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The Abyss por Lovegame

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Notas del fanfic:

Alfred F. Jones & Arthur Kirkland pertenecen a Axis Powers Hetalia y son propiedad de Hidekaz Himaruya.

Hello! He llegado con nuevo fic, esta vez es de mi pareja favorita sobretodas las cosas: USUK!

Este fic está inspirado en la serie The Walking Dead, por lo que encontrarás unas pequeñitas similitudes con ésta.

Espero disfruten la lectura! 

Eran cerca de las siete de la tarde cuando el sol comenzaba a huir de la luna, ocultándose en los enormes rascacielos de lo que era Manhattan ese mes de Junio, las nubes se paseaban traicioneramente por el cielo, por lo que se podía ver a una gran mayoría de transeúntes con un paraguas en mano. La primavera era una estación inestable, con días infernales e invernales, eso lo sabe cualquiera, pero ese año se había vuelto loca.

Así que, como la mayoría de las personas que salían de sus trabajos rápido rumbo a casa, un hombre rubio de ojos claros salió desde un hospital, cuando ya comenzaban a iluminar las luces de la ciudad que nunca duerme. Tenía un estilo particularmente elegante para caminar, casi como si fuera alguna especie de autoridad, o más aún, un príncipe. Llevaba un abrigo negro que le llegaba hasta las rodillas y un sombrero a la moda, bajo el, sus cabellos revoloteaban con la brisa nocturna y el raudo pasar de los autos por la avenida. Se dirigía al metro subterráneo o ‘Subway’ como lo indicaban los letreros… aunque él lo conocía como ‘underground’.Bajó los escalones y esperó el tren cuando el reloj ya marcaba las ocho. Comenzó a mover el pie, nervioso.

Pues Arthur Kirkland tenía razones para estar nervioso, el lidiar con costumbres ajenas a las suyas y lugares poco familiares lo incomodaban bastante, de igual forma cuando algunas personas se detenían a reparar en su rostro, en especial, sus cejas. Y para variar, ese 10 de Junio se cumplía un mes desde que había llegado a los Estados Unidos, pues según decían algunos de sus compañeros de medicina, USA era un país óptimo para ejercer esta ardua labor.

Extrañaba su hogar, a sus conocidos, su tierra… y sus scones, que con el poco tiempo que disponía ahora no podía prepararlos con tranquilidad como lo hacía antes. Le disgustaba observar locales de comida chatarra cada cuadra que caminaba, le molestaba el brillo de los edificios adornados exageradamente con pantallas gigantes y luces multicolores, detestaba la dieta irregular de los norteamericanos y, con más enojo, su humor ofensivo para con los británicos.

Entonces ¿Por qué vino a trabajar a un país que le caía como una patada en el estómago? Nadie lo supo pues, solía evadir la pregunta cambiando de tema o fingiendo tener más trabajo.

La relación con sus compañeros en el hospital y hacia los demás en general era fría y distante, no le agradaba hablar mucho sobre sí mismo, sin embargo era un amor cuando hacía una pausa a la hora del té. Pero al momento de atender a sus pacientes su actitud era completamente opuesta, casi pareciendo otra persona: era caballero, gentil y cercano. Muchos médicos del hospital pensaban que tenía problemas de bipolaridad, pero él los ignoró. Sus pacientes merecían mucho más respeto que sus compañeros de trabajo, se defendía el británico.

Los odiaba. Odiaba a los estadounidenses, pero debía tragarse la ira… pues la mayoría de las personas que atendía compartían esa nacionalidad.

 

***

Se habría quedado dormido hasta llegar a su destino si no fuera por el anciano que le había pedido el asiento en el metro y, como buen caballero inglés, no pudo negárselo, así que se fue todo el trayecto de pie contra la puerta, observando las luces de los túneles y las personas que esperaban para abordar en las estaciones.  

Otra jornada, otro turno, otro día de sufrimiento interno tragándose la rabia de trabajar en esa horrenda nación.

-Montón de campesinos sin gratitud, les salvamos el trasero y se independizan como si nada, dah – se quejaba en voz baja, observando su reflejo en el vidrio de la puerta.

No quería admitirlo, pero el fruncir casi siempre el ceño le estaba dejando una arruga antiestética en la frente, una delgada línea que le añadía un par de años encima… Y lo último que quería era parecer más anciano y gruñón de lo que era, apenas tenía veintitrés años… Benditos yankees. Entre tanto localizaba más defectos en su reflejo, un par de jóvenes no muy lejos de él sostenían una conversación bastante ruidosa, en sus ojos se notaba un brillo infantil de entusiasmo y emoción, tanto que llegaban a dar saltitos en sus asientos más allá del traqueteo del vagón.

-¡Te lo dije, Nick, ya está muy cerca de ser realidad! –exclamaba emocionado el pelirrojo, señalando la pantalla táctil de su teléfono celular- ¡Ya está demostrado! ¡Venga, dame mis $10!

El moreno sentado a su lado, un poco más “cuerdo” lo miró con duda.

-No creo que debas sacar conclusiones tan pronto, Derek -se veía no dispuesto a pagar la apuesta- Sólo es un pequeño experimento que ha funcionado ¿Crees que lleguen más allá…?

-¡PFF! ¡Claro! Han revivido células madre de cadáveres  humanos de hasta 17 días –volvió a señalar la pantalla del teléfono- Aquí lo dice: “Además es posible trasplantarlas y lograr hacer nacer otras nuevas en perfecto estado, puesto que quedan en estado de hibernación tras la muerte de la persona”

-¿Y qué tiene que ver eso? No creo que vayan a revivir personas de un día a otro con un avance tan chiquito -concluyó Nick con aire superior, no dejándose ganar.

-¡Me agradecerás cuando te salve el culo de una emboscada de zombies babosos que entren por tu ventana!

-¿Los vas a matar con un bate de béisbol? Come on, no eres Schwarzenegger –dijo irónico el moreno- Te apuesto otros $10 a que te comerán el cerebro a ti primero.

-¡Ya verás como bailare sobre tu cadáver baboso, Nick!

Arthur suspiró con desagrado, lo menos que deseaba era escuchar la conversación de dos críos subidos de azúcar, así que desvió la mirada nuevamente a su reflejo duro y frío. Eran las ocho treinta de la noche. Lo único que deseaba ese instante era lanzarse sobre la cama y dormir aunque fueran dos horas para ponerle fin a ese maldito día.

La monotonía de su rutina a veces le quitaba las esperanzas del cuerpo, solo llevaba un bendito mes y ya sentía que había pasado un año. Muchas cosas le habían ocurrido en el transcurso de tres semanas; sus horarios de sueño eran un desastre y los conflictos consigo mismo eran pan de cada día. Nunca pensó que el intentar mantener sus costumbres le iba a costar tanto, las horas de diferencia que tenía aquella nación con el Reino Unido  lo desesperaban; la hora del té en Inglaterra era en un horario totalmente distinto en Norteamérica… esas desgraciadas cinco horas lo tenían al borde del colapso.

 

***

La puerta del apartamento se abrió con un golpe seco. El británico había llegado a casa. Cerró con igual brutalidad  y lanzó sus zapatos en el sofá, seguido de eso fue con paso veloz directamente a su dormitorio, tomó un frasco naranja de la mesita de noche, abriéndolo, y tragó una píldora.

Planeaba no interrumpir el sueño hasta la mañana del otro día, pues vivía junto a una avenida muy concurrida, donde los automovilistas tocaban sin piedad las bocinas las 24 horas del día y no podía darse el lujo de llegar tarde, así que programó su teléfono móvil a las seis. Dio un último bostezo y se metió a la cama sin siquiera quitarse el uniforme de trabajo; el tiempo apremiaba y debía dormir lo más pronto posible, una mancha en su asistencia perfecta le dañaría terriblemente el orgullo.

Han revivido células madre de cadáveres  humanos de hasta 17 días…”

Sin querer esa oración se le había grabado en el cerebro, no tenía idea del por qué… pero tenía algo que le llamaba la atención… Es decir ¿Revivir algo de un cadáver? ¿Es posible? Al parecer los científicos franceses lo habían logrado. Debían tener algún truco sucio bajo la manga.

-Pero si los cadáveres de ya más de los 10 días están descomponiéndose ¿Cómo van a mantener vivas células? –se preguntó a sí mismo, mirando el techo del dormitorio- No me parece creíble… deben ser inventos de esos mocosos… revivir células de muertos, sí claro.

Cualquier persona normal creería lo que dice la prensa sobre sucesos así de extraños por el hecho de que piensan que estos medios de información son confiables, sin embargo el británico, como médico, negaba toda posibilidad de que esto fuera real.

 En su mente investigó cada posibilidad o teoría para comprobar si podría estar equivocado, quizás algo de cierto tendría pero viniendo de científicos franceses… mejor no. Sumergió su cabeza entre las almohadas intentando conciliar el sueño sin resultado pues seguía pensando en lo que escuchó en el tren… malditos niñatos hiperventilados.

 Al siguiente día despertó con unas oscuras y grandes ojeras bajo sus ojos, saludando de manera casi zombie a sus compañeros de trabajo y a las enfermeras del hospital quienes lo miraron asustados pues, sí, parecía un muerto viviente. Tuvo que fingir la mayor de las sonrisas con sus pacientes, debía hacerlos sentir bien y un rostro medio muerto no iba a ayudar para nada.

Realizó sus actividades de manera normal hasta la hora de almuerzo, y por suerte, tenía un remplazo así que podía ir libremente a beber una tacita de té y comer unos panecillos a la cafetería, pero antes, decidió ir al baño un momento, tenía que lavarse las manos para demostrar su buena educación… no debía perder la costumbre.

Entró al baño con paso veloz  ‘¡bien, está vacío!’  pensó al ver que no se encontraba nadie dentro, todo le iba mejor y más relajado cuando no tiene a un norteamericano molesto próximo a él asique se acercó al lavabo e hizo correr el agua con tranquilidad.

De pronto, algo golpeó el espejo desde el otro lado.

El británico dio un salto hacia atrás, sorprendido. ‘What the hell?’ susurró para sus adentros, frunciendo el ceño, y lentamente tocó  la superficie del espejo con la yema de sus dedos, examinando que demonios había sido eso. Vio de reojo su reflejo, por si comenzaba a moverse solo, porque el inglés a pesar de ser médico, creía en los espíritus y demonios desde la niñez.

No sucedió nada, su reflejo actúo normal, siguiendo sus movimientos.

Quizás se había caído algo y chocó contra la pared de al lado, si, debió ser eso. No había nada de que alarmarse, todo estaba bien. Debía mantener la calma, el salir corriendo aterrado no era la mejor opción, más aún con su reputación en juego.

Intentando quitarse el susto de la cabeza, terminó de secar sus manos y fue con paso raudo de regreso a la puerta del baño, no quería perder minutos valiosos de su descanso.

Sin embargo su pie resbaló en un casi invisible charco de agua en el piso, cayendo de espaldas y  golpeando su cabeza de forma dura, perdiendo la consciencia de inmediato. Arthur no había leído el letrero ‘En mantenimiento’ colgado fuera  a la vista de quien pasara por delante, tenía tanta prisa por entrar que no lo vio.

No se sabe cuanto tiempo estuvo desmayado ni menos si sus compañeros lo iban a buscar, después de todo… lo odiaban de igual forma que él a ellos. Pero al menos respiraba, un golpe de tal magnitud en la cabeza al menos lo hubiera matado, fue afortunado.

¿Afortunado por cuanto…?

 

***

 

Abrió los ojos nuevamente, su respiración era calmada y la luz de la luna entraba por la pequeña ventana del baño, ya era de noche.

Movió su cabeza y un dolor agudo en la nuca lo detuvo al instante.

-¡Argh! ¡Por el amor de…! -Se quejó, unas punzadas le torturaban el cráneo de manera terrible.

Lagrimeando levemente y a pesar del dolor, se sentó para poder examinar la habitación. Todo era silencio, ni los grillos cantaban. Luego sosteniéndose del lavabo, con dificultad, se puso de pie, respiró agitado por el esfuerzo y miró al espejo: estaba trizado. El inglés se inquietó y recorrió con la mirada el baño. Asqueado, se dio cuenta que no había sido limpiado al menos hace algunas semanas, las paredes y el lugar en general era inmundo.

¿Cuanto tiempo estuvo inconsciente tirado sobre el piso?

De repente, un ruido de algo quejándose al otro lado de la habitación perturbó el denso silencio. Arthur con los cabellos erizados, dio un paso atrás aún sosteniéndose del lavamanos.

-¿Q-Qué… demonios…? –susurró mirando hacia todos lados.

Reuniendo todo el valor posible se acercó a la puerta para apoyar su oído; no era solo uno, ahora era un coro de quejidos los que llegaban a sus tímpanos. Apoyó dudoso su mano sobre la perilla y con sigilo la abrió para asomar la cabeza y observar el pasillo.

Era un desastre.

Las camillas tiradas por doquier, las fichas y papeles médicos estaban desparramados sobre el piso, los focos de luz estaban destrozados colgando del techo y muy pocos iluminaban; no había nadie cerca… Nadie más que una silueta cerca de la sala de cirugía.

El inglés, con temor, salió del baño y entrecerrando los ojos intentó ver de quien se trataba pero no logró distinguirlo, aún seguía aturdido por el golpe.

Sin más, empezó a caminar hacia él. Debía ser algún médico o paciente perdido pensó rápidamente, y era mejor estar acompañado que solo, quería saber que rayos había ocurrido en el lapso en que se había desmayado.

Cuando estuvo a unos pocos metros, se atrevió a hablar:

-¿H-Hola? -preguntó titubeando, intentaba no parecer peligroso- Disculpe, me he golpeado la cabeza y perdí el conocimiento por un tiempo que no estimo del todo ¿Usted sabe que ha pasado en este lugar?

La silueta, de forma lenta, dio la vuelta hasta quedar en frente de él… Al británico se le cayó el alma a los pies.

Era un hombre, tenía el uniforme del hospital pero le faltaba un brazo y tenía carcomido una buena porción del tórax; se veía putrefacto, sus ojos eran descoloridos, sin olvidar que su ropa estaba completamente ensangrentada. Al ver a Arthur, gruñó de manera grotesca, alzando su otro brazo y aproximándose a él, hambriento.

Arthur estaba estupefacto, no podía creer lo que sus ojos le mostraban… ¡Era un cadáver viviente!

Pero no estaba solo, no pasó un minuto hasta que un grupo de al menos cuarenta cadáveres se asomaran por las esquinas de los pasillos, atraídos por el olor a carne fresca.

Debía correr, aunque sus piernas no le respondieran tenía que huir de inmediato. Lejos de esas cosas, debía encontrar una salida ahora.

Notas finales:

¿Cómo saldrá de allí Arthur...?


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