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No sé qué decirte, no se siquiera si tú me escuches. Ya no sé nada. No sé cómo reaccionar ante esta desesperante situación que estoy viviendo y que me gustaría que tú estuvieras viviendo conmigo.
Hace ya un rato que leí la carta que me has dejado, no se si en verdad pensaste que la leería, pero lo hecho, hecho está y no hay vuelta de hoja.
Mis sentimientos están completamente confusos, mi mente de cabeza y ya no sé si mi corazón late por que viva o porque me he dado cuenta demasiado tarde de algo. Hay dos pequeñas palabras que me gustaría decirte respecto a lo que me escribiste: yo también.
Yo, yo también creo que siento lo mismo por ti, aunque nunca, hasta ahora, me había dado cuenta. ¿Sabes?, al principio cuando vi lo que escribiste, eso de: “espero que no te enteres nunca de esto”, pensé en no continuar con la lectura. No negaré que me ganó la curiosidad y también las ganas de llorar, pensar que tú podías hacer algo así por mí, me llenó de una felicidad momentánea. ¿Por qué nunca me lo dijiste?, si lo hubieras hecho habría sido más fácil para nosotros dos. “Te Amo desde siempre, y espero que nunca nos separemos”, decía en el medio de la hoja de papel que aun me niego a dejar ir y que sigue arrugada en el bolsillo de mi camisa, cerca, muy cerca de mi corazón.
Lloré demasiado, no lo negaré, mis ojos aun están rojos, y la gente a cada rato se compadece de mí. Perder algo hace que la gente se comporte así, es muy hipócrita pero muy reconfortante de su parte.
Te he ido a ver un montón de veces, pero creo que no te has dado cuenta. ¿Y si hubiera ido contigo ese día?, ¿te imaginas acaso que es lo que habría pasado?, no sé, pero me hubiera gustado estar allí, que mis padres no me hubieran regañado por ese reclamo al profesor de historia y te hubieran dejado llevarme contigo. Aun recuerdo como insististe y como mi madre dijo: “no, es no y punto, mejor ve adonde tienes que ir”
Es extraño que el único día que nos separaron fuera tu último día aquí, quien iba a decirlo, quien se lo hubiera imaginado, a mi aun me cuesta imaginarme que no te volveré a ver, que no escucharé tu voz nunca más.
Dime ¿algún día mis ojos se podrán reflejar en los tuyos?, algún día también, ¿podremos vivir este amor que ante los ojos ajenos parece imposible?, yo quisiera que algún día me pueda juntar contigo, no importa en donde estés, ni que tenga que atravesar para hacerlo, solo quiero estar a tu lado una vez más y poder abrazarte y quedarnos así, por la eternidad si es posible.
Tengo miedo de perder tu recuerdo ahora, que más falta me haces. Hago casas tan estúpidas para acordarme de ti: me paro horas frente al espejo para verte y simulo conversaciones, repito una y otra vez la lista de canciones que acababas de crear y que al principio me parecía tan extravagante, miro las fotos que pegaste en el techo de la habitación, ¿te acuerdas que casi te caes del banco en que te habías subido?, fue una suerte que estuviera contigo en ese momento; también cuido que toda la habitación este limpia, aunque la gente de mi alrededor no sepa porque lo hago, yo sé que es confidencial lo que pasó la última vez que platicamos allí, una rata saltó de repente, por eso dijiste: “¡esta habitación nunca estará sucia!”, mientras yo pueda mantenerme vivo jamás estará sucia, no importa lo que tenga que hacer.
Oye, no sé como tomes esto, tampoco creo que me respondas, pero quiero que me prometas algo, así como yo prometí lo de la habitación: mientras yo esté vivo, allá donde estés, solo mírame a mí, solo piensa en mí y en cuando nos podremos reunir al fin. No importa lo lejos que estemos, vamos a creer en nosotros mismos, ¿si?
No me puedo despedir de ti, me he dado cuenta ahora que te quiero tanto que ya no puedo alejarte de mi pensamiento, ya no puedo. Ahora lo que más quisiera hacer es gritar, gritar a los cuatro vientos que te amaba y que tú me amabas también. No me importa si ya no te veo mañana, o el día que sigue, te amaré sin falta hasta que llegue mi fin. Incluso si tu recuerdo se borra del pensamiento de los demás, para mi será eterno, será la fuerza que me sostenga y me de ánimos.
Ya no me importa lo que los demás digan, no me importa si nuestros padres nos tachan de locos o nos insultan y nos rechazan, no me importa si ante la mirada de los demás me niegan y me maldicen, cuantas veces me golpeen me levantaré, solo por este amor que late en mi corazón y que siempre será para ti.
Espero que llegue el día en que pueda decirlo libremente, yo…¡yo te amaba y te seguiré amando Alexandr!, no me importa lo que piensen de mí, no me importa que tu también eras como yo, no me importa que a mis escasos años en que apenas se sabe que es el amor, yo pueda decir que ¡estaba enamorado de mi propio hermano!, de mi gemelo que ahora reposa bajo una pesada losa… seré eternamente feliz porque hoy que leí tu carta supe que tu también me amabas.