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Pruebas y errores. por Angel_Chan

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Notas del fanfic:

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Hyoga-Ikki.

Clasificación: Romance.

Advertencia: Lemon.

Notas: Regalo y dedicación a Pleasy Stay. A ella que le gusta este fic, y su pre cuela y secuela también…

Fecha:

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

 

Notas del capitulo:

 

 

Pruebas y errores.

 

Prólogo.

 

Sus ojos cansados se teñían ante el color rojizo del amanecer, perdidos en nada más que mirar el cielo. Llevaba días enteros haciendo lo mismo; permanecía parado en las afueras del templo de Acuario, desde antes del alba o quizás durante toda la noche.

Veía pasar las nubes, a la par de sus pensamientos, los cuales pasaban por su mente, entremezclados uno con otros. Su problema era tan grande que no podía resolverlo él solo, pero a nadie haría partícipe de su dolor. Y mientras su interior pedía ayuda a gritos, o tal vez tan sólo un consejo, para saber hacia dónde dirigir su energía, su exterior parecía impávido, como si nada realmente pasara con él.

¡Jamás daría una muestra de su preocupación!... ¡Jamás diría que algo malo le estaba pasando!

Aun así no le hizo falta decirlo, pues desde que ingresó al Santuario tenía una especie de ángel guardián que lo vigilaba de cerca. Y aquel ángel pudo leer en su rostro, más allá de la frialdad y el hermetismo que lo caracterizaban.

—¡Ey!... ¿De vuelta de guardia? El sol sale cada mañana. ¡Yo te lo puedo asegurar!

Milo le sonrió amistosamente a muy pocos pasos de donde estaba él. Había estado tan ensimismado, que no percibió al Santo de Escorpio en su ascenso por las escaleras hacia la Casa de su Maestro.

Lo miró por escasos segundos, la sonrisa afable y tal vez, demasiado amistosa. Giró su rostro para perder sus ojos nuevamente entre las nubes coloreadas de naranja. En otro momento, Hyoga hubiese reído a la chanza. ¡Pero en aquel instante la broma lo asqueó! Continuó firme en su lugar sin siquiera volverse a verlo.

Milo lo observó fijamente suspiró ante el nuevo hermetismo del Santo del Cisne. Y es que este, además de ser el alumno de su mejor amigo, ahora también era su pequeño amigo. Había entablado una relación muy buena con Hyoga, y por eso lo conocía con algo más de profundidad que a los otros Santos de Bronce; y era ese conocimiento de su persona la que le decía que la actitud que llevaba el Cisne en esos días no era para nada normal.

Y le sacaría la verdad aunque tuviera que rogarle para que se lo contara.

Milo buscó un lugar de pie a su lado, observó la vista que tenia del Santuario desde la casa de Acuario y muchas cosas vinieron a su mente con esa simple visión. Aclaró su garganta alejando cualquier recuerdo que surgió en su cabeza, no tenía tiempo para ponerse melancólico ni sentimental, quizás más entrada la noche y solo en su templo. Suspiró con una media sonrisa bailándole en la comisura de los labios y acomodó su túnica antes de comenzar a hablar con Hyoga.

—Sé que algo te está pasando. Así que conmigo no te sirve mentir… y no trates de engañarme, conmigo no te sirve.

Hyoga suspiró, antes de permitirle a sus músculos un poco de relajación al menos. Era sabido que evadir la suspicacia de un escorpiano era muy difícil, y no recordaba si había sido Shun quien se lo había dicho.

—¿Ah, sí? ¿Por qué crees eso? —Pero una cosa era segura, Hyoga no estaba dispuesto a hablar tan fácilmente.

—Mira Hyoga, no es que lo crea… ¡Lo sé! Siempre que pasa algo en Japón terminas aquí, en el Santuario. No le des más vuelta al asunto y dime qué fue.

Hyoga tenía que admitir que en eso el Escorpión tenía razón. Por lo visto, Milo había sabido leer muy bien sus patrones de movimiento. Y con eso, las razones por las cuales se iba de Japón cada cierto tiempo.

—¿Y no sabes qué fue lo que pasó esta vez? —Hyoga preguntó. Miraba a Milo como si no creyera que el Santo se había tomado la molestia de estarlo mirando todo ese tiempo.

—No hay muchas opciones, créeme. Y sé que una de ellas y la más contundente, por lo cual sé que no me estoy equivocando, es algún tipo de problema con Ikki, ¿no? —Hyoga palideció, Milo sonrió al continuar. —No es raro suponer que a Ikki no le agrade que salgas con su hermano. —Concluyó a media voz.

Hyoga volvió a su color normal, sonriendo al pensar en su joven amigo. A él era al que más extrañaba en esos viajes de ‘autoexilio’. Su mirada dulce, y sus palabras tranquilas siempre encontraban una manera de ayudarlo, no importaba cuán grande fuera su problema, pero esa vez, él estaba dentro del ‘paquete’ y no podía buscar refugio en su hombro. Debía ser fuerte, y buscar una salida por sí solo.

—¡No te preocupes, Hyoga! No claudiques, nunca… Ikki deberá entrar en razón, tarde o temprano. Pero mientras eso pase no permitas que eso los separe. ¡Ustedes dos hacen una linda pareja!

Hyoga enrojeció sin remedio.

—¿Tú crees, eso?

—¡Claro que lo creo! Además, eso es algo que se puede apreciar a simple vista cuando ríen, o simplemente cuando están juntos; la amistad es buena en una pareja. ¡Son el uno para el otro! —Milo emitió una sonrisa melancólica. —¡Estoy contento por tí! Shun es un buen muchacho y estoy seguro de que lo haría todo por tí, así que cambia esa cara. —Terminó por palmear su espalda.

—¡Sí!... Shun es un buen muchacho.

Hyoga acabó suspirando, a pesar de que las ideas de Milo no estaban bien ubicadas en lo que realmente le estaba pasando, sus palabras le sirvieron bastante. Miró al Escorpión de lado, quizás en otra instancia le hubiera dicho la verdad.

—Me alegra que hayamos hablado. Ahora me voy, que la hora de guardia acabó para mí... ¡Deberías hacer lo mismo, ve a dormir!—. Gritó al bajar las escaleras, pero se detuvo tan sólo unos escalones abajo. —Suerte, y no seas idiota, soy prácticamente tu tío, háblame de vez en cuando... ¡No siempre digo estupideces!

—¡Gracias Milo!

El Santo de Escorpio sonrió y comenzó a descender las escaleras nuevamente, mientras sostenía la pequeña capa de su túnica con el brazo derecho.

Hyoga se mantuvo en su sitio, igual que siempre; observaba a Milo descender, pensativo. Era verdad lo que Milo había dicho, acerca de que Shun lo haría todo por él. Ya lo había hecho más de una vez; incluso, había dado su vida por él, y eso le había dado fuerzas para levantarse otra vez. Quizás no era mala idea recurrir a Shun una vez más, quizás la última, y rogar que las cosas se arreglaran.

Sonrió tranquilo, calmado. Había tomado una decisión... era hora de volver.


Continuará.

 
Notas finales:

Notas Finales: ¡Maldita mudanza! No tengo la fecha en que empecé este escrito… y en verdad no tengo ni la más reverendísima idea de donde puede estar en estos momentos. Ya quiero acabar con todo esto.

 

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