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El amor y el odio siempre fueron de la mano. por MarlovesNana

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Notas del capitulo:

Hola :)

Espero que todas mis amadas lectoras estéis bien :)

¿Qué tal los exámenes?

Espero que también bien ^^

Tardaron cinco minutos en subir el desayuno. El joven encargado no hacía más que mirar insinuante a Scarlet. Ella ni se daba cuenta, puede que tiempo atrás no hubiera dudado en invitarle a quedarse. En cambio Eva se estaba dando cuenta, y tuvo que encerrarse en el baño hasta que el joven se fuera. Cuando salió, la pelirroja seguía con esa expresión fría.

—Hoy no vas a trabajar.—dijo cuando Eva volvió del baño—Llama a Alonso y avísale de que Robert viene a visitarte.

La menor obedeció sin protestar, aunque necesitaba ir allí, pues le hubiera gustado atrasar lo que tenía que decirle sobre lo que pasó la noche anterior. Aunque poca oportunidad iba a tener hoy, porque toda su atención la centraría en el señor Mc Carron.

Tras acabar la llamada desayunaron en un eterno silencio incómodo, al menos para la pequeña. Ambas fueron a la vez al baño a lavarse los dientes y cuando la mayor finalizó, se volvió a meter en la cama. Eva al verla, se extrañó un poco.

—¿Así es como afrontas tú los problemas?—preguntó destapándola—Levanta.

—No es eso...—dijo volviéndose a tapar.—Siempre que viene a casa le dejo solo con Rose, pero ahora...

—Bueno, pues es una gran ocasión para que arregléis las cosas, ¿no?—sugirió quitándole las sábanas de nuevo.

—No tengo nada que arreglar.—afirmó tapándose otra vez y dándose media vuelta.

—No puedes tratarle siempre así. Te guste o no, es tu padre.

Scarlet no dijo nada. Sabía que Eva tenía razón, pero no quería admitirlo. Volvió a darse media vuelta y la miró a los ojos.

—Yo jamás te mentiré ni te seré infiel porque voy a estar demasiado ocupada enamorándote día a día, logrando que nunca dejes de amarme.

El corazón de la menor nuevamente respondía a aquellas palabras tan sinceras, a aquella mirada azul y a aquel tono tan verdadero. No sólo latiendo descontroladamente, también dolorosamente, pues volvió a sentirse terriblemente culpable por lo que dijo ayer. Quiso salir de allí, Scarlet vio sus intenciones y se levantó rápido para agarrar su muñeca e impedírselo.

—No te voy a pedir perdón por lo de antes, no suelo hacerlo cuando digo la verdad. Sin embargo, si lo haré porque te hice sentir mal.

—Pues deja de decir esas cosas.

Ella tenía razón. No podía permitirse el placer de decirle todo lo que sentía, porque eso le iba a causar malestar y arrepentimiento, y eso era algo que la pelirroja no deseaba. Por muy feo que pudiera sonar, no quería otra vez a Rose en medio.

Alguien llamó a la puerta. Era él. Scarlet se ofreció a abrir. Al verle tuvo que saludarle por educación. El señor Mc Carron nada más ver a su hija pequeña le dio un gran abrazo, el cual Eva tardó unos segundos en corresponderlo, pues se le hacía bastante extraño. Sin embargo no le resultó difícil comportarse como lo hubiera hecho Rose, ya que Robert era un hombre muy bueno. Suerte que era su mejor amiga, sino no hubiera respondido a todas sus preguntas con tanta facilidad y convicción. Scarlet intentó intervenir lo menos posible, sin dejarles solos, no quería que la menor se sintiera incómoda. Tras ponerse al día decidieron comer en el restaurante del hotel.

—¿Y tu amiga Eva?

—En México.—se adelantó a responder la mayor.

—Está en coma...—dijo la menor como si lo hubiera pensado en alto—Tengo muchas ganas de verla.

—Bueno, eso tiene fácil arreglo—aseguró el hombre con una sonrisa—Papá puede llevarte en el avión.

A la pequeña se le iluminó la cara. Era la mejor propuesta que podían hacerle en estos momentos.

—¿En serio?—preguntó llena de esperanza.

—Sí.

Aquella esperanza se esfumó tan rápido como vino. Se dió cuenta de que las cosas no eran tan fáciles. ¿Qué pasaba con el trabajo? ¿Y con Alonso? Le explicó los inconvenientes que no le permitían realizar el viaje y él sugirió que podía hablar con su compañero y jefe que seguro lo entenderían. La felicidad volvió de nuevo a la menor. Quería irse lo antes posible.

—Tengo que hacer unas llamadas.—dijo el señor Mc Carron antes del establecimiento.

Las chicas se quedaron solas, en silencio, esperando a que volviera. Eva estaba tan feliz que se había olvidado por completo del asunto pelirrojo, hasta que ésta le sacó de sus pensamientos.

—Hay algo que quiero decirte.—dijo a la mirada algo asustada de la menor—No es sobre lo de a... eso.—aseguró para tranquilizarla.

Estaba relacionado. No podía esperar a llegar a México, tenía que ser antes. Además también debía de comentarle a su progenitor sobre su decisión respecto a sus estudios, más que nada para que se encargara de pagarlos. Y así lo hizo en cuanto volvió a la mesa. Al decirle la carrera que quería hacer y la especialidad, le comentó que le gustaría matricularse en la universidad de Washington. Su padre estaba muy orgulloso de que se dedicara en un futuro a tal profesión. Él le dijo que seguro aceptaban su matrícula,-aunque fuera a estas alturas del verano- ninguna universidad podía permitirse prescindir de una alumna como ella.

Cuando acabaron de comer, las chicas volvieron a la habitación a hacer las maletas. Bajaron a recepción donde su padre las estaba esperando para llevarlas en coche a casa.

—Tengo que ir a un sitio.—dijo el hombre en el coche—Cuando vuelva dejadme hacer la cena—pidió con una sonrisa antes de arrancar.

Lo primero que hizo Eva después de despedirse fue ir con cierta prisa a su habitación a deshacer el poco equipaje que llevaba mientras pensaba en hablar con la mayor sobre eso. Scarlet dejó la maleta en su habitación y entró en la de la menor. Esperó pacientemente a que acabara de ordenar las cosas y se acercó a ella.

—Sé lo...

—¿Puedo decirte yo primero?—preguntó interrumpiéndola algo nerviosa.

Scarlet aceptó no muy convencida.

—Quiero intentarlo con Alonso.—dijo evitando mirarla a los ojos, pues ni ella misma se creía realmente esas palabras

Scarlet volvió a sentir su corazón romperse en mil pedazos. Sabía que esa frase era mentira y sin embargo ella prefería a su compañero. Siempre fue así. Eva elegía a los demás por encima de la mayor. Aunque esta vez era como las otras. No lo hacía por el chico, lo hacía por Rose. Y Scarlet ya no era aquella niña que se quedó llorando sin hacer todo lo posible por recordarle a Eva quién era. Esta vez no podía ser derrotada. No ahora que la suerte parecía estar a su favor.

—Sé que lo haces por mi hermana, porque ella está enamorada de mí.

Eva no podía creerse lo que acababa de oír.

—¿Lo has sabido todo este tiempo?—pregunto aún en su asombro—Eres... Eres una egoísta.

—¿Por qué? ¿Por no corresponder sus sentimientos? ¿Por no querer rendirme ahora que sé que los míos son correspondidos?—preguntó a la mirada algo molesta de la pequeña.

—Estamos hablando de Rose.

—¿Y por eso debo quedarme yo sin nadie a quién poder amar?

—Hay mucha gente en el mundo, ¿por qué te tuviste que fijar en la mejor amiga de tu hermana?—sonó como si de una queja se tratara.

—Porque cuando te vi por primera vez nadie me avisó de que iba a ser alguien tan importante para ella.

La mirada de la menor fue de no comprensión.

—Tú no te acuerdas pero nos conocimos hace once años.

—¿Qué?... No...

Scarlet comenzó a narrar la historia de su primer y único amor. Contó que aquel día de jueves llovía. Ambas estaban en un tanatorio, pues su abuela acababa de morir, al igual que el amigo de la madre de la pelirroja. Confesó, con cierto pudor, que nada más ver a aquella pequeña llorona sintió miles de mariposillas en su estómago y su corazón parecía bobear sangre de una manera muy agitada. También deseó tomar su mano y jamás soltarla. Y por último, le recordó aquella promesa.

—Mi madre me contó que me caí por las escaleras cuando tenía cinco años, y perdí la memoria.—dijo Eva aún sin creerse que qué caprichoso podía ser el destino—Fue justo un día después de lo del tanatorio.

—Entonces...

La mayor se dejó llevar por la felicidad que sentía en esos momento y la abrazó. Toda la vida creyendo que Eva se había olvidado de ella cuando en realidad tuvo aquel inoportuno accidente. Qué distintas serían las cosas entre ambas si no hubiera sido por eso. La menor pensó lo mismo, pues su madre la contó una dato demasiado vergonzoso. Un dato que le hizo darse cuenta de que ahora si tenía que elegir. No quería perder a Rose, pero tampoco a Scarlet. Era tan dolorosos el sólo pensar que tenía que escoger a una que comenzó a llorar.

—No te preocupes,—dijo como si hubiera leído el pensamiento de la menor—lo entenderá. Te quiere tanto como tú a ella, y tiene el mismo miedo de perderte.—aseguró acariciando el suave pelo de la menor—Yo hablaré con Rose.

El timbre sonó. Seguramente era el Señor Mc Carron

—Ya abro yo.—se ofreció la pelirroja secando con sus pulgares las lágrimas que nacían de esos ojos azules—Sí te ve así se va a preocupar.

Esperó a que Scarlet bajara las escaleras y recibiera a su padre para ir al baño a limpiarse la cara y sonarse la nariz. Varios  minutos después fue directa a la cocina. Para sorpresa de ella y Robert, la mayor se ofreció a cocinar con él y, por supuesto, éste aceptó contento.

***

Al día siguiente ya estaban listos para realizar el viaje. El avión era muy lujoso por dentro. Eva nunca había tenido la suerte de subirse a uno así. Es cierto que su papá cobraba bastante bien, pero no tanto como el señor Mc Carron. Había como cuatro mesas cuadradas y al rededor asientos bastante cómodos. El hombre se sentó aparte en uno para no distraerse mientras trabajaba y las chicas fueron a otra mesa. Previamente Eva fue a su último día de trabajo, donde le explicó a Alonso las razones de por qué ya no podía trabajar más allí. Éste las entendió y aseguró que hablaría con su padre. Le dio algo de enfado y tristeza que su compañera se fuera tan lejos, por que avisó tan de repente y quién sabe por cuánto tiempo. A Eva también le supo mal. Se despidió de todos los animales y deseo poder llevarse a Macarrón, pero seguramente cuando volviera ya no estaría allí. También llamó a Andrea para avisarla y despedirse de ella. Tras terminar de hablar con ella, Robert dio la orden de poder salir ya. Iban a ser doce horas de viaje.

Mientras tanto...

Esta situación irrealista estaba significando demasiada desesperación para la familia. Su hija llevaba dos meses en "coma", si era correcto utilizar dicho término en este situación porque nadie pudo determinar a qué se debía este repentino estado de la joven. Para todos era una angustia enorme verla así día a día, causándoles pena y tristeza. La madre apenas podía dormir y lo mismo para el padre. De vez en cuando venia algún familiar de la señora y aquella anciana tan agradable que era la abuela del mejor amigo de su hijo. Cuánto se agradecía el más mínimo detalle por parte de los demás en momentos como éste.

Moisés se encontraba muy agusto conversando con la anciana. Anteriormente había medio obligado a sus padres a irse a casa a descansar el día entero y pasar, por lo menos, la noche allí.

De repente observaron algo que no se había producido en este tiempo. El cuerpo de Eva comenzó a agitarse no muy bruscamente durante varios segundos. El chico se asustó bastante, sin embargo la mujer estuvo muy tranquila. Sólo en uno de los tres casos ocurrió eso mismo. Y sólo en ese caso volvieron a sus cuerpos originarios para siempre, gracias a la magia más poderosa del mundo. La anciana no pudo ocultar su sonrisa, parecía que el caprichoso destino quería dar una oportunidad a estas jovencitas.

La chica abrió los ojos muy lentamente. Veía todo borroso, su cabeza iba a explotar de dolor y estaba bastante desorientada.

—Hola.—saludó la anciana con una cálida sonrisa—Me parece que vuelves a estar en tu cuerpo, Eva.

—¿De verdad?—preguntó el chico con entusiasmo. La abrazó lo más delicadamente posible que le permitió su alegría.

Y así era. Hace nada su alma se encontraba con Scarlet y su padre en un lujoso avión rumbo aquí. Lo último que recuerda fue que la pelirroja le decía que sólo iba a estar un día, pues iba a aprovechar para hacer ya allí la matrícula. También recuerda-aunque ya sabía de su decisión-la pena que le causó que la mayor se fuera a estudiar tan lejos y por tantos años.

¿Y Rose? ¿Qué tal estaba?

***

Permanecieron durante un buen tiempo abrazadas. La pequeña pelirroja no pudo contener sus ganas de llorar, y su hermana de felicidad de por fin estar con ella. Ambas se habían extrañado muchísimo y tenían tantas cosas que contarse... Pero era su obligación escuchar a Rose primero, quien cuando se calmó lo suficiente comenzó a contarle. Sin embargo no había mucho que decir. Durante estos casi sesenta días se había encontrado en una continua oscuridad en la que ella era consciente, que era eso lo peor. Fue toda una angustia permanecer en ese estado, creyendo que tal vez jamás saliera de éste.

—Lo importante es que estás de nuevo en tu cuerpo.—dijo la mayor antes de abrazarla durante varios segundos—Quiero ver esa bonita sonrisa de nuevo.

Rose rió por eso. Scarlet correspondió su sonrisa. Quería hablar de temas más agradables ahora que su hermanita estaba de vuelta. Intentó no nombrar a Eva. Prefirió no tener esa charla. No por ahora. Aunque no iba a ser una sorpresa para Rose, pues en el fondo sabía y tenía que ver más de lo que la morena y la mayor pudieran haber imaginado. Y por ello, la pequeña pelirroja tampoco preguntó por su amiga. Debía de esperar hasta llegar al hospital para contarle aquello de lo que tanto se arrepentía.

Notas finales:

Espero que nos leamos pronto.

Besos y abrazos ♥


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