Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Esa maldita sonrisa por Kamimi-san

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:


 

Notas del capitulo:

Hola :) he vuelto aquí con un OnHo... bueno no shippeo mucho esta pareja, pero la idea nació de la nada... así que lo escribí, arreglé y hoy está aquí.

Espero que les agrade~ 

Bueno, a leer ♥~

Muchas veces dicen que la sonrisa de alguien te alegra el alma, lo que a mí me sucede… es esas ganas idiotas de golpearte la cabeza al ver una sonrisa, sobre todo si proviene de la persona a la cual más odio en este mundo.

Mi nombre es Choi Minho y soy un adolescente “especial”, al menos eso dice el sicólogo de la escuela. Hace poco mis padres fueron citados porque muchos profesores dicen que soy un chico antisocial. A mi juicio, no es que sea antisocial… más bien no tengo interés de hablar con los inmaduros e idiotas de mis compañeros de salón.

Fui trasladado hace un par de meses a esta escuela en Seúl. Mis padres pensaban que traerme desde Australia sería lo mejor, claro que se equivocaron. Allá tampoco sociabilizaba con nadie, pero ahora extraño demasiado a mi abuela y a Sangchu… mi perro; los únicos en quien podía confiar.

Como sea… A menudo cuando llego al salón todos enmudecen hasta que me siento en mi puesto, que por suerte es al lado de la ventana para poder distraerme. Siento que me tienen miedo o algo parecido, bueno poco me importa, no me hago problema solo me pongo los audífonos y me aíslo del resto disfrutando de la música.

En muchas oportunidades algunas chicas intentaban hablar conmigo, yo solo las ignoraba o las miraba despectivamente. No me interesa mantener relaciones con la gente, no desde que confié mucho en alguien y este solo se burlaba de mí.

Apenas cierro mis ojos al escuchar la música de mi Iphone; a mi mente viene constantemente sus manos delicadas y con dedos largos; su rostro, su pelo, su nariz, sus pequeños y rasgados ojos; y por último, su estúpida sonrisa. Esa sonrisa que me hizo odiar verla en otras personas, hasta en mí mismo.

Sigo pensando e imaginando cosas sin sentido, con la música viajo a lo que me agrada, cumplo mis anhelos y disfruto como no lo hago en la vida cotidiana. De repente murmullos interrumpen mis pensamientos, miró a mi lado y un chico no muy alto, rubio y poseedor de unos ojos gatunos me mira desafiante.

Giró mi cabeza nuevamente hacia la ventana, no me interesa saber que quiere, pero sucede algo que no me esperaba. El idiota rubio me quita los audífonos y me grita.

-¡Hey! Te estoy hablando cara de rana – abro mis ojos de par en par, nadie en mi vida me había hablado así. Mi mirada es de notable enojo, todos comienzan a cuchichear y realmente no me importa, el imbécil rubio me mira desafiante pero no me intimida, No pienso dirigirle una palabra, así que solo tomo mis cosas y salgo del salón no sin antes empujarlo con mi hombro al salir.

Cierro la puerta del salón fuertemente y lanzo un bufido. Y en un momento como este hubiera deseado no salir del salón, ni mucho menos con esos ruidos ya que una mirada y una sonrisa, ¡Maldición… como detesto las sonrisas!, se posan en mí.

- Minho… -su voz llama mi nombre y su sonrisa aumenta aún más. Quiero golpear su rostro, borrar esa estúpida sonrisa  que no me deja vivir en paz.

- Alejate de mí… - son las únicas palabras que he dicho desde que me levante esta mañana. Quiero que se aleje, pero si no lo hace él tendré que hacerlo yo. Mis pies comienzan a retroceder cada vez más rápido. Él solo me mira, está confuso, puedo notarlo y por fin esa sonrisa se va apagando.

Doy media vuelta y comienzo a correr como si mi vida estuviera en juego por él. Escucho sus gritos y unos pasos, ¿no es como si estuviera siguiéndome o sí? No quiero voltearme para verificar, tengo miedo… un miedo que en mucho tiempo no había sentido. Ese miedo de ser engañado otra vez y por la misma persona.

No tengo idea de cómo llegué al gimnasio de la escuela, aún siento sus pasos detrás de mí, cada vez más cerca  e inevitablemente comienzo a gritar.

- ¡Te dije que te alejes! ¡No quiero ver tu estúpida sonrisa otra vez! – mis lagrimas comienzan a nublar mis ojos y predeciblemente tropiezo con una pelota de basquetbol cayendo dolorosamente sobre mi brazo derecho.

- ¡Minho! – se acerca hacia mí. Lo único que sabe decir es mi nombre y eso me molesta. Se tira al suelo junto a mí, me rodea con sus escuálidos brazos y no puedo dejar de llorar. Me siento un completo idiota.

- ¡Solo vete, alejate! ¡Aleja tu inadecuada amabilidad Jinki! ¡Vete de una vez de mi vida! – trato de luchar y alejarme de sus brazos pero el dolor en mi extremidad derecha no me lo permite. Estoy indefenso y el solo sabe acariciar mi cabello.

¿Por qué? No entiendo porque debe volver ahora, luego de dos años… Luego de prometerme que no me dejaría solo, que me apoyaría en mis sueños, que sería mí guía y que solo sonreiría para mí. Malditas mentiras, malditas promesas falsas… maldito JinKi.

- ¿Por qué? ¡¿Por qué vienes ahora?! Después de dos años, después de conseguir que llegara hasta Corea… Y de romper todas las estúpidas promesas que me hiciste ¡Maldita sea, JinKi! ¿Por qué me odias tanto? – seguía llorando. Sus brazos me aferraban aún más, podía escuchar el latir irregular de su corazón.

Y una voz poco conocida interrumpe el momento.

- No debes tratar así a tus mayores, cara de rana – ese apodo…

Volteo mi cabeza rápidamente y en la puerta del gimnasio vuelvo a ver a ese estúpido rubio. ¿Quién se cree para meterse en mi vida así como así?

Lo veo acercarse y es peligroso. Su cara de molestia no desaparece y debo decir que ahora su mirada me intimida; debe ser por lo indefenso que estaba.

Jinki se aleja de mí y su estúpida sonrisa comienza a aparecer. Supongo que lo hace para torturarme, todos están confabulados contra mí.

-¿… tú eres? – JinKi habló. Me siento ignorado y realmente no me importa, lo que si me comienza a importar es el dolor en mi brazo. Me levanto, apenas, del suelo. Jinki intenta ayudarme pero yo solo me alejo. El de ojos gatunos nos sigue mirando y al llegar a nuestro lado hace una reverencia.

- Soy Kim Kibum, pero pueden decirme Key – y una aterradora sonrisa aparece en sus labios. Fija su mirada en mí, como si supiera que odio esa maldita expresión.

- Yo soy Onew, bueno en realidad mi verdadero nombre es Lee Jinki, un gusto… - le ofrece la mano al idiota. Yo solo lanzo un bufido y comienzo a escapar lentamente, debo intentar calmar el dolor en mi brazo. - ¿Eres amigo de Minho? – y vuelve a hablar Jinki.

Lo único que quiero es salir de ahí. Pero esa conversación en cierta forma me interesa. Logro ver una mueca de parte de Kim, se acercó a mi lado y tomó mi brazo con una confianza increíble.

- ¿Amigo? Já… soy el novio de este cara de rana – y ahí va de nuevo. Una estúpida sonrisa se forma en sus labios. Veo a Jinki y su rostro es serio, demasiado serio. Mi cabeza comienza a doler y todo da vueltas. Cerré los ojos, frunciendo a la vez el entrecejo. Alejé bruscamente el brazo de Kibum. Este chico en verdad debe odiarme.

- Vaya… supongo que has cambiado bastante Choi Minho – Jinki me mira, tiene resentimiento en su mirada. Pero no es algo que me preocupe. Volteo mi mirada y muerdo mi labio inferior. Tengo ganas de gritarle a ambos para que dejen sus idioteces pero mi garganta no quería cooperar esta vez.

Miré a ambos de mala gana y me alejé rápidamente de ellos. Caminé en dirección a la enfermería, de verdad este maldito brazo me dolía bastante. Al pasar por uno de los salones pude verme en el reflejo de la ventana, mis ojos estaban hinchados del llanto y mi cabello estaba desordenado, lucía patético. Pero como todo, no me importaba.

Finalmente llegué a enfermería donde se encontraba el sr. Yang; creo que la única opción que me queda es decirle que me pasó. Tener que hablarle a alguien por culpa del idiota sonriente me hacía sentir furioso.

 Es increíble cómo podía pasar del llanto a la rabia. Fui atendido rápidamente por el sr. Yang; me alivió un poco el dolor colocando una venda en mi brazo. Ahora supongo que no podré escribir por lo menos en lo que queda de semana. Apenas es martes y todo estaba siendo caótico.

Al salir de enfermería me encontré con Jinki. ¿Acaso no pensaba irse?

Pasé por su lado, debía ingresar a clases o si no sería reprendido, pero su agarre me detuvo. Otra vez.

- ¿No vas a dejarme en paz? – cerré los ojos mientras intentaba relajar mi mente. No quería ver su estúpido rostro.

- No lo haré hasta que escuches mi explicación, hasta que aceptes mis disculpas y me expliques porque tienes novio… - tan sincero. Eso era algo que me agradaba de JinKi. Pero no puedo evitar pensar en que me engañó. Que esa sinceridad se la echó al bolsillo conmigo hace dos años atrás.

- No tengo por qué darte explicaciones, tampoco quiero escuchar de nuevo tus mentiras. Ni ver tu estúpida y desagradable sonrisa… Porque desde ahora yo te od..- y no pude terminar la frase. ¿Por qué? Sencillo, esos labios portadores de la detestable sonrisa estaban sobre los míos. Abrí mis ojos sorprendido. Al cabo de unos segundos se separó de mí.

- Estos labios, ahora son míos – y no me sonrió. Su expresión era seria, demasiado seria. ¿Acaso no se daba cuenta de que estábamos en la escuela? ¿Qué él era un allegado y mayor de edad? ¿Qué era un cínico al venir a robarme un beso, luego de que me abandonó?  

Con toda la rabia del mundo puse mi mano sobre su mejilla, le di una fuerte bofetada. No iba a aguantar que viniera e hiciera conmigo lo que quisiera. Sus ojos se posaron en mí y una mirada de infinito odio apareció. Tomó mi brazo fuertemente y me llevó hacia a algún lado.

Mi cabeza daba vueltas y por más que quería salir corriendo de ahí, ya no tenía las fuerzas. Me llevó al baño de la escuela, le puso seguro a la puerta y comenzó a verificar que no hubiera nadie. Tsk. Tan perspicaz.

Por mi parte me quede inmóvil frente al lavabo, tenía mi cabeza gacha y mi mente hecha un líos. Y otra vez, una estúpida lágrima resbaló por mi ojo izquierdo. Mi corazón comenzó a contraerse, las manos me sudaban y solo podía morderme el labio inferior.

- Minho… - y esa voz volvió para inundar mis sentidos. Resonaba tan fuerte y clara en aquel baño. Sentía sus pasos acercarse, sentía su aura y su olor. No quería, no quería nada con él; pero mi corazón traicionero es el que mandaba a mi cuerpo impidiendo moverme.

– Perdóname…- y es lo único que escuche antes de que mis lágrimas cayeran sin poder detenerlas. Me sentía patético, débil… me sentía como el antiguo Choi Minho, ese niño que siempre se refugiaba en los brazos del ser mas sonriente de este planeta. Y ante aquellas lagrimas, esos brazos volvieron a apresarme, a mimarme como siempre solía hacerlo.

- Te amo, Choi Minho… no voy a permitir que me olvides, que me reemplaces por alguien el cual no encaja contigo… porque yo te conozco, te conozco mejor que nadie… y desde ahora te digo, nunca podrás escaparte de mí – Su voz sonaba tan cerca de mi oído. Su aliento cubría mi cabello. Acariciaba mi brazo herido. Esa seguridad que embargaba solo me hacía sentir inferior.

Como pude lo aleje de mí, lo miré a los ojos y en su rostro volvió a aparecer la razón de mis desdichas; esa maldita sonrisa. Chasqueé mi lengua, abrí el grifo del agua y le lance un buen chorro en la cara a ese bastardo.

-¡Hey! ¿Qué haces? – como pudo se cubrió. Parecía un indefenso conejo y como esperaba esa sonrisa desapareció. Qué alivio…

- Explícame… ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me abandonaste cuando más te necesitaba? ¿Por qué me engañaste? ¿Por qué me cambiaste? – lo miré desafiante. Debía conocer esas respuestas sino no podré confiar más en él.

Secó su cara y arregló su cabello húmedo. Luego fijó su mirada en mí y pude notar que en sus ojos había un brillo inusual.

- Yo… perdóname Minho… -mordía su labio inferior y esquivaba mi mirada. Me acerqué y le tomé del mentón obligándolo a mirarme.

-Dímelo… ¡Dime por qué! ¿O es que acaso yo soy un juego para ti? – mi vista se empezó a nublar nuevamente. Estaba tan frustrado. - T-tan… to has cambiado Jinki? – Lo miré a esos ojos pequeños color café. Su mirada tan seria. Sus labios cada vez más cerca de los míos y yo sin poder hacer nada por detenerlo.

Y nuevamente me besó. Tenía sus ojos cerrados pero pequeñas lágrimas escapaban de ellos.  Enredó sus brazos en mi cuello e intensificó el beso. Esta vez me dejé llevar.

Sin saber por qué, posé mis manos en su cintura y lo atraje más hacia mi cuerpo. Comencé a corresponder ese beso, explorando su boca con mi lengua y estas, a su vez, se empezaban a conocer. Nos separamos a falta de aire.

Jinki me miró con ternura, acarició mi rostro y volvió a sonreír. Con la sonrisa más boba del universo.

- Odio tu sonrisa… - murmuré sobre sus labios. Nuestras frentes se rozaban y mi cabello un poco largo cubría nuestros rostros.

- ¿Por qué? – me preguntó en una forma socarrona. Suspiré, aún sobre sus labios. Esta situación había dado un vuelco tremendo. Pero ahora sentía que no podía volver atrás.

- Por qué… antes era mía y ahora no lo es… - besé frenéticamente sus labios. Mis manos comenzaron a subir por su espalda hasta su cabeza donde acariciaba su sedoso cabello. Comenzamos a avanzar hasta chocar con la pared. Tomé sus brazos y los puse arriba de su cabeza, apresándolo completamente para mí.

Fijé mi mirada en la suya, ambos estábamos deseosos, aunque yo más que nada frustrado.

-¿Qué te hace pensar que no es tuya? – su respiración estaba agitada. Di un respingo y lo solté. Qué idiota…

- El hecho de que me abandonaste hace dos años, que me engañaste con mi mejor amigo… ¿Sigo o lo dejamos así? – estaba furioso. Este idiota de verdad quería fastidiarme y lo estaba consiguiendo con facilidad.

Si… hace dos años, la persona a la cual más amaba, en la que más confiaba me había engañado con mi mejor amigo. Bueno, de primera nosotros no éramos nada más que hyung y donsaeng… él tampoco sabía de mis sentimientos, pero mi mejor amigo sí. Mordí mi labio con fuerza logrando sacar sangre de él. Me sentía agobiado, volver a remover aquel desagradable pasado no era para nada gratificante.

Kim Jonghyun, él era mi mejor amigo desde la infancia. Conocíamos todo del otro, cada lágrima que yo derramaba por el amor de Jinki él la había secado con su cariño y apoyo. Pero… jamás imagine que ese bastardo me apuñalaría por la espalda y terminaría besando esos labios, esos labios que solían entregarme una sonrisa exclusiva.

Mis ojos comenzaron a aguarse nuevamente. Con rabia golpeé la pared con mi puño izquierdo, mi respiración estaba agitada y las ganas de volver a escapar me embargaban.

- Yo… lo siento… pero no es como tú crees – mi sentido de violencia estaba flotando en la atmosfera. Golpeé una de las puertas de los baños, ahora con mi pierna.

- ¿Entonces como fue? ¿Acaso fuiste obligado? Vi perfectamente como después del beso  le sonreías, utilizabas esa estúpida sonrisa con él… mientras yo me hacía pedazos, pero eso no te importo… nada te importa, ¡maldición! – todas mis palabras salían con fuerza, en un tono muy alto y desesperado. Quería golpearlo, pero no me atrevería, no con él. Nuevamente se acercó a mí y me besó, me besó con desesperación. No era eso lo que quería como respuesta.

Intenté alejarlo, pero el toque descarado de su mano en mi entrepierna me hizo soltar un gemido ronco. Lo observé con rabia, pero el ya se las había ingeniado para desabrochar mi camisa. Comenzó a tocar mi torso mientras sus labios recorrían mi cara y mi cuello, su mano estaba estimulando mi pene. Estaba enloqueciendo de rabia y deseo.

Nuestras respiraciones estaban agitándose, los espejos comenzaban a empañarse y yo sentía que moriría de calor. En un acto descarado, tomó mi mano y la puso en su entrepierna. Hizo que la moviera para provocarle un poco de placer, estaba tan duro. Por impulso comencé a masturbarlo por encima de la ropa, escuchaba sus jadeos y a la vez los míos. Nunca imaginé que esto podría suceder.

Con impaciencia desabrochó mi pantalón y tomó mi miembro por debajo de la ropa interior. Lo apretó de la base hasta la punta haciéndome delirar. Caí al suelo jadeante y él se arrodillo conmigo, siguió estimulando mi pene jugando con mis testículos y a la vez marcando el rimo de mi mano al tocarlo. Lo miraba atentamente, no quería caer en su juego. Pero la carne es débil. Volvió a besarme, lamía mi labio descaradamente, borrando las huellas de sangre que hace un rato me había sacado. Esta faceta de Jinki me estaba enloqueciendo. Al cabo de un rato me corrí en su mano. No podía calmar mi respiración, estaba a punto de reclamarle algo pero nuevamente sus labios sellaron los míos. Yo aún tenía mi mano sobre su entrepierna, prácticamente sin moverla.

- Quiero que me lo hagas… Minho – se alejó un poco de mí y se despojó de sus pantalones junto con su ropa interior dejando a la vista su grande y erecto pene. Mis ojos se agrandaron mucho más de lo que son o eso sentía. Yo no estaba dispuesto a colaborar con él, además mi brazo inflamado tampoco me lo permitiría, pero algo inesperado ocurrió.

Jinki estaba lamiendo mi miembro, intentaba estimularlo nuevamente y le estaba resultando. Su lengua se paseaba por toda mi envergadura, retirando los restos de semen que había expulsado hace un rato y yo estaba sumido en el placer, de un momento a otro me sentía como otra persona. Levante a Jinki como pude y  lo besé con fuerza, dándome a probar de mi propia esencia. Aquel sabor salado se impregnaba en mí, sus brazos rodearon mi cuello y su miembro punzaba en mi torso desnudo.

Sin cuidado alguno masajeé aquel trozo de carne, solo debía hacerlo como él lo había hecho. Reí ante mi pensamiento, todavía seguía siendo su dongsaeng. Debido a que mi pene estaba lubricado, tomé sin cuidado su cintura y posé la punta de mi miembro en su entrada. Ya no me importaba el dolor de mi brazo, solo estaba sumido en el placer. Sé que no estaba preparado pero quería hacerle daño, como fuera. Vi su mirada de compasión e introduje de una sola estocada mi pene.

Gritó de dolor, lagrimas escaparon de sus ojos y su cuerpo se estremeció. Su entrada estaba tan estrecha que me enloquecía. No iba a esperar que se acostumbrara, solo empecé a moverlo sin compasión y a su vez comencé a masturbarlo sin paciencia.

Gemía de dolor, su expresión reflejaba  sufrimiento y por primera vez en mucho tiempo me sentía feliz. Feliz de ver que estaba recibiendo su merecido, en cierta forma. Estaba sintiendo dolor, estaba descargando mi furia en él y él lo estaba aceptando. Al cabo de un rato pude ver como sus gemidos ya no eran de dolor, estaba sintiendo placer y eso me enfermaba.

Echó su cabeza hacia atrás mientras enredaba sus manos en mi cabello. Comenzó a gritar mi nombre mientras lloraba. Sus ojos desparramaban miles de esas gotas saladas y por esa mala suerte del destino mi corazón comenzó a ablandarse, me sentía una mala persona por hacerle daño, pero ya no podía retractarme. Rasguñé sus muslos y mordí sus labios hasta hacerlos sangrar, quería que supiera que no ganaría esta batalla.

Unas cuantas embestidas más y me vine en su interior, estaba cansado y luego me percaté de que estábamos en la escuela. Salí de él rápidamente y me vestí sin limpiarme. Me sentía estúpido. Él por su parte aún estaba en el suelo, con el pelo revuelto, su miembro aún erecto y con todas las marcas que le había dejado.

- N-no… m-e dejes a..si – suplicaba atención pero yo solo lo miraba con desdén. Me sentía la peor basura, pero no quería involucrarme más. Suspiré y me hinqué a su altura. Tomé su mentón y lo obligué a mirarme. Seguía llorando, su respiración agitada y su cuerpo casi inerte.

Mordí mi labio inferior y volví a tomar su miembro. Me miró con sorpresa, lo besé mientras lo masturbaba rápidamente. Para acelerar el proceso me acerqué a su oído, susurre su nombre, lamí y mordí su lóbulo y por fin llegó al clímax. Noté mi mano llena de su semen, la miré dudoso y me levanté para lavarme. Él seguía jadeando en el piso.

Lavé mi cara y estaba a punto de salir de ahí de no ser porque su voz volvió a inundar mis oídos.

-Gracias… y… Perdóname… - podía sentir como seguía llorando en silencio. No quería oír más. Había sido arrastrado a la lujuria.

-Será mejor que te vayas luego, ya será hora del receso… -fue lo único que dije antes de salir de ahí y dejarlo solo. Me sentía la peor persona del mundo pero ya nada podía cambiar.

Caminé despacio hacia mi salón, mis pies se arrastraban cansados y ya no quería saber más del mundo. Esperé fuera hasta que tocaran, me sentía sucio, solo quería irme a casa. Cerré mis ojos intentando dejar los pensamientos y relajarme. No sé cuanto rato estuve así, solo sé que una mano estaba en mi hombro.

- ¿Estás bien? – ese idiota de ojos felinos me miraba inquisitivamente. Lo miré con rencor, no quería hablar con nadie menos con este completo extraño. Golpeé su brazo y comencé a caminar lejos. Mi brazo había comenzado a doler, hice una mueca y continué avanzando.

-¡Yah! Idiota, cara de rana… te estaba hablando. ¿Acaso piensas ignorarme el resto de tu vida? No me rindo fácil, ¿lo sabías? – tsk. Lo que me faltaba. Escándalos por parte del idiota rubio. Me detuve y volteé a verlo. La gente en la escuela comenzaba a murmurar y posaban su mirada en nosotros.

- Estoy bien – le dije socarronamente, volteé nuevamente y me alejé de ahí. Sentía un aura fuerte siguiéndome, seguro no me dejaría en paz. Suspiré fuerte, probablemente saqué todo el aire de mis pulmones.

- ¿Por qué evitas hablar con la gente? – su voz seguía molestándome. Seguí sin tomarle atención y me senté bajo un árbol, esperando a que terminara el receso. El rubio se sentó al lado mío sin dejar de mirarme. Cerré mis ojos y me relajé, intenté ignorar su presencia pero probablemente no sería fácil.

- ¿Quién era ese tal Onew? ¿Por qué corrías de él? – y sus estúpidas preguntas seguían bombardeando mi cabeza. Saqué el reproductor de mi bolsillo y me puse los audífonos. Intenté llenar mi mente con las canciones de mi reproductor, pero nuevamente el rubio quitaba de mis audífonos. Estaba a punto de explotar y gritarle pero me percaté que utilizaba uno de ellos y se sentaba a mi lado.

La melodía que escuchaba era algo lenta pero llenadora de emociones. Miré por el rabillo del ojo y divisé como el idiota rubio cerraba los suyos para luego posar su cabeza en mi hombro. Estaba llorando, llorando en silencio. Quizás… ¿Sea por mí?

Me reí de mi mismo, que egocéntrico. Tomó fuertemente mi mano y descanso en mí. Bufé divertido. Ya no quería más emociones por hoy, solo cerré mis ojos y me aleje del mundo esperando por que el receso terminará.

Lo extraño de todo es que… debo confesar que me sentía tranquilo, seguro y todo por el estúpido rubio.

                                                  

Continuará…

Notas finales:

¿Como estuvo? ¿Muy aburrido? ¿Mal el lemon? O... simplemente ¿Les encantó? jajaja dudo que eso pase... Como sea, gracias por leer y espero su impresión en un review :) 

Acepto criticas, sugerencias o cualquier cosa constructiva. Gracias lectores los amo ♥ :D -tira confeti-


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).