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Cisnes. por B_Chan

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Notas del fanfic:

Autor: Anna Chan.

Resumen: Hyoga es un Cisne, un grácil y lindo Cisne… ¿Shun no piensa igual?

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Shun-Hyoga.

Clasificación: Romance.

Advertencia: ---

Notas: ---

Fecha:22/01/2005.

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

   

Notas del capitulo:

 

   

Cisnes.

 

El sol caía fuerte aquella tarde de sábado. Los Santos de bronce descansaban, entendiendo que ahora las batallas habían terminado. Shun se había quedado en la mansión, pues no tenía otro lugar donde ir, extrañamente Hyoga había decidido quedarse también. Extraño porque Hyoga siempre volvía a Siberia para poder velar el sueño eterno de su madre, pero esta vezparecía no querer volver aun.

Shun se encontraba solo, sentado cerca del lago que adornaba el inmenso jardín de la mansión Kido. En el lago, pequeños peses se reunían para tomar los pedazos de pan que el Santo de Andrómeda arrojaba al agua. Todo estaba silencioso en aquella parte del jardín, un silencio que permitía al pensamiento volar... no era de sorprenderse que se asustase al sentir que alguien se acercó y lo saludo.

—Hey, Shun. ¿Qué haces aquí solo?

—Nada en particular... solo me gusta estar aquí...

Su corazón latía acelerado, intentaba parecer lo más natural posible, pero siempre acababa medio nervioso cuando estaba con Hyoga, todavía máscuando estaba “solo con él”.

El rubio sonrió, sentándose al lado de su amigo. Notando el pedazo de pan en sus manos.

—¡Vaya, hasta viniste preparado!

—¡Ah... esto es para los peces, no para mí!

—Ah bueno, ¿y los otro animales… Aquellos que están en el fondo?

—Bien, aquellos son patos y cisnes… ellos no se acercan a la orilla, solo se quedan en la parte más profunda, por eso creo que es medio difícil acercárseles.

—¿Eh, tienen cisnes aquí?

—Sí, hay dos solamente, pero es difícil verlos desde aquí.

—¡Claro... esta lago parece un mar de tan grande que es!

—Que exagerado Hyoga...

—¡Pero es la verdad! Me gustaría ver a mis compañeros.

—¿Tus compañeros?

—Sí, los cisnes.

—Ah, claro... si quieres verlos, entonces ve cerca del puente, ellos acostumbran estar por ahí.

—¿Puente? No recuerdo ningún puente...

—Es nuevo, Sahori lo coloco hace poco tiempo...

—Bien, señor sabelotodo... llévame hasta el puente.

El puente quedaba exactamente en medio del lago. Inclinado hacia los lados, hecho de madera con flores talladas. Dos cisnes blancos nadaban debajo de él. Hyoga se acercó al margen del lago, colocando la mano en el agua, en una tentativa inútil para llamar la atención de los animales.

—Vaya, que antipáticos.

—Es realmente difícil que se acerquen a la orilla.

Shun estaba detrás, tan solo observando a su compañero. Se aproximó, arrodillándose a su lado, sentándose sobre sus piernas, coloco las manos también dentro del agua, y para su sorpresa ambos cisnes comenzaron a acercarse.

—Vaya... tienes un lazo con los cisnes, ¿no Shun?

—¿Yo? Solo fue coincidencia.

—Aun así creo que atraes a los cisnes.

Shun tan solo sonrió, Hyoga llevo una de sus manos hasta unos de los animales acariciándola la cabeza, después miro a Shun, viendo la sonrisa en su rostro.

—¿Quieres intentarlo?

—No, es mejor que no...

—No te van a lastimar, a ellos les gustas.

—Ah, sí claro...

—Es verdad, ellos me lo dijeron.

Ambos rieron, Hyoga sostuvo una de las manos de Shun a la llave lentamente hasta el otro cisne, que estaba más cerca. Al acercarse, Shun replegó su mano por reflejo, pero Hyoga no la soltó, al contrario, la aferro con más fuerza y sin mirarlo pregunto:

—¿No confías en mí, Shun?

—Claro que confío.

La aflicción de Shun desapareció al sentir sus dedos tocando las suaves plumas mojadas del gracioso cisne. Sonrió cuando Hyoga soltó su mano mostrándole que era seguro. Hyoga cruzo las piernas y apoyó un codo sobre su rodilla, tan solo apreciando a su amigo. Shun dejo al animal de lado volviendo la atención a Hyoga.

—¿Viste? Te dije que ellos gustaban de ti.

—Si tú lo dices. ¿Y que más dijeron?

—Bien, a ellos no les gusta hablar mucho, ¿sabes?

Hyoga intento cubrirse, apoyo la cabeza en la mano y rio. Shun doblo las rodillas y abrazo sus piernas todavía mirando al ruso.

—Bien.... ya que ustedes se entienden tan bien, deles que son muy lindos.

—Ellos lo escucharon, están diciendo que se los dijiste a todos los cisnes.

—Debe ser porque todos son iguales.

—Ah, se enojaron con tu respuesta, si no mira, que hasta se están yendo.

—Se cansaron de nosotros.

—¿Entonces los cisnes son lindos?

—Sí.

—¡Qué bueno, entonces yo también lo soy!

—Tú no eres un cisne, Hyoga... pero también eres muy lindo.

A Shun no le estaba gustando mucho el rumbo que estaba tomando la conversación, pero Hyoga era así... por lo menos con él, el rubio que parecía ser tan frío, era siempre alegre, y a Shun le gustaba sentir que podía hacer cualquier cosa cuando estaba junto a su amigo. Podía hacer y hablar de lo que quisiera y no tener vergüenza, pues sabía que Hyoga no lo aria pasar un mal rato. Ambos eran muy parecidos, tan ves por eso se llevaban tan bien.

—¿Tú crees?

—Sí, acuérdate de cuando éramos pequeños y Sahori traía a sus amiguitas aquí? Ellas vivían detrás de ti.

—¡Vaya, es verdad! ¿Todavía recuerdas de eso?

—¡Claro que me acuerdo! Siempre te escondías de ellas en mi cuarto y nos quedábamos allí hasta entrada la tarde, que ellas se fueran.

—¡Bien, era mucho mejor estar contigo que con esas aburridas!

—Éramos niño... apuesto que si ellas todavía vinieran tú ya no te esconderías, al contrario, querrías mostrarte ante ellas.

—¡Nada de eso! ¡Aun hoy me escondería en tu cuarto!

—Tonterías.

Shun se levantó en ese mismo momento, Hyoga se levantó junto a él.

—¿Dónde vas?

—Voy a entrar, el sol está muy fuerte.

—Voy contigo.

Hyoga podía ser bromista, pero Shun sentía que los juegos de ese día eran diferentes. Tal vez fuera cosa de su imaginación. Prefirió terminar aquella charla luego. Ambos caminaban en silencio, mientras volvían a la casa, cuando pasaban por el camino de arena dispuesto en medio de la grama, Hyoga quebró el silencio.

—¿Por qué “tonterías”?

—¿Qué?

—¿Que por qué crees que es una tontería que prefiera estar contigo que con ellas?

—¿De nuevo con eso Hyoga? Apenas di una situación hipotética, ellas ni siquiera hablan más con Sahori y tú no vas a tener que esconderte en ningún lugar.

—No me respondiste.

—Ah... ya dije... éramos niños, era normal que prefirieses jugar conmigo que estas entre niñas, para ahora nosotros crecimos.

—Pude haber crecido, pero mi interés no cambio.

—¿Quieres decir que ya te interesabas por ellas en aquella época?

—No, no es eso.

—Entonces no entendí.

En ese momento Hyoga abrió la puerta principal de la casa, dejo que Shun entrase primero para luego cerrarla detrás de sí. El rubio comenzó a subir las escaleras hacia el segundo piso, pero Shun continuaba en el primero, observando a Hyoga.

—¿Entonces no me vas a contar?

—¿Contarte qué?

—¡Tus intereses, claro!

—Ya te lo dije.

—¡No, no me lo dijiste!

—¿Y por qué quieres saberlo tanto?

Hyoga se apoyó en el barandal del piso superior, y quedo viendo a Shun abajo. El muchacho miraba hacia arriba con los brazos cruzados, Hyoga adoraba aquella carita tan dócil con esa expresión de enojo. Le encantaba provocar a Shun tan solo para verlo que aquella expresión.

—¡No lo quiero saber! Si no quieres contarme no me cuentes.

—No te enojes...

—¡No lo estoy!

Shun le dio la espalda y se dirigió hacia una de las salas del aquel piso. Podía oír claramente la voz de Hyoga mientras abría la puerta de la sala.

—¡Yo soy un cisne Shun!

—¿Qué? Esta loco...

Se apoyó en el sofá más próximo y cerró los ojos pensando en lo que Hyoga había dicho. ¿Un cisne? ¡Vaya, él podía ser el Santo del Cisne, pero no por eso tenía que gritar por ahí que era un cisne! Fue entonces que una segunda vos surgió en su cabeza...

“Hyoga dejo que atraía a los cisnes... será que... no, no es posible... estas fantaseando de nuevo Shun... tal vez este... o tal vez no. Él me gusta, ¿porque él no puede gustar de mí también? ¿Ah, que estoy pensando? ¡Hyoga me habla tan solo como un amigo, soy yo el que tiene problemas por sentirse atraído hacia él, que es prácticamente un hermano para mí!”

Shun se levantó, pasando la mano por su rostro, alejando todos aquellos pensamientos de su cabeza, subió las escaleras hacia su cuarto y para su sorpresa la puerta estaba abierta. Entro y vio a Hyoga en el balcón del cuarto, estaba de pie con ambas manos en los bolsillos, los cabellos lacios acompañaban la brisa que pasaba, Shun paro sin hacer ruido, Hyoga no percibió que estaba allí y por eso aprovecho para apreciarlo, era tan bello... ya hacía tiempo que el Santo de Andrómeda se había descubierto atraído por su compañero, tal vez hasta enamorado. Se acercó hasta el balcón y golpeo suave el vidrio, apenas para llamar la atención de Hyoga.

—¿Que estabas haciendo aquí?

—Estaba esperándote.

—¿Esperándome? ¿Precisas decirme algo?

—Sí, entremos.

Hyoga se recostó en la cama de Shun, con las manos detrás de la cabeza, las piernas no estaban sobre el colchón y pudo cruzarlas. Shun se sentó a su lado, tirando su cuerpo hacia atrás, apoyándose en sus codos. Hyoga estaba con sus ojos cerrados, y continuo así mientras hablaba.

—Tu cuarto me trae muchos recuerdos. Cuando estaba en Siberia me olvide de varias cosas, maldecía a todos y a mi vida, que creía inútil. Kamus fue lo más cercano a un padre que yo tuve, aparte de él yo pensaba que estaba completamente solo. Cuando gane la armadura no tuve la menos intención de volver aquí, todo lo que necesitaba estaba allá, mi madre, y mi maestro, hm... como podía ser tan tonto...

—¿Por quéme estás diciendo esto Hyoga?

Solamente en aquel momento Hyoga abrió sus ojos y enfrento a Shun de una manera que lo dejo un poco incómodo. Era una mirada de cariño. No, era más que cariño... Hyoga lo miraba como si él fuese la cosa más preciada, nunca nadie la había mirado de aquella manera antes.

Shun no sabía que decir, bajo la mirada y susurro.

—¿Por qué me miras de esa manera?

—¿De qué manera?

—¡Vaya, de esa manera! ¡Estas extraño Hyoga!

Shun se sentó, cruzando los brazos nuevamente. Hyoga también se sentó y bajo la mirada.

—¿Shun... por qué crees que me quede aquí?

—No tengo idea...

—¿No? ¿No sabes por qué deje a mi madre, mis amigos y toda mi vida allá? Podía haber vuelto, Atenea está segura en el Santuario y no precisa más de nosotros. ¿Por qué piensas que todavía estoy aquí contigo?

—No necesitas quedarte conmigo. No me importa estar solo, sé que eres mi amigo Hyoga, pero no pres...

En un movimiento rápido Hyoga recuesta a Shun en la cama, sosteniendo sus manos y quedando en cuatro por encima de él. Shun estaba completamente sin reacción, su corazón estaba listo a explotar! El rostro y todo el cuerpo hervían con aquella proximidad.

—¿Crees que es amistad?

—¿Cómo?

—La amistad no es un sentimiento suficientemente fuerte para mantenerme aquí... sé muy bien que ya entendiste lo que quiero decir... no sé por qué todavía te escondes detrás de esa inocencia...

—No me estoy escondiendo nada. ¡No sé por qué estas actuando de esa manera! ¡Ahora suéltame Hyoga!

—Tal vez lo estoy explicando de manera errada... pero si aun así no entiendes, entonces desisto y te suelto.

Hyoga recostó su cuerpo por encima del de Shun, aproximando más sus rostros, podía sentir la respiración acelerada de Shun, golpear en su rostro. Miro profundamente en aquellos ojos verdes y después bajo su mirada hacia los delicados labios a su frente. Shun no intentaba liberarse, quería aquello hace mucho tiempo, no sabíapor qué lo estaba ocultando, mas no volvería atrás. Cerró los ojos y sintió los labios tibios de Hyoga contra los suyos. En un beso simple que decía mucho.

—¿Entendiste ahora?

—No.

—¿No?

—Explícamelo de nuevo...

Ambos rieron, Hyoga soltó las manos de Shun y acarició el bello rostro. Sin más demoras los labios estaban nuevamente unidos, las lenguas explorando cada parte de aquel pequeño espacio. Los labios se separaron, las miradas volvieron a encontrarse.

—¿Por qué no hiciste esto antes, Hyoga?

—Porque no podía simplemente besarte... contigo todo es diferente, tenía que estar seguro de que tú también querías.

—Pero te dije que no...

—Te conozco más de lo que piensas, sé que usas tu inocencia como defensa, mas eso no funciona conmigo...

—¿Eso hago?

—Si... pero deberías saber que no necesitas defenderte de mí... ¿no confías en mí, Shun?

—Ya te dije que confió, ¿o no?

—Si...

Ambos se recuestan uno en frente del otro. Hyoga pasa un brazo por la cintura de Shun, jalándolo para que se acercara más.

—Hyoga...

—Dime.

—¿Qué es lo que quisiste decir con “yo soy un cisne”?

—Quise decir que los cisnes gustaban de... ¡Ah, Shun entendiste!

—¡No, no entendí! Creo que no lo estás explicando correctamente.

—¿Y cómo quieres que te lo explique?

—Bien detalladamente... sabes cómo es... soy muy inocente y no entiendo nada...

—¡Ya sé... ven aquí que acabo con esa inocencia!

Hyoga inmediatamente tiro la cobija que cubría la cama y los tapo a los dos. En el lago los dos cisnes, esos inocentes, nadaban despreocupados sin saber que habían sido parte del inicio de un gran romance.

 

Fin... ¿O será un comienzo?

   
Notas finales:

 

   

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