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Senbazuru (Las mil Grullas) por Aphrodita

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Sen bazuru


 


Aphrodita


 


Bien, aquí vuelvo a molestarlos con este mediocre fic... Debo aclararles que esta pareja no es de mi agrado. Es raro pero así como siempre dije que no tengo mi pareja favorita, tampoco hay alguna que odie, de echo me gustan todas las combinaciones posibles. Pero debido a la cantidad de historias, para colmo parecidas entre si argumentalmente, hoy en día, puedo decir que... ¡ESTOY RE-PODRIDA DE MILO X CAMUS!... En fin, igual siempre aparece alguna historia de ellos dos que logra captar mi atención, asombro y admiración... Además, se suma el echo que en este mundo existe Jocasta de Tebas o como se llame en otros foros... Y eso a uno lo tira abajo... Me siento así de pequeñita escribiendo sobre ellos dos y publicar junto a fics tan grossos como lo son “El favor”, “El alma del asesino”, etc, etc, etc... A pesar de todo, yo no podía ser menos, y es un desafío para mi escribir sobre ellos dos... Por eso estoy aquí, y por eso les traigo este fic... Además, pobres, ni Milo ni Camus tienen la culpa, para mi son dos personajes re grossos en el mundo de Kurumada y no podía dejarlos de lado por el simple echo de hartar con tantas historias... Espero que les guste, no soy buena escribiendo así que imagínense lo que puede llegar a ser este fic... Al final mas aclaraciones:


 


Aviso: Inspirado en el tomo 9 de Episode G, y afanado de una historia, y leyenda japonesa.


Como dije antes, al final las aclaraciones correspondientes.


 


***


 


  Nadie esperaba secuelas de aquel Cosmo maligno aparecido en el interior de la estatua de Athena.


 


  En la sala del sello un ser antiguo despertaba.


 


  Por suerte, Camus de Acuario lo detuvo con su Coffin Freezing, protegiendo así a guerreros valientes dispuestos a dar su vida por Athena, el Santuario, el honor.


 


  El echo quedo archivado en la historia del Santuario. Sin embargo... Tiempo después volvió con el peso de una extraña enfermedad.


 


  Camus enfermo gravemente y debió ser hospitalizado de urgencia en la misma Grecia.


 


***


 


  Camus no solo se sentía extraño por abandonar el Santuario, lugar al que, con el tiempo había considerado su hogar; y al que estaba tan acostumbrado por la vida que llevaba. Si no por que también se alejaba de Milo... Su Escorpio.


  Mas allá de ser un hombre, y no solo un hombre común, si no un Santo Dorado, no podía evitar sentir... ¿Miedo? Y una extraña sensación de abandono. Siempre Acuario estuvo solo y no le temía a la muerte. No. Confiaba en su Diosa por sobre todas las cosas y le encomendaba su alma, aun así... Era humano sentir miedo ¿No?. La primera vez en su vida que experimentaba ese sentimiento y por supuesto jamás lo demostraría... Como nunca demostraba sentimiento alguno.


  En el hospital lo atendían de lujo, como a cualquier Santo de Athena que estuviese en sus mismas condiciones, aun así eso no aquietaba sus emociones.


  Iban a visitarlo muchas mas personas de las que esperaba y quería. Por supuesto que aquellos guerreros que el protegió con su justo cosmo aparecieron... Hombres hechos y derechos, la mayoría con familia y aun prestando servicios al Santuario. Acuario los recibía con altitud y rectitud, delante de ellos y de sus compañeros de batallas se comportaba como el Santo de Acuario que siempre fue: Recto, justo, orgulloso, frío... Extraño. No quería demostrar debilidad frente a las personas, no quería demostrar sus miedos y como esa maldita enfermedad se lo iba llevando poco a poco, lentamente. El único ser con el que no era así, era con Milo. No por que Camus así lo quisiese, lo que mas quería el era evitar eso, si no por el simple echo de que Escorpio tenia un don, una facultad... podía ver a través de Acuario... De sus ojos, de su alma. No podía ocultarle nada y eso a Camus lo tenia preocupado ¿Cómo hacer para no demostrarle a Milo, para esconderle todo sus temores?... Tal vez, en parte por que no quería... Es decir, sabia que pronto, si no encontraban una solución (léase cura) para su extraña enfermedad, pronto moriría, y como cualquier ser humano, no quería hacerlo solo.


           


  Milo llego cerca del mediodía, a la hora del almuerzo como acostumbraba a hacer últimamente. A Camus no le agradaba que lo ayudaran a comer, insistía en que podía hacerlo solo. A decir verdad, había días en que la enfermedad lo obligaba a necesitar ayuda aunque no quisiese... Y si podía elegir frente a quien humillarse sin duda elegiría a Escorpio. Por que para Acuario era humillante su situación, no podía comprender que no era su culpa que la enfermedad lo dejara así de vulnerable, sin fuerzas.


 


--¡Huy! Sopa... Mmmhmmm... Delicioso—Exclamo Milo cargando el cucharón.


--Milo... No soy un niño—Dijo Camus malhumorado.


  Escorpio solo trataba de levantarle el animo pero Acuario estaba cansado de comer siempre lo mismo y no estaba de buen animo.


--Tranquilo Camus... Ya vas a ver que todo va a salir bien—Milo le tenia santa paciencia al cotidiano y crónico malhumor de su Camus.


--No estoy preocupado—Sentencio cruzándose de brazos y esquivando bruscamente la mirada.


--Camus...—Escorpio lo conocía perfectamente –Aunque lo intentes sabes que es en vano, a mi no puedes esconderme nada...


Acuario sabia a lo que se refería, sabia que al no podía ocultarle nada, por lo que, sorpresivamente susurro, lo suficientemente audible:


--Tengo miedo—No podía creer que el estaba diciendo eso, pero realmente, ese día, como tantos otros, sentía que ya le quedaba poco.


  Escorpio no supo que decir, no estaba acostumbrado a que Camus hablara así, tan abiertamente de sus sentimientos.


--Su-supongo... Supongo que es normal sentirlo—Dedicándole una agradable sonrisa de comprensión busco tranquilizarlo –No te preocupes, yo estoy contigo.


  Interiormente Acuario agradeció aquellas palabras. Corriendo la cara levanto su mano indicando que no quería mas. Milo lo reprendió:


--¡Camus... No has comido nada!.


--No tengo hambre.


  Escorpio bufando dejo la cuchara dentro del plato. No quería discutir otra vez por lo mismo con él, además ya era grande para tomar sus propias decisiones.


--Saori... Shion... ¿Han podido averiguar algo?...—Camus realmente quería saber.


--Mmmmhm... Pues, no... Están tratando.—Milo trataba de pensar bien lo que iba a decirle, mientras fruncía la frente comenzó a hablar –Al parecer aquel Cosmo maligno llevaba consigo una maldición de Tártaro, pero al no saber que clase de maldición se trata... Ni siquiera la misma Athena puede hacer algo...—Se censuro de repente al darse cuenta de lo que había dicho --... Por el momento...—Agrego rápidamente, tratando de no demostrar que en el Santuario no sabían que hacer frente a la extraña enfermedad.


--Nada nuevo.—Dijo Acuario con desgano y decepcionado.


--Te tengo buenas noticias...—Soltó rápidamente Escorpio para levantarle el animo.


--Ah ¿Si?... ¿Buenas noticias?—Pregunto con ironía ya que no esperaba “buenas noticias”... Nada, últimamente era bueno.


--Sip...—Contesto Milo ignorando la ironía. Se preparo para decirle seguro de que se alegraría... Por lo menos como solía alegrarse Camus. –Hyoga ya esta en viaje.


--¿Ha-hacia... Hacia ¡aquí!?


--Si—Contesto con una sonrisa. Sin embargo el semblante de Acuario cambio bruscamente. --¿Qué? ¿No te alegra?...—Pregunto Escorpio asombrado.


--No, no es eso...—Fue lo único que respondió.


Milo comprendió:


--No quieres que te vea así ¿Es eso Camus?.-- había dado justo en la tecla, Camus asintió. No quería que su discípulo lo encontrara en tan lamentable situación.


--No quiero que se preocupe por nada.—Aclaro Acuario, a lo que Escorpio añadió:


--El tan solo quiere verte... Es normal que se preocupe. En cuanto se entero, reunió el dinero para venir hacia aquí.


--No quiero que me vea así.


--Camus... No seas tan... Tan... ¡Desapegado!—Fue lo único que le salió –Compréndelo: Quiere verte, le importas... Y tu también quieres verle.


  Camus guardo silencio lo que restaba del día en compañía de su Milo. Mas visitas a lo largo del día... Desconocía la cantidad de gente que se preocupaba por el, o por lo menos así lo aparentaban.


 


  Al otro día, Acuario se sentía un poco mejor físicamente. Por lo menos tenia suficiente fuerza para comer solo e ir al baño sin ayuda. Mientras esperaba la anunciada visita del Cisne no podía evitar pensar en el esfuerzo que hacia su Escorpio por levantarle el animo, cuando se podía ver que ni siquiera Milo mismo podía estar de pie. Sin embargo, ahí estaba. Iba a visitarlo todos los días con una sonrisa... Pero así como Escorpio podía ver a través de los ojos de Camus, este podía hacerlo de igual forma con el y con mucha mas facilidad. Aun así, Acuario no se imaginaba lo que lloraba Milo en soledad. Escorpio en su templo derramaba aquellas lagrimas que no liberaba en presencia de los demás, ni mucho menos delante de su Camus...


 


  A Camus, las lagrimas se le habían secado por completo... En cambio, era su alma la que lloraba.


 


  El muchacho de cabellos celestes no quería quedarse en la cama todo el día... Ya le dolía la espalda, el cuerpo.


  Mirando por el amplio ventanal, no reparo en que estuvo allí, en el mismo lugar y en la misma posición, por mas de dos horas. Recién pudo despegar la vista y mover sus músculos al sentir el Cosmo de Hyoga aproximándose. Se acomodo con sus blancas manos el cabello y la ropa; dándose la vuelta para enfrentar la puerta, se paro erguido y con la barbilla en alto... Venia su discípulo y el debía verse como creía correcto.


  Luego de dar el permiso para entrar, un Hyoga visiblemente preocupado pronuncio:


 


--Maestro...


--Hyoga... Un gusto verte muchachito—Dijo Camus con altitud y rectitud.


--¿Co-como... Como esta?...—Reaccionando pregunta --¿No debería estar reposando? Acuéstese.


  Eso... Era lo que Camus quería evitar. Lo ultimo que le faltaba... Que su pupilo le ordenara como si de un niño se tratase.


--Gracias Hyoga, pero me encuentro perfectamente bien... Tu deberías sentarte para descansar, el viaje debe haber sido agotador.


--Ni que lo diga.—El Cisne obedeció el pedido sentándose en una silla próxima a la cama.


  Dejándose de hacer el autosuficiente, Camus se recostó en su cama sintiéndose cansado. Aun así no lo demostró.


  Ambos hombres la pasaron muy ameno. Dialogando un sin fin de temas. Debido a la situación de Acuario la charla tenia cierto tinte nostálgico, angustioso, sincero. Ambos Santos considerados los mas fríos conversaban abiertamente de sus miedos con el temor latente de ser la “ultima vez”.


  Hyoga, muy sutilmente le agradeció todo lo que hizo por el durante todos esos años. A su vez, Camus dejo entrever sus miedos sin demostrarlos directamente.


  El Cisne creyó conveniente antes de irse, narrarle cierta leyenda japonesa que el conocía sobre la grulla, un pájaro considerado sagrado.


 


--Maestro, dicen que si una persona hace mil grullas de papel... –Hyoga no quería decirlo –Si una persona enferma hace mil grullas de papel, mejoraría su situación.


--Interesante, no conocía esa leyenda.


Mas animado, el Cisne continuo:


--Se dice que la grulla es un pájaro capaz de vivir mas de mil años...


--Gracias por contármelo...


--No me lo agradezca... Tal vez así...


--Lo intentare, gracias nuevamente.


  Hyoga asintió conforme y tomo su mochila del respaldar de la silla para irse.


--¿Dónde estarás muchacho?


--Saori me dijo que en el Santuario me harían un lugar. Aun no lo se.


--Espero volver a verte.


--Eso seguro.


 


  Camus no estaba seguro de volver a verlo. Por mas extremista que eso sonara, la incertidumbre de su extraña enfermedad, producía ese sentimiento en el. No sabia si mañana, como todos los días, despertaría.


  Esa visita estimulo bastante al Santo de Acuario. Se podría decir que Camus estaba de buen humor. Cuanto se alegro Milo al encontrarlo en ese estado, y lo que mas quería Escorpio era pasar una tarde así, al lado de su Acuario.


  El estado anímico de Camus producía en Milo unas inmensas ganas de abrazarlo como hacia tiempo no lo hacia, tiempo desde que esa maldita enfermedad se le instalara en el cuerpo y en el alma. Últimamente, Escorpio no sabia si lo que hacia estaba bien o estaba mal... No sabia si era correcto o no abrazarlo, besarlo, hablar, mover el brazo, gesticular, tomar agua, respirar. En su afán por no perturbar a su acuariano, se privaba de toda acción. En cambio, ese día era distinto... Realmente quería... Y así lo hizo. Sin reparar en nada, se sentó en la cama de Camus y lo abrazo fuertemente sin darle tiempo, siquiera a quejarse. Cuanto extrañaba Acuario esos gestos, aquellos arrebatos del escorpiano.


  así se quedaron unos cuantos segundos, acostados en la cama en perfecto y mágico silencio. Esos segundos se transformaron en minutos... Esos minutos en horas. Debes en cuando, uno de los dos se acomodaba mejor para llevar a cabo la tarea de mimar al otro. Ya estaban acostumbrados al prolongado silencio que se producía entre ellos... Con todo el asunto de la enfermedad, a veces Camus estaba tan deprimido que ni siquiera tenia fuerzas para hablar... Milo comprendía esto y guardaba silencio a su lado, vigilante centinela de su alma. Esta vez ocurría igual, nada mas que el contexto era otro... Uno mucho mejor. Aun así, Escorpio no avanzo mas, nuevamente ese respeto hacia su amor, ese temor de hacer algo que lo perturbe. Y se quedo con sus ganas de hacerle el amor. Ambos, por tontos, se guardaron sus ganas de sentirse mutuamente.


 


***


 


Un nuevo día... Un día mas que Camus despertaba, y ese día en particular fue un susto para todos... Acuario realmente sentía que lo poco que le quedaba de fuerza se le estaba escapando. Apresurado, y asustado Hyoga fue a visitarlo. Dejándolos solos, el Cisne se sienta cerca de su Maestro quien reposaba en la penumbra de la habitación. No quería hablar, sin embargo, Camus quebró el silencio.


 


--Hy-Hyoga...


--Si Maestro, dígame que necesita...—Dijo Hyoga expectante levantándose rápidamente del asiento.


--Dame un poco de agua... Ahí esta la jarra.—Dijo Acuario señalando con el dedo.


  El Santo Dorado sin aceptar la ayuda de su discípulo, se incorporo como pudo en la cama para beber del vaso.


  El Cisne, recibiendo el vaso vacío, vuelve a sentarse como en un principio.


--Hyoga...


--¿Si?


--Eso... Lo que me contaste ayer... Lo de la grulla... ¿Cómo es?


--Usted se refiere a como se hace la grulla de papel.


--Claro...—respondió Camus con dificultad.


--¿Qui-Quiere... Quiere que le enseñe?


--Por favor...


--Bien... Ya vuelvo...—Luego de decir esto, el Cisne se fue del cuarto para volver a la hora. Al llegar dejo sobre la mesilla un block de hojas de color rojo, y abrió las cortinas provocando que Acuario tapara su vista, desacostumbrada a la luz solar, con su brazo.


--¿Solamente esto se necesita?-- Pregunto Camus incrédulo al ver solo el block de hojas y no tijeras, pegamento y demás cosas.


--Si... Para hacer origami, no hace falta mas que papel... En lo posible con superficie cuadrada.—Respondió animado.


--¿Y cuanto papel se necesita?—Pregunto al ver la cantidad.


--¿Para hacer una grulla?... Pues, solo uno.—Contesto acomodando la mesilla de tal forma que le quedara cómoda para explicarle a su sensei.


--¿Solo uno por cada grulla?—volvió a preguntar acomodándose en la cama.


--Si... Y le digo algo mas... No es fácil hacer grullas de papel, al principio cuesta, mas si no esta acostumbrado a hacerlo... Pero con paciencia lo conseguirá.—Rápidamente Hyoga rompía el envoltorio plástico del block –Si que es difícil encontrar un lugar que venda block de papel... Encima de color rojo...—Comento justificando su larga ausencia.


--¿Y tiene que ser rojo?—Acuarios seguía curioso.


--Pues... A decir verdad... Puede ser de cualquier color... Pero el rojo se utiliza para estos casos... ¿Cómo decirlo?—El rubio se quedo pensativo unos segundos buscando la definición mas acertada –Es para levantar el animo... Cuando una persona esta enferma.


--Ah... Y... Dime... ¿Tengo que hacer mil?


--Pues si... No se preocupe, yo le mostrare como se hace... Luego sigue usted... este block es de 200 hojas, pero enseguida iré por mas... Yo haré un par para que vea.


  Dicho esto, Hyoga empezó a armar la grulla... Tantos pasos daba, para llegar a la forma del pájaro, que tenia que volver sobre sus pasos para que Camus pudiera observar bien como se hacia.


--Cuando... En una familia hay un integrante enfermo, suele estar esta tradición. Y todos aquellos integrantes comienzan a hacer grullas de papel en memoria de ese familiar, para levantarle el animo... Sirve mucho.—Comento el Cisne para quebrar un poco el silencio.


--Dioses... No creí que un simple pájaro pudiera ser tan complicado.


--No se preocupe, le dejare indicado en una hoja, paso por paso, por si llega a olvidarse algunos de los movimientos... Paciencia, ya le saldrá.


--Que me salga una... Por el amor de Athena.


 


  Aquella expresión le causo cierta gracia al rubio.


  Sin darse cuenta ninguno de los dos, Acuario ya estaba visiblemente mejor no solo físicamente, si no también sentimentalmente. Cuanto lo ayudaba hacer esas dichosas grullas de papel.


  Hyoga cumplió con lo prometido, y le trajo suficientes blocks de hojas para las mil grullas, y lo dejo solo a su Maestro concentrando en aquella figura que se resistían a adoptar la forma de una grulla. Y el Cisne se fue, con el alma un poco mas tranquila... Enseñándole aquello, había podido devolverle un poco, de lo mucho que Camus había echo por el cómo Maestro.


  


  Con el correr de los días Camus había conseguido, pacientemente, hacer varias grullas. Eso era algo que le daba fuerzas... ¿Como unas simples figuras de papel podía hacerle mejor que la medicación? Tal vez, algo de cierto había en aquella leyenda japonesa... ¿Por qué no?... Athena, sin ir mas lejos, era un mito griego.


  Cuando iban a visitarlo, se encontraban con un Camus concentrado en aquellas figuras. Mas de uno no le encontraba sentido a lo que el hacia, aun así, no le cuestionaban nada... Si eso le daba ánimos ¿Por qué detenerlo?... había días en que Acuario tenia ganas de destrozar con sus manos cada una de las malditas figuras, cuando estas no le salían. Pero se armaba de paciencia y comenzaba de nuevo con tan difícil tarea.


  Milo, se podría decir, opinaba igual que el resto... Pero no por que le parecía algo sin sentido o una perdida de tiempo... Si no porque le ponía celoso... Celoso de que su Camus prestara mas atención a aquellos papelitos que a el.


  Las veces, los días, en que Escorpio iba a visitarlo con todas las ganas de estar a su lado... Y no... Acuario haciendo figura tras figura, quejándose y maldiciendo cada vez que no le salía... Y Milo, sentado a su lado, viendo a su Acuario peleando con el papel... Ja... ¡Si abra maldecido a Hyoga mas de una vez!. A pesar de todo, era contradictorio, pues verlo a su Camus tan animado como hacia tiempo no lo veía, le tranquilizaba el alma. Fue por eso que Milo, un día no lo soporto mas y sentado en la silla a su lado le corrió bruscamente la mesilla que Camus estaba utilizando para hacer las figuras.


 


--¿¡Que haces!?—Increpo Camus enojado por la actitud.


--Hooolaaa...—Dijo Milo para hacerse notar. La forma infantil de aquel “hola” logro arrancarle a Acuario una carcajada.


 


  Escorpio se sonrojo, sintiéndose muy estúpido. comprendió su actitud celosa e infantil. Camus, enternecido con aquella vista toma entre sus manos el rostro de su Milo para depositar en sus labios un cálido beso que fue correspondido. Escorpio, tomándolo de la cintura, se sentó a su lado en la cama, para poder abrazarlo mejor.


 


--Perdoname amor... Se que no te estoy prestando atención... Pero ¿Entiendes que esto es importante para mi? ¿Qué me ayuda... Un poco?—Dijo Acuario con una dulzura que jamás hubiera imaginado Escorpio poseía aquel ángel frío.


--No tienes que pedirme perdón... Si te ayuda... Lo comprendo... Y entonces, a mi también me ayuda... Lo siento Camie, soy un egoísta... Es que, es que...


 


  Pero Camus no lo dejo finalizar, y selló aquellos labios con un tierno beso, que de a poco fue convirtiéndose en otra cosa.


  Hacia bastante tiempo que no estaban juntos, y aquellos calurosos beso le produjeron a Milo un efecto indeseado para el en ese momento... Si el contexto hubiera sido otro, la historia seria distinta. Acuario noto el estado de su escorpión, quien al verse descubierto se apeno por demás.


 


--Los siento Camus... estarás pensando que soy un pervertido—Milo se disculpo recordando que Acuario siempre le decía que era un pervertido. Antes de la enfermedad, cuando ellos dos estaban juntos en el Santuario, cualquier gesto “caluroso” de Escorpio generaba una reprimenda por parte de Camus.


 


  Acuario nada respondió, en cambio apoyo su cabeza en el pecho de su amor, quedándose así, escuchando los latidos del corazón. Milo continuo hablando, excusándose:


 


--Es que... Es que... Hace mucho que no estamos juntos y... Y... Y te extraño...—rápidamente acoto –No quiero que pienses que yo extraño “eso” solamente, te extraño a ti, a estar contigo en una... En una cama...—Escorpio no sabia que decir para hacerse entender. Par hacerle entender a su Camus que no buscaba sexo... Si no que necesitaba hacerle el amor. Pero cuanto mas hablaba, mas la embarraba; encima el silencio de Acuario le crispaban los nervios.


 


  Tanto esfuerzo por explicarse en vano... Ya que Camus entendía lo que quería decirle, pues el... sentía lo mismo.


 


--Camus... Camie, amor... ¿Estas enojado?


 


  Acuario levanto su vista y le dedico una tenue sonrisa, para luego ubicarse encima de el. Lentamente comenzó a besarle el cuello. Milo conocía a su chico y sabia que significaban aquellos besos... Abrazándolo fuertemente primero, procedió a quitarle aquellas molestas ropas de hospital, para luego hacer lo mismo con su ropa, quedando ambos con sus esculturales cuerpos desnudos.


 


--No tengo fuerzas, así que tendrás que venir arriba...—Le indico Camus acostándose boca arriba sobre la cama.


 


  Lentamente, Escorpio se acomodo entre las piernas macizas y trabajadas de su acuariano para penetrarlo suavemente... Gracias a los Dioses que estaban en un hospital y que la vaselina abundaba, pues hacia bastante tiempo de la ultima vez juntos en una cama.


  Un par de quejidos de dolor, que fueron calmados por las caricias y los besos de Milo, y ya Camus sentía en su interior como era llenado por algo duro y palpitante. Sin dejar de besar sus labios y de acariciar su cabello en la frente, Escorpio comenzó a moverse rítmicamente. Con la mano libre, levanto la pierna de Acuario para poder facilitar la penetración. Camus se aferraba, como podía, a la espalda de su amante. Ambos querían tener los ojos abiertos, ambos querían mirarse. Siempre habían considerado esos actos como prueba de amor y no como sexo solamente... Pero ese día, era distinto... Realmente podían sentirse mutuamente... Y lo que mas quería Acuario en ese momento, era que su Escorpio no cesara nunca... Y lo que mas quería Milo en ese momento, era seguir así eternamente... Pero todo principio tiene un final... Mas cuando se tratan de esas cosas. Y sin poder evitarlo, Escorpio se descarga en su interior, dejándole la prueba de su perpetuo e inquebrantable amor.


  Camus, al sentir que todo finalizaba, comenzó a llorar...


 


--Camus... ¿Te hice daño?— Pregunto Escorpio preocupado.


--No... No es eso... Es que, no quiero... No quiero que esto se termine.—Respondió guardando compostura.


  Milo comprendiendo lo tranquiliza:


--Pero mi amor... Mañana volveré y te haré el amor otra vez... Y pasado otra vez... Y traspasado también... Y al otro día...


Pero Acuario lo interrumpió cortante, demostrándole la realidad.


--¡Milo, por el amor de Athena, No sabemos que demonios es esta maldita enfermedad! ¡¡No sabemos cuanto puedo durar!!


Escorpio nunca lo había visto a Camus tan enojado, tan exaltado. Siempre correcto, serio y ubicado... Ahora estaba desencajado... Tomándolo entre sus brazos lo consoló:


--Es cierto... No lo sabemos... No sabemos que mierda es, ni siquiera si es capaz de matarte o no... Pero no por eso voy a dejar que mi mundo se detenga...  ¡No voy a dejar que una puta enfermedad me afecte por demás, suficiente con que se esta llevando al único ser que realmente me importa!... ¡No le voy a dar el lujo de verme destrozado! ¡Voy a ser fuerte y voy a luchar para salir adelante!


Nunca Acuario, lo había escuchado a Milo decir tantas malas palabras juntas.


--¡Para ti es fácil... Tu no tienes que cargar con esta enfermedad Milo!


Eso... había sido mucho. Levantándose de la cama, Escorpio comienza a decir:


--¿Sabes que Camus?... Eres un egoísta... Eres tan egoísta que ni siquiera puedes ver el esfuerzo que estamos haciendo todos por ti... ¡Y tu, lamentándote en esta cama, esperando la muerte!... ¡¡Cuándo sabes perfectamente que por salir a tomar un poco de aire no vas a morir!!...—Agitaba efusivamente un dedo --¡¡¡Por que esas es la verdad Camus!!!... No le temes a la muerte, si no a afrontarlo solo...


Eso a Acuario, lo dejo sin palabras.


--Y eres tan egoísta y ciego, que no puedes ver, que yo estoy a tu lado, y que contigo estoy esperando la muerte...—Milo lentamente, comenzaba a tranquilizarse –Yo también tengo esta enfermedad, no la tendré en el cuerpo, pero si en el alma... Y si tu te dejas morir, Pues... Yo también me moriré.


--Perdón...—Susurro Camus realmente apenado, comprendiendo lo egoísta que había sido todo eso tiempo en hacer de cuenta que su enfermedad solo lo afectaba a el.


--No... Perdoname tu...—Dijo Milo con dureza y con sus manos en la cintura. Sabia que el mensaje había llegado con éxito al corazón de Camus.


--Perdón por ser tan egoísta...—Realizando una breve pausa continuó hablando --¿Sabes Milo?...—Pregunto mirándolo a los ojos.


--¿Qué?


--Te ves hermoso así... Enojado... Y desnudo, en medio de la habitación.—Su vista bajo a la entrepierna de su amante.


 


  Escorpio bajó la vista al mismo lugar, reconociendo su desnudes, como si eso fuera la prueba definitiva. Levanta la vista sonriéndole cómplice, para luego acostarse a su lado. Debían vestirse, muy a su pesar, pues cualquiera podía aparecerse de improviso.


 


--¿Cuántas grullas has hecho hasta el momento?—Pregunto Milo observando la mesilla.


--Seiscientas...—Respondió como si nada.


--Waou... Eso es mucho...


--Ni que lo digas... Cada una de esas tiene su historia... ¡Si me han costado las malditas!.


Milo rió apenas, motivado por aquel espontáneo comentario.


--Se... Se que no hace falta decirlo... Pero yo necesito decírtelo... Te amo. Yo Milo de Escorpio te amo, Camus de Acuario.


Aquella formalidad forzada de Milo le divertía, pero a la vez le enternecía.


--Pues yo... Señor Milo de Escorpio. Yo lo amo—Contesto divertido.


--¿Te vas a burlar de mi?... Estoy hablando de mis sentimientos y me tomas para el chiste.


--No te enojes escorpión...


--Te amo... No se si te lo dije... No te lo dije ¿No?—Dijo Escorpio haciéndose el olvidadizo


--Nop... Nunca me lo has dicho...—Camus le seguía el hilo.


--Bueno, te lo digo ahora... Te amo...—Reafirmo Milo con la voz melosa.


--No escuche... Es que este es mi oído malo...—Decía haciéndose el sordo.


--Tal vez, con unos besos míos... Se cure ese oído...


--A ver... inténtalo, por favor.


Luego de pasarse un buen rato como hacia tiempo no lo pasaban, jugando y mimándose, sorpresivamente Camus le dice:


--Milo, te amo.


--Ya lo se...—Respondió resuelto.


--Bueno, pero nunca esta demás decirlo.


--Camie... Tu no eres así, no me asustes... ¿En que estas pensando?—Aquellas actitudes de Acuario, de demostrar sentimientos, asustaban a Milo... Aunque a decir verdad, ya se estaba acostumbrando a los cambios que se estaban dando.


--Te amo...—Volvió a repetir –Ahora quiero escucharlo yo...


--Camus... Sabes... Te amo...—Respondió sin comprender del todo. Luego de pensarlo le increpo—¿No estarás de nuevo con esa idea de...?—Le costaba decirlo.


--De morirme...—Respondió reafirmando la idea --Uno nunca sabe...


--“Uno nunca sabe, uno nunca sabe”... ¡Yo te voy a dar, uno nunca sabe!... Deja de pensar en ello...—Lo reto dulcemente.


--Perdón, pero no lo puedo evitar.


--Si ahora estas bien...—Y comprendiendo sus miedos, le aconseja –Cuando te sientas así, ponte a hacer grullas... Eso te ayuda ¿no?


--Si... Eso haré-- Era cierto, las grullas lo ayudaban.


 


Milo se despidió sintiendo que ese día no había sido en vano, por lo menos, de ahora en mas Camus intentaría salir adelante.


 


***


 


  Nada nuevo... Ninguna buena noticia que pudiera ayudar a encontrar la solución para la extraña enfermedad... Inclusive, en el Santuario, se cuestionaban si en realidad era una enfermedad... parecía mas una maldición que otra cosa... Pues hacia de Camus lo que quería...


  El ultimo día en el Santuario, Hyoga fue a visitar a su Maestro para despedirse de el, encontrándolo muy animado (Dentro de lo que Camus podía animarse) haciendo grullas de papel... Era bastante hábil...


  El Cisne antes de irse y dejarlo a su Sensei en compañía de Milo, tiene un gesto que los deja a los dos sorprendidos... Abraza fuertemente a Acuario... dentro de él, a pesar de la charla que habían tenido minutos antes sobre la sucesión de la armadura de Acuario, no quería que las cosas fueran así... No quería tener que suplantar al Santo de Acuario por algo así... Distinta seria la historia si este hubiera muerto por combate y no por una maldita enfermedad... Aun así, Hyoga, en su interior se sentía sumamente orgulloso de ser el discípulo de Camus, a quien consideraba su padre y mentor.


  Sin palabras, pues ese gesto lo había dicho todo, se retiro dedicándole una ultima mirada y sonrisa a su Maestro... Pues sabia, que si volvía, seria por una mala noticia... Esperaba, entonces, no tener que volver a verlo.


  Camus se quedo estupefacto de aquel gesto, y una vez que pudo reaccionar su pupilo, de seguro ya había llegado a Japón.


  Ese noche Escorpio se quedo al lado de su Camus, pues aparentemente por los síntomas, se venia una mala noche. Lo único que pudo escuchar Milo de Camus esa noche fue:


 


--“Yo estaré bien, si se que eres feliz”


 


Luego, Acuario siguió balbuceando un sin fin de cosas in entendibles. Escorpio solo reposaba a su lado con aquellas palabras en su mente, luego Camus se quedo dormido, y entonces Milo comprendió aquellas palabras, pues Acuario de aquel sueño, nunca despertó.


 


La noticia de que Camus de Acuario había muerto, amaneció con todos esa fría mañana.


 


Milo se llevo consigo, a su Templo las 642 grullas de papel que Camus había plegado... Y con paciencia, comenzó a plegar las que faltaban. Al principio era torpe, inclusive el papel de ejemplo no le servia de mucho... Pero con el correr del día lo había conseguido... había conseguido aprender como... Solo faltaban hacerlas.


  Poco a poco, cada Santo que conocía la relación sentimental que tenían ellos dos, fueron acercándose al Templo de Escorpio. Ensimismado con las figuras de papel, no noto la presencia de Muu a su lado, intentando formar esa dichosa figura. A los minutos llego Aldebarán, quien fallando al principio también lo había conseguido. Los gemelos también se sumaron, hasta Death Mask colaboro en tan difícil tarea de plegar papelitos. Mientras que Aioria dejo sorprendidos a todos con su habilidad con las grullas. Shaka, primero analizó pacientemente las figuras para luego comenzar con éxito. Douko demostró ser lejos el mejor junto a Aioros. Shura de vez en cuando maldecía, arrojando al piso, las figuras echas con sus propias manos, aun así, no se dejo vencer. A Aphrodite le salieron los mas bonitos.


  En silencio, juntos en el Templo de Milo, plegaron 999 grullas de papel dejando la ultima a Hyoga, quien había llegado recién alertado por la triste noticia.


 


Una vez finalizadas las mil grullas fueron sepultadas junto a Camus en la ceremonia por su recuerdo. Esa mañana, Grecia experimento el día mas frío en su historia teniéndose en cuenta que estaban en verano... Y así lo sintieron todos... Que sin duda era la presencia, el agradecimiento... La despedida del Santo Dorado Camus de Acuario.


 


FIN. *_* Gracias por leer... POR FAVOR: ¡COMENTARIOS!   


 


Gueno... Aquí lo he terminado, mas de un@ me debe estar odiando en este momento, pero bué.


  Como dije en un principio, esta historia esta inspirada en una historia japonesa, que al leerla en la clase de japonés el sábado pasado, no pude evitar sentir una congoja en mi alma... Fue así que se me ocurrió esta historia... A continuación, la verdadera historia.


 


Aphrodita

 


Las Mil Grullas


En 1945, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, se lanzó la primera bomba atómica (bomba A), sobre la ciudad de Hiroshima, Japón. La ciudad quedó destruida y murieron miles de personas. Aunque la bomba era cien veces más poderosa que una bomba común, ésta tenía un elemento que no se encontraba en las bombas comunes: La radiación. Sabemos que la radiación es muy peligrosa y que puede causar enfermedades tales como el cáncer.


Una joven japonesa llamada Sadako vivía a dos kilómetros y medio de Hiroshima cuando explotó la bomba y parecía no estar quemada ni herida. Sin embargo, diez años más tarde, cuando Hiroshima ya había sido reconstruida, Sadako enfermó de leucemia, es decir, cáncer de sangre y debió ser internada en un hospital. Estaba asustada, sabía que podía morirse. Los amigos y parientes la visitaban todos los días para tratar de levantarle el ánimo.


Su mejor amiga, Chizuko, le contó el cuento de la grulla, que es un pájaro sagrado de Japón. Se pensaba que una grulla vivía miles de años y que si un enfermo hacía mil grullas de papel se mejoraría.


Sadako decidió hacer mil grullas de papel. Día tras día se la pasaba plegándolas y se dio cuenta que ésta era una buena manera de darse ánimos. A veces se sentía demasiado mala para hacer muchas grullas, pero igual intentaba. Cuando sus amigos y su familia la visitaban en el hospital, trataba de seguir sonriendo y de estar de buen ánimo para que no se preocuparan tanto.


Sadako había hecho seiscientas grullas pero seguía igual.


Pacientemente, plegaba y plegaba más grullas, pero lamentablemente al final se murió. Había hecho seiscientas cuarenta y dos grullas de papel.


Las compañeras de clase de Sadako decidieron plegar las grullas que faltaban para completar mil y éstas fueron enterradas con Sadako.


Sadako no fue la única niña que murió de leucemia en Hiroshima. Muchos otros niños habían muerto o estaban muriendo de leucemia (que era conocida también como la "enfermedad de la bomba A").


Los niños formaron una asociación para juntar dinero para levantarle a Sadako un monumento. Esta asociación fue creciendo y miles de niños de todas partes del mundo hicieron donaciones. Después de tres años tenían dinero suficiente para el monumento. Este monumento es conocido como el Monumento a la Paz de los Niños y está en el Parque de la Paz en Hiroshima. Hay un mensaje tallado en la piedra:


"Este es nuestro clamor, ésta es nuestra plegaria: paz en el mundo". 


***


Esta es la historia, que en clase, Marina-sensei nos contó, aquí les doy otra versión:


***


Las grullas de la paz (Cranes for Peace)


 


El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos arrojó la bomba atómica en Hiroshima, Japón, con la esperanza de terminar la Segunda Guerra Mundial. En pocos minutos, más de 200.000 personas perecieron por causa de la explosión.


Sadako Sasaki sólo tenía dos años de vida cuando la bomba cayó en su ciudad. Era una niña feliz y energética y parecía que no le había afectado la explosión de la bomba, pero nueve años después se le detectó leucemia, una enfermedad causada por la irradiación de la bomba.


Cuando estaba en el hospital una amiga suya le trajo una grulla de papel y le contó la historia de la grulla. Los japoneses creen que la grulla vive mil años. Si una persona enferma hace mil grullas de papel, los dioses le concederán su deseo de mejorarse. Las grullas le aumentaron la esperanza a Sadako y entonces se puso a hacer grullas de papel con mucho entusiasmo. Sin embargo, lamentablemente ella falleció en octubre de 1955 después de haber hecho 644 grullas de papel. Los amigos y compañeros de Sadako continuaron su misión e hicieron el resto para completar las mil grullas.


Con la esperanza de que se pudiera evitar la guerra en el futuro, los niños juntaron dinero para construir un monumento a Sadako y a las grullas. Ahora hay una estatua de una niña sosteniendo una grulla dorada en sus


Brazos abiertos en el Parque de la Paz en Hiroshima. Cada año gente de todo el mundo hace grullas de papel y las manda a Hiroshima. El 6 de agosto, Día de la Paz, los niños de la ciudad cuelgan las grullas en él


monumento con la esperanza de transmitir este mensaje a todo el mundo:


”Este es nuestro llanto. Esta es nuestra oración. Paz en el mundo.


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Sin mas me despido esperando sus comentarios...


07/07/2005 05:31:18 a.m.


EXCLAMACIONDEATHENA@HOTMAIL.COM


 


 


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