Dos largos y agobiantes días, solo eso había transcurrido desde que mi pequeña sobrina comenzó a vivir conmigo, esta tarde por fin podremos mudarnos al nuevo departamento que rente. Necesitaba espacio, demasiado diría yo pues junto con ella llegaron todas sus pertenencias, ropa, cuna, coche, juguetes y todo lo que un bebé pudiese necesitar. Por suerte con el dinero que mi hermana había dejado fue suficiente para mudarnos a algo en donde la pequeña y yo pudiésemos vivir cómodamente.
Durante los últimos dos días tuve que arreglármelas sola, pero era algo que realmente no me salía bien, la pequeña mientras no dormía simplemente lloraba sin parar, cosa que me desesperaba, lloré y no lo voy a negar. Aun seguía preguntándome que se le cruzo en la mente a mi hermana al dejarme a cargo de su pequeña hija. Mi corazón se entristeció al pensar que de seguro mi hermana no planeaba morir tan pronto y mucho menos dejar a su pequeña huérfana a cargo de una loca que simplemente no sabía nada sobre bebés. Escuche nuevamente el llanto de la bebé.
-Tranquila, aquí estoy –la tome en brazos tratando de calmar su llanto mientras la mecía- se que no soy tu madre, pero por favor, estoy dando lo mejor de mí para que estés bien –mi desesperación salía a flote nuevamente.
-Señorita –se acerco el joven despacio- terminamos de montar las ultimas cosas al camión, ya podemos partir al nuevo departamento-.
-De acuerdo, pueden adelantarse –le facilite las llaves del nuevo lugar- yo terminaré de meter las cosas de la bebé y llego allá- Coloque nuevamente a la pequeña en el coche mientras dormía.
Así fue como termine de guardar las últimas cosas en mi bolsa de mano y en la pañalera. Guarde todo en mi coche y por ultimo metí a la pequeña en la silla del coche para luego seguir a lo que ahora sería nuestro nuevo hogar.
Realmente el nuevo departamento no era la gran cosa, era un edificio pequeño de pocos pisos, para ser exactos nuestro departamento quedaba en el segundo de este, tenía dos habitaciones bastante amplias, un baño, un pequeño recibidor, seguido de la sala/comedor para concluir con la cocina. Lo preferí en el centro de la ciudad porque quedaba más cercano al trabajo que tomaba de medio tiempo, así también me sería más fácil conseguir un buen lugar de cuidados para bebés mientras yo me encontrara trabajando. Realmente me sentía extraña por tener que convertirme en madre soltera a mi corta edad, y puede que este exagerando, pero lo que menos quiere una joven de 22 años como yo es convertirse en madre en la plena flor de su juventud.
Luego de manejar por unos 45 minutos llegamos a nuestro destino, ella aun se encontraba durmiendo, la verdad no podía quejarme demasiado, con sus 3 meses de edad lo único que hacía era dormir y comer, claro mientras no se encontrara llorando, cosa que me volvía realmente loca. Baje del coche y vi que los empleados del traslado ya estaban terminando de bajar las ultimas cosas hacia el departamento. Por suerte los había contratado de manera que me ayudaran a organizar el departamento sin tener que hacer yo todo el trabajo, tome a la pequeña en brazos y la lleve conmigo hasta el edificio.
-Buenas tardes –me saludo una señora que se encontraba en el portal del edificio.
-Buenas tardes –conteste amablemente sonriendo.
-Así que ustedes son las nuevas vecinas –miro a mi sobrina que comenzaba a despertar- que dulzura una madre con su pequeña hija-.
-Si somos nosotras, pero realmente, ella no es mi hija –me limite a negar un poco apenada- es solo mi sobrina-.
-Oh entiendo, la cuidas mientras su madre no está –acaricio su cabeza despacio.
-La verdad es que, su madre murió y yo me haré cargo de ella –respondí con tono apagado y pude notar cómo se avergonzaba la señora por tan enorme metida de pata.
-Realmente lo siento, no fue mi intención ser tan imprudente –se alejo un poco tratando de huir de la situación- creo que me marchare para que continúes con tu llegada, bienvenida y nuevamente disculpa-.
-No hay problema –alcance a decir para mí cuando ya esta se encontraba subiendo las escaleras.
La muerte de mi hermana había sido la peor noticia para mí, me dolió mucho enterarme aquella noche de lo que había ocurrido y lo que sufrieron ella y su esposo mientras retornaban de su luna de miel. A pesar de que ya tenían una hija de 3 meses, estos solo llevaban 2 semanas de casados puesto que habían escapado a Corea para formalizar su relación. Mi padre, un empresario muy honrado y respetado en LA. California, no aceptaba la relación de mi hermana con aquel hombre que para su desgracia, no era coreano. Escaparon un mes antes de formalizar su unión, mes en el cual planearon todo para tener la mejor celebración privada, Michelle mi hermana de apenas 30 años se veía realmente enamorada, tanto de su esposo como de su pequeña hija. No se podía negar que serían una gran familia, pero todo cambio en el momento que viajaban en el avión de retorno de su luna de miel, el cual se estrello dejando a todos los que se encontraban allí sin vida. Mi pequeña sobrina que en ese momento se encontraba al cuidado de una vieja amiga de mi hermana quedo huérfana de padre y madre.
Cuando entré al departamento ya prácticamente todo se encontraba en su lugar, busque en la pañalera de la bebé su biberón pues era la hora de su almuerzo.
-Bien, me imagino que tienes hambre, así que mientras ellos terminan de acomodar nuestro nuevo hogar tu tomaras tu almuerzo –acerque el biberón a sus labios y esta comenzó a comer despacio.
Luego de una media hora en la cual alimente a Dakota mi sobrina y termine de sacarle los gases, el joven que ordenaba la mudanza me informo que ya habían terminado y que todo se encontraba en orden. Coloqué a la pequeña en su coche para pagar a los ayudantes y acompañarlos a la salida. Luego de cerciorarme que todo se encontraba en su lugar me despedí de los chicos agradeciendo por su trabajo cerrando la puerta tras de mí y marchando a tirarme sobre el enorme sofá que se encontraba en el recibidor.
-Bueno pequeña, ahora si estamos solas tu y yo –mire desde mi posición a la niña que jugaba con sus pequeñas manitos frente a sus ojos- espero que te agrade tu nuevo hogar y espero poder darte lo mejor de mí para que crezcas bien y seas feliz –la niña me observo y dibujo una diminuta sonrisa como si entendiese lo que decía.
Ding Dong!
El timbre sonó y me extrañe, puesto que nadie sabía sobre mi mudanza, seguro sería algún vecino curioso por saber quien se había mudado. Me levante del sofá limpiando por última vez la pequeña gota de baba que salía de los labios diminutos que me habían sonreído minutos antes. Abrí la puerta lentamente y asome mi cabeza, me sorprendí al ver tan enorme sonrisa frente a mis ojos.
-Hola! –saludo aun sonriendo, para así yo abrir la puerta por completo.