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El ángel que curó mis heridas por luhannia

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Una suave brisa entra por mi ventana y el sol quema mis mejillas empapadas de lágrimas. Agacho la cabeza. Me avergüenzo de mi mismo. No es la primera vez, y aunque me prometo una y mil veces que sí, sé que no será la última. Abro el último cajón de la mesilla y guardo la cuchilla dentro de un libro. Miro la sangre ya casi seca, pero sólo sirve para que mi llanto se intensifique. Nadie se imagina cuánto duele. No las heridas, la soledad.

 

- Hoy tenemos un estudiante nuevo. – Anunció nuestro director.

- ¿En Diciembre? – preguntó Chanyeol.

- Cállate y escucha Channie. – Le regañó Baekhyun.

El director hizo caso omiso a sus palabras y prosiguió.

- Su nombre es Lu Han y vino hace una semana de China, así que les pido que le den una bonita bienvenida.

De repente, la puerta se abrió y apareció él. Un ángel. Entonces sonrió a la clase. Y su sonrisa me elevó al mismísimo Edén.

Se sentó a mi lado, ya que era el único sitio libre que había. Intenté mantener la calma, pero creo que no lo conseguí, ya que de vez en cuando me miraba de reojo y soltaba pequeñas risitas. A pesar de ello, no nos dirigimos la mirada.

Pasado un rato, me giré hacia él. Si piel era blanca como la nieve y suave como la porcelana. Su pelo era claro y lo llevaba atractivamente despeinado. Sus pómulos pequeños y definidos, dándole una forma esbelta y delicada a su rostro. Sus ojos eran marrones y brillantes. Los ojos de un ángel – pensé. Sus labios finos y sonrojados, con una pequeña cicatriz en la parte inferior, una cicatriz que me encantaba. Debo admitir que eran los labios más apetecibles que había visto en mi vida, invitaban a morderlos, chuparlos, lamerlos, devorarlos, disfrutarlos hasta el último centímetro de ellos.

Entonces, se giró interrumpiendo mis pensamientos. Se había percatado de que lo estaba mirando. Agaché la cabeza y pude sentir con facilidad cómo me sonrojaba. Él sólo sonrió.

El timbre que ponía fin a las clases, sonó finalmente.

- Adiós. – Se despidió Lu Han con una dulce sonrisa.

- A-Adiós…-le respondí intentando recobrar la respiración tras esa imagen.

En el fondo del pasillo, Kris, Tao y Chen parecían divertidos, y yo sabía cuál era el motivo de su diversión. Sabía lo que venía a continuación, así que tan sólo envolví mi corazón en un manto de indiferencia y avancé hacia la salida.

- Hola pequeñaja. – Me saludó Kris, cubriéndome el paso al colocar su mano frente a mi. Cuando levanté la cabeza para mirarlo, los otros dos ya se habían puesto a mi alrededor, impidiendo cualquier intento de huida por mi parte.

No llores, no llores. No mereces que te vean así.

- Oh, ¿la niña está triste hoy? – Se burló Tao, a la vez que hacía un falso puchero.

- Venga, cuéntanos el motivo de esa carita. – Chen se unió a la fiesta a la vez que Kris levantaba su mano para acariciar mi cara en señal de consuelo. Pero su mano nunca llegó a mi rostro. Oí un gruñido. Levanté la mirada y vi la mano de Lu Han sujetando fuertemente la muñeca de Kris.

No, ángel, no hagas eso, te meterás en problemas por mi culpa.

Comenzaron a hablar en tono elevado, pero en chino, por tanto sólo podía mirar sus desafiantes rostros. Rápidamente deduje que Lu Han llevaba el control de la discusión, ya que Kris agachó la cabeza e hizo una señal a sus secuaces para marcharse.

Una vez sentí que estaba a salvo, suspiré.

- ¿Estás bien? – Preguntó Lu Han en tono serio, y pude notar en sus ojos que estaba verdaderamente preocupado. Mi ángel.

- Sí, no te preocupes. – Sonreí débilmente.

Él comenzó a tocar cada parte de mi cuerpo mientras repetía ‘¿te duele aquí?’ ‘¿y aquí?’, y yo sólo reía ante su acción.

- Sehun… - Miré la mano de Lu Han. Sus pequeños y finos dedos recorriendo mis muñecas. Mierda. Había encontrado la prueba del delito. Acariciaba esas cicatrices con ternura, como si le fuera la vida en ello, como si por acariciarlas una y otra vez, iba a hacer que se curaran. Apretó un poco más y yo comencé a sollozar.

- Perdón…yo…no pretendía hacerte daño…lo siento. – se disculpó.

- No, tranquilo, no lloro porque hayas apretado, en realidad no duele tanto. – Me sinceré.

Él llevó su dedo pulgar a mi labio superior y eliminó el rastro de una lágrima. Sin ser consciente de ello, posé mis dedos en la zona en la que anteriormente habían estado los suyos, sonreí. Lo notó y se sonrojó.

- ¿Y por qué lloras? – Insistió.

- Por el hecho de que lo hayas descubierto. Nadie más lo había hecho antes.

- Siempre hay una primera vez. – Y tras decir esto, me sonrió abiertamente y me abrazó. Coloqué mi cabeza sobre sus hombros y cerré los ojos. Olí su cuello, aspiré su aroma, olía dulce, pero a la vez varonil y masculino. Deposité un suave y húmedo beso en la zona, lo que lo hizo estremecerse y pude notar cómo sonreía.

 

 

Los siguientes días pasaron fugazmente junto a Lu Han, fueron días llenos de sonrisas, felicidad y diversión, recorriendo todos los lugares de Corea a los que me pedía que lo llevara, y yo, naturalmente, asentía. Disfrutaba mucho de la compañía de Lu Han, cuando estábamos juntos, éramos nosotros y el resto del mundo no existía. Con él, el dolor desaparecía, y casi podía olvidar por un momento, que el verdadero dolor iba a estar siempre en mi corazón.

Estábamos en el parque, sentados en un banco, hablando de quién sabe qué, lo que recuerdo es que yo estaba feliz, cuando comenzó a llover.

- Nos vamos a empapar. – Rió él a carcajadas. – Será mejor que nos vayamos. – Hizo ademán de levantarse, pero le cogí la mano y lo senté. Me levanté y tiré de él.

- ¿Acaso importa? – Empecé a bailar bajo la lluvia. Él me siguió el juego. Algo que amo es cuando se deja llevar y cometemos locuras así, juntos. Siempre juntos.

 

Con él todo es diferente. Siento esas ‘mariposas’, cada vez que veo su nombre en mi móvil, sonrío, es el único que me ilumina, el único que está ahora que todos me dan la espalda.

¿Es esto eso que llaman amor? ¿Cómo se puede meter a una persona tan rápido en tu corazón? ¿Y cómo puede hacerte sentir tanto? ¿Y cómo se puede aguantar el desconcierto de no saber si te corresponde?

 

Llegó el día de Navidad. Es la fecha del año que más odio. 

Me encuentro frente a tu tumba, papá, con unas flores, agachado y acariciando con mis dedos temblorosos el nombre de mamá. Estoy aquí. Estoy aquí como lo he estado en los últimos años. ¿Por qué papá? ¿Por qué tuviste que irte y dejarme solo en este mundo de dolor y soledad? Bueno, no importa, no quiero echarte nada en cara, pues temo que lo escuches y luego aparezcas en mis sueños reprochándome por ello. Me arrodillo frente a tu nombre y enjugo mis lágrimas con la manga de mi sudadera. Esbozo una dolorosa sonrisa, dispuesto a contarte lo mucho que ha mejorado todo.

¿Sabes papá? – pregunto en voz alta, mientras un hueco se abre nuevamente en mi pecho. – He conocido a alguien. – Lado la cabeza. – Es un chico. – Guardo silencio, pues sé que si estuvieras aquí, te iba a costar asumir mi confesión. Me decido a seguir. – Sé que te hubiera gustado que acabara casado con Seohyun, o tal vez Yoona, pero yo lo amo, papá. – Sonrío débilmente – Me hace feliz. Desde que apareció en mi vida, no soy el de antes. El agujero – me llevo la mano al pecho- casi se cura, ¿sabes? – Sonrío de nuevo. - ¡Qué tonto soy! Olvidé decirte su nombre. Se llama Lu Han. A veces pienso que es cómo mi ángel. Kris y los otros ya no se meten conmigo y las marcas de los cortes ya están desapareciendo. –Cierro los ojos para visualizar su imagen, su sonrisa y sus ojos en mi mente, esperando que eso alivie el dolor que este momento me causa. Miro el reloj. – Ya es tarde, tengo que volver a casa, a mamá no le gusta que vuelva a casa de noche. - Me pongo en pie, me despido de ti y me voy.

 

Llamaron a la puerta. Joder, joder, ¿y ahora qué hago? Dejé la cuchilla sobre mi cama, bajé las mangas de la sudadera cubriendo mis manos por completo y abrí la puerta.

- ¡Sehun! Te estuve llamando, ¿por qué no me…- su voz se quebró repentinamente. Miró mis manos y luego a mis ojos. Yo escondí tímidamente mis brazos en mi espalda.

- ¿Pasa algo, hyung? – pregunté con una sonrisa, intentando cambiar de tema.

Me apartó de un ligero empujón, entró y cerró la puerta tras él. Se paró frente a mi, mirándome seriamente a los ojos durante unos segundos.

- No, ¿te pasa algo a ti? ¿Lo has hecho otra vez? – Era la primera vez que veía a mi ángel tan enfadado.

- No lo he hecho. – Mentí. Mi vista se nubló, y me di cuenta de que iba a pasar.

- Sehun…hay un rastro por todo el suelo, y tus mangas están manchadas de sangre. – Señaló mis manos. Las miré. Era cierto, goteaban sangre. Y de repente pasó. Estallé, estallé en unas profundas e incontrolables lágrimas. Me lancé a sus brazos y lo abracé. Él me acarició el pelo con dulzura, y la espalda con la otra mano, mientras cantaba una bonita melodía china, cuya única parte que pude entender fue ‘Baby, don’t cry tonight’ porque la decía en inglés. Y entonces confirmé, si podía tener alguna duda, que era un verdadero ángel.

 

- Ay – me quejé mientras Lu Han colocaba unas vendas alrededor de mis brazos.

 

- Si te quejas va a ser peor. – Sonrió.

 

Una vez terminó, agachó su cabeza y comenzó a besar mis heridas tapadas por las vendas. Me salió una lágrima que fácilmente disimulé mirando hacia otro lado.

- Sehun. – dijo. Yo evitaba su mirada.

- Dime hyung.

- No vuelvas a hacerlo. – pidió con los ojos llorosos.

- ¿Cómo puedes decirlo así, hyung? – se sobresaltó ante mi respuesta. – No tengo una vida normal. Tuve una infancia muy dura. Me hicieron bullying desde pequeño, hasta que tú llegaste, tenía miedo de ir al colegio, siempre ponía excusas diciendo que me sentía mal, incluso llegué a provocarme vómitos para que mi madre pensara que estaba mal. Pero otros días tenía que legar allí, y aguantar cómo me llamaban feo, anoréxico, o me volvieran a pegar y humillar. Siempre me señalaban mientras se reían, cuchicheaban entre ellos mirándome, yo pasaba y no les hacía caso, pero por dentro me dolía, y tenía que convivir con ese nudo en la garganta hasta que llegaba a casa. – Tragué saliva reprimiendo las lágrimas.- Lloraba porque nadie me entendía, porque todos me odiaban y me hacían la vida imposible, ¿y sabes qué es lo peor? Que yo nunca les di un motivo para que lo hicieran. – Agaché la cabeza al ver que sus ojos se llenaban de lágrimas y lloraba descontroladamente. Él era mi ángel, no podía verlo llorar, pero pese a ello, proseguí. – Mis amigos me decepcionaban, utilizándome siempre como segundo plato y dejándome tirado. Y todo empeoró hace unos años con la muerte de mis padres. – Me miró aterrado y sorprendido a la vez.

Nos mantuvimos en silencio un largo rato. La situación comenzaba a ser incómoda.

- Mírate. – susurró. Tomó aire e imaginé que venía un largo discurso, así que me dispuse a escuchar. – Tu sonrisa es bella, tu nariz es perfecta al igual que tus labios, tu cabello es precioso. Eres maravilloso, y no voy a permitir que nadie te haga sentir lo contrario.  No mereces sentirte así. No mereces acostarte en la cama a llorar cuando nadie te ve. No mereces que esos idiotas te hagan sentir menos, sólo porque en realidad tú eres más que ellos. No tienes que intentar cambiar ni hacer esto para sentirte mejor contigo mismo – cogió mis manos, entrelazando sus dedos con los míos. Y por primera vez, lloraba de algo que no era tristeza. ¿Felicidad? ¿Emoción? Quién sabe, pero me gustaba. – Corta tus problemas, no tus muñecas. – Concluyó.

Me giré hacia él. Mala idea, Sehun. Nuestras caras se quedaron a escasos centímetros. Mojé mis labios, dispuesto a darle las gracias por todo y decirle lo que sentía por él, pero antes de que pudiera articular una sola palabra, sus suaves y húmedos labios, cuyos labios llevaba deseando tantos días, estaban danzando encima de los míos, encajando a la perfección en un lento, dulce e infinito beso. Su mano acariciaba mi mejilla con la misma delicadeza con la que se tocaba un piano. Nos separamos para recuperar aire, y yo aproveché la ocasión.

- Lu Han…- logré susurrar. Él me miraba atentamente, esperando que continuara. – Gracias por curar mis heridas. – Dije por fin.

- Tranquilo. – sonrío en mis labios- sólo ha sido un momento.

- No, no esas heridas. - Guardé silencio, incapaz de creer lo que estaba a punto de decir. – Las heridas de mi corazón.

Él soltó un pequeño jadeo, no se esperaba oír algo así. Me miró ingenuamente, y yo, que no pude aguantar tanta dulzura, le di un tierno beso. Trazó la línea de mis labios con su lengua, mientras sus manos recorrían mi espalda y comenzó a crear un camino de tiernos besos por mi cuello.

- Eres mi ángel. – Dije por primera vez en voz alta.

Pude notar una leve sonrisa proveniente de sus labios en mi cuello, lo que me hizo estremecerme. Subió hasta mis labios de nuevo y sonrío.

- Tu ángel te protegerá para siempre.

Notas finales:

Bueno este es mi primer fanfic*-* Estoy un poco nerviosa y creo que ha sido un poco corto, pero me ha costado mucho, así que espero que les guste. No imaginan cuánto agradecería un RW, aunque con sólo que lo lean ya es suficiente para mi!<3

PD: No supe como cambiar la 'serie', so...(?


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