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Sanatorio mental Kunō por Murasaki

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Notas del capitulo:

 

Bueno, éste es mi pequeño Fic como respuesta al desafío de Halloween creado en el grupo Rock n' Ink de Facebook.

 

Es la primera vez que participo en un desafío así que espero que les guste.

 

 

 

 

27 de noviembre de 2010. Sanatorio mental Kunō. 1:34 a.m.

 

Un joven bajito de pelo castaño se perdía entre los pasillos del sanatorio abandonado a las afueras de Tokyo. Su nombre, Matsumoto Takanori. Blogger aficionado a la fotografía. Se dedicaba a fotografiar todo tipo de cosas y subir las fotos a su Blog.

 

Había escuchado infinidad de cosas a cerca de aquel lugar pero no creía en ninguna de ellas. Decidió desmentir todos los rumores que se extendían sobre aquel sanatorio mental y, ya de paso, demostrar que era un hombre de sangre fía y nervios de acero.

 

Caminaba a paso lento con la cámara fotográfica entre las manos. A cada paso que daba, podía sentir algún cristal de los muchos que había por el suelo romperse bajo sus zapatos ya que no era capaz de ver nada. Estaba todo oscuro y la luz de la calle no llegaba hasta aquel lugar. Haciendo gala de su mala cabeza, olvidó en casa la linterna. ¿Resultado? Tropiezos cada 2 minutos.

 

Consiguió distinguir al fondo de uno de los pasillos unas escaleras que llevaban al segundo piso. La atmósfera en aquel lugar era escalofriante y la excesiva quietud que ahora mismo se sentía daba muy mala espina. Aún así decidió subir: ERROR.

 

Aquel piso era el de los pacientes más agresivos. Pudo deducirlo al comenzar a tomar fotografías a ciegas y ver las distintas habitaciones con camas viejas de colchones mugrientos de las cuales colgaban a cada lado varias correas de cuero. Supuso que servirían en su día para amarrar a los pacientes que intentaban golpear a las enfermeras o que causaban problemas. El ambiente estaba cargado de polvo y a Takanori se le hacía muy difícil respirar sin dificultad.

 

Siguió sacando fotos cuando comenzó a escuchar ruidos al fondo del pasillo. Pensó que sería algún gato, rata o perro callejero y lo dejó pasar. Continuó con su tarea cuando, de pronto, la cámara fotográfica dejó de funcionar. Le pareció extraño puesto que había dejado cargando toda la noche anterior la batería de la cámara y no la había tocado para nada hasta llegar al sanatorio. Un frío intenso comenzó a recorrer todo su cuerpo pero quiso pensar que era a causa del descenso de temperatura al ser ya la madrugada.

 

 

- Bueno, ¿de qué me sirve seguir dando vueltas por aquí si no puedo fotografiar nada? Supongo que tendré que continuar otro día...

 

 

Se dirigió a las escaleras para bajar a la planta de la que había subido antes pero los ruidos de antes se hicieron más intensos. Toda esa situación comenzaba a no gustarle nada pero, en el fondo, sabía que no todos los días pasaban esas cosas tan extrañas. La curiosidad de Takanori comenzó a aumentar y, como se suele decir: LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO...

 

A paso lento y con cuidado de no tropezar con nada, fue avanzando por el pasillo siguiendo el rastro de aquellos ruidos cada vez más intensos. Parecían gritos y sollozos mezclados con ruiditos de algo viscoso. De pronto, dejó de escuchar aquellos ruidos. No entendía nada...

 

 

- ¿Qué coño está pasando aquí?

 

 

A pesar de no escuchar nada, decidió seguir caminando hasta la última habitación de aquel pasillo situada a la izquierda. La puerta estaba entreabierta y se decidió a pasar a su interior. Takanori ya se encontraba temblando involuntariamente. La adrenalina, los nervios, la incertidumbre le estaban comiendo por dentro y su garganta comenzaba a cerrarse.

Esa habitación no era como las demás... La puerta era pesada, de acero macizo y, tras ella, había otra puerta con barrotes también de acero. En el interior no había ninguna cama, solo unas cadenas que salían de una de las paredes con unos grilletes en los extremos. Continuó inspeccionando el lugar... Se quedó en silencio y comenzó a escuchar un pequeño goteo. Algo goteaba del techo...

Se acercó a ver más de cerca sintiendo como sus latidos retumbaban en los oídos. Era un líquido algo denso y de un rojo intenso... Demasiado intenso. Recogió en su mano una de las gotas que iba a caer en el aire y pudo apreciar la textura de aquel líquido. Al olerlo pudo comprobar que se trataba de sangre...

 

Se quedó inmóvil, la vista se le nublaba. Sabía de sobra que la sangre tardaba poco tiempo en coagularse... Lo que significaba que esa sangre era reciente, demasiado reciente puesto que aún se podía apreciar que estaba caliente. Un escalofrío recorrió su columna y unas nauseas horribles se hicieron presentes cuando miró al techo de la habitación y vio el cuerpo de una mujer con las vísceras colgando. El cuerpo de la mujer se sostenía gracias a que su cuello estaba atravesado por un garfio que sobresalía del techo. Goteaba su sangre por aquellas vísceras, dando un hedor nauseabundo a aquella habitación.

La mujer abrió los ojos y ese fue el detonante para que Takanori reaccionase e intentase correr y salir de aquella habitación sintiendo su corazón a punto de explotar.

 

Corrió con todas sus fuerzas hacia las escaleras que le llevarían a la planta por la que había subido. Se vio obligado a parar cuando pudo ver a lo lejos la figura de un cuerpo bloqueando las escaleras. Comenzaba a desesperarse de verdad... El corazón se le escaparía por la boca en cualquier momento y ya no se veía capaz de sostenerse en pie durante mucho más tiempo. Aquella figura se acercaba poco a poco. Podía escuchar su respiración y ver entre la oscuridad sus ojos brillantes y aquella sonrisa sádica manchada de... ¿sangre? Sí, aquel hombre o ser o cosa o lo que quiera que fuera estaba empapado de sangre.

 

Takanori corrió hasta meterse en una de las habitaciones cerrando la puerta pensando que así estaría a salvo. El nudo que se había formado en la boca de su estómago le impedía vomitar... Eso era lo único que quería hacer en ese momento. Solo tendría que esperar unas horas hasta que aquella cosa se marchase para poder salir de allí. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos al sentir como golpeaban la puerta y ésta iba cediendo.

El pánico comenzó a inundarle por dentro, la desesperación se hacía cada vez más palpable en el ambiente y, ahora sí, era incapaz de respirar. El aire no pasaba de su garganta y empezaba a marearse... Tenía que salir de allí YA como fuera.

 

Miró por la ventana de la habitación intentando calcular cuántos huesos se rompería si saltaba por allí. La caída iba a ser muy aparatosa y, seguramente, no saldría vivo de ella aunque, si se quedaba allí más tiempo, tampoco saldría con vida de igual manera... ¿Y su cámara?

 

 

- ¡Maldita sea! Era muy cara...

 

 

Otro golpe haciendo ceder la puerta por completo le sacó de sus pensamientos. Sus manos y sus piernas temblaban y un sudor frío comenzó a perlar su cuerpo empapando su ropa. Ahora tenía a aquella cosa a escasos metros de él... Iba acercándose lentamente mientras se relamía los restos de sangre ya coagulada que quedaban en su boca.

 

Takanori gritaba y gritaba pidiendo auxilio pero, aquel, era un lugar abandonado y nadie vivía por allí cerca. Sintió las manos de aquella cosa sujetarle mientras le arrancaba poco a poco las tripas y le mordía como si de un león devorando a una gacela se tratase. Gritaba, gritaba todo lo que podía sintiendo su garganta arder al quebrarse poco a poco pero ya era inútil...

 

 

 

Pasaron unos días y nadie tenía ni idea de dónde se había metido Takanori. Sus amigos habían visto en su Blog unas fotos de Takanori tirado en el suelo, ensangrentado y con las vísceras fuera de su cuerpo.

 

 

- ¡Maldito enano! Parecen reales y todo... ¿Cómo conseguirá esos efectos?

 

 

Un sonriente moreno contemplaba aquellas fotos. Le sorprendía lo buen fotógrafo que era su amigo. Siempre le decía que se dedicase en serio al tema de la fotografía y siempre obtenía la misma respuesta: Uke, sólo es un hobby...

 

Se sobresaltó al notar algo vibrar en su bolsillo.

 

 

- Vaya, hasta que por fin das señales de vida...

 

 

'Uke, ven a buscarme al sanatorio mental Kunō. Es urgente.'

 

 

Yutaka Uke, el mejor amigo de Takanori, corrió como alma que lleva el diablo hasta la parada de autobús más cercana que le llevara cerca del sanatorio. Pasadas un par de horas y, después de caminar hasta el sanatorio desde la parada del autobús durante 45 minutos, al fin llegó hasta la entrada del lugar.

 

 

- Uke, en la segunda planta...

 

 

Uke escuchó atentamente mientras un escalofrio recorrió su espalda. Aquella voz se parecía a la de Takanori pero sonaba algo... ¿diferente? Parecía mucho más ronca y grabe de lo habitual.

 

Comenzó a subir las escaleras. Al ser de día, algo de luz conseguía entrar a través de las ventanas rotas de las habitaciones que había a cada lado del pasillo dejando ver claramente la cantidad excesiva de polvo que había en el aire.

 

 

- Última habitación Uke...

 

 

Con algo de miedo llegó hasta la última puerta y, al entrar en la habitación, quedó horrorizado. Un pitido en sus oídos comenzó a taladrarle la cabeza y se le cerró la garganta por completo impidiendo que el aire llegara a sus pulmones. El olor a cuerpos en descomposición y sangre era realmente insoportable. Ante sus ojos podía contemplar el cuerpo de una mujer colgando del techo con las vísceras fuera de su cuerpo, el cuerpo de un hombre totalmente desangrado convulsionando en el suelo y, encima de éste, Takanori con las vísceras también fuera de su cuerpo sonriendo de una forma realmente sádica mientras se pringaba toda la cara con la sangre del hombre que se encontraba debajo de él.

 

No tuvo tiempo de reaccionar cuando Takanori ya se le había echado encima...

 

 

 

Al día siguiente, se podía ver en el Blog de Takanori unas fotografías idénticas a las de hace unos días pero, ahora con el cuerpo de Uke. Aunque la última de ellas era diferente. Ésta mostraba a Uke con los ojos abiertos y una sonrisa sádica que nada tenía que ver con aquella sonrisa dulce de la que siempre hacía gala en todo momento.

 

 

 

Después de lo ocurrido, nuevas sesiones fotográficas fueron publicadas en el Blog de Takanori. A día de hoy, siguen siendo publicadas y ya van cientos de ellas. Misteriosamente, nunca se vuelve a saber nada de las personas que aparecen en ellas...

 

 

 

 

 

Existen plagas de todo tipo... Plagas que, incluso, soportan el paso de los años... El sanatorio mental Kunō cerró en 1842 por culpa de una plaga que afectó a todos sus pacientes. Lo catalogaron como rabia aunque uno de los síntomas era canibalismo una vez que otro infectado te había mordido. Consiguieron deshacerse de todos los pacientes afectados menos de uno. Nunca se supo el paradero de aquel paciente...

 

 

 

 

Notas finales:

 

Y ésto es todo.

 

¡Gracias por leer!


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