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Volverás A Mí por UsamiSaori

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Notas del fanfic:

Resumen FAIL.

Bueno, este es mi primer fanfic Yaoi, bienvenidos y blablabla xD. Todos los personajes [excepto OC] pertenecen a los mangas/animes de Junjou Romantica y Sekaiichi Hatsukoi de Nakamura Shungiku-sensei :3

PAREJA PRINCIPAL: Takano Masamune x Onodera Ritsu.

Y parejas OC por supuesto.

PAREJAS SECUNDARIAS: Usami Akihiko x Takahashi Misaki / Kusama Nowaki x Kamijou Hiroki / Miyagi Yoh x Takatsuki Shinobu.

Hattori Yoshiyuki x Yoshino Chiaki / Yukina Kou x Kisa Shouta.

Notas del capitulo:

Bueno, aquí comienza la historia con un pequeño capítulo introductorio, donde comprobamos una vez más la cordura de nuestro querido Takano.

Les comento que en este fanfic no habrán los típicos "Misaki/Hiroki/Fulano por alguna razón podía concebir" será algo más realista. Por lo que los hijos de los personajes serán adoptados, de vientre de alquiler, etc, etc.

Si ven un asterisco en alguna parte del capítulo, es porque hay una nota aclaratoria en la nota final del cap.

Disfruten! :)

Emi y Zen.

 

            —Ritsu… ¿Nunca has pensado en tener hijos? —el de cabellos negros había hecho una pregunta rara, totalmente fuera de lugar, que tensó completamente el ambiente—

            —Err… ¿Por qué la pregunta, Takano-san? —el castaño estaba completamente sonrojado y asombrado—

            —Contesta mi pregunta —ordenó tajante—

            El castaño carraspeó.

            —Emm… bueno… si, un par de veces –murmuró mientras se bebía rápidamente lo primero que encontró en el refrigerador, por los nervios—. Pero no tiene importancia… ja, ja.

            Takano se llevó una mano al mentón. Esa pregunta lo estaba torturando desde hacía unos meses, cuando vio el rostro nostálgico de su amado Onodera Ritsu, al ver a la hija de Kisa, un compañero de trabajo. Vio tanto anhelo y cierta tristeza en esos ojos verdes que se puso como loco buscando la forma de hacerlo feliz.

            Pero ahí estaba el gran problema, ambos eran hombres, no había manera de que pudieran concebir a un bebé ellos solos y por nada del mundo se acostaría con una mujer por ello y mucho menos dejaría que Ritsu lo haga.

            Pensó en adoptar, pero no sabía en qué pensaría Ritsu sobre eso.

            Interrumpió sus propios pensamientos cuando Ritsu le puso una mano sobre el hombro, el castaño había estado observando a Takano mientras pensaba y rápidamente notó que algo lo estaba molestando; y estaba completamente seguro de que la razón provenía de aquella pregunta loca que había formulado hacía apenas cinco minutos.

            —Takano-san, ya te lo dije. No tiene importancia, así que no pongas esa cara, por favor —tras darle unas palmaditas, trató de girarse para volver a la pequeña cocina del departamento—

            Pero Takano Masamune no se calmaría hasta que lograra su objetivo. Sujetó firmemente la muñeca de Onodera y lo jaló hacia él, de manera que el castaño cayó boca abajo, de sopetón, contra su pecho. Sus mejillas comenzaron a arder, lo que lo hizo sonreír. Su amante podía llegar a ser muy lindo cuando se apenaba por cosas como esas, que estaban acostumbrados a hacer desde tres años atrás.

            —¡¡Takano-san!! —exclamó fastidiado, intentando ocultar su alegría. Por culpa del trabajo, no se veían tocado en semanas—. Déjame ir.

            —No, necesito que me respondas otra pregunta —con un dedo, bordeaba los labios del de ojos verdes, ansiaba demasiado besarlos, pero tendría que soportar la tentación—

            Onodera sabía que mientras más se resistía, esto sería más largo. Así que suspiró, tragó saliva y asintió con la cabeza, concediéndole a su amante el derecho de formular otra pregunta que, muy en el fondo, sabía que tenía que ver con hijos.

            —Si tuviéramos un hijo o hija, ¿Cómo les pondrías? Debes decirme un nombre de niño y uno de niña —Takano estaba completamente serio, pero había una chispa de emoción en sus ojos—

            Bingo. Ya lo sabía.

            —¿Es en serio?

            —Contesta mi pregunta —repitió—

            No se lo tuvo que pensar mucho tiempo. Al ver a la pequeña Yukina Yume, supo inmediatamente como llamaría a sus posibles hijos, en ese momento se sintió como una mujer estéril; pero luego entendió que era normal tener el deseo de procrear, incluso cuando eres un hombre, que sale con un hombre y no puedas, por ningún medio, tener un hijo con esa persona.

            —Si es niño, Zen. Si es niña, Emi. ¿Estás feliz? —inquirió algo molesto, esa posición era incómoda—

            —Sí, lo estoy. Ahora explícame porque esos nombres —insistió con sus ojos dorados brillando de alegría—

            —Zen es porque según las costumbres chinas, significa encontrar la verdad, es tomar consciencia de la experiencia cotidiana de vivir. Si fuera niño, me gustaría que fuera inteligente y sincero. Que no le gusten las mentiras —contestó Onodera, dejando a su receptor completamente sorprendido—. Emi significa “bendecida con la belleza”, así que si. Me gustaría que si fuera niña, fuera hermosa no sólo en lo físico, si no en lo espiritual, sentimental y psicológico.

            —Es lo más inteligente que te he escuchado decir en tres años, Ritsu —esa perspectiva le molestaba al castaño, pero probablemente, era cierto—. Me encanta verte así, con una idea clara de lo que quieres.

            —¿¡Pero qué dices, Takano-san!?

            Antes de que Onodera pudiera seguir reprochándole, selló sus labios en un beso largo, apasionado; que expresaba sin duda alguna su felicidad y el deseo que ahora corrompía completamente su cuerpo, estaba a tan sólo unos momentos de hacer a Ritsu sólo suyo, como siempre solía hacer.

            —¡¡¡Takano Masamune, en el sofá no!!! —gritó asustado cuando sintió la mano del moreno entrometerse en sus pantalones—

            —¿Qué importan dónde estemos? Lo que importa es que estamos juntos —replicó sin detenerse—

            Onodera Ritsu (28 años) se preguntaba fervientemente porqué amaba tanto a ese hombre pervertido que no le daba importancia a nada que no sea él.

 

            Unos días después, saliendo de la editorial Marukawa, tras el trabajo, Masamune seguía pensando en el hecho de querer tener hijos, no sabía muy bien la razón de tal antojo, pero lo tenía y no descansaría hasta conseguirlo; así era él, lo que quería lo conseguía, aunque eso implique violar al amor de su vida hasta que admita sus sentimientos.

            Ese día, Ritsu vestía un extraño abrigo que además de ser enorme, era muy largo y de un color rojo añejo, que tenía un extraño aire de rosa. Lo cierto es que se veía como una mujer, todo sonrojado mientras tomaba la mano de Takano con cierto temor. Ambos –y con ambos, quiere decir Takano- habían encontrado un camino que siempre estaba desierto cuando salían del trabajo, lo que le daba una excusa al mayor para tomarle la mano a Onodera.

            —Takano-san, tu mano está algo fría hoy —comentó el castaño mirando hacia el suelo, al parecer estaba nervioso, porque su voz subió una octava—

            —No te preocupes, ya se calentará. Suenas como una niña —se burló—

            No pudo seguir con su alarde, porque a lo lejos, observó como una mujer baja, esbelta, encapuchada y con apariencia demacrada, dejaba un bultito frente a la puerta del orfanato. Los ojos le volvieron a brillar con una chispa de interés, si era lo que él que creía que era, podía jurar que este era su día de suerte. La mujer tocó la puerta un par de veces y salió corriendo a trompicones.

            Salió disparado hacia el lugar, soltando la mano de Ritsu.

            —¡Oe, Takano-san! ¿¡Qué diablos te pasa!? —exclamó el menor observando a su amante ir como una bala hacia el orfanato. Lo siguió, pero no a la misma velocidad—

            El de cabellos negros miró hacia el suelo. En ese pequeño bulto de tela descansaban un par de bebés, que a simple vista eran idénticos, tenían un bello cabello color chocolate y una piel blanca y suave. Se veían completamente apacibles desde allí, tan frágiles y dulces; en cierto modo, le recordaron a como Onodera solía ser cuando aún estaban en el instituto.

            Se sacudió la cabeza y estiró los brazos, listo para cargarlos en sus brazos, pero…

            La puerta se abrió de golpe y una mujer de cabello corto, que usaba un vestido amarillento y un delantal rojo se mostró ante él. Ella tenía el rostro asustado, probablemente pensando que Takano estaba abandonando a esos pobres niños, pero no era así. Él sabía que adoptarlos legalmente llevaría mucho papeleo, así que, para evitar la fatiga, ideó un plan.

            —U-usted… —susurró aterrada—

            —No se confunda señorita, no los estoy abandonando, los estoy recogiendo —aclaró Takano tratando de no perder los estribos. Onodera no estaba ya muy lejos y necesitaba que él no llegara en esos momentos—. Mire, le explico: mi esposa y yo acabamos de salir de un restaurante de aquí cerca con nuestros niños, cuando un hombre loco saltó de un callejón.

            >>Dijo que quería todo nuestro dinero, pero como no llevábamos más que apenas cien yenes, se puso como una fiera y robó a mis hijos de los brazos de mi esposa. Lo perseguimos por más de tres calles, cuando vi que los dejó aquí, me apresuré enseguida.

            La mujer parpadeó en shock, aparentemente se lo había creído, cuando observó a los bebés entre sollozos, como tratando de ver el parecido de ambos con su supuesto padre. Takano había olvidado ese detalle, él no se parecía en nada a esos niños, que como tenían los ojos cerrados, nunca sabría si aunque sea tenían ojos parecidos a los suyos.

            Onodera llegó corriendo y antes de que dijera nada, Takano lo envolvió en sus brazos, y le dijo al oído: “Sígueme la corriente, Ritsu” a lo que él castaño había soltado un extraño respingo al sentir el gélido aliento del moreno en su oreja.

            —¡Cariño, aquí están nuestros niños! ¡El maleante los dejó aquí! —Masamune estaba montando una escena que esperaba, no fuera arruinada por Ritsu—. Señorita, ésta es mi esposa, Takano Ritsuka*.

            —Ehh, es un placer —susurró Onodera, tratando de sonar lo más femenina posible—

            Sabía muy bien que la encargada no se lo creería nunca. Es decir, era obvio que Onodera era un hombre hecho y derecho, así que sería prácticamente imposible que fuera confundido con una mujer y mucho menos como la “esposa” de Takano, era infantil y absurdo pensar en ello. Pero si no obedecía a Takano, la pagaría caro luego.

            —Igualmente, señora Takano. Me alegro mucho de que hayan encontrado a sus hijos —el asombro de Onodera era tal, que Masamune no vio otra más que darle un disimulado pisotón en los pies, para que se calme—

            La encargada debió notar el parecido que tenían los niños con Ritsu, como para aceptar el hecho tan fácilmente.

            —¿Cómo se llaman? —la encargada dijo curiosa cuando Takano los cargó. Para su suerte, eran un niño y una niña, con suerte, mellizos—

            —Emi y Zen —respondió el de cabello negro rápidamente, mirando con extraño orgullo a los bebés. Que no aparentaban tener ni un mes—

            La encargada los dejó ir mientras sonreía muy feliz de ver que otros niños fueron salvados de un destino tan terrible como el perder a sus padres, mientras que Onodera se rebatía el hecho de que lo habían confundido con una mujer y que era peor, con la supuesta esposa de su jefe y amante, Takano.

            Pero otro hecho lo molestaba más. Ambos acababan de, literalmente, secuestrar a esos pobres e indefensos bebés.

            Onodera Ritsu (28 años) ahora pensaba que Takano Masamune no podía estar más loco.

Notas finales:

Ahí lo tienen lol xD nuestro querido Masamune es un secuestrador de niños en potencia. El capítulo está algo aburrido por ser el primero, pero ya todo se volverá más emocionante con el correr de la historia :)

Gracias por leer, cualquier comentario es recibido mientras no esté lo suficientemente afilado para matarme xD tenganme piedad, que es mi primera vez escribiendo Yaoi.

Ya ne~

*Takano llamó a Ritsu "Ritsuka" de manera a femeneizar su nombre, sólo para hacerlo más creíble.


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