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Embryo por LeylaRuki

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Con el corazón en la garganta se retiró de la puerta gateando. Sin hacer ruido, se acercó a la cocina, su cerebro trataba de procesar lo que había pasado. Colocó sus manos en sus sienes, masajeándolas. No supo cuántos minutos habrían pasado en esa posición, pero sí que una mano se posaba sobre su hombro, sacudiéndolo un poco. Dándose la vuelta, vio que sus cabellos estaban pegados a su frente y el resto del cabello pegado a su cuello. La camiseta de pijama que traía estaba mal colocada, húmeda, lo más seguro es que fuera por el sudor que se desprendía libremente por su cuerpo.

—Shh —Hizo ese sonido el mayor, apretando suavemente los labios del menor contra sus dedos. Inclinándose hasta llegar a la frente de Akira, y depositar un beso sencillo en ese lugar. ¿Quién se iba a imaginar que eso era apenas el principio del infierno?  ¿Qué ese hombre de porte elegante y discreto era un psicópata dispuesto a todo por “amor”? Desatando con ese contacto que establecieron esa noche, la demencia que le llevaría al menor a la paranoia.

Por unos segundos se le fue la respiración, ya que esos grandes brazos le rodearon la espalda con facilidad,

— “papá” —Dibujó el joven en sus labios pequeños, el mayor volvió en sí, apretujando mas su cuerpo, al menor le comenzaba a parecer incómodo estar en esa situación, el par de manos le recorrió de manera simple los costados y de cierta manera tajante le soltó. Le dio una sonrisa de lado y con sus ojos coquetos se despidió. Observó cómo se retiraba ese cuerpo en la oscuridad, ¿Eso era el amor de un padre? Dejando caer su pesado cuerpo al suelo, meditaba una respuesta sobre esa pregunta. Se fue prácticamente arrastrando hasta su habitación.

 

 

 En la mañana siguiente, Akira salió atemorizado de su estancia, en el comedor estaba Kai con el tenedor en su boca y un gran bulto en la mejilla.

—¡Buenos días! —Se acercó con el plato y se dejó caer en el sofá. A la vuelta de la sala, estaba la pareja platicando.

—Buenos días —Contestó con el mismo entusiasmo, pero un poco mas forzado. Miró la estancia, analizando por completo esa escena. ¿Por qué se sentía tan raro consigo mismo?

 

 

De nuevo estaban solos, se habían retirado hacia ya unas horas y el molesto silencio habitaba ese lugar, como siempre. Su vida se había vuelto un torbellino. Fue un roce, solo un simple roce en esa noche se convirtió en un detonante. Akira se sentía más lleno de vitalidad, ahora más que nunca. Todas las tardes llegaba con su mejor amigo Takanori, para contarle lo que le sucedía cada día. Casi todos los días salían a divertirse y le emocionaba su nueva vida.

 

 

Shima se encontraba acostaba en el sofá, Akira le saludó como ya era habitual, se colocaba su saco, bufanda y guantes, el frio continuaba hasta congelarle los pensamientos. Les dedicó una sonrisa y se fue en compañía de Kai rumbo a la preparatoria, pronto terminarían las clases y comenzarían la universidad, en el camino hablaron de los posibles trabajos que podían conseguirse durante el invierno. Todavía quedaba tiempo para que el frío dejase de calar, todavía les congelaba los huesos. Por la salida cada uno tenía compromisos distintos así que se encontrarían hasta dentro de la casa. Kai iba a pasar a recoger a un primo que quería conocerles y si las cosas se daban bien se quedaría más de unos días.

 

—¡Mierda! Olvidé decirle a mamá que mañana entregan la carta de calificaciones.

—Yo lo hice —Dijo Kai tranquilo.

—Gracias… aunque pensándolo bien, no quisiera que las viera.

—¿De qué te quejas si tus calificaciones son perfectas —Se burló—, el problema lo tendré yo.

 

Takashima Kouyou era la piel de Judas eso lo tenía bastante claro. Se creía Dios, todo estaba a su favor. Poco ocultaba lo que era él en verdad pero tal era la desesperación de la mujer por no dejar a su hijo solo que no había notado esos comportamientos extraños.
Seguía recostada en la cama con una toalla húmeda en su rostro para tratar de bajar la fiebre y descansar un poco. La puerta de la habitación sonó con delicadeza y sintió una mano recorrer su rostro a escasos centímetros, también escuchó que dejaban algo en la mesilla de noche.

—Quiero que escribas algo —Era la voz de Kouyou.

—¿Qué…?

—Quiero que escribas tu carta de despedida —dijo—. Quiero que lo hagas ahora mismo porque hoy vas a morir.

Le dio la pluma y el folio para que empezase, no pudo contener esa alegría que sentía, ese cosquilleo cada vez se volvía cada vez más insoportable, tanto que se había transformado en una comezón que no desaparecía, una vez que la mujer desapareciese tendría el camino libre. Revisó detenidamente la carta para verificar que no tuviese trampas y una vez terminado ese asunto le entregó una soga, era gruesa, de color amarillento y le cubría casi todo el cuello a primera vista. Temblaba de miedo, lloraba, estaba arrepentida de sus actos, su esposo era el mismísimo Diablo. Tenía miedo, más de lo que podía explicar. Todo fue en aumento al entrar a la cocina y ver como Kouyou pasaba la soga por la viga, rezaba en su mente para que se rompiera con facilidad, toda la estancia le daba vueltas, ardía en fiebre y estaba muy débil. Solamente se dejó poner la cuerda. Su mundo se terminó cuando el taburete fue retirado de su lugar.

 

 

Al dar la vuelta en su domicilio se dio cuenta que el carro no estaba, se detuvo y revisó en su mochila las llaves pero solo tuvo la suerte encontrar el llavero. Soltó varias maldiciones y se sentó en el escaloncillo a esperar a que alguien llegara.

No tuvo que esperar mucho, a los cuantos minutos llegó Takashima. Akira se dio cuenta que estaba solo y mientras le ayudaba a bajar unas bolsas de la compra preguntaba dónde se encontraba su mamá; Shima le respondió que no se sentía bien y que estaba descansando.

 

—Iré a la cocina —Dijo Akira apenas abrieron la puerta—, hoy olvidé mi dinero y no he comido nada ¡Podría comerme un caballo!

 

Kouyou ya sabía lo que venía y no pudo evitar sonreír delicadamente.

 

—¡Papá ven rápido! —Gritaba una y otra vez a pesar de que el aludido haya socorrido al menor sin pensarlo dos veces.

 

El cadáver estaba tieso, las manos y los pies estaban contraídos al igual que su rostro, la lengua colgaba fuera de su boca tocando su barbilla, era una escena escalofriante y casi obscena.

—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! —Decía el menor elevando su voz, sostenía entre sus manos la de su madre—. No me dejes, por favor –Imploraba al sentir que realmente su cuerpo estaba frio—. ¡Mamá! –Quería despertar de esa terrible pesadilla, quería borrar esa imagen frente a él.

 Takashima bajó el cuerpo para tratar de ‘revivirla’, sin embargo ya había sangre escurriendo a lo largo de su cuello, sus dedos también fueron mordisqueados. Le lanzó las llaves a Akira, dándole la orden que corriera a abrir su coche. El aludido lo hizo, lo más rápido que fuese posible. Su mente estaba en blanco, temblaba de sobremanera y como su mano le permitía introducía la llave una y otra vez. Esperaba a que salieran. Y la imagen que encontró se quedaría guardada con nitidez en el fondo de su ser. Su padre la llevaba en brazos, pero su piel no era la misma, poseía un tono azulado que logró hacer que le temblaran las piernas. Kouyou manejaba como loco, con ansiedad para que ese día terminase de una vez. Veía como Akira la abrazaba en el asiento trasero, sin decir una palabra, su cuerpo ya estaba tranquilo, pero no respondía.

El hospital quedaba todavía retirado, y Akira movía el cuerpo a su lado constantemente para verificar que nada peor pasara. Todavía quería tener la esperanza de que podía ser salvada.

 

 

Llegaron a emergencias, fue prácticamente arrebatada de los brazos de Kouyou. Vieron como rápidamente la conectaban a maquinas, le inyectaban jeringa tras jeringa porque ya no existía la posibilidad de traerla a la vida. El mundo ya no era su lugar. La muerte era una certeza en la familia. Respondieron las preguntas que correspondían a esos casos, Akira prefirió esperar en el pasillo, sentía que su mundo se había desmoronado y no había podido protegerse.

—Llora pequeño, desahógate todo lo que quieras —Grandes sacudidas de dolor aterrizaron en sus oídos, era difícil resignarse a ese tipo de noticias, siempre lo sería.

 

Lo tenía que hacer porque no cabía la menor duda de que ella no se quedaría de esa manera. Incluso Akira sabía que no era posible, el mismo sugirió que era lo que tenían que hacer. Así, de esa manera, los papeles y las indicaciones no dejaron de llover para Takashima, era mejor que empezara a revisar los datos para el certificado de defunción. Eso no sería nada fácil y no lo hacía menos doloroso, al contrario, tener que leer cada sentencia lo hacía más real, pero era eso precisamente lo que venía deseando desde tiempo atrás, ahora que por fin tenía la oportunidad lo único que quería era regresar a casa.

 

 

 

 

—¿Qué habrá pasado? —Preguntó el pelinegro con gran curiosidad.

—No lo sé Yuu, tal vez quisieron salir a dar un paseo y como sabían que llegaríamos no cerraron la puerta —Se adentró inspeccionando el interior de la casa. Todo parecía normal—. Aunque claro, dejarla tan abierta ¿Qué diablos pasaba por sus mentes? Esto es exagerado.

—Quizás pensaron que no éramos capaces de abrirla por nuestra cuenta —Bromeó el invitado, dejando su equipaje que daba para más de un mes en el suelo—. Notaste que nos facilitan las cosas entre tú y yo.

Más que una pregunta era una afirmación. Su primo era tan exquisito. Kai aun recordaba la vez que lo conoció. Portaba en ese momento un pantalón de vestir negro un tanto flojo. Sujetándolo con un cinturón de igual color y con una camiseta azul acompañada de una corbata mal acomodada, su cabello también estaba desaliñado y lo cubría con sombrero fedora. Esa misma tarde ya se estaba besando descontroladamente detrás de las ventanas sin pensar en nada más. Sabían que estaba mal lo que hacían, pero no podían evitar sentirse de esa manera, no importaba que compartieran lazos consanguíneos. Encontraba lo positivo en lo negativo. Siempre trataba de ver lo que nadie más podía o se negaba a sí mismo. Tenía alrededor de un año dejando que su cabello creciera y ahora pasaba sus hombros. Se notaba que traer el cabello largo era algo de familia. Sin embargo su tez era solo un poco más oscura, si era comparado con el resto de la familia.

 

—No tienes ni idea de cuánto te extrañé —Dijo el recién llegado mientras le abrazaba con fogosidad. Sin importar las valijas ni nada, Kai se lo llevó a su habitación sin pensarlo por más tiempo. Le besó con fuerza después de haberse dejado caer en la cama. Yuu rápidamente se quitó camiseta y subió hasta la altura de los hombros la playera de Kai. Se hizo más grande su erección al ver como los pezones de Kai eran igual a lo que recordaba, simplemente no había olvidado ni un detalle y sus respiraciones eran tan rápidas, sus jadeos ya no eran disimulados. Todo era real. Y estaban dispuestos a todo con tal de volver a sentir esa realidad. Era increíble como sus sentidos se elevaban al máximo cada vez que estaban juntos, casi podían leerse las mentes.

 

 

 

El tener que ver todos los días a Akira sin esa sonrisa por bastante tiempo, era demasiado para él. Y por eso, de alguna manera sentía la responsabilidad de hacerlo sentir mejor en esa tempestad.

 

De Akira no hacía falta decir que llegó en un estado de suspensión vital, no reaccionaba ante nada ni nadie, simplemente se quedaba hecho un ovillo en el centro de su cama mientras que los lagrimones le invadían el rostro. No se dio cuenta de la apariencia de Kai y Yuu, tan desaliñada, agitada, más que nada sospechosa. Pero tener que llegar a tu casa y ver que de ese día en adelante todo sería distinto. Y también, a partir de ahora necesitaría la ayuda de cualquiera. Sin embargo, esas tres personas con las que compartiría el techo y comida, eran la única familia que le quedaba.
A Kai, como era de esperarse también se derrumbó al escuchar la terrible noticia. Era la segunda vez que perdía a alguien que significaba mucho, no conseguía entender del todo como habían sucedido las cosas, una parte de él se negaba a hacerlo porque eso le desgarraba más su interior. Durante la noche se vio sin fuerza, llorando se aferraba a los pocos y buenos momentos que había compartido con esa hermosa mujer.

 

Habían pasado tan solo dos semanas desde el funeral de esa desdichada mujer, y desde entonces Akira no había vuelto a acercarse a ese lugar tan lúgubre y deprimente. Le provocaba pesar saber que bajo ese montón de tierra se encontraba la mujer que le dio la vida. Esa mañana Kai y Aoi no salían de su habitación con la excusa de estar exhaustos de tanto estudiar, y la verdad es que era creíble, ya que, cada vez que entraban a revisar como estaban, no apartaban la mirada de los libros. Realmente estudiaron con ímpetu, porque su recompensa seria después, cuando los otros dos descansaran.
Akira portaba otro estilo de pijama, era más bien de franela, color café y con pelusitas ya formadas por toda su extensión, no era un atuendo nuevo pero era demasiado calientito. Las cosas entre él y Takashima mejoraban notablemente. Comenzaba a pensar que era un verdadero padre después de no haberse marchado.

 

Todavía se sentía adormilado y se reusaba a levantarse de la cama, apenas eran las nueve de la mañana y era sábado, no había mucho que hacer.

—Aki-chan —Se escuchó la voz de Shima al otro lado de la puerta, sonaba un poco torpe.

Seguramente estaba bebiendo de nuevo. Se dijo para sí mismo el menor. Al levantarse a abrir la puerta se dio cuenta que su erección matutina seguía ahí.

—Joder —Susurró, detestaba despertar cada mañana así. Solo giró el pomo de la puerta para salir corriendo a colocarse debajo de las cobijas.

—¿Sigues así dormilón? —Preguntó Kouyou, arrastrando la lengua entre sus dientes. Definitivamente había bebido más de la cuenta y que se dejara ver en esas circunstancias era una sorpresa. Akira no le respondió nada, o más bien no tuvo tiempo de hacerlo.

 

El mayor cerró la puerta con seguro y se acercó con locura. Estaba ebrio, si, pero seguía siendo rápido y más fuerte. Fue cuestión de segundos para que dijera con una voz ronca y amenazante—: Estas duro.

 

 Los ojos de Akira se abrieron y dio un respingo al sentir como aquella mano le atacaba, adentrándose en su pantalón de pijama, su cuerpo quedaba paralizado del miedo, podía escuchar los latidos que amartillaban sus oídos con fuerza. Cayó sobre las almohadas estando al ras de golpearse contra la pared.

—Shh, no hagas ningún ruido —Repetía Shima. Sabía perfectamente lo que hacía, estaba mal, pero no podía evitarlo. ¿Por qué tenía que resistir más tiempo? Lo único que deseaba era perderse, sumergirse en ese cuerpo tan sensual que tenía su ahora hijo. Le miraba fijamente, paseaba una de sus manos por esas mejillas que se sentían arder, ya fuese por el miedo, odio, tristeza, pero no por deseo hacia él. Su mente procesaba lentamente como se escuchaban sus gemidos con el simple contacto de sus labios.

 Le besaba a la fuerza y eso le excitaba aun más. ¿Cómo dejar a la deriva ese pequeño tan indefenso que se retorcía por salvarse, si ya lo había probado y era jodidamente delicioso? Y era ese pequeño quien ahora lloraba desesperadamente por no poder zafarse del fuerte agarre del otro. Tembló con pavor al recibir el primer golpe en un costado. Había sido tan violento que sentía como le costaba respirar cada vez más. Shima era tan ridículo que con ese golpe cerró los ojos por unos segundos para imaginar que las respiraciones agitadas provenientes de Akira eran producto de un frenesí sexual que el mismo se inventó.  Después veía con sus ojos bien abiertos la mirada con una perspectiva tan distinta, tan intensa y terrible. El mayor hizo un mohín de satisfacción. Sus ruegos eran la barrera que trataba de establecer entre ellos, pero eso no le estaba llevando a ningún lado. Y no lo haría porque ya no tenía la ropa puesta, rápido le había despojado de todo, porque todo le estorbaba. Y ya no tenía con quien refugiarse…

 

 

 

 

El castaño no le dio tiempo al pelinegro de despertarse como le apetecía: Estirándose por toda la cama, bostezando tranquilamente y sin ningún problema volver a dormir por un rato más, pero la verdad era que no sentía la necesidad de enfadarse al no poder hacer eso.

—Buenos días —Exclamó Kai, posando su cuerpo entero sobre Yuu, dejando que sus miembros establecieran ese contacto; le sonreía de manera genuina.

—Buenos días —Le contestó gentilmente el aludido, quien inocentemente paseaba dos de sus dedos en la cintura de su parejita, comenzaba a deslizarlos cada vez más rápido y con una mirada lujuriosa y siendo correspondido por la otra parte. Kai atravesó su lengua en la del moreno y fue correspondido en su totalidad. Lo hacían hasta que se les acabara el aire, hasta sus labios ardieran de lo desesperados que se besaban y sentir sus dientes chocar de lo profundo que lo hacían. Le quitó la camiseta, tenían que hacerlo tanta veces quisiesen y pudiesen ya que, no siempre tendrían ese tiempo solos y además tenían tanto tiempo que no se veían. Sus cuerpos ardían. Yuu no podía acallar demasiado sus gemidos, y mucho menos con lo que le hacia el menor.

—¿Te gusta esto? —Preguntó al compás que su lengua ejercía en el miembro del pelinegro, solo la paseaba por unos cachitos de su miembro sin dejar que el placer llegara bien a su cerebro, luego por su balano, le mordisqueaba y le daba una de las mejores felaciones que había recibido en su vida.

—Sabes que me fascina —Jadeó.

 No podía faltarle y tampoco podía contenerse el agarrar el cabello castaño para sentir con más profundidad esa cálida y adorada cavidad. Hacía que se moviera con más prisa y un estremecimiento comenzaba a formarse en su pelvis, espalda y en su cabeza, lo quería ahogar en su polla. Pronto se correría y esa sensación se hacía cada vez más intensa, conforme las probadas de Kai se volvían mas profusas también lo hacia esa deliciosa emoción en su cuerpo. Gemía con más fuerza, era un realismo tan confuso. Eran familia, eran hombres ¿No rompen todos los esquemas para formar una pareja? Casi todos…

Arqueó su espalda cuando los espasmos se hicieron presentes en su extensión, y la electricidad tan enloquecedora que se esparcía por todo y cada rincón de su organismo. Kai no separó su boca hasta ver como Aoi se enderezaba para levantarle. Había recibido su esencia gustoso, lamia y relamía ese liquido que tanto gozaba probarla, y que fuera solamente de esa persona que ahora ya le tenía entre sus brazos besándole, sus pechos flameantemente sudorosos se adherían con facilidad, la boca de Yuu recorría ese cuello tan tiernito, sensacional que no podía salir de su asombro cómo de nuevo se empalmaba.

—Veo que ya es mi turno —Afirmó con cierto toque de inocencia y con una sonrisa llena de lascivia dejando que se formara ese hoyuelo en su mejilla izquierda, a lo cual Yuu no pudo resistir darle un beso en esa parte. Le llevó a la boca dos de sus dedos para humedecerlos—. ¿Te emociona, no? —Obteniendo como respuesta una movimiento de cabeza.

 

 

 

Sentía nauseas de estar en ese estado, quería ser capaz de respirar el olor a la muerte y no al tabaco y alcohol que se infiltraron en lo profundo de su nariz.

—¡Suéltame! ¡Suéltame! —O al menos eso trataba de decir pero esas manos le cubrían casi todo su rostro, incluso se quedaba sin aire, gritos fallidos de miedo y dolor incluso.

—Cálmate, no te voy a hacer daño —Palabras falsas.

Akira logró encestar un golpe certero y doloroso en el abdomen del mayor, aunque consiguió distraerle por unos segundos; eso no fue suficiente, tenía los brazos amoratados. Shima se molestó y actuó de sobremanera, o al menos precipitándose a lo que tenía que pasar. Le devolvió el golpe y le dio la vuelta para que su bien formado y hermoso trasero quedara a su vista. El menor no podía sentirse más humillado.

—No lo hagas, por favor —Rogaba entre el llanto.

—Eres tan suave, eres un hermoso juguete.

Era tan enfermizo. El joven se sentía tan sucio, humillado. Esa era la palabra clave, humillación, no había nada peor que eso, ya que, esa persona le estaba haciendo sufrir y él se sentía indefenso. Le daba asco ser víctima de una persona como Kouyou. ¿Por qué había confiado en él? Le tenía acorralado.

—Hijoputa —Resopló.

 

Adiós…adiós…esa era la manera de despedir a su inocencia, su felicidad y más que nada a la vida.

Le daba miedo mirarle a los ojos y encontrar con algo más desgarrador de esa persona tan despiadada. Quería creer que su mamá observaba todo, quizás, pero eso no remediaba que su cuerpo estuviera ya completamente desnudo y no fue hasta que se atrevió a observarse a mismo que se percató de unas mordidas en sus muslos, marcas de uñas que iban desde su pecho hasta la ingle. Su miembro le había traicionado y aunque no sentía ninguna sensación de placer éste había correspondía a ese sube-baja de masturbaciones y Takashima se rehusaba a dejar de masturbarle.

—Detente —Sollozó.

—Ni siquiera hemos comenzado y ya quieres terminar.

 Y dicho esto tomó entre sus manos las piernas del chico y las separó con brusquedad, Akira dejó escapar un quejido, le había lastimado y si con solo eso le había dolido no quería ni pensar en lo que pasaría después.

—¿Eres virgen?

Su rostro se distorsionó por las ganas de llorar que tenía, su cuerpo temblaba de una manera embrutecedora. Cerró los ojos con fuerza y comenzó a lloriquear. Si lo era pero no se atrevía a decirlo. Tenía miedo.

Shima lo tomó por la cintura y por un segundo creyó sentir que salía de su pesadilla al sentir la libertad. Sin embargo, lo único que sintió fue que lo pusieron en cuatro. Casi se arranca su labio inferior al sentir como era penetrado de una sola vez. Sentía pena y asco consigo mismo, por ser tan débil. Le estaba doliendo como si se quemara en el jodido infierno.

Takashima jadeaba, apostaba su vida en que podía permanecer así todo el día.  Si, definitivamente era virgen. Pero también se percataba que si seguía así de tenso, este le arrancaría la polla sin remedio.

—Te relajas y me ayudas con esto o no respondo de lo que te pueda pasarte, que esa polla que te cargas no te puede durar mucho —Sentenció, pero no encontraba manera de hacerlo aunque lo desease, pero lo que más deseaba era morir. Tomó una de las manos de Akira y la llevó hasta su boca que comenzaba a dar grititos desgarradores. Kouyou sonreía de una manera torva; estaba completamente perdido en el placer.

Notas finales:

Twitter--->  @lilyheebum :D


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