Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tú, mi ángel por AndromedaShunL

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

Espero que disfruten de este fic que se me ocurrió mientras escuchaba canciones de Bon Jovi, jeje. Es muy romántico y expone los pensamientos de Hyoga en una vida en la que le falta el amor.

    Otra vez me encuentro sumergido en mis pensamientos. Discusiones internas todos los días que amenazan con volverme loco. Imaginaciones que me dan vida para marchitarse en la realidad poco después. Darme cuenta de que estoy solo. De que podría estar contigo pero no es así. De que una vez tuve tu corazón entre mis manos y lo dejé caer. De que tu mirada esmeralda es la única que deseo realmente. Y siempre la deseé. Y si no siempre, desde que tengo memoria de ello. Y es que cada día que pasa olvido todo lo que fui y recuerdo los momentos amargos que pasé junto a ti, o que soñé haber pasado contigo.
    

    Qué frío está uno en este lugar, rodeado de hielo por todas partes. Se me asemeja al glacial que cubre mi corazón desde hace mucho tiempo.
    

    A veces pienso que necesito de un cuerpo cálido, el que sea, para derretir ese hielo. Pero apenas unos segundos después me arrepiento de haber pensado eso. Eres tú al único que quiero, al único que necesito, al único que anhelo. Eres tú la luz que alumbraría mis días grises si estuvieras a mi lado. Pero no lo estás.
    

    Me encojo de hombros cada vez que alguien me pregunta por ti. Como si no me importase. Qué ironía. En realidad, eres el único sentido que le queda a mi vida, aún estando tan lejos, tan inalcanzable. Eres como una de esas estrellas que dan vida a nuestras constelaciones. ¿Pero de cuál? ¿De la mía, del cisne?,  ¿o de la tuya, Andrómeda? ¿O tal vez eres la estrella de cualquier otra? No, ojalá esto último no sea así. Pero, ¿quién soy yo para juzgar a la persona a la que amo? ¿Quién soy yo para decirte lo que tienes que hacer y lo que no? De todas formas desde aquí no puedo decirte nada, ni siquiera saludarte, y es que estás tan lejos de mis brazos...
    

    Muchas noches he soñado con que volvía a verte. También muchas veces he pensado que estábamos juntos, que revivías el fuego extinto de mi interior. Pero al final de todo, siempre acabé despertando y comprendiendo que eran ilusiones imposibles. ¿Acaso no existes, que me resultas tan incorpóreo, tan perfecto? ¿eres un fantasma, o es que lo he soñado todo?
    

    Recuerdo cuando estábamos todos reunidos y tú paseabas tu mirada con una sonrisa. También aquella vez en la que me brindaste la oportunidad perfecta de hacerte mío. Pero me venció la timidez, y ahora me consumo poco a poco por esa decisión. Tuve más oportunidades, sí, pero tampoco supe cómo aprovecharlas. Y es que no hubiera sabido cómo aceptar tu rechazo. Porque estaba seguro de que me rechazarías. ¿Cómo no pensarlo? Mucha sería la suerte que tuviera que estar de mi lado.
    

    Hace mucho tiempo que la aurora boreal que palpita sobre mi cabeza ha dejado de mostrarme todo el esplendor del que antaño presumía. Ahora se ha convertido tu recuerdo, tu sonrisa, tus ojos, tus manos, tu piel, en mi propia aurora boreal. La más bonita, la más hermosa, la más espectacular de todas. La que palpita al compás de mi corazón.
    

    Siempre que te veía se me forzaba a sonreír. No es que no quisiera, todo lo contrario, y tenerte delante mío me hacía querer arrancarle sonrisas al más triste de los niños. Tú lo único que querías, después de tanto sufrimiento, era vernos sonreír a todos. Después de tantas pérdidas, de tantos llantos, de tanto cansancio, querías disfrutar y vivir la vida al límite con nosotros. Y yo quería vivirla contigo. Muy a mi pesar, el destino no ha querido que nuestros deseos se cumpliesen. Hubiera dado mi vida porque se cumpliera el tuyo, aunque tuviera que soportar no estar a tu lado.
    

    Seamos sinceros. Tú eres un ángel y yo soy un pobre diablo. Un pobre diablo con el corazón más congelado que el propio hielo. ¿Cómo podría haber siquiera imaginado un romance con un ser tan perfecto como tú? ¿Cómo me atrevo a soñar contigo todas las noches? ¿O es que te quiero tanto, te deseo tanto, que me hace verte como un ser perfecto de un mundo perfecto al que no puedo llegar? Puede que sea así, pero igualmente, ¿eso qué iba ahora a cambiar?
    

    Todas las noches caen sobre mí como cortinas frías de oscuridad, y no tengo a nadie que me coloque una manta sobre mis hombros. Nadie que roce mis labios y me haga entrar en calor. Pero para qué querer a alguien así que no seas tú.
    

    Gustoso me hubiera interpuesto entre ti y la bala que te fuera destinada, sólo para protegerte. Porque mi vida me da igual, no me importa, pero tampoco tengo valor para darla por finalizado. A veces pienso que aún creo en los milagros. Pero hace tanto tiempo que hasta ellos me han abandonado...
    

    Si me permitieras estar contigo en esa burbuja esférica, robaría la luna para regalártela. Robaría las estrellas para entregártelas. Robaría todo lo que me pidieses, aceptando mi condena, y cuando saliese de la cárcel, aceptaría robar más cosas que tú quisieras, sólo para hacerte feliz, para verte sonreír en este mundo tan injusto que nos ha tocado vivir.
    

    Desearía ser el aire que respiras, desearía estar ahí siempre disponible para ti. Puedes usarme, puedes tirarme, puedes reutilizarme, puedes romperme el corazón cuantas veces quieras. Lo único que te pediría es que estés a mi lado, que nunca te volvieras a separar de mí.
    

    Se me hace tan difícil concebir no haber estado ahí cuando estuviste triste y contento, cuando sonreíste y cuando lloraste, cuando saltaste y cuando caíste. No pude estar ahí para cogerte en brazos y evitar que te golpeases contra el duro y frío suelo. No pude estar ahí para tenderte un pañuelo y secarte las lágrimas. No pude estar ahí para bromear y hacerte sonreír.
    

    Después de todo lo que he pasado se me hace muy difícil sin seguir igual. Las batallas han terminado, y han resultado a nuestro favor. Pero la guerra que se ha generado en mi corazón está cada vez más en mi contra, y me duele, y me daña, y me mata. Me va quitando la vida poco a poco sin que me dé cuenta. Me hace abandonar toda esperanza de encontrarte, de verte por última vez.
    

    No quiero morir. No me gusta hablar de muerte. Pero es lo único que siento real en estos momentos, porque sin ti la vida es eso: muerte. Sin ti las flores se marchitan en primavera, sin ti los rayos de sol alumbran solo unos granitos de arena. Sin ti la lluvia es perpetua, sin ti la luz es gris y negra.
    

    Todo lo que pudiste ser los fuiste sin estar conmigo. Y no sé si te ha ido bien o lo has pasado tan mal como lo estoy pasando yo ahora. No sé si tus ojos esmeraldas siguen emitiendo los mismos destellos que antaño. Esos destellos de locura que invadían mi cuerpo cada vez que me mirabas. Esos que me hacían enamorarme más y más de ti, y que provocaban querer inclinarme a tus pies, mirarte desde abajo y sentirte tan grande, tan hermoso, tan perfecto.
    

    Si hubiera compartido mi vivir con el tuyo, en nuestra habitación hubiera habido una cama de rosas y una de clavos. Los ángeles necesitan descansar bien y seguir libres de impurezas, rodeados de las cosas maravillosas de la naturaleza. En cambio, un pobre diablo como mi alma necesita ser castigada en el dolor y sufrimiento. Redimir sus deseos de hacerte mío. Pero, pensándolo mejor, ¿no es eso lo que me está pasando ahora mismo? ¿No estoy viviendo en una cama de clavos y te coloco a ti sobre una cama de rosas?
    

    El frío comienza a calar hasta los huesos en esta oscura noche. Se supone que yo era inmune, pero mi debilidad por ti me hace olvidar mis habilidades, que caen en desuso poco a poco, como cae la nieve sobre la hierba en una calmada tarde de invierno.
    

    Es extraño, la verdad. Noto como pasos tras de mí. ¿Soy tan débil que no puedo controlar ya ni mis sentidos? ¿Se ha apoderado el dolor de mí por completo? Pero es que parecen tan reales, que me hacen querer mirar hacia atrás, aún sabiendo que no me voy a encontrar nada más que la soledad que me viene acompañando cada día y cada noche.

—Hyoga —una voz más dulce que el azúcar susurra en el gélido viento.
    

    Me doy la vuelta sin poder aguantar las ganas de comprobar si es de verdad la imaginación que me está jugando una mala pasada, o si por el contrario es un ángel perdido en este desierto de hielo el que susurra mi nombre con esa voz tan armoniosa. Y qué me encuentro. La flor más bonita que pudieron contemplar mis ojos desde la primera vez que se abrieron al mundo.

—Hyoga, te encontré —apenas un suspiro antes de desplomarte contra el hielo.
    

    Inmediatamente me levanto, muy nervioso y alterado. Te cojo en brazos y te llevo lo más rápido que soy capaz hasta mi cabaña. Te poso suavemente sobre mi cama y te cubro con todas las mantas que encuentro en los armarios. Enciendo la chimenea con dificultad y me siento al lado tuyo en una silla. Agarro tus manos entre las mías y me inclino hacia a ti, con lágrimas en los ojos, rezando para que el frío te dé tregua y no te consuma tan pronto después de tanto tiempo esperando para verte.

—Shun —susurran mis labios temblorosos.

—Hyo... ga —pronuncias sin abrir los ojos.

—Estoy aquí, Shun. No te preocupes.

—Te he encontrado, Hyoga —sonríes dulcemente, pero con el rostro lleno de sufrimiento.

—Sí, me has encontrado —asiento sonriendo también.

—Pero... estás tan frío...

—Shun...
    

    Me levanto y añado más leña a la chimenea. No me atrevo a dejarme ver tan débil por tus ojos cuando tengas fuerzas para abrirlos. Hubiera deseado que me vieras feliz y sonriente. Vuelvo a sentarme a tu lado. Me quieto la chaqueta ligera y la camiseta para crubrirte más.

—Tengo... frío. Tengo frío, Hyoga.

—Shun, por favor, no te vayas de mi lado ahora —caen lágrimas como estalactitas de mis ojos.
    

    Una idea cruza por mi mente y me acuesto a su lado, rodeándolo entre mis brazos y cerrando mis ojos para concentrarme.

—¿Te acuerdas cuando encendiste tu cosmos al máximo para evitar que muriera congelado, Shun? —Te pregunto al oído con voz tranquila y segura.

—Me acuerdo —respondes tras unos segundos.
    

    Era la respuesta que deseaba oír. Hacía mucho tiempo que no utilizaba mi cosmos para nada, por lo que tengo que poner todo el empeño en ello para que salga bien. No soy tan ardiente como tú. No soy tan brillante como tú. No soy tan perfecto como tú. Pero jamás permitiría que murieras si puedo evitarlo.
    

    Siento mi cosmos arder y transmitirle toda mi energía a tu cuerpo, como si una chispa de vida se escapara de mí y fuera a formar parte de tu alma. Es agradable, sin embargo.

—Hyoga —susurras con más fuerza que antes—. Hyoga —vuelves a llamarme, esta vez abriendo los ojos por fin.
    

    Volteas el rostro para mirarme y con expresión de asombro me apartas lentamente de ti, evitando que queme el poco cosmos que me queda. Estoy agotado, pero me miras tan intensamente que merece la pena soportar cada jadeo para observar de nuevo esos hermosos ojos del color de la esmeralda.

—Hyoga.

—Shun —me sonrojo.

—Me has salvado —sonríes.

—Como tú a mí —digo con razón.
    

    Después del frío sobrecogedor de la noche, de todos los pensamientos depresivos que llevo teniendo que aguantar durante tan largo período de tiempo, después de que me salvaras del hielo que oprimía con fuerza mi corazón, apareces en mi vida, por fin, para devolverme un poco de la luz que las tinieblas me habían arrebatado.

—Por qué has venido —quiero saber.

—Porque... te necesito —contestas.

—¿Me necesitas?

—Quiero estar a tu lado, Hyoga. Tenía que habértelo dicho hace tanto tiempo... pero no reuní el valor necesario para ello y...
    

    Le pongo un dedo sobre sus suaves labios para que no diga más. Sus dulces palabras y voz me llenan por dentro como manantiales de agua pura, desatando en mí todas aquellas emociones que fui perdiendo poco a poco. Despertando el verdadero amor del que estaba preso por tu culpa.

—Yo también quiero estar a tu lado, Shun —te digo apartando mi dedo de tus labios y acercándome para besarte.

Notas finales:

Muchísimas gracias por leer y espero enormemente que les haya gustado y no les haya parecido muy pesado! :P


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).