Clint estaba tumbado sobre su espalda en la enorme, blanda y acolchada cama del cuarto de Loki en Asgard. Habían ido junto a la familia del hermano de su novio a su tierra natal, por decirlo de algún modo una ocho días atrás.
Al principio, Odín les había puesto mala cara a sus parejas y a su nieta, gritándoles a ambos cosas que ninguno entendió aparte de sus hijos. Steve había cogido a su hija en brazos y le había tapado los oído, aun si no podía entender lo que estaban diciendo no se tenía que ser un genio para darse cuenta de que no eran exactamente perlas lo que salían de la boca del rey.
Y entonces, en contra de todo pronóstico, el que se puso a gritar, mezclando inglés y asgardiano, fue Loki, gesticulando exageradamente y con su piel empezándose a colorear.
-Rakastan häntä! Enkä aio sallia voit laittaa meidät erilleen toisistaan.- aquellas palabras hicieron reaccionar tanto a Thor como a su padre adoptivo.- He venido aquí para presentártelo.- dijo más calmo al ver que el padre de todo relajaba su postura tomando a su novio de la mano.- No me importa si lo aceptas o no, lo único que quería hacer era seguir con el protocolo para no darte una excusa para separarnos.
-Está bien. Supongo que iréis a Jötunheim después.- el cabeceo de Loki fue toda la respuesta que recibió.- Eres bien recibido en este palacio.- dijo mirando al rubio que se inclinó levemente, sin soltar la mano de su novio.- Thor. Haluan puhua sinulle juuri nyt. Yksin.- dijo levantándose y yéndose por una puerta trasera seguido del rubio.- Luego irás tú, Loki.- le comunicó a su otro retoño, cerrando la puerta.
-No te preocupes.- le dijo el peli-negro al rubio más fuerte, cogiendo a su sobrina en brazos.- Todo va a estar bien.- aseguró a la vez que le acariciaba el pelo a la niña.- Os voy a enseñar vuestro cuarto.- sin decir nada más, dejó a Peggy al suelo y cogió de la mano a su novio. Empezó a caminar hasta llegar al cuarto de su hermano.- Es el cuarto de Thor. Ahora bien, podemos poner una cama en este mismo cuarto o podemos preparar otro cuarto, ¿qué hacemos?- dijo mirando a Steve.
-Que pongan una cama aquí. Al menos de momento.- le pidió.
-Bien.- se giró a uno de los guardias.- Ve a buscar a alguna de las chicas y que preparen una cama para la princesa. Ah, y a partir de ahora, haz cualquier cosa que ellos te pidan, ¿está claro?- dijo el gigante.
-Sí Su Majestad.- dijo el guardia, quien definitivamente no quería hacer enfadar al hombre de pelo negro.
-Bien, supongo que queréis tomar una baño o algo.- observó.- El baño es la puerta de la izquierda. Cualquier cosa, estamos en la puerta de enfrente.- reveló antes de tirar de su pareja para encerrarse en su cuarto.
Siguió jugando con la moneda entre sus dedos, haciéndola aparecer y desaparecer. Un viejo truco de magia. Como el de las cartas que explotan o las sombras que se mueven solas. Todos ellos los aprendió del mago del circo. Saltaría también de cuerda a cuerda, pero no había cuerdas ahí en el cuarto de su novio y no se atrevía a salir y perderse.
A Loki no le haría mucha gracia, seguramente.
La puerta se abrió suavemente, revelando la figura del dios de ojos verde, que fue hacía él con pasos cortos y lentos, dejándose caer a su lado como si de un saco de patatas se tratara. Rodó sobre si mismo hasta quedar completamente sobre Clinton, que sonrió a la vez que rodeaba la espalda del mayor con sus brazos.
-¿Qué ha pasado?- le preguntó con suavidad, jugueteando con las puntas del pelo contrario.
-Los generales, Padre, Thor y sus continuas disputas sobre quien debería ir en primera línea: si los jinetes a caballo o los que no. Y al final recurren a mí para seguir discutiendo y al final hacerme caso a mí. Al parecer no entienden que cada batalla necesita una apertura u otra.- se quejó, besándole el cuello con cariño.- ¿Y tú que has hecho hoy? ¿Quedarte aquí encerrado todo el día?- la desaprobación eran evidente en su tono de voz.
-Sí. No quiero perderme.- contestó.
-¿Entonces? ¿Qué has hecho?- insistió.
-Trucos de magia.- contestó, apenado.- ¿Quieres ver?- le preguntó, claramente excitado por aquella idea.
-Claro pajarito.- se dejó caer a la cama, quitándose la armadura en el proceso, dejándola caer en el suelo. Se acomodó correctamente, medio tumbado en la cómoda cama y dejó que su novio se sentara en su regazo, acariciándole las suave cintura con ambas manos por debajo de la camiseta, sin querer llegar a algo más.
Al menos no aquella noche.
Clint sonrió antes de enseñarle una moneda cualquiera, la puso dentro de su puño y lo acercó a la boca del mayor quien, actuando por pura inercia sopló, observando como segundos después el menor habría la mano, dedo por dedo, revelando que la moneda ya no estaba entre ellos.
-Cariño, ya sé que nadamos en la abundancia y todo eso, pero no creo que sea una buena razón para ir evaporizando las monedas.- bromeó. Realmente podía pasar de ser una hijo de puta bastardo con aires de diva (definición de Loki hecha por Tony) a la persona más dulce del mundo.
El arquero rió musicalmente, llevando una de sus manos hacia detrás de la oreja de su novio, de donde sacó la moneda.
-Magia.- susurró sobre sus labios antes de besarle.
Loki llevó su mano izquierda hasta la nuca contraria, enredando sus dedos en el corto y rubio cabello, ambos cerraron los ojos suavemente, disfrutando de aquel beso, mucho más íntimo que cualquiera de lo que se habrían dado desde que habían puesto un pie en Asgard.
-¿Magia, eh?- musitó, relamiéndole los labios.- ¿Algún otro truco?- le preguntó, reacomodándose.
-Hum.- asintió y cogió un papel de la mesita de noche. Lo cogió, lo dejó en su mano, lo miró y el papel ardió.- ¿Qué te pareció?- preguntó, esperando por la aprobación de su novio mago.
Mago de verdad, sin trucos baratos.
-Para haberlo hecho un arquero… no tan mal.- le dijo.- ¿Quieres que te enseñe uno yo ahora?
-¿Otro?- dijo burlón.
Loki no respondió, solo aplaudió una vez con un golpe seco y el decorado de su habitación cambió, parecía que no había paredes ni techo pues podían ver el cielo estrellado, la luna, el bosque.
Todo.
-Es hermoso.- dijo Clint.- Ponme el pijama.- le pidió con el mismo tono de voz de un niño caprichoso cuando pide un caramelo a su madre. Con un chasquido de dedos sus ropas fueron reemplazadas por sus cómodos pijamas. Se metieron entre las sábanas y se acostaron, rostro con rostro, para poder verse mejor y beber del aliento del otro, poder aspirar el aroma del otro, bañados por la luz de la luna.
-Mañana por la noche vienen Tony, Nat y Bruce, así que iremos todos al pueblo a beber, ¿te parece bien?- le preguntó Loki, besándole la nariz.
-Claro siempre y cuando estés todo el rato conmigo.- dijo el de ojos azules, acercándose más a él.- Te amo.- un beso fue dejado en su frente en respuesta.
Cuando Clint se durmió, Loki cogió la moneda y sonrió con dulzura, mirando a su novio. No le había dicho que ya conocía ese truco ya que amaba cuando su novio sonreía de aquel modo en el que sus hermosos ojos se achicaban, sus labios crecían hasta dar paso a una hermosa y reluciente sonrisa.
Le recordaba a un niño pequeño cuando hacía aquello. Se veía muy inocente, cosa que en realidad no era para nada. Y él podía dar fe de aquello. Le besó la nariz antes de guardar la moneda, sonriendo al ver que había encontrado otra cosa para que Clint hiciese cuando se aburriese en lugar de tirar piedras a los tarros que tenían en casa.