Se despierta, se retuerce en el calor matutino que traspasa juguetón, la fina cortina que vela su adormilado despertar del mundo exterior. Sonríe sin razón, y es que hoy es uno de esos días, en los que simplemente sabes que todo va a ir bien, en que tienes la absurda seguridad de que no habrá nada que pueda borrar tu sonrisa, que mas temprano que tarde también hará sonreír a otros.
Se sienta en la mesa, mirando a la nada y a la vez todo, abarcando la inmensidad de su propia casa, con esos ojos marrones con los que nació para encantar a quien quisiera ahogarse en sus profundidades. Su cabello desordenado, se empeña en bloquear su suave admiración a la foto que desde una esquina, le sonríe tan brillantemente que incluso por un momento olvida que no es más que un simple papel, capturando un momento hermoso de su vida.
Una suave voz le llega desde la distancia, entonces cierra sus ojos y se deleita en esa melodía que cada día lo mantiene de pie, hace ya mas de 10 años, esa risita melodiosa que hace de su vida, de su persona, y de su ser alguien mejor. Puede recrear en su memoria cada gesto, cada acción, del dueño de esa vocecilla que lo llama de forma amorosa desde su habitación, sin dejar de sonreír va hasta el lugar donde esta cobijado el dueño de aquella voz, y lo apresa en un abrazo tan cargado de amor, que incluso el receptor de el se sorprende en su ternura.
No es que no sea cariñoso, pero tampoco es como si todos los días te levantases, y fueras capaz de ver a Cho Kyuhyun sonriéndote, deslumbrante, demostrándote cuanto te ama. Tal vez sea por el día, tal vez sea por que hoy regresa esa persona que tanta falta le hace a ambos en cada hora que marca el día, en cada rincón de esa casa que también parece extrañar la presencia de ese, que suele recrear las sonrisas más hermosas que nadie hubiese visto jamás.
Tomados de la mano se dejaron caer con pereza sobre el espacioso sillón de la sala de estar, incluso en detalles tan banales como esos, se notaba la ausencia de alguien tan querido como lo era quien faltaba en esos momentos. Kyuhyun suspiro satisfecho, la espera se tornaba divertida si la compartía con el chico que se aferraba a su lado, con una sonrisita cómplice adornando la cara de ambos, tan parecidos, tan unidos como nunca dejarían de serlo.
Envolvió el cuerpo más pequeño entre sus brazos, y susurrando una suave melodía sus parpados fueron cerrándose al compás de la infantil canción. El calor del avanzar del día, los envolvió en su crepitante calidez, absorbiendo la ansiedad, el cansancio, y el floreciente anhelo que se anidaba en sus corazones. Poco a poco la tenue voz se fue apagando, en un suave abrazo que se torno más débil, mas no por eso menos cariñoso, entre ambos cuerpos que ahora yacían dormidos en medio del salón.
La puerta grazno como intentando alertar a los durmientes dueños de casa de la llegada de alguien, pero la silenciosa alerta jamás hizo mella en los oídos de los pacíficos durmientes, que ni siquiera notaron el ruido de los pasos acercándose donde ellos descansaban, con suaves sonrisas plasmadas bajo la luz matutina.
Kyuhyun sintió como la suavidad de un par de labios descansaban sobre su mejilla de forma delicada, como si el contacto fuese a romper su piel. Abrió los ojos lentamente, disfrutando de la anticipación que la larga espera le había otorgado, al pasar los años junto a un hombre como Siwon a su lado.
La persona que lo hacia reír, que lograba hacerlo tímido, que decía amar su mal humor de la mañana, que lo quería sin condiciones, y que siempre estaba a su lado, a pesar de todos los obstáculos que el tiempo se empeñaba en poner es sus caminos, ahora esta ahí, frente suyo, sonriéndole como si fuera la primera vez que se encontraban.
Intento abrazarlo, pero la pequeña figura dormida y aferrada a su cuerpo se lo impidió, sonrió ante el calor de su propio hijo, el fruto de su profundo amor con el hombre que tenia frente suyo, ese mismo hombre que habían estado esperando hace semanas, y que por fin volvía a darle esa alegría que traía consigo su esencia.
Los viajes eran largos, y muchas veces desearían que Siwon no fuese tan buen padre, al punto de trabajar incasablemente para brindarles de todas las comodidades que disfrutaban, fruto del arduo trabajo que muchas veces lo arrancaba del lado de su amorosa familia.
El pequeño Suho abrió sus ojos adormecido, y cuando fijo sus ojos color chocolate en los de su padre, sonrió con la misma dulzura que había heredado de Kyuhyun, y sin dudarlo un segundo se abandono al abrazo de su progenitor, quien gustoso lo encerró en sus fuertes brazos. Kyuhyun por fin libre de movimientos, imito la acción de su hijo y se abalanzo sobre los dos hombres que mas amaba en la vida, su hijo y su esposo, sus amores eternos, los causantes de la inmensa felicidad que senita cada vez que los veía juntos.
- Bienvenido a casa Won….
- Estoy de vuelta Kiyu….
Y en una danza que parecía improvisada, los tres cayeron en el amplio sofá, que en un rechinar gustoso recibió el peso de los tres chicos que no dejaban de reír en el regocijo de volver a estar juntos una vez mas.