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El amor y el odio siempre fueron de la mano. por MarlovesNana

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Notas del capitulo:

Muchísimas gracias a todas por vuestras reviews!

Espero que os guste este nuevo capítulo y que estes bien :D

—Me estás vacilando—afirmó la pequeña pelirroja antes de volver a echarse a reir.—Es que no me lo creo.

—Te lo digo en serio.—dijo Scarlet con una media sonrisa—Que pasa, ¿tú nunca has sido rechazada?—preguntó mirándola seria.

Eva bebió el sorbo que le correspondía por no haberse esperado tal respuesta a su pregunta, pues de eso se trataba el juego de ¿Te lo esperabas?.

—Eso ya cuenta como una pregunta, ¿eh?.—afirmó la más joven—Pues nunca me han dado calabazas.—dijo pensativa.

La pequeña se extrañó al ver que Scarlet no bebía un poco de su cerveza.

—¿Te lo esperabas?—preguntó medio riéndose.

—Sí.—contestó antes de ir a por otra cerveza—Eres muy guapa y estás bastante buena.

—Es que a ti te pone hasta una piedra.—dijo tranquila ocultando que realmente le habia gustado que Scarlet pensase eso de ella—Me toca preguntar.—se quedó callada un momento pensando su pregunta—¿Quién es la persona más mayor a la que te has tirado? No contestes aún, que voy a apuntar la cifra para que no me acuses de tramposa.—Eva cogió un boli y papel e hizo lo que dijo.

—Este año a la madre de una de mi clase. Tiene 40 años.

La pequeña puso cara de decepción y le mostró el papel, en el que habia apuntado el número 80.

—Ja ja ja. Si no estuvieses en el cuerpo de mi hermana te mandaría beberte toda la botella por graciosilla.—dijo quitándole el papel y arrugándolo mientras Eva reia a carcajadas.—¿Tan enferma crees que estoy?

La más joven afirmó seria con la cabeza, pero al rato comenzó a reirse de nuevo. Ya no sabía si era por el alcohol o porque realmente lo estaba pasando genial con la pelirroja. Un momento, ¿realmente le divertía estar con ella?. Al darse cuenta de esto su rostro se volvió algo serio. Aunque durante estas dos semanas de convivencia, solo los primeros días se llevaban mal-porque que uno de esos dias Rose por Skype las obligo a no comportarse de esa manera tan infantil-el resto de los dias habian sido bastante tranquilos. Pero una cosa era no molestarse entre ellas y otra muy distinta ponerse a jugar a esos juegos.

—Es muy tarde—dijo Eva recuperando la seriedad total—Me voy a dormir.

A la mayor se le escapó una risita, provocando en la pequeña una mirada de confusión.

—Que duermas bien—acabó diciendo Scarlet sonriendo para ocultar su risa.

—¿Qué es tan gracioso?—preguntó algo molesta.

—Nada nada.

La pequeña subió a su cuarto preguntándose si la pelirroja se habia vuelto loca o directamente era así de nacimiento. Cuando ya estaba en la cama, se dió cuenta de que era sábado, e intentó dormirse lo antes posible para que cuando llegase Scarlet, no notara su presencia. Afortunadamente se durmió enseguida, pues aquella mañana había empezado su primer día de trabajo en la tienda de animales y plantas en la que deberia de estar Rose. El encargado se disculpó porque el vago de su hijo no apareció en toda la tarde para ayudarla.

De repente se despertó al oir aquella música tan alta y horrible, estaba segura de que se le iba a salir el corazón del pecho por el susto. Al tranquilizarse miró el reloj, eran las dos de la mañana y tenía que levantarse en cinco horas. Del susto paso a la furia, estaba claro quien era la culpable, y no pensaba quedarse de brazos cruzados. Al bajar las escaleras vio que no eran las únicas en la casa. Su furia aumentó con su vergüenza, pues no iba tan tapada como la hubiera gustado en esos momentos. Fue en busca de Scarlet, y la encontró liándose con dos chicas a la vez. Al ver la escena se molestó un poco, y se dirigió donde ellas enfadada.

—Ejem Ejem—gritó, ya que la música estaba alta.

—Dile a Jaime que ya puede bajar la música—dijo sonriendo a una de ellas.

—¿Eres tonta o qué?... Podrias haberme avisado antes de lo de la fiesta y me hubiese arreglado un poco—afirmó sonriendo, lo que provocó en Scarlet bastante confusión.—Ahora vuelvo.—dijo guiñándole un ojo.

Subió rápido mientras por dentro estaba disfrutando de la cara que puso la pelirroja cuando dijo eso.

—Si no puedes con el enemigo únete a él—dijo maliciosamente la pequeña mientras decidia que vestir.

Bajó las escaleras en busca de algún tio que estuviera bastante bueno para pasar un buen rato. No era justo que solo Scarlet disfrutara. No tardó mucho en localizar a su chico, se sirvió un poco de calimocho y se acercó decidida a él, fingiendo que se tropezaba y machándole la camiseta.

—Cuanto lo siento—dijo apenada.

—Tranquila, no pasa nada.—el chico sonrió, no podia enfadarse con una chica tan guapa.

—¿Te acompaño al baño y la limpiamos un poco?—preguntó algo coqueta.

—Claro.

Mientras, Scarlet observaba como esos dos desaparecían de la multitud. Se fue en busca de otra persona, daba igual si era chica o chico, necesitaba volver a ser ella. Pero no podía, estaba confundida, pues hasta ese momento creyó estar más que segura de haber superado lo que ocurrio hace 11 años. Y claro que asi era. El amor no existe, lo comprobó con tan solo siete años y desde ese día lo ha vivido en su propio entorno. Su padre engañó a su madre, los padres de su mejor amigo están divorciados, esos hombres que afirman haber matado a sus mujeres por amor...

De repende la gente comenzó a subir las escaleras. Scarlet, curiosa, hizo lo mismo que los demás. Algo no iba bien, por lo que las subió apresurada. Al llegar, vio que dos tios-entre ellos Jaime-sujetaban a otro y cerca de ellos Eva, llorando, con una mejilla roja, y su camiseta algo rota. Se acercó al chico y le dio un puñetazo en la tripa.

—Vuelves a tocar a mi hermana y te corto la...

—¡Fuera todos de aquí!—gritó Jaime antes de que esto se convirtiera en un coliseo romano—Ya nos vamos todos, no te preocupes—dijo mirando a Scarlet, ayudando al chico a incorporarse.

En menos de un minuto el silencio total reinó en la casa, quedando ambas solamente.

—Lo siento—se disculpó Eva medio llorando.

Scarlet no dijo nada. Se marchó a su habitación y se encerró allí, lamentándose de no haber llegado antes.

—Nunca fue tu culpa.

 

11 años atrás

 

En un tanatorio, una niña de cinco años se encuentra secándose sus lágrimas con sus pequeños puños. Otra niña, de seis años, observa a la pequeña llorona, y aunque su mamá le dijo en muchas ocasiones que la gente cuando llora es fea y por eso siempre tenía que sonreir, le parece ver a la niña más bonita del mundo. Se acerca a ella, quiere verla más de cerca, está segura de que es una de esas princesas que tanto aparecen en los cuentos que su mamá le lee, y quiere que sea su princesa, para poder ser ella su príncipe.

—¿Por qué tú lloras?—pregunta sentándose en el suelo, junto a ella.

La pequeña de ojos marrón avellana, mira con curiosidad a la niña. Nunca antes había visto ese color de pelo, ni esos ojos azul mar, y mucho menos una cara con puntitos marrones.

—Mi abuelita se fue al cielo.—contesta apenada—Y mamá dijo que no va a volver.

—¿Qué es cielo?

—Eso de allí arriba—señala la niña morena.

La pequeña de ojos azules se queda pensativa, tal vez haya aviones que aterricen en el cielo. ¡Ella también quiere ir allí!.

—Cuando ser grandes, coger un avión que vaya al cielo. Promesa—la niña del pelo naranja le tiende su mano con una sonrisa a la pequeña del pelo negro. Esta la estrecha devolviéndole la sonrisa.

—Hablas extraño.—dice riendo la morena.

—Yo vivo en Irlanda.

No muy lejos de ellas, dos mujeres, desde distintos puntos del lugar, llevaban observando la escena entre las pequeñas. Una de ellas, se acerca y se pone de cuclillas.

—Ya veo que hiciste una nueva amiguita.—dice la madre sonriendo a la pelirroja.—Pero ya nos tenemos que ir.—afirma ahora mirando a su hija con tristeza.

Las niñas se despiden, prometiendo que cuando sean grandes irán al cielo a visitar a la abuelita de la más pequeña. La pelirroja va donde su mamá, feliz de haber hallado a su princesita.

 

Al año siguiente los Mc Carron se mudaron a España, por el capricho de la madre, que echaba de menos su país. Casualidad o destino, compraron una buena casa cerca de la de los Vázquez-Domínguez, que les dieron una cálida bienvenida a los recién llegados. A la señora Mc Carron se le hacia algo famliar la cara de aquella niña y su madre, y a esta, la cara de la hija mayor, pero no logró averiguar nunca de qué. En cambio, la señora Cecilia lo descubrió dias después.

—Mi cielo, ¿qué te pasa?—preguntó bastante preocupada la madre de la pelirroja.

—Eva ya nunca me querrá.—contestó con sus ojos llorosos.

En ese momento su madre se dio cuenta de porqué se le hacian tan familiar aquellos rostros.

—¿Y eso por qué?—cuestionó acariciando su pelo.

—Por que llegué tarde.

Notas finales:

Lo sé, muy cortito. u.u

Acepto todo tipo de opiniones ^_^

Nos vemos! :D


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