La primera semana solo había sido miradas, miraditas, discretas y una que otra sonrisa, si cosas que rayaban en la simpleza humana, pero para HeeChul aquello solo abrió su curiosidad. En esa semana nunca le dio importancia, quien diría que ese hábito iba continuar todo un año.
Si bien él era un hombre extraño, egocéntrico, vanidoso, y de temer ¡¿Qué?! Hasta el mismo conocía muy bien quien era, por lo tanto era muy sincero. Pero como buen hombre que era había una extraña situación que llevaba viviendo hace mas de un año, si un maldito y eterno año.
-Otra vez ¿Enserio iras a comer a ese lugar? –el joven a su lado sin expresión alguna le pregunto de manera fría y suave –Hyung, ya estoy harto de ese sitio –
-No he pedido que me acompañes, lo sabes, anda niño bonito busca tu otro sitio para comer –el joven a su lado se detuvo y posando de manera elegante su mano en su cadera prácticamente le gruño a su acompañante.
-Me parece bien – contesto el joven, que hizo una venia y se retiro calmadamente del lugar.
-Mocoso insolente –
HeeChul bufo molesto y con galantería prosiguió a entrar al lugar donde tomaría el almuerzo.
Bonito y acogedor.
A eso le recordaba aquel sitio, eso y que el papel tapiz combinaba a la perfección con su color de cabello. Si bien él no era un hombre de hogar, pero si pudiera se quedaría en aquel lugar, porque ese lugar le parece fantástico, ah pero sobre todo le agrada el chino que siempre se sienta en la mesa frente a él.
Cabello negro y seductor, sonrisa tímida pero galante y rostro tan terso, lo odia por completo. Lo odia por el siempre hecho de que en ese sitio el resto de las personas son grises, insulsas, personas normales, si normales. Kim HeeChul no es normal, y el chino frente a él tampoco es normal. Así que su mente suma dos mas dos y la respuesta es obvia ¡Ellos dos son hermosos! Y su cerebro lleno de egolatría solo puede llegar a una salida, seguramente la gente los ve y trata de decidir quien es más bello. Pestañea repetidas veces y observa al chino frente a él, el mencionado lo observa con sus ojitos brillando en absoluta inocencia.
-¿Qué? –susurra bajito y hasta ese momento se da cuenta que esta jaloneándose el cabello y que tiro una copa con agua –Ah –
Elocuencia, siempre fallas cuando eres necesaria.
Y el joven frente a él sonríe mientras trata inútilmente de taparla y HeeChul de momento solo considera el asesinato. Respira profusamente y hecho una hidra sale del lugar ante la mirada sorprendida del joven, ¡Al diablo la comida! Se tomara un yogurt, además la línea es muy importante.
…
..
.
Maldice quedito y mordisquea las verduras al vapor en su plato, eso es lo otro que ama de aquel lugar, la comida. Vuelve a probar un bocado, esta vez de carne y no puede evitar gemir gustoso, no es que sea un glotón pero le ha llamado la atención como el chino que siempre se sienta frente a él, lo observa atentamente al comer.
Es curioso, si, porque en todo el año el joven chino siempre, siempre ha pedido el mismo plato que él se engulle con pasión. Y claro que se ha dado cuenta, él no es tonto, aparte que ya sabe el nombre de aquel chino.
HanGeng, oh si, teman de HeeChul él es un completo genio, conoce todo sobre como conseguir información de cualquier persona.
-Oye tu –lo llama, sin cuidado ni respetos pero siempre con aquel tono de voz elegante y certero, el joven frente a él lo observa asustado y se señala –Si tu, ves a otro tipo a mi nivel para hablarle, aunque no a mi nivel, pero tu estas muy cerca –
-No hablo coreano –contestas el joven en un perfecto chino, se levanta y sale prácticamente huyendo del lugar, HeeChul pestañea.
Oh, como a disfrutado de esa reacción.
Y aunque no es elegante ni nada se entre lame los labios y una sonrisa felina se instala en sus labios, “Quiero comer pato Pekín” piensa.
…
..
.
HanGeng quiere llorar, no mas que eso quiere escapar, juega con sus manos una y otra vez, alza la mirada pero la baja hecho un manojo de nervios, HeeChul frente a el solo ensancha mas su sonrisa.
El chino repasa lo que ha sucedido en esos momentos, el pidiendo su plato de alimentos, aquel hermoso joven caminando hacia su mesa, ese mismo joven sentados en la silla de su mesa, el mismo joven sonriéndole en su mesa. Y si no habéis comprendido su estado mental el ahora mismo siente que definitivamente se desmayara, a el mismo no puede llamarse hombre.
-¡Ponme atención! –le reclama HeeChul el pobre chico prácticamente a saltado de sus asiento asiente nervioso y mira al chico –Mucho mejor –
-Lo siento –murmura el chino, acongojado –Si hablo coreano –confiesa, y HeeChul solo rueda los ojos, quitándole importancia a lo dicho por el chino.
-No me digas, haber genio todo estos meses has pedido tu comida en un perfecto coreano –
-Ah –el muchacho abre los ojos y sonríe –No me había dado cuenta –
-¿Porque me miras tanto? –indaga el joven ¿amablemente? Y el pobre chino enrojece, definitivamente parece una manzana con piernas. –Anda, ¿Qué es esa expresión? –
Pero el chino no contesto y HeeChul se siente ofendido, si el maldito ese supiera cuando orgullo se tuvo que tragar para acercársele, oh no ¡Ese chino cabeza de repollo lo iba escuchar!
-Eres muy hermoso –
Oh, demonios… ahora siente un extraño malestar en sus estomago, se levanta con el estomago dando saltos y patadas, y sale del lugar con las mejillas encendidas en rubor. HanGeng baja la cabeza y esconde su rostro en sus brazos, definitivamente quiere llorar.
HeeChul sabe que es apuesto, si se lo preguntas a su madre ella responderá con una bella sonrisa “Es apuesto mi hijo, muy apuesto” y su padre respondería “Si, es bien parecido” Sus compañeros de trabajo saben que el muchacho es guapo, pero ninguno lo anda aclamando por ahí, pero nunca ha recibido unas palabras así, con los ojos brillando y una voz tan suave diciéndole que es hermoso. A pesar de ser tan seguro de si mismo no puede evitar sentir su estomago extraño y quizás un poco ligero el cuerpo.
Ya no quería comer nunca más.
…
..
.
HeeChul se sintió extraño, el tan seguro que era de si mismo ahora mismo dudaba de todo, que carajo hacia el en aquella editorial después de casi extorsionar a un compañero de trabajo consiguió el lugar donde trabajaba aquel chino, puesto que el chino nunca regreso al restaurante, no era como si le importara, pero si sentía extraño y debía admitirlo se sentía dolido.
-Ahí estas dragón –sonrió y juntando sus manos camino hacia el joven, contorneando las caderas en un vaivén de coquetería –Hey, dragón –lo llamo.
Si la expresión de HanGeng fue todo un poema, pero eso no era comparado con la expresión que tuvo segundos después de que HeeChul le saltase encima y prácticamente le sacase el alma por la boca.
-Ahora la entiendo –menciono HeeChul con una sonrisa, el chino simplemente le gustaba de manera romántica.
Muy normal.
-No juegue conmigo –murmuro HanGeng con la voz rota y las mejillas a punto de explotarle –Lo sabia ¿Cierto? –
-¿Eh? –murmura sin entender ¡¿Por qué el chino tiene esa expresión de reproche?! ¡Por Dios! Ese hombre esta, mal ahora mismo solo debería agradecer que alguien de su absoluta grandeza se haya fijado en el.
-Sabe que lo he observado, que he permanecido viéndolo de lejos por que me gusta –Y HeeChul trata de asimilar lo que escucha –Y a pesar de que me rechazo… -
-¡¿Ha?! –a no, a él nunca se le había confesado. –¡¿Cuándo he dicho tal cosa?!
“-Eres hermoso –“
Y no puede evitar sentirse como un tonto, él estaba preocupado por saber que ocurría con el pero nunca le intereso saber que pasaba con el chino, a que egoísta era.
-Camina, iremos a almorzar –el mayor camino lentamente y carraspeo la garganta –Tu eres cercanamente guapo, te doy permiso a mirarme –
Y HanGeng siente el cuerpo caliente, y unas enormes ganas de gritar, observa a los lados y se da cuenta que todo el mundo los observa, mira hacia adelante pero su mirada solo se llena de aquel joven, por ese momento el mundo no le importa. Ahora ya no tiene que imaginar que comparte sus almuerzos con aquel joven, él quiere almorzar por siempre con HeeChul.