Quien te ama, quien te odia.
Te he dicho muchas veces que eres-y serás-un caso perdido. Y si no he sabido controlarme, es porque eres un idiota sin remedio, que sin embargo, posee ciertos encantos.
No pienso decirte que es, ya mucho hice con mencionar lo que tienes, para que tú, un día de estos llegues a mi casa, hacia mí, vanagloriándote de que en el fondo si tengo buenos sentimientos por ti….
Pero constará en papeles y vida que muy en el fondo.
Así son vosotros, y así os merecéis que los traten.
…Como yo hago, siempre, de niño, de adulto, de anciano, y de lo que sea.
Estando lejos de la cuna en que crecí, continuo con la idea de que eres como eres, porque así te trajeron al mundo, el cual claro, lleno de una tristeza , días opacos, solo tú, ves en el, la manera de sonreír, salvo muy pequeñas excepciones….
Quizás en los comienzos, de manera verdadera me exasperabas, tu risa estruendosa, tu incapacidad de leer el ‘’ambiente’’, desubicación, hicieron que las muecas en mi rostro, se hiciesen aún más notorias de lo que ya eran, y tú como un colegial enamorado, despistado de lo que es vivir, sumido en la felicidad, jamás advertías a esos detalles. Al contrario, siempre buscabas la forma de hacerme sentir a gusto a tu lado, de que te quisiera, de adorarte, y es que es imposible no hacerlo, si de tan dulces palabras, cualquiera se deja envolver.
Claro que yo nunca he sido cualquiera, todo que me conoce, de manera externa o profunda, sabe que lo bonito del lenguaje no es lo que más denota mi habla al tratar a una persona, o nación en este caso. Inversamente a lo que un humano normal piense, dedico una homilía llena de sardos, que contrariamente expresarían vocablos, que probable, SOLO PROBABLEMENTE, estarían dirigidos con aquella pasión, dulzura, seducción que poseen los poetas en sus verbos, llenos de metáforas y sensibilidad, muy similar a mi hermano, que aunque es artista, no es poeta, igual que yo, algo que pocas veces coincidimos…
…
Pero en fin, creó que no debo contextualizarme del tema principal, que por alguna razón no puedo-ni quiero- imaginarlo porque ya se cómo termina, y finalizara en formar un gran caos en mi mente.
Recuerdo que los abrazos efusivos tuyos, hacían traspasar mi rostro de blanco a rojo de manera vertiginosa, mientras nos introducíamos en un dialogo, en el cual te golpeaba e insultaba, y tu sonreías de manera boba, como si parecieras feliz de recibir varios golpes en un solo día.
A decir verdad, yo jamás creí que algún día, comenzaría a expandir mis horizontes hacia nuevos lugares, que para mi sorpresa o disgusto, se encontraban más cerca de lo que pensaba.
Mis sentimientos de pesadez y disgusto de niño, cambiaron de manera drástica, cuando era un pre púber, donde comencé a darme cuenta de que si te quería, aunque muy en el fondo de mi alma, y en lo más profundo.
A veces pienso que es lo que tienes de atrayente para el resto, serán tus magnetízantes, ojos verdes que como imanes de tonalidad similar a la esmeralda llaman a la enviar felicidad a los más desdichados, las respuestas un tanto o completamente ilógicas que tienes para responder los enigmas del momento, en las cuales te miro serio, y tu ni me pelas. Y yo caigo en cuenta que no existe nada en el mundo para hacerte cambiar tu manera de ver la vida.
Aunque no te des cuenta, cuando se acerca a ti, ese bastardo del vino, yo me convierto en algo más que tu carcelero, y pese a que intento disimular, aquella rabia que desborda por mis poros y vista, la mimetizo con aquella imagen de indiferencia y ‘’no me interesa lo que hagas’’, pienso y creo que es momento de defenderte de aquel pervertido, que se exalta con tan solo ver un par de piernas deambular por las calles. Y todo esto aumenta aún más, cuando comienza a acariciarte de aquella manera apasionada y amorosa para ti-asquerosa para mí-, en la cual mi pretexto siempre es que yo como la persona decente que soy, os mando a un motel a que hagan sus cochinadas, o que tengan más decencia en consumar sus ansías. Cuando en realidad mi cuerpo, alma y ser, me exigen a gritos en mi conciencia que salga a zancadas de ese lugar, para no tener que observar como otro te toca y devora tus labios, que en mis sueños más profundos, yo soy quien los demanda.
No aguanto ver cómo te abrazan, y tampoco cuando me dices que no importa, y te contesto que te odio, que ya no sé si es verdad o mentira, en la confusión de mis pensamientos. Te odio por intentar calmarme, mientras otro te posee y desea, y yo me quedo a un lado, escrutando aquel zafiro mirar de lo que se puede decir ‘’mi oponente’’, y la burla que se encuentra en ellos, repitiendo y reiterando que me has ganado, y es entonces ahí cuando la rabia se acumula nuevamente en mi ser, sé que no contengo las chispas de mis olivas, y por ello mismo, me largo de ahí, para no observar aquella típica escena en donde se consuma el amor de una pareja, en donde siempre hay un tercero en cuestión.
Pienso que el afecto, es un veneno amargo, tortuoso. Y a la vez sádico y placentero.
Me doy cuenta de lo inevitable, que caí en el juego de cupido, de que sí, me enamore de las palabras bonitas que ahora me parecen como dulces dagas filosas, clavarse en mi pecho, a sabiendas que no son las palabras que quiero escuchar de tu voz.
Me embargue en el aroma que desprenden, tus labios, similar a los tomates, que aunque es una fruta o vegetal, a mí me parece, un redondo corazón, que representa aquellas estúpidas cosas y pequeños detalles que uno solamente advierte cuando esta hechizado bajo el afecto del amor.
Y cuenta me dí, de que no te cambiaría, ni por lo más idiota que eres, lo desubicado, y de oír sonar tu desenfrenada sonrisa contra mi cuello cuando me abrazas, que en lo profundo me da la placentera sensación de calma cuando estoy contigo, y los miedos desaparecen,
Ni siquiera se, cual es el máximo poder de esta maldita sensación, que me hace venerarte, odiarte, y amarte, que me llevo a escribir una sarta de cursilerías en esta carta, que por el bien de todos, espero que nunca nadie la encuentre.
Y si yo merezco sufrir por tu amor, entonces tú mereces sufrir, al no saber quién es el otro, que te ama, te desea, y te cela, aquello que solo yo merezco saber. Porque mientras tú lo ignores, más fácil es para mí ignorarlo, y no ser el desamparado quien en su papel de sobras debe mendigar su amor, y así hacer que nada nunca ha existido.
Ahora realmente si me doy cuenta, de que soy incomparable con mi hermano, porque él es la inversa de lo que soy yo, él es cobarde en la guerra, valiente en el amor. Y yo solo soy yo, que recién de grandecito cuenta me de lo que sentía, o quizás de siempre lo supe, pero nunca lo quise admitir.
Y contra el degenerado amor tuyo, bueno, contra el no puedo competir, porque él no es como yo, así de simple, yo respeto las relaciones de otros, así que tengo que aguantarme en el alma los regocijos y gemidos, pero no importa, porque yo me conformo al verte feliz. Y igualmente, porque no me arrastrare por tu amor, no mendigare codicias, no rogare palabras y atención no como hace él, porque yo no soy el, solo soy yo, una persona, que venera la dignidad antes que el amor, el cual frente a cualquier situación me hace ser merecedor del respeto que tengo.
No soy como él.
Menos como tú.
Mucho menos como vosotros.
Solo soy yo, un maldito orgulloso.
¡Ay! El orgullo, es similar al amor, una dolorosa y placentera sensación, que me cobija del mundo en el que estoy sumergido.
Destinatario: Cabeza de tomates.
Remitente: Quien te ama, quien te odia. Tú carcelero.
N/A: El amor duele, así como satisface, el lado oscuro de mi alma, el placentero dolor.