguas cristalinas sin poder evitar ser cautivado por la belleza del paisaje. Las parejas se reunían bajo aquellos cerezos floreciendo en todo su esplendor, para contemplarlos mientras se demostraban su mutuo amor. Observaba esas imágenes repetirse a cada esquina del lugar y decidí sentarme en un asiento a descansar por un instante. Necesitaba distraer mi mente, liberarla de todo recuerdo que me atara a esa persona, pero era imposible. No había nada más cruel que el inicio de abril en soledad. Para mí en ese entonces lo era, porque habíamos prometido que permaneceríamos juntos a pesar de las dificultades que se nos presentaran y desafortunadamente no fue así. Él se alejó de mí sin importarle como lo tomaría. Mis sentimientos se vieron pisoteados por sus palabras y con ello todo en mí se derrumbó.

 

Dos años de haber compartido mi vida con él echados a perder por un tonto y doloroso adiós. Lágrimas tras lágrimas derramadas, canciones escritas, recuerdos guardados, e intensos momentos vividos para acabar con el corazón destrozado.

 

Todos los días cuando salía del colegio debía pasar por aquel lugar. No había ningún otro camino que pudiera tomar, porque por más que lo hiciera, todo me recordaba a él.

 

Aún podía sentir su perfume en el ambiente y a veces creía oír su risa entre la multitud de personas. Mi mente estaba siendo afectada por ilusiones que me destruían desde el interior y yo lo sabía. Era consciente del daño que me producía el  extrañarlo, pero no podía hacer nada por cambiarlo. Me había alejado de mi familia, de mis amigos, y cansado de esa agonía que me torturaba día a día, pensé en suicidarme. Probablemente esa era la decisión más cobarde que pudiera tomar, pero estaba desesperado y agotado de correr  de un lado a otro sin encontrar la salida.

 

Esa tarde salí del colegio con unas pastillas para dormir en el bolsillo de mi saco, decidido a ponerle fin a mi melancólica vida. El día anterior lo había visto pasearse muy contento de la mano con su nueva pareja por el patio del colegio y fue entonces cuando me dije a mi mismo que ya tenía suficiente. No seguiría tolerando un segundo más el hecho de ver a Kai en los brazos de otro hombre que no fuera yo.

 

Me acerqué hasta aquél árbol derramando lágrimas que no querían cesar y me recosté bajo su sombra a esperar que la  gente se dispersara. Las flores del cerezo caían encima de mí como si quisieran de algún modo consolarme, pero yo estaba desbastado y alterado. Me levanté del suelo y comencé a buscar alrededor de su tronco nuestras iniciales. Aquellas que habíamos trazado como dos niños inmaduros y enamorados cuando cumplimos nuestro primer año juntos, y juramos que cada primavera estaríamos allí viendo los cerezos florecer.

 

Maldije a aquel chico por haberme arrebatado el amor de la persona que amaba; lloré y grité hasta dejarme caer en el suelo y finalmente de rodillas con mis trémulas manos me animé a abrir el frasco de píldoras. Tomé la primera recordando su sonrisa; esa que nunca más volvería a ver, y sentí su sabor amargo invadir mi boca. Suspiré mientras veía el sol ocultarse lentamente detrás de los edificios al otro lado del lago y tomé la segunda pastilla entre mis manos. Estaba a punto de llevarla a mi boca, pero me detuve; no porque hubiera cambiado de opinión, sino porque un chico me observaba desde un asiento  cercano.

 

Le devolví la mirada con curiosidad sin moverme de  ese sitio y él a cambio me dedicó una sonrisa. Llevaba un rato haciendo berrinche y no me había percatado de su persona. Me sentí muy avergonzado por ser tan infantil. Ese chico pelinegro que se veía tan relajado y calmo, tenía sobre su regazo un papel y unos lápices; lo que me hizo pensar que tal vez estaba allí dibujando.  Hice un intento por levantarme y retirarme del parque, puesto que había arruinado mis planes, pero en cuanto quise ponerme de pie sentí que todo a mi alrededor giraba. Me sostuve de aquél tronco y noté que había perdido fuerza cuando resbalé cayendo bruscamente sobre el pasto. Decidí quedarme ahí tendido para no hacer otro papelón. Si antes quería acabar con mi vida, cuando lo escuché reír sólo aumentaron mis ganas de desaparecer.

 

Tomé ese frasco una vez más hasta que él me lo quitó de las manos. – ¿No crees que estás algo joven para tomar este tipo de pastillas? – me esforcé por enfocar mi vista hacia la suya, pero por mucho que lo intentara no conseguía verlo. Todo se había vuelto borroso y no tuve más opción que limitarme a oír su voz, tan profunda y ronca que hacía acelerar mis latidos. Comencé a dar manotazos al aire con la idea de recuperar lo que me pertenecía, y él sólo reía por mi torpeza haciendo que enfureciera cada vez más.

–Ya, ¡devuélvemelas! – le grité sabiendo que estaba siendo inmaduro.

– ¿Por qué un estudiante de secundaria como tú haría semejante tontería? – él seguía hablándome demostrando interés y yo me impacientaba por no poder verlo. Si su rostro era tan atrapante como su voz, no demoraría mucho tiempo en caer rendido a sus pies.

–Porque me odio y él también. No tiene sentido que te lo explique, ni siquiera sé tu nombre – me crucé de brazos recostando mi espalda sobre las raíces del árbol y a los pocos segundos el chico se recostó a mi lado.

 

–Es cierto, aún no me he presentado; Shiroyama Yuu – extendió su mano para luego estrecharla con la mía.

–Takashima Kouyou – respondí quitándome esas flores del cabello que estaban encaprichadas en arruinar todo tipo de plan que pudiera tener.

–Por cierto ¿Quién es el chico del que hablabas? – creí haberle dejado en claro que no quería hablar de ese asunto, sin embargo decidí continuar con la conversación. No permitiría que se fuera de allí sin conocer sus facciones.

–Era mi novio y me abandonó unos meses atrás justo cuando comenzaba el invierno – su risa contrastó con la seriedad que yo mantenía al contarle mi historia.

–Y déjame adivinar… él ahora está feliz con otro chico besándose y paseando de la mano, viendo el atardecer en algún otro parque, mientras que tú estás aquí como un tonto llorando por él, y quejándote como si tu vida fuera la más miserable del mundo ¿No es así? – Acababa de conocerlo, llevábamos unos pocos minutos entablando un diálogo y supo ver a través de mí. Probablemente él estaba siendo sarcástico conmigo, pero aún así se quedó a mi lado e impidió que llevara a cabo mi absurdo propósito.

 

–Si, tienes toda la razón, soy un tonto. –Suspiré sentándome.

–Sabes, en el fondo eres inteligente, al menos supiste reconocer tus errores. Ya verás que pronto estarás bien, te lo aseguro –Se levantó dándome una palmada en la espalda y mi corazón  volvió  a acelerarse temiendo que Yuu se apartara.

-¡Espera!- Intenté detenerlo cuando sentí sus pasos distanciarse de mi lado. –Estoy mareado y no logro ver con claridad –continué explicando apenado.

– ¿Quieres que te acompañe hasta tu casa? –propuso ayudándome a ponerme de pie.

–Si, por favor – mi voz se oyó tan débil en comparación con la suya…

-Ven, sígueme. Ah, lo siento, olvidé que no podías ver – retrocedió y me tomó de la cintura para que mi postura se tornara firme y pudiera caminar a su ritmo -¿Crees que podrás subir a mi bicicleta? Bueno, te ayudaré de todas formas – asentí sonriendo y logré subir al vehículo. –Bien, ahora sujétate de mi cintura. Hazlo fuerte, no quiero tener que detenerme a buscarte por el camino si te caes – ambos reímos divertidos mientras rodeé su cuerpo con mis manos

– ¿Así está bien? – pregunté sólo para oír su hermosa voz

–Si, está perfecto. Ahora tienes  que indicarme la cantidad de cuadras. – acomodé mis manos arrugando la textura suave de su camisa y comencé a sentir el calor de su piel traspasar la tela. Me hubiera gustado recostar mi cabeza sobre su espalda, para que su sonido al hablar impregnara mis oídos con aquellas vibraciones. Sin embargo, no me atreví a hacerlo. Éramos desconocidos y seguramente se hubiese sentido incómodo ante el contacto. Suficiente tenía ya con mi imagen de chico suicida como para sumarle otra de acosador.

 

–Tienes que seguir derecho unas siete cuadras – logré indicarle saliendo de mis pensamientos por un instante. El viento soplaba en la dirección contraria a la que íbamos esparciendo su perfume por el aire hasta acercarlo a mí, y su cabello rozaba suavemente contra mi rostro produciéndome cosquillas al igual que mis manos lo hacían con su cintura. No podíamos dejar de reír, porque incluso si intentábamos ponernos serios la risa del otro se volvía contagiosa para los dos. Solté su cuerpo sabiendo que extrañaría esa sensación y descendí del vehículo en cuanto él se detuvo.

–Te acompañaré hasta la puerta – dijo tomando mi mano que se encontraba húmeda por los nervios.

–Vivo en la casa de rejas blancas – de a poco comencé a recuperar mi visión y alcancé a señalarle mi hogar.

– ¿Ya puedes ver? – preguntó sonriendo con entusiasmo. Tomé la perilla de la puerta para girarla y llevé mi vista hacia donde estaba Yuu.

 

Me estremecí al verlo tan de cerca por primera vez. Su mirada era aún más profunda que su voz y sus labios apetecibles  lograban intensificar cualquier sensación que pudiera haber aparecido dentro de mí en ese momento.

–Nee… No me mires como si estuvieras viendo un fantasma ¿Tanto te asusto? – por supuesto que no estaba asustado, estaba anonadado con lo que acababa de ver y mis palabras se negaban a salir de mi boca. El chico era mucho más atractivo de lo que me había imaginado.

–No es eso. Es que pensé que eras diferente. –  Dije casi disculpándome.

–Ya veo, supongo que te desilusionó conocerme – o Yuu era modesto o tenía una percepción distorsionada de si mismo.

– ¿Desilusionarme? No, claro que no, si tú eres… –  me detuve a pensar por un momento para no ser tan impulsivo.

– ¿Yo soy…? – preguntó sonriendo mientras avanzaba hasta quedar enfrente mío.

–…lindo – me animé a decir luego de un fallido intento de búsqueda de adjetivos en mi mente. Si sólo podía pensar en esa palabra ¿Por qué debía esforzarme por cambiarla?

–Gracias, tú también lo eres – avanzó un último paso dejando que sus labios choquen contra los míos y se retiró en su bicicleta. Eso había sido demasiado corto para ser un beso o a lo mejor era yo quién deseaba más. 

 

-Lunes -

 

Pasé todo el fin de semana encerrado en mi habitación pensando en él. Dibujando una y otra vez sus rasgos en mi mente. Para algunos sería tiempo desperdiciado, pero para mí era entretenido quedarme acostado en mi cama con la mirada perdida en algún punto de la pared, recordando esa tarde. Quizás yo no era la persona más normal del mundo, pero aun así me sentía bien soñando despierto con un completo desconocido. Yo no sabía más que su nombre y sólo lo había visto esa vez, sin embargo de alguna forma salvó mi vida y me sentía en deuda por eso. Bueno, al menos eso era lo que mi conciencia quería hacerme creer.

 

Me senté a la mesa del comedor y mi madre me acercó el almuerzo. Hacía mucho tiempo que no compartía una comida con ellos. Seguramente desde antes de romper con Kai. ¡Al demonio con ese nombre que estorbaba mis pensamientos! Ya no volvería a gastar mis energías en alguien como él. Habían pasado sólo dos días desde mi absurdo intento de suicidio por amor y ya creía que había sido algo estúpido. Por supuesto que lo era. Si tenía que quitarme la vida por alguien, entonces no podía llamarle amor.

 

Acabé mi comida suspirando luego de haber estado sumido en mis pensamientos y tomé mis cosas para dirigirme al colegio. Mi uniforme estaba impecablemente planchado, mi cabello naturalmente peinado y mis ojos llevaban puesto delineador negro. Caminé por aquél parque como acostumbraba a hacerlo cada vez que concurría a clases; no era algo opcional, debía atravesarlo, y las flores volvieron a caer encima de mi ropa, pero ya no las quitaba; estaba resignado a convivir con ellas. Llegué al colegio justo cuando sonaba la campana e ingresé rápidamente al aula para no obtener una tardanza. Me senté en el último asiento junto a la pared, allí donde nadie notaría si estaba durmiendo o poniendo atención a la clase.

–Shima tienes… – 

–Si, ya lo sé. Son sólo pétalos –los interrumpía cada vez que comenzaban a señalarme.

 

Cuando abrí mi mochila me sorprendí notoriamente al encontrar una carpeta que no era mía. La coloqué sobre la mesa y comencé a revisarla verdaderamente intrigado. En su interior había algunos lápices y dibujos hechos prolijamente por estos. Fue entonces cuando caí en la cuenta de quién era su propietario; Shiroyama Yuu, el chico que lograba sacarme una sonrisa con sólo recordar su nombre. Continué revisando sus dibujos totalmente embelesado con el hecho de poder tener contacto con algo que fuera suyo, y me asombré aún más cuando vi mi perfil retratado en aquellos papeles.

 

Yuu era sin duda un gran artista porque yo raramente lograba permanecer quieto en algún sitio por mucho tiempo, y él sin embargo consiguió captar cada una de mis facciones en detalle. Recargué mi cuerpo contra la pared suspirando mientras recordaba ese roce de nuestros labios. Sentía como si todo mi cuerpo se fuera a desvanecer entre sus brazos si lo volviera a ver, pero todavía no estaba seguro de que sentía él.

 

Pasaron las horas y conforme a ellas las clases y los recreos hasta que por fin llegó el momento de salir de allí. Corrí rápidamente al parque observando hacia todos lados con la idea de encontrarme con él, pero el lugar estaba lleno de parejas como era de esperarse. A los pocos segundos pude reconocer el asiento en el que él había estado sentado cuando lo conocí y al ver que se encontraba vacío, decidí sentarme allí a esperarlo.

 

Las personas pasaban una tras otra haciendo que mi cuerpo se sintiera tenso e impaciente. Esperé durante veinte minutos y el sol comenzó a caer. Entonces me di cuenta de que ya era tiempo de regresar a casa y me levanté del asiento acomodando mi ropa y mi cabello. Me coloqué la mochila alzando mi vista listo para irme, pero por alguna razón mi mirada se desvió hacia el cerezo, y allí estaba él, sentado bajo su sombra fumando un cigarrillo. Veía como lo posaba sobre sus labios de una manera casi seductora hasta que de pronto su mirada se cruzó con la mía y reaccioné.

 

Si estaba allí, tal vez él también estaba buscándome y sin pensarlo demasiado me acerqué a Yuu y lo saludé. A lo que él respondió empujándome contra el árbol para luego besarme desprevenidamente. Mordió mis labios con fuerza y comenzó a introducir su lengua en mi boca de una manera intensa y apasionada mientras yo intentaba seguir ese ritmo descontrolado con la mía. Deslicé mis manos por toda su espalda, contorneando su cintura en tanto él empujaba su cuerpo con fuerza haciendo que en mi piel se marque la textura de aquella madera.  Me aparté por un instante de sus labios cuando mis pulmones me exigieron oxígeno

–Yuu, debemos detenernos. Estamos en un lugar público y repleto de gente. – intenté decirle con mi respiración entrecortada. Sinceramente quería continuar de esa forma, pero comenzábamos a sentirnos observados.

 

 –Tienes razón. Tendríamos que venir aquí de noche para continuar con lo que empezamos. – sonrió y prosiguió mordiendo mi labio inferior.

– ¿Qué? ¿Estás loco? Podrían vernos – no supe bien que responder a eso, pero era obvio a lo que se refería.

– ¡Y eso que importa! Cuando tomaste tus pastillas no tuviste miedo de perder tu vida, cuando subiste a mi bicicleta sin conocerme tampoco fuiste muy cuidadoso y ahora cuando quiero hacer el amor contigo bajo los cerezos te asustas – Lo miré sorprendido por lo directas que fueron sus palabras. Él era muy sincero, siempre lo fue.

– No lo sé Yuu. No creo estar preparado para…– apoyó sus labios sobre los míos para silenciarme.

–Te veré aquí a las 2 A.M. No desperdicies la oportunidad porque no suelo salir con hombres –besó mis labios nuevamente para reavivar el deseo y se marchó.

 

-Martes por la madrugada-

 

Eran más de la 1 A.M y daba vueltas en círculo por mi habitación tratando de decidir si debía ir o no a aquella ¿cita? Todo había sucedido muy rápido, pero si el tren pasa y no subes, continuará su camino dejándote a pie. Si, a eso debió referirse cuando dijo que no desaprovechara la oportunidad. Respiré profundo mientras me miraba en un espejo de cuerpo completo y comencé a maquillarme. Iba a ser mi primer encuentro con él y debía impresionarlo si quería seguir viéndolo. Acomodé mi cabello separando algunos mechones y me vestí acorde a la situación, es decir algo insinuante.

 

Abrí mi ventana y atravesé cuidadosamente el pasillo de mi casa para no despertar a mis padres. Trepé las rejas y salté al otro lado sin hacer mucho ruido y finalmente cuando me alejé unos metros de mi hogar comencé a correr hasta llegar al parque. Otra vez estaba llegando  tarde, pero debía arreglarme así que fue por una buena causa.  El lugar estaba vacío por lo que no fue muy difícil encontrarlo.

–Estaba a punto de irme – dijo a modo de saludo. Por alguna razón siempre los omitía, ah sí, él iba directo a lo que le interesaba. 

–Perdón, es que tuve que escaparme – expliqué intentando recuperar el aliento.

–No te preocupes, al menos ya estás aquí. Por cierto, me gusta como te quedan esos pantalones, que pena que tenga que quitártelos – abrí mis ojos lo más grande que pude y tragué saliva. –Ven, vamos a nuestro sitio. – Seguí sus pasos mientras sostenía mi mano con firmeza llevándome bajo al cerezo junto al lago de aguas cristalinas. Ese que se había transformado en “nuestro sitio”.  

Yuu se recostó en el suelo con absoluta relajación, a diferencia mía que continuaba de pie queriendo comerme las uñas por lo nervioso que estaba. Con su mirada me indicó que me sentara a su lado y en cuanto pude moverme avancé algunos pasos con la idea de llegar junto a él. No podía apartar mi mirada de la suya y debido a eso tropecé con las raíces del árbol cayendo encima  de su pecho. Estaba seguro de que esa planta tenía algo en mi contra.

 

Cerré mis ojos temiendo oír su risa, pero en su lugar, sentí su cálido aliento chocar contra mi boca hasta que unimos nuestros labios casi por instinto en un beso cargado de pasión y deseo. Cuando sentí su lengua buscar la mía, todos mis miedos parecieron esfumarse permitiéndome reaccionar y corresponder ante aquél contacto con la misma intensidad que él lo hacía. Llevó sus manos por sobre mis caderas y me sostuvo con fuerza, mientras yo me aferraba de su cintura acariciándolo por debajo de su camisa. Con su rostro buscó mi cuello y comenzó a besarme succionando cada parte de esa delicada piel en tanto yo pellizcaba traviesamente sus pezones.

–Yuu, recuerda que me escapé de casa, no me dejes mar-cas – pronuncié entrecortadamente y él sólo sonrió e ignoró mis peticiones haciendo más presión en sus besos.

–Si no te dejo marcas tu ex novio no podrá enterarse de que tienes dueño – él sabía como decir las cosas para que accediera a sus propuestas, y en cuestión de segundos se ganaba mi consentimiento.

 

De la misma forma en la que él lo hizo conmigo, comencé a besar su cuello sin tener piedad alguna. Si él se había convertido en mi dueño yo también debía ser el suyo. Dejé que mis sentidos se impregnaran con su perfume, sus suspiros, sus caricias, su mirada lasciva y el sabor de su exquisita piel. Con lujuria me empujó al suelo desabotonando mi camisa y deslizó sus manos por todo mi abdomen bajando hasta la cintura de mi pantalón, dónde se detuvo a jugar por un rato con movimientos sensuales y felinos haciendo que lo desee cada vez más. Impaciente por tener sus manos encima de mi cuerpo, comencé a desprender su camisa hasta despojarlo de esta. Al instante, volvió a besar mi boca masajeando mis labios de una forma deliciosa y agradable mientras continuábamos quitándonos las prendas casi con desesperación. Nos deseábamos mutuamente y ambos lo supimos desde un principio así que ¿Por qué esperar? Comenzó a restregar su entrepierna contra la mía con fuerza haciendo que estas despertaran y cuando notó esa reacción no tardó mucho tiempo en deshacerse de su pantalón. Al ver esa tela blanca ajustándolo en demasía, no pude resistir la tentación de llevar mis manos hacia esa zona e introduje una de ellas dentro de su bóxer para acariciarlo con suavidad hasta que el calor de su cuerpo me demandó que aumentara el ritmo tornándolo casi violento. Me gustaba saber que lo disfrutaba y quería complacerlo en todo lo que fuera posible así que pasé mi lengua por su extensión dando unas pequeñas y tímidas lamidas al principio para luego de su aceptación introducirlo en mi boca y recorrerlo por completo. Supe que estaba haciendo lo correcto cuando mi pelinegro amante me tomó de mis castaños cabellos para embestirme con fuerza. Continué de esa forma durante algunos minutos cambiando de ángulo cuando lo creía necesario hasta hacerlo gemir una y otra vez. Me separé de su miembro cuando sus manos sosteniendo mi rostro me detuvieron para que sus labios me besaran con frenesí.

 

 

 

El hecho de saber que podríamos ser descubiertos nos excitaba aún más, pero de repente ese miedo que tenía en un principio volvió a mí cuando comenzó a ensalivar sus dedos y avanzó hacia mi cuerpo para desvestirme por completo. Sabía muy bien que sería doloroso, pero estaba ardiendo por dentro así que sólo cerré mis ojos entregándome a la situación, dejando que introdujera su primer dedo. Me mordí los labios para no gritar. Era la primera vez que experimentaba esa sensación que por suerte se volvió agradable luego de repetir los movimientos.

–Si quieres que me detenga dímelo– dijo introduciendo su segundo dedo. Por supuesto que no iba a detenerlo, si me arriesgué para eso al menos debía llegar hasta el final.

– Aaah – arqueé mi espalda cuando introdujo su tercer dedo. Ya no había vuelta atrás, había cruzado la fina línea entre el dolor y el placer. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando me pidió con un sensual susurro en mi oído que me sentara encima de él. Yo no sabía si iba a agradarle, pero me dejé llevar una vez más siendo guiado por sus manos expertas que me posicionaron a gusto sobre su cuerpo.  Comenzó a penetrarme lentamente mientras yo me aferraba con mis uñas a su espalda. Mordí sus carnosos labios y me concentré en seguirle el ritmo brusco a su lengua para distraer mi atención del dolor. Continuó guiando los movimientos haciéndolos cada vez más deliciosos hasta penetrarme por completo –Nmm – El gemido que me esforzaba por contener se escapó de mi garganta produciéndole más placer a Yuu; quién decidió aumentar la intensidad de las estocadas haciendo que pudiera ver las estrellas.

 

Me sentí extasiado cuando comenzó a realizar  movimientos ondulantes, lentos y profundos. Sabía entender perfectamente mis deseos y consentía cada uno de ellos produciéndome un placer desbordante. Llevó sus manos a mi miembro para masturbarlo de una forma rápida y certera mientras que yo hice presión con mis muslos para profundizar la exquisita sensación dejándolo al borde de la locura por mi estrecha cavidad. 

–Shima no aguanto más – asentí con mi mirada indicándole que yo tampoco resistiría

–Haz-lo Yuu–Mi espalda se arqueó cuando estuve al límite y entre gemidos y suspiros ambos nos corrimos por una diferencia de segundos. Cuando sentí su esencia invadir mi interior inmediatamente mi cuerpo se desahogó en su mano, derramando aquel líquido que se esparció por su abdomen. Recosté mi cabeza sobre su pecho, extenuado de tanto delirio sintiendo como este subía y bajaba junto al mío. Me quedé así por un rato hasta que nuestros latidos se calmaran y nuestras respiraciones volvieran a la normalidad. Las luces verdes de los faroles iluminaban tenuemente nuestras pieles brillantes por las gotas de sudor y los mechones de cabello que tanto me había esforzado en separar al peinarlo, se encontraban completamente húmedos y desordenados. Acaricié con sutileza su cintura mientras Yuu se abrazaba a mi espalda.

Dejé que pasaran unos segundos y cuando recuperé el aliento me atreví a hablar –Nee… ayer cuando vine a buscarte, olvidé devolverte tu carpeta – dije entre inevitables risas contagiándolo a él también

–Si, fue mi culpa por haberte entretenido. Ahora tendré que pasar en la semana por tu casa para recuperarla y podría aprovechar para terminar mi pintura – lamió sensualmente mi cuello –Será divertido dibujar tu piel desnuda.

Nos quedamos allí riendo y acariciándonos mientras los pétalos del sakura comenzaron a caer encima de nosotros pegándose a nuestros cuerpos, y comprendí entonces que ese árbol del hechizo, como todos lo llaman,  estuvo durante todo ese tiempo intentando unirme a él.

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? Todavía me falta ganar soltura en la narración , pero bueno al menos hice un intento. Escribí este fic una noche de imsomnio y me pareció lindo compartirlo con ustedes, aunque la mayoría odia el Aoiha u_u 

Bueno, espero sus reviews para saber si les gustó o no así me animo a empezar otros :3  

Gracias x leer!


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