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Tontos por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

¡Feliz (casi) cumpleaños, Choi MinHo!

Notas del capitulo:

Segunda entrega de la semana. ¡Ánimo!

— Jinki, ¿por qué él es así?

 

No me considero el tipo de persona que culpa a otros cuando hay problemas, tampoco soy de esos que dejan que el tiempo los resuelva. Sin embargo, cuando se trata de Choi Minho simplemente no sé qué hacer. Generalmente termino llamando a Jinki, un buen amigo suyo, y le cuento el alcance del conflicto.

 

— ¿Nuevamente vas a culparlo? — me recrimina de forma automática, y casi puedo ver su ceño fruncirse y sus labios abultarse (más) en señal de inconformidad. — Kibum, sabes que tú también tienes una forma de ser que…

 

— Lo sé. — acomodo mejor el teléfono contra mi oreja y me tumbo en el sofá, dibujando una pequeña sonrisa. — Es sólo que… no lo sé, Jinki, todo con él parece complicado.

 

— Tú lo haces parecer de esa forma. — me recuerda, riendo por lo bajo. — Él es un chico agradable.

 

— Quizá ese sea el problema… — reconozco en un susurro. — es amable, educado y simpático. También es alto, delgado, guapo y tiene dinero. Parece modelo de revista y…

 

— ¿Cuál es el problema? — él tiene un punto… como siempre.

 

— No parece haberlo, ¿verdad?, y posiblemente ese sea.

 

— No entiendo. — suspiramos a la vez y enredo el cable entre mis dedos. — Explícame.

 

— ¿Cómo puede ser así de perfecto?

 

— Kibum…

 

— El problema, Jinki, es… — uno, dos, tres, suelto aire. — que me gusta demasiado.

 

— Kibum…

 

— Siempre ha sido así, por eso…

 

— Kibum…

 

— No me gusta que me guste, Jinki, ¡odio esto!

 

— Kibum…

 

— ¿Qué?

 

— Minho levantó el teléfono de la otra habitación.

 

Si dieran un premio a la estupidez humana, seguramente tendría una enorme colección en el armario de la planta baja… aunque Jinki tendría (sin duda) muchos más trofeos que yo. Lo cierto es que venía esperando que esto sucediera alguna vez, quizá no hoy, ni mañana, ni la próxima semana o durante este año… o el siguiente, pero si el destino lo quiso de esta forma entonces, ¿qué puedo hacer?

 

— Jinki…

 

— ¿Sí?

 

— Iré a suicidarme.

 

— ¡Kibum!

 

Es una buena opción, pero no es mi estilo realmente. Suelo ser una persona bastante dramática, pero no es para tanto. El teléfono suena apenas corto la llamada y el nombre «Lee Jinki» aparece en la pantalla. Un poco de angustia para él no viene mal de vez en cuando.

 

Me dirijo a la cocina a preparar un poco de café y buscar algunas galletas. Mi consuelo es que Minho y yo hemos discutido por la mañana, así que no me dirigirá la palabra hasta que… bueno, hasta que sea yo quien de el primer paso y me disculpe. Lástima que esta vez no ocurrirá de ese modo. Poco dispuesto me encuentro a ser nuevamente el que de su brazo a torcer y finja que nada ha ocurrido.

 

Ni siquiera recuerdo por qué peleamos… sólo sucedió.

 

Me duele tanto decirlo, pero no se dio; ya lo pensé, mi dignidad es primero… — canto despreocupadamente, subiendo el volumen del radio.

 

Regreso a la sala con mi taza con café caliente y ocupo el mismo sillón de minutos antes, descolgando el teléfono para hacer una nueva llamada. El aparato da dos tonos y luego lo descuelgan, robándome una sonrisa.

 

— ¿Jonghyun? — dejo la taza en la mesita cercana y atraigo uno de los cojines a mi regazo. — Tengo un pequeño problemita y…

 

— ¿Se trata de Minho? — a él nunca he podido engañarlo. — Justo me ha llegado un mensaje de Jinki para decirme que te vigile muy de cerca.

 

— ¿Ah sí?, pues dile a ese inepto de Jinki que sólo estaba bromeando.

 

— Kibum… — suspiro, sabiendo que se vienen sus palabras serias. — Dime, ¿qué pasa contigo?

 

— Jjong, ¿cuándo fue que me volví tan cobarde? — cierro los ojos, tumbándome de lado y ocultando el rostro en el cojín. — ¿a dónde se fue mi carácter?, ¿qué pasó con ese chico decidido que no temía expresarse y que jamás callaba sus ideas?, ¿a dónde se fue el Kibum de siempre?

 

— No puedo responderte eso. — dice luego de algunos minutos en silencio. — No se trata de cobardía, Kibum, eso no tiene nada que ver.

 

— ¿Cuál es tu consejo, entonces? — no me gusta este sentimiento, lo juro.

 

— Habla con Minho. — no quiero. — Aclara las cosas antes de que sea muy tarde y su amistad termine o… — suspira, resignándose. — ¿quieres que lo suyo acabe así?

 

— No hay algo entre nosotros, Jonghyun.

 

— Te gusta, ¿no?, pero sobre eso está el hecho de que son amigos, que todos lo somos.

 

— Jonghyun…gracias.

 

Adoro a mi amigo, aunque más que eso le considero un hermano (mayor). He compartido gran parte de mi vida con él, y conoce cada una de mis fortalezas y debilidades. Ha sostenido mi mano en los momentos duros, cuando el camino se llena de obstáculos. También me ha abrazado en los momentos de celebración y lo ha hecho con mayor fuerza en la tristeza y el dolor. Siempre ahí, conmigo.

 

“Habla con Minho”. Lo hace sonar tan sencillo, pero la realidad es muy diferente.

 

— Supongo que puedo intentarlo mañana.

 

Mi mañana comienza como de costumbre y el primer periodo termina antes de que pueda notarlo. Cuando se avecina algo que deseas evitar a toda costa, el tiempo parece ponerse en tu contra y correr aprisa, acelerando las cosas.

 

Él parece poco dispuesto a cooperar esta vez. Pasa frente a mí sin mirarme, hablando con sus amigos sobre la práctica del equipo de fútbol que habrá por la tarde, riendo ante un mal chiste de alguno de ellos. De repente tampoco yo tengo ganas de ayudar, pero la pregunta de Jonghyun sigue clavada en mi memoria como una espina en el trasero (¡que comparación tan estúpida!). Supongo que pensé que podría hacerlo, ¡pero que imbécil, iluso, infantil e inmaduro he sido!

 

— Así que no hablaste con él… — mi compañero suspira, negando con su cabeza. — ¡que tonto!

 

— Taemin, ¿qué harías en mi lugar, eh? — a veces el pequeño tiene buenas ideas.

 

— Entraría al campo de fútbol, me pararía delante de él y le plantaría un beso frente a todo el mundo.

 

— Taemin… — le miro con sorpresa, confundido. — ¿qué clase de consejo es ese?

 

— Me preguntaste qué haría, y es justo eso. — se encogió de hombros, riendo un poco. — Es como una de esas irrealizables fantasías de esta vida. Además, ¿cuándo tendrás otra oportunidad semejante?, dudo que a Minho le molesta demasiado y… bueno, ya está enojado.

 

— Odio esa retorcida mente tuya. — le regaño, haciéndolo sonreír enormemente. — No recuerdo haberte educado de esa forma, pequeño demonio.

 

— Bueno, Kibum, hay cosas que uno sólo puede aprender de un novio, no de los amigos.

 

— No quiero ningún tipo de detalle.

 

— ¿Alguna vez has hecho…?

 

— ¡Taemin!

 

Terminé dirigiendo mis pasos al campo de entrenamiento sin siquiera proponérmelo. El equipo de fútbol se encontraba practicando en ausencia del entrenador, aunque con semejante capitán no hacía falta que el hombre (bajito y calvo) estuviese ahí gritándoles un sinfín de estupideces que en mi vida podría entender.

 

“…le plantaría un beso frente a todo el mundo…”

 

Muevo la cabeza de izquierda a derecha, sentándome en las gradas. Las palabras de Taemin comienzan a tornarse mucho más molestas que las de Jonghyun. Yo… ¿podría hacer eso?, y si lo hiciera, ¿qué pasaría?

 

— ¡Es todo por hoy! — grita Minho de repente, sobresaltándome. — Nos vemos mañana.

 

Ahora o nunca. Me acerco a él mientras está guardando algunas cosas en su bolso deportivo y extiendo en su dirección la botella de agua que me ha acompañado durante todo este tiempo. Me mira con sus enormes ojos con cierta curiosidad y acepta el envase sin palabra alguna.

 

— Minho. — se cuelga el bolso al hombro y se dispone a marcharse. — ¡Espera!

 

Mierda, ¿por qué tengo que ser tan fácil de influenciar?

 

Se gira luego de que tiro de su brazo y mis manos toman su rostro torpemente. Un pestañeo y mis labios se presionan contra los suyos, tan firme y decidido como en la vida lo creí posible. Sus ojos se tornan de un tamaño gigantesco y se lleva dos dedos a la boca cuando me aparto, sonriendo avergonzado.

 

Bueno, al menos ahora sí tiene una verdadera razón para enojarse.

 

— ¡¿Que hiciste qué?! — chilla Jinki del otro lado de la línea, casi dejándome sordo. — ¡Kibum!

 

— Fue idea de Taemin. — me justifico tontamente, riendo de lo lindo. — Él dijo: “es una de esas fantasías irrealizables de la vida”, pues digamos que yo la convertí en realidad.

 

— Kibum, ¿quieres quemarte?

 

— ¿Ah? — a veces no comprendo lo que dice.

 

— ¡Estás jugando con fuego!

 

— Sé que soy ardiente, pero no exageres. — me burlo, cambiando de lado el aparato. — Jinki, ¿crees que hice mal?, ¿él se enojará tanto que me odiará para siempre?

 

— ¿Por qué no se lo preguntas tú mismo?

 

— ¿Eh?

 

— Estás equivocado. — dice un tercero y reconozco su voz de inmediato, sintiendo mi corazón latir con fuerza y mis dedos temblar alrededor del teléfono.

 

— Minho… — esto no debería estar ocurriendo, ¿por qué siempre está ahí?

 

— No soy perfecto, Kibum. — dice bajito, como si lamentara confesarlo. Es tan extraño.

 

— V-Voy a colgar.

 

— Kibum… — suplica y mi corazón se hace chiquito, chiquito, chiquito.

 

— A-Adiós.

 

¡Santo Cielo!, ya decía yo que no debía hacer lo que dijo ese niño. En Lee Taemin no puede confiarse, está más que comprobado. Aunque bueno, la culpa es mía por tratar de realizar esa fantasía que yo mismo venía guardándome desde hace mucho.

 

— Una ducha siempre ayuda en estos casos. — me animo, corriendo a la alcoba a buscar algo de ropa y una toalla. — El agua caliente se llevará todo, no hay duda.

 

Cuarenta minutos dentro del cuarto de baño es suficiente para que mi cuerpo se relaje completamente. El vapor de agua envuelve todo y empaña los espejos, dándome oportunidad de dibujar en ellos antes de vestirme. Los últimos días hace demasiado calor, así que únicamente me pongo un bóxer y una camisa (de talla más grande) que cubre la mitad de mis muslos y tiene largas mangas que ocultan mis manos.

 

El teléfono suena y reconozco el número de Jonghyun, más no contesto. Sólo quiero olvidar que ha sucedido, y seguro Jinki le contó con lujo de detalle el embarazoso momento que he pasado a causa de Taemin y sus extravagantes consejos aprendidos quién sabe dónde.

 

De vez en cuando siento enloquecer… — canto bajito, cogiendo una caja de jugo del refrigerador. — Mira mis ojos…

 

Llaman a la puerta y doy un salto, agarrándome la camisa a la altura del corazón con fuerza. Supongo que la intervención de Minho durante mi llamada con Jinki ha logrado ponerme de nervios, cosa que no se controla con agua tibia y mucho jabón.

 

— Sé que estás ahí. — dice alto, golpeando el trozo de madera. — Kibum, necesito que hablemos.

 

¿Hablar?, ¿quién quiere hablar con él?, porque yo no, obviamente…

 

Apoyo la espalda en la pared, justo a lado de la puerta, y suspiro, llevándome la pajilla del jugo a los labios. El jugo de mango es bueno para mí… sí, eso es.

 

— Está bien, entonces. — continúa, bufando. — Sólo escucha lo que tengo que decir, ¿bien?

 

Si espera que le responda, está loco. Se supone que no estoy aquí, así que… Jugo de mango, sí, eso es.

 

— No soy perfecto, Kibum. — asegura. — Tú debes saberlo mejor que nadie. Soy… soy… ¡ah, demonios!, ¿cómo puedo saber que estás ahí realmente?

 

Jugo de mango… sí… ¡ay, a quién trato de engañar!, ni siquiera me gusta el jugo de mango.

 

Abro la puerta un poco (sólo un poco), sin quitarle el pasador. Uno de mis ojos se encuentra con él y suspira aliviado. Sé lo que se siente hablar con una puerta, y no es agradable, aunque en esa ocasión yo no corrí con su suerte y realmente hablé solo, ya que Jinki se fue a dormir una hora antes de lo normal.

 

— Eres testarudo, celoso y controlador. — hablo por él, sin dejar de mirarle. — Odias perder, te exiges demasiado a ti mismo y a los demás, también eres caprichoso, insolente y un difícil rival en cualquier desafío. Temes al fracaso, detestas las mentiras y gustas de escuchar conversaciones ajenas. — suspiro, apreciando la pequeña sonrisa en su rostro. — Ah sí, eres un idiota también.

 

— Y sabiendo todo eso… — comienza, dando un paso más cerca a mi puerta. — te gusto.

 

— Como ya hemos aclarado mi error, entonces…

 

— Te gusto. — repite, ensanchando su sonrisa. — es por eso que siempre te comportas así conmigo.

 

— ¿Así cómo? — afilo la mirada, quitando el pasador para abrir la puerta de un tirón y enfrentarle. — ¡Siempre que discutimos es por tu culpa!, porque eres tan malditamente infantil que restas seriedad a las cosas y…

 

— Aun así te gusto.

 

— ¡Deja de decir eso! — exijo, lanzándole un golpe que alcanza a esquivar.

 

— Te gusto, Kibum.

 

— Estoy comenzando a reconsiderar eso.

 

— Te gusto y me besaste.

 

— ¿Oh, enserio? — ruedo los ojos, tratando de ocultar el bochorno. — ¿Acabas de darte cuenta?

 

— Kibummie ~

 

— Ah, maldición, ¿por qué eres así? — lloriqueo, llevándome la diestra al rostro.

 

— Porque también tú me gustas.

 

— ¡¿Eh?! — le miro a través de mis dedos, mordiéndome el labio inferior. — Repítelo.

 

— Me gustas.

 

— Mentiroso. — río bajito, volviendo dentro del apartamento.

 

— No pensé que hicieras caso a Taemin… — dice por lo bajo, entrando y cerrando la puerta tras él.

 

— ¿Qué acabas de decir? — me giro, chocando con él.

 

— Te gusto, me gustas y me has besado.

 

— ¿Y qué? — honestamente, no comprendo su emoción ante los recientes hechos.

 

— No estamos a mano. — sonríe, pasando su brazo por mi cintura y acercándome a él.

 

— Minho, qué-

 

Sus labios apresan los míos suavemente, acariciándolos con una devoción que siquiera en mis sueños puedo concebir de esta forma. Se mueven lento, suaves y pausados, disfrutando cada forma y textura, memorizando el sabor de los ajenos. Mis brazos rodean su cuello y mis dedos buscan sus cabellos, jugando con ellos. Es… diferente. Es… ¿cómo puedo describirlo?

 

«…Bésame, y beso a beso pon el cielo al revés. Bésame sin razón, porque quiere el corazón. Bésame…»

 

Sonrío contra su boca cuando la canción que suena en la cocina llega hasta mis oídos. Es tan conveniente…

 

Nos separamos lentamente, mirándonos a los ojos, y entonces él sonríe de esa forma única (y maravillosa) que tanto me ha gustado desde que le conozco y que manda mi corazón al diablo, junto con mi cordura, mi dignidad y mi orgullo.

 

— Lindo conjunto. — se burla de pronto, sonriendo traviesamente. — ¿Sabías que iba a venir?

 

— Era demasiado bueno para ser cierto. — pongo los ojos en blanco, alejándome completamente de él. — Vete antes de que decida ir por un cucharón y golpearte con él.

 

— Tampoco estás usando maquillaje.

 

— ¡No me digas! — repongo sarcástico, aventándole un golpe. — Te estabas portando tan bien…

 

— Me gusta cuando te molestas. — murmura, rozando mi mejilla. — Te ves lindo enfadado.

 

— Y bien que sabes cómo hacerme enojar, ¿no?

 

— Prefiero mantenerte quietecito como hace rato.

 

— Minho, ¿por qué eres así? — lloriqueo de nuevo, dejándome caer en el sofá.

 

— Porque estoy enamorado de ti.

 

¡Oh, Señor!, ¿por qué me pasan estas cosas?, en otra ocasión estaría agradecido de escuchar eso, pero dudo que este sea el lugar y el momento para ello… digo, ¡¿por qué tiene que gustarme alguien como él?!

 

Supongo que debo aprender de esto: primero, las conversaciones con Jinki deben ser en persona, no por teléfono; segundo, jamás debo tomar un consejo de Taemin, así mi vida dependa de ello; tercero, siempre debo responder el teléfono cuando sea Jonghyun quien llama; cuarto, debo buscar otro tipo de ropa para andar en casa; y quinto, debo acostumbrarme al hecho de que Minho actúe de esta forma para divertirse a mi costa y… bueno, “ganar” mi atención.

 

— Kibum. — me llama de repente, haciéndome mirarle. Algo me dice que no será bueno. — ¿Jinki te dijo que ahora vivimos juntos?

 

— No. — si quería una explicación para la “misteriosa” aparición de Minho al teléfono cada que hablaba con él, pues ya la tenía. — Voy a matar a ese pollo.

 

— Y el consejo que te dio Taemin también fue idea mía.

 

— Vale, me parece p-e-r-f-e-c-t-o.

 

— Y le pedí a Jonghyun que no te contara de mis sentimientos.

 

— Así que él sabía de todo esto también. — asintió, sonriendo. — ¿Por qué hiciste todo eso?

 

— Porque estoy enamorado de ti.

 

También yo estoy enamorado de él, aunque eso lo sabe mejor que nadie. Hemos sido tan tontos…

Notas finales:

No importa cuanto me esfuerce, siguen saliendo raros (?). Como que es lo mejor que puedo hacer (por ahora) con mis ideas. Debo irme, tengo examen en quince minutos y aún no me termino mi soda (?). ¡Besos!


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