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Legado por Angel_Chan

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Notas del fanfic:

Serie: Entrevista con un Vampiro.

Pareja: Lestat-Louis.

Clasificación: Romance.

Advertencia: Lemon (o algo asi…).

Notas: Mi primer, y hasta ahora único fic sobre ellos, tiene una seudo continuación, mitad original que aún no escribo… y como voy, quizás jamás lo haga.

Fecha: 9/10/2006.

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Crónicas Vampíricas pertenece a Anne Rice.

 

Notas del capitulo:

 

 

Un nuevo legado.

 

Primera parte.

 

La rápida sombra se escurrió por las calles circundantes a las grandes avenidas, que tanto conocía desde hace tantos años; calles que estarían vacías de miradas curiosas, las cuales podrían llegar a notar lo que los débiles rayos del sol le causaban a su piel sobrenaturalmente blanca.

No quería cruzarse con nadie, perder tiempo esa noche era un sacrilegio... tomo por callejones, y de ser necesario salto bardas y paredes pequeñas.

Agradecido por el poder de la sangre de Akasha le habia dado. Podía soportar esa clase de pequeñas exposiciones; mención aparte era su singular naturaleza, la cual le permitía despertar antes de que el sol se pusiera del todo en el horizonte. Siempre antes que cualquier otro de sus compañeros.

Y es que aun no habia el mínimo rastro oscuro en el cielo, y el sol aun teñían de amarillo-dorado las paredes altas que daban al oeste.

La sangre bullía dentro suyo, pero no habia una sola gota nueva en ella, prefirió no alimentarse por esa noche, --no que lo necesitara con urgencia-- era inaceptable la perdida de tiempo. Solo se detuvo frente a una vidriera de indumentaria masculina para revisar en el reflejo del cristal su elaborada apariencia.

Sonrió ante la visión que la sucia superficie le devolvía, la cual hacia aumentar su ego a instancias nunca antes alcanzadas. Con aquella sonrisa dulcemente demoníaca, que solo él poseía, y ocultando la expresión de puro deleite detrás de unos lentes ahumados. Los ojos celestes cuidadosamente cubiertos de miradas extrañas, completaban un cuadro de elegancia, junto a los mechones de rizos rubios que caían sobre su frente.

Alisó la solapa de su chaqueta, como ultimo arreglo, al igual que el cuello de la camisa, y continúo andando. El nerviosismo fluía por todo su ser... ¡Y estaba decidido a no irse con una derrota! ¡Jamás la aceptaría!

No, llevaba siglos buscando una respuesta afirmativa, algo que él parecía renuente a decir en voz alta, o simplemente a reconocerlo... y ni forma había tenido de convencerlo.

Por ahora... pues tenia la plena seguridad de que habia ideado una manera de que no se negase a aceptar lo que tenia para ofrecerle. Una forma de estar a su lado por el tiempo que su eternidad demoníaca los tuviera caminando sobre la misma tierra, que hacia siglos atrás recorrieron juntos.

¡No iba a desaprovechar tal oportunidad... sin ninguna duda... si es que llegase a funcionar! Tenía un destino marcado, como ningún otro... y era uno de los pocos Vampiros capaces de hacer algo como eso... una oportunidad que le brindaba su poder.

Lentamente aminoro la marcha, suavizando a su tiempo la fuerza de sus pasos. La calle en ese tramo estaba oscura, casi vacía, y no habia necesidad de imitar en exceso el movimiento humano, que tan bien le salía, debido a la práctica del asecho en sus primeros años como Vampiro.

Se detuvo frente a la reconocida fachada de antaño, atravesando las rejas y cuidando que la pequeña jungla del jardín no arruinara su impecable imagen. Aun no habia anochecido, y eso significaba que todavía tenía algún tiempo antes de que él despertase.

Actuó con una normalidad inusual... una normalidad ‘mortal’, con cuidado y tratando de no hacer uso de ninguna habilidad extra; despejo su camino de los restos de la casa, y tranquilamente se adentro en la húmeda vivienda.

Reconoció los pocos muebles, o sus retos, en las habitaciones; los clásicos libros, de ajadas y amarillentas hojas, apilados contra las paredes. Algunas veces en una compacta masa de cartón-piedra. El escritorio desvencijado, cercano a la ventana, con su pequeña vela preparada, lista para ser encendido en cuanto despierte.

La imagen completa le pareció horrorosa y triste, nada allí podía retraerlo a la época cuando la casa brilló... y ¡Vibró! Bajo sus pies y los de sus compañeros inmortales... y tuvo que luchar contra los fantasmas que amenazaron con volver a perturbarlo.

Ahogo un gemido de pena, antes de recuperar el aplomo y volver a su objetivo inicial. De cualquier modo todo esto también serviría como argumento utilizable.

Acomodo una silla. De las pocas que quedaban verdaderamente enteras; de ese marcado estilo Luis XVI, tomando asiento en medio de la habitación, cómodamente... ¡Era cuestión de esperar, solamente!

El negro fue tomando los rincones de la vieja casona. Reviso su reloj de bolsillo antes de hacer un último arreglo a sus ropas; extrajo de uno de sus bolsillos interiores de su chaqueta, un pequeño pimpollo de rosa blanca y los sostuvo en sus manos, justo cuando los pasos comenzaron a hacer eco a través de las raídas paredes.

Tierra y polvo cayendo de sus ropas a cada paso, demasiado humano en sus movimientos nada teatralizados... habia dormido fuera, tal vez enterrado metros bajo tierra en algún lugar seguro del jardín. Costumbre rara que habia tomado en los últimos tempos de su vida preternatural.

—Lestat. —El nombre fue una exhalación entre los finos labios, apenas entreabierto.

Los hermosos ojos verdes se ensancharon ante la imagen sorpresiva de encontrarse con aquel Angel caprichoso que fuera su creador, su amigo, su compañero... y su...

—¿Qué... acaso debo creer que mi presencia te sorprende? —¡Lestat torcía su boca en una mueca burlona!

—¡Pues a decir verdad... y espero que esto no lastime tu orgullo... pero debo, ciertamente, decirte que no!

El hombre de cabello lacio avance con calma hacia el escritorio, pasando sin ninguna importancia al lado de Lestat. Su intención era tomar los cerillos que estaban sobre la superficie de madera, y dar algo de luz a la habitación, pero antes de que pudiera acercar el fuego a la mecha, el pequeño pabilo se encendió bajo una chispa clara.

—¡No era necesario que hicieras eso! —Sentencio por toda respuesta, aunque su voz no sonara irritada, más bien cansada... apagando el cerillo que aun mostraba su llama errante entre sus dedos, para voltear y enfrentar aquellos ojos celestes que intentaban apresarlo en sus pupilas.

—No... Como tampoco son necesarias otras cosas y... ¡Ah, no me hagas caso!

Los pasos resonaron en la estancia, con un sonido opaco, ahogado, como si en realidad sus pies no infringieran peso alguno sobre la superficie de madera podrida del suelo. Tan solo unos pocos pasos debía de dar, para estar frente a frente a uno de sus más grandes deseos...

Su mano se elevo con soltura, bajo la mirada esmeralda, extendiendo frente a él aquel presente de pétalo de seda que le habia traído, mientras que con sus mano libre agitaba el polvoriento cabello lacio, enterrando sus mano blanca en la enmarañada mata morena... liberándolo del lazo que lo materia preso a la altura de su nuca.

—¡Siempre ame tu cabello!... ¿Lo sabías? —La mano descendió, rodeando suavemente el rostro inexpresivo, que lo seguía sin perder movimiento alguno, para terminar acomodando algunos mechones de su frente.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —La pregunta áspera y cortante detuvo en seco sus movimientos. ¿Por qué tenia que ser tan frio si él lo trataba con tanto amor...?

—Nada... —Retrocedió quitándose los lentes. —... ¡Solo te admiraba! —Sin embargo aquel cuestionamiento no pareció abatir a Lestat.

No obstante los ojos de Louis se estremecieron en una mescla de enojo y cansancio.

—Lestat, por favor... llevo más que una larga vida contigo, y se cuando estas planeando algo. ¡Se te nota en los ojos!

Lestat pudo haberse reído, no solo por le frase que escapo de los labios torcidos de Louis, sino también de esa pose de falso enojo, con sus brazos cruzados sobre su pecho... en una forzada apariencia de seriedad.

—¡Si, gracias!... muchas cosas cocino... —Dijo señalándose la sien con uno de sus dedos índice. —¡Como siempre! ¿Por qué?

Los rubios cabellos acompañaron la cadencia de sus movimientos, mientras se alejaba para apoyarse en el marco de la puerta.

Fue el turno de Louis, de dibujar aquella sonrisa burlona en sus labios.

—¿Lo preguntas?... Luego de tanto tiempo de no me has buscado... y ahora te apareces aquí, y antes de que yo despierte...

Las suaves palabras hicieron eco en la mente de Lestat, encendiendo una posibilidad sutil pero alentadora.

—¡Vaya! Veo que no solo me extrañaste sino que hasta estas enfadado por no venir a verte.

Los ojos verdes se abrieron --en su mente-- el tono extremadamente dulce de aquel príncipe, le sonaron a una alarma atronadora, supo rápidamente reconocer en el tono una advertencia...

—No es tan así... pero lamentablemente tengo que reconocer que fueron muchos los años en los que me acostumbre a tu presencia. —Lestat asintió quedamente. —¡Por otra parte sé muy bien que has estado ocupado... y bien acompañado!

Fue una frase errada para terminar de hablar, pero no pudo morderse los labios, sabía muchas cosas que quería recriminarle hacía mucho tiempo.

Si embargo Louis acabo con una sonrisa...

Que luego Lestat borraría.

—Entonces es mejor aún... ¡Estas celoso Mon amour!

Louis no pudo evitar dar un respingo involuntario ante tal declaración, sabiendo muy bien que Lestat lo notaria sin ningún problema. Por lo menos tenia el consuelo de que aun no se habia alimentado, o de seguro no hubiera podido ocultar el rojizo en sus mejillas.

Por suerte no hubo ningún ‘rubor’ que mal interpretar... pero bastaba para Lestat el notar el pecho de Louis cada vez mas errático, y como cada poro de su piel demoniaca reaccionaba al nerviosismo de su ser.

Tan Vampiro y tan humano a la vez... el Louis que Lestat amaba.

—¡Ya basta de juegos Lestat!... ¿Qué es lo que vienes buscando? ¡Y ve directo al grano! —Louis volvió a cruzar sus brazos sobre su pecho, con lo que otra nube más de polvo se disipo ante su movimiento.

—¡Bien, no más juegos... ok! —Lestat se irguió de repente. —‘¿Qué quiero?’... ¿Qué clase de pregunta es esa mon amour, creí que habías dicho conocerme?

Louis entrecerró los ojos. ¿Por qué siempre peleaban cuando se juntaban?

—Así es... por eso mismo no me arriesgo... toda las posibilidades pueden ser descabelladas, solo por venir de ti. —Las palabras parecieron tomar por sorpresa la aparente tranquilidad de Lestat. Su mente siempre iba mas allá de lo que podían llegar a significar ante oídos humanos.

Para él, la simple frase de Louis llevaba algo que le helo la sangre por dentro.

—¿Eso significa, realmente, que me temes?

—¿Por qué no habría de hacerlo? —Todo el aplomo de Louis en aquella declaración, hizo que casi Lestat perdiese todo el suyo.

—Quizás... —Tentó, con tono ausente. —porque serias al único que jamás lastimaría... ¡Amenos, que sea por amor! —La expresión total de dolor gano terreno en los indomables ojos celestes. Y Louis podía sentir como su pecho parecía contraerse ante tal imagen.

En un acto reflejo, que necesito para asir su cordura, esquivo la mirada cristalina, cambiando rápidamente de tema.

—Lestat, lo sé, y lamento haber dicho semejante cosa... pero entiende que recién despierto y tengo hambre...

La sorpresiva carcajada de Lestat, hizo retroceder a Louis.

Era justo lo que necesitaba, el rumbo correcto que debía seguir la charla, oportunidad servida en bandeja de plata...

—Qué casualidad... la mía puede ser la sangre que te alimente por toda la eternidad. —Sonrió de tal modo que Louis supo reconocer que no era una broma. —¡Nunca más prostitutas, ni ladrones... ni siquiera ratas!

—¡No!... yo me encargo de mi alimentación... y si no bebo es mi asunto. —No pudo evitar levantar la voz, aquel tema lo había sacado de quicio.

—Ok, no quería traumarte... solo quiero ofrecerte algo tan distinto a la vida que llevas...

Las gesticulaciones de Lestat, sus movimientos, sus expresiones... todo su cuerpo hablaba de manera que Louis no podía entender que era o que ocultaba con tanta facilidad de su experiencia, de años de acompañarlo.

¿Qué era lo que la inescrupulosa mente de Lestat estaba planeando a fin de cuentas?

—¿Ah, no? —Pero Louis aun seguía siendo un niño preternatural, a la sombra curiosa de su padre inmortal.

—¡No!

Lestat volvió a adelantarse, sonriendo divertido.

—No... Pero antes que nada tengo algo que proponerte... —Louis escuchaba atentamente. —Sabes más que bien que me desagrada este lugar, sus días de gloria ya han pasado... ¡Se las llevo el fuego, no el viento!... era una broma. —Puntualizó al ver la expresión en los ojos verdes. —Ya no hay recuerdos bellos aquí, y me duele verte inmerso entre mugre y putrefacción... ¡Necesitas de mi, y vengo a ofrecerte eso que necesitas... mi compañía!

¡Oh, por el mismísimo Dios... era tan obvio de Lestat!

Si no se hubiera sentido tan enojado con la falta de humildad, y el marcado narcisismo, Louis se hubiera reído... de tal manera que hubiera hecho temblar las paredes de la casona. Que cinismo tenía...

—¡No necesito de ti más de lo que tú necesitas de mí! —Lestat asintió sonriendo, ¡era la pura verdad!... y Louis no pudo más que alzar una ceja.

—Sí, es verdad mi querido... te necesito mas de lo que tu me necesitas... ¿Eso basta para que aceptes?

Una larga mano blanca extendida, los ojos verdes en ella, y una muy extraña sensación en ambos pechos.

¿Alcanzaría toda la eternidad para entender las relaciones de estos seres preternaturales?

—¿Aceptar que? —Louis retrocedió, sin apartar la vista de la mano frente a él, aun cuando la lucha en su interior no había llegado a un acuerdo.

—¡Vivir conmigo, por supuesto!... retomaríamos nuestras vidas, volverías a vestir decentemente... y no te faltaría con que alimentarte. ¡Por dios, Louis, mira que semblante tienes! Cualquier alimaña podría saber en que estado de debilidad te encuentras.

Lestat exageró teatralmente, y Louis se obligo a desoír las últimas palabras, decidido a solo enfocarse en un asunto.

—Volver a vivir contigo sería un suplicio, Lestat. —Sentencio sin miramiento alguno.

—¡Oh vamos, no exageres! —El rubio volteo el rostro, realmente dolido ente la severidad de las palabras.

—Ah, ¿no?... ¡Ya vivimos juntos y mira! ¿A esto llamas exagerar? —Louis extendió sus manos, señalando su alrededor. Una casa que antaño ambos conocieron como esplendorosa, y que hoy no quedaban rastros de ella.

 

Continuará.

 
Notas finales:

Notas Finales: En realidad el fic no se dividía en primera y segunda parte… pero como estoy en mitad de una mudanza y muchas de mis cosas están embaladas, subo lo que ya tengo listo; así, cuando me instale definitivamente (eso espero) termino de subir lo que sigue.

 

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