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Promesa eterna por Suzaku_koi

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Capítulo 15: Réquiem


Pasada la emoción del momento, Ryuichi se encontraba mirando a su compañero, mientras Tatsuha no podía evitar sentirse aturdido ante tan escrutadora mirada. Que tanto veía? Bueno… a lo mejor, si había sido una sorpresa, pero no era para tanto.

“Qué te pasó?” finalmente la pregunta vino.

“Cómo que qué me pasó. Soy yo, Kumagoro” – respondió seguro de si Tatsuha.

“Eso ya lo sé… pero el Kumagoro que yo conozco… eras, un poquitín diferente la última vez que nos vimos”.

Tatsuha suspiró cansado. Levantó sus manos como queriendo imaginar su nueva imagen. No había tenido tiempo siquiera de observarse en un espejo. Tan diferente lucía?

“Es que… acaso… no te gusta?”

“NO, NO!!! No es eso, por favor, no lo tomes a mal” – respondió rápidamente el elfo – “es solo que, te me haces muy familiar… pero… no recuerdo a quien”

Un silencio extraño y tenso se formó entre ambos. Y cómo decírselo: ‘y pues verás. Estaba tan cansado de ser un muñeco de felpa, que me tomé el atrevimiento de tomar parte de esencia del amante de Shuichi.’. Si sonaba tan mal como se pensaba, entonces mejor permanecer en silencio. Por otra parte, no parecía que Ryuichi estuviera molesto, o dispuesto a recriminarle. Sólo se veía, sorprendido.

“Y mi hermano?” fue la mejor forma que encontró el elfo para romper tan incómodo silencio. Un temblor seguido de un estruendoso ruido fue la respuesta. Ryuichi parecía haber despertado de un largo sueño, y ahora se encontraba desorientado. Tatsuha no estaba mejor que su acompañante, y sólo tuvo tiempo de decir “CUIDADO!!” cuando una gran pared parecía venírseles encima.


&&&&&&&&&&


Primero abrió un ojo… luego el otro. Entonces los cerró ambos para volver a abrirlos hasta estar completamente seguro, todo estaba bien. Una luz blanca les envolvía. Era cálida y no molestaba a sus ojos. Era como si el tiempo se hubiese congelado. Un escalofrío pasó por su columna. Miró instintivamente hacia arriba. Podía ver efectivamente, el techo del castillo a punto de aplastarlos. Que clase de magia era esta? No había tiempo que perder. Hasta Mika parecía estática. La tomó entre sus brazos y como pudo la sacó. La luz le mostraba dónde se encontraba la salida.

Tomó algo de tiempo. Shuichi vio con asombro, justo cuando cruzaron el umbral de la puerta, el tiempo volvía a la normalidad. Un largo suspiro saliendo de sus labios. Qué habría sido de ellos si esa extraña luz blanca no los hubiese ayudado?

“Princesa Ayaka… se encuentra bien?” – giró sus ojos para buscar la voz. La luz que hasta ese entonces los envolvía, desapareció en un suspiro. Y ahí estaban. Su amigo del alma y la princesa del reino de polaris.

“Hiro!!! QU… ALEGRÍA!!!” pero el pelirrojo no le dejó seguir.

“Shuichi, esto es malo. Esto es… el fin del mundo!!!” – intentaba no perder (aún más) la compostura, mientras sostenía a una inconciente Ayaka.

“Hiro!!! xDD no pareces tú!! Asustado con estos temblorcitos? Ni que nunca hubieses estado en uno!!”

“Eso es lo que me asusta Shuichi. Que ya estuve en uno… y recuerdas lo que pasó, verdad?”

El elfo, aún risueño iba a responderle… pero entonces recordó. El horror de la guerra. Su hermano. Las tropas del rey, obligándoles a esconderse en los bosques. Su hermano sostenía su mano y le sonreía. “No dejaré que nada malo te pase Shuichi” le había dicho, y él le había creído. Un rubio a su lado… con un instrumento debajo del brazo le gritaba algo sobre su deber… algo sobre la voz de la mañana. En esos tiempos, Shuichi ignoraba ese significado. Entonces, un temblor inundó la tierra. Gritos desgarradores llenando su cabeza. Y tuvo miedo, mucho miedo. El grifo que el rey había mandado para la cacería, estaba destruyendo a los que alguna vez fueron amigos, parientes o conocidos. Su hermano acababa de soltar su pequeña mano. Cuando el pequeño pelirrosa volteó, sólo encontró una sonrisa como respuesta, y un nos vemos pronto, para luego ser alzado por Hiroshi y perderse en la oscuridad de la noche junto con el rubio… de eso… 10 años y su hermano desaparecido, y el joven rubio se había vuelto rey.

“No… no es posible” el pelirrosa estaba confundido. Levantó la cabeza hacia el cielo. La misma oscuridad.

“Debes cantar. Es lo único que detendrá a Ragnarok” casi como un susurro, Ayaka hacía lo posible para salir de la inconciencia “canta Shuichi. Canta como nunca antes has cantado. Canta por quienes amas y por su seguridad. Si aún no es muy tarde, esto no será más que una simple pesadilla.

El elfo estaba confundido. Mika le miraba con miedo. Quienes eran esas personas? Y su esposo, su hermano. Dónde quedó el castillo.

Truenos y relámpagos rompiendo la oscuridad perpetua. Y entonces, aullidos infernales. Una luz roja rompiendo en la mitad de lo que quedaba el castillo. Hacia las mazmorras seguramente. Bestias infernales, salieron impulsadas emitiendo desgarradores aullidos que helaban el corazón más valiente.

Tohma, por primera vez en toda su vida, se sentía inútil. Inútil e indefenso.

No es que fuese nuevo para él. Desde siempre supo la maldición que guardaba el caballero de los hielos. Su pequeño cuerpo había sido utilizado para despertar la temible bestia: Ragnarok, de quien se decía, podía destruir estrellas. Kitazawa le había engañado. Había planeado desde el principio usar la inocencia de Eiri para su propio beneficio. Pero algo salió mal… demasiado poder para controlar, y terminó en la muerte del traidor. Pero dejó tantas heridas, y en el corazón de un pequeño. Tohma supo el infierno que tuvo que afrontar ese pequeño, así como también el deseo constante de librarse de tal maldición, que le había marcado, imposibilitándole ser feliz.

Tohma había alcanzado la felicidad, incluso un reino!!! Pero no había habido un día en toda su vida, sin haberse culpado de la suerte de su cuñado. Lo admitía. Algún momento, llegó a pensar que la maldición se había esfumado. Días antes, Yuki lucía tan radiante, tan tranquilo.

Se escapó incluso de su palacio!! El amor había tocado a su puerta, y nada malo había pasado. Pero una corazonada fue suficiente para que el rey sonriente decidiera seguirle. Y lamentablemente, sus corazonadas nunca fallan. Lo corroboró una vez más, cuando vio que el rubio estaba siendo atacado por… no es posible!! Frente a él, el grifo había derrotado con Ryuichi, haciéndole prisionero en su palacio. Qué diablos estaba haciendo ahí? Vio a Yuki intentando hasta lo imposible para destruirlo, y casi pudo ver a una bestia saliendo de su cuerpo. Fue cuando decidió intervenir. Y haciendo gala de la magia que contaba (porque alguna vez, también había sido mago), logró destruir a la bestia, y contener aquella cosa que amenazaba con salir del cuerpo del rubio.

Yuki sudaba, agonizaba, y él… no podía hacer nada. Su masa muscular había aumentado en gran proporción. El color de su piel, adquirido un color marrón con líneas azules brillantes. Por un momento, temió lo peor, porque si era cierto lo que había escuchado, era el mismo Ragnarok quien tenía a sus pies. Una luz comenzó a brillar en el pecho del rubio. Comenzó a desabotonar las prendas del inconciente caballero para toparse con un cristal. Las letras, le hicieron sentir nostalgia. Era lenguaje elfo y otro que desconocía por completo. Que hacía Yuki con algo así? Pronto la respuesta salió de los labios del que yacía. “Shuichi… Shuichi”.

Lo llevó así malherido hasta el castillo. Y fue la suerte quien quiso, se tropezara con la copia al carbón de Eiri, y el famoso Shuichi. UN ELFO! Juraba, se habían extinto. Y su amigo, era el único superviviente de una raza llena de misterio y beldad. Algo le hizo recordar a Ryuichi. Y de nuevo, se permitió recordar. El rostro de su amigo, dándole una sonrisa triste, la que se da cuando se sabe sólo hay un medio para salir de esta: el sacrificio propio. Y quiso detenerle. Una luz poderosa saliendo de él. De pronto, quien era uno, se volvió dos. El sonido más hermoso que jamás hubiese escuchado llenó no solo sus oídos, sino su alma. La luz le imposibilitó ver más allá de lo que escuchaba. Cuando abrió los ojos, se encontraba al frente del palacio. Los elfos, habían desaparecido. La calamidad, pasado. Y toda la gente comenzó a ovacionarlo, y lo nombraron su rey.

Ryuichi se encontraba a su lado, pero no hablaba. Su mirada vacía. Había perdido algo, y estaba seguro, tenía que ver con esas dos personas que vio en la intensidad.

Cuando volvió a la realidad, observó sorprendido cómo el rubio se separaba de su agarre e iba a buscar a ese pequeño elfo. Cómo le besaba en desesperación y le pedía abriera los ojos. Y más aún, ver que ese elfo, en entrega completa lo hacía. Hizo entonces lo único que podía hacer en ese momento: curarles. Ambos habían tenido un día muy duro, y necesitaban hablar… tanto como aquel sujeto extraño.

Aizawa. Ahora se había convertido en su talón de Aquiles. Han escuchado el adagio, mantén más cerca de tus enemigos que a tus aliados? Sabía que los elfos negros eran un peligro para su reino. Al desaparecer los elfos blancos, el equilibrio había terminado, y tuvo la penosa tarea de exiliarlos. Sólo tres pactaron con él una alianza. Y no parecían muy molestos por lo que le había hecho a su pueblo. Pero aún así, sabía era cuestión de tiempo antes que levantaran su mano contra su propio amo.

Las cosas no habían marchado como él se lo esperaba. Frente a él, dos bestias descomunales, urgidas de sangre: Aizawa, un ente con alas de murciélago, todo de negro. Cuernos saliendo de su frente, ojos dorados y grandes colmillos. Saliva igual que el peor de los ácidos. Garras tanto en lo que antes eran sus manos y pies. Una cola para terminar su aspecto demoníaco.

Por otro lado, Eiri había terminado de transmutar. Una bestia parecida a un león comenzaba a tomar forma. Sus lacios cabellos dorados habían crecido un poco más tornándose rojizos. Dos cuernos saliendo de su frente. Ojos rojos, pelaje cubriendo todo su cuerpo. Su estatura había crecido diez veces más. Al igual que su oponente, también contaba con garras. Pero tenía la desventaja de no poseer el poder del vuelo.

Aún podía escuchar la voz de Aizawa, que contrario a su transformación, permanecía igual.

“Vaya, vaya… esto si que resultó ser una agradable sorpresa” – pronto giró su vista nuevamente al que alguna vez fue un elfo negro. “Este poder simplemente es… delicioso. Y todo fue gracias a el poder de la sangre de un elfo blanco”

Yuki… no. Ragnarok sólo gruñía, haciendo temblar todo lo que se encontraba a un radio de 5 metros. Tohma era el único que se encontraba ‘relativamente’ cerca de este encuentro. Karl le había insistido muchas veces retirarse por su propia seguridad. Pero no podía hacerlo! Por alguna extraña razón, Tohma presentía que a pesar de su nueva apariencia, seguía latiendo un corazón humano. Y pudo comprobarlo al ver su piel erizarse ante el comentario de Aizawa.

“Sabes? Nunca llegué a pensar que el grandioso Yuki Eiri, el caballero entre caballeros, tuviese un secreto tan… poderoso” una mirada burlona adornando su boca “será interesante comparar fuerzas, no lo cree, Eiri san?

La bestia seguía gruñendo, pero aún no se movía. Su vista fija única y exclusivamente en aquella que cruzaba los cielos. “Fue de gran utilidad haber hecho un pacto con Bahamut. De no haber sido así, me hubieras matado, pero ahora, las cartas se han puesto a mi favor. Podré destruir al legendario Ragnarok… y encima, destruiré a la gente de Polaris, que me humilló!!! Llorarán lágrimas de sangre, arrepintiéndose desde el mismo día que me impidieron ser la luz de la mañana. A ver quién les canta ahora!!”

Una risa sádica llenando el lugar. La bestia que permanecía en la tierra, seguía aguardando. Sólo gruñendo, nunca sin despegar su vista.

“Oh cierto. Tenías algo pendiente conmigo… no es cierto? Fuiste a buscarme, porque toqué algo muy especial para ti. Mis memorias no están completas, pero cada vez que mi alma se acomoda a este nuevo cuerpo, consigo recuperar aquellos fragmentos perdidos… te importaría acaso, ayudarme?”

Suficiente. Un zarpazo sorprendió al ahora ‘Bahamut’ el cual sostenía su hombro lastimado. Ragnarok cayó suavemente en tierra, mientras seguía gruñendo.

“Al parecer, esta condición es nueva para los dos. Veo que, no sabes controlar bien tu fuerza, pero que te parece, si empezamos un pequeño entrenamiento, mientras descubrimos que podemos llegar a hacer… además, tiempo hay de sobra”


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“No… no lo puedo creer, eso, no es cierto. NO ES CIERTO!!” Shuichi miraba a lo lejos, los dos entes sacados del peor libro de terror peleando ferozmente. “Esa cosa no puede ser Yuki. De ninguna manera. Además… yo, yo…” cayó. Muy dentro de él, sabía que ese monstruo era su amado. Podía sentir su corazón… su alma. Su dolor.

“No hay tiempo Shuichi. Cada segundo que pasa, la humanidad de Eiri se irá perdiendo en la oscuridad de la noche. Debes cantar y ahora” decía resuelta la princesa, que no se recuperaba del todo, y ahora era sostenida por Mika.

“Shu, haz lo que dice la princesa, por todos los cielos. No es que un canto los vaya a lastimar, o si?” Hiro buscaba colocar un poco de sonrisas a ese momento tan tenso. Pero contrario a lo que pensó, no obtuvo ninguna. “Algo pasa si Shu usa su canto?”

Ayaka escondió su mirada. No podía decirle. De ser así, era más que seguro, Shuichi iba a negarse y no elevaría su voz. Todos morirían y sería el fin. Ahh… qué fácil sería si pudiese mentir, pero alguien nacido de polaris no era capaz. Ni aún en momentos de necesidad como este, lo era. Mordió sus labios.

“Que pasará si canto… habla por favor!!!” El pelirrosa se arrodilló donde se encontraba la damisela de la luz en busca de una respuesta. Ojos desesperados y llorosos, se encontraron con los cálidos ojos cafés, que ante tanto sufrimiento, no pudo evitar decirle lo que sabía.

“El canto, es una plegaria para encerrar a la bestia maldita. A aquella que puede destruir mundos y acabar con estrellas. A Ragnarok”.

“Ragnarok” – repitió ensimismado el elfo. Había utilizado ese nombre para que nadie se acercara a Su bosque… lo había escuchado de pequeño, pero nunca pensó, fuese más que una historia para niños, un cuento de hadas. “Pero, pensé que sólo era para agradecer por la vida llena de paz que gozamos los elfos!!”

“Mi pequeño niño”. Ayaka se desprendió del firme abrazo de Mika, para quedar al mismo nivel del pelirrosa. “Eres más importante de lo que piensas, y no te has dado cuenta. Tu canto, puede conmover el corazón que sigue latiendo dentro de ese engendro. Puede llevarlo a su celda eterna y salvar a toda la humanidad. Podrás dejar historia, y tu voz será escuchada por todo el mundo, quien compartirá tu alegría. No te parece eso hermoso?”

“Qué pasará con Yuki” Su mirada ahora era intensa. El color violeta de sus ojos, tornando con más brillo. Ojos que tienen determinación.

“Morirá irremediablemente y tu te convertirás, en un espíritu de luz”

“Mi hermano… morirá?” – Mika cayó en desconsolación. Sabía que nada más podía hacerse, y entendía que no había mucha elección. Pero le dolía tanto. Ante sus ojos, Eiri siempre fue el pequeño y adorable niño… y ahora, por un error del pasado, debía pagar con su propia vida? “Por lo que más quieras, no lo hagas!!! No mates a mi hermano, él… él no tiene la culpa” – lágrimas, incontables, salían de sus ojos. Intentaba secarlas, pero siempre salían más. Esperaba la respuesta y sabría lo que vendría. Perdería a su dulce hermano.

Shuichi abrió los ojos. Pero contrario a lo pensaron todos no lloró, ni gritó, ni se desmoronó. Sólo se levantó, mirando hacia la batalla infernal.

“No te preocupes Mika-san. No cantaré”.

“Shuichi” – La joven de cabellos largos, no daba crédito a lo que escuchaba, pero no negó que una sonrisa cruzara sus labios

“Que estás diciendo!! No entiendes acaso la situación que nos encontramos!! No es cuestión de querer o no!! TIENES QUE HACERLO!!” Ayaka gritaba en desesperación, esperando que alguna de sus palabras se colaran en el cerebro de ese muchacho, pero al parecer su corazón latía tanto, que le impedía a su razón escuchar.

“No te equivoques. No me importa si me convierto en lo que sea, o si abandono este mundo… siempre y cuando pueda ver la sonrisa de Yuki. Siempre hay una manera. Y esta vez debe haberla” – regresó su vista hacia la princesa, dándole una sonrisa tranquilizadora. “Traeré a Yuki sano y salvo, y destruiré a Ragnarok” – confianza en sus ojos y palabras, dejando sin palabras a la damisela. Un pequeño movimiento de cabeza dándole aprobación. Ante su atónita mirada, Shuichi comenzó a resplandecer tanto como ella. Hermosas alas translúcidas saliendo de su espalda. Su cabello comenzando a crecer, tomando un color entre blanco y plateado. Sus ojos manteniendo la misma intensidad violeta. “Ya verás, como todo se soluciona… tu solo mírame. Hiro, te las encargo, por favor” y sin más ni más emprendió el vuelo, directo a hacer lo que su corazón dictaba.

Ayaka se giró cuando notó una tibieza a su lado. “No te preocupes” – dijo con la misma seguridad Hiro – “Si Shuichi dijo que podía, es porque es capaz y lo hará”.

Y esta vez, la damisela también sonrió.


~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


“ITAIIiii” – Tatsuha acariciaba su cabeza. El copiar las habilidades de aquel rubio había sido muy útil. Logró poner a salvo a Ryuichi, y eso era suficiente. Había calculado mal, y golpeándose la cabeza, pero afortunadamente, nada le pasó al elfo que cuidaba. Ryuichi aún seguía cubriendo su cabeza en un gesto infantil. Tatsuha rió aliviado. Como en los viejos tiempos.

“Desde cuándo saltas así?”

“Una larga historia”

Ambos ahora eran observadores de la lucha (y menos mal se encontraba a una distancia muy prudencial). Cuando el joven de cabellos negros se incorporó, notó que alguien le respiraba en la nuca. Y mayúscula fue su sorpresa cuando vio que era…

“KARL!!!”

“OH!!! Tatsuha!! Tiempo sin vernos!!” y no sólo él. Todos los caballeros que antes estaban en las mazmorras, miraban desde ahí, expectantes lo que iba a suceder… o mejor dicho. Cómo iba a terminar esa guerra de titanes. Es más muchos ya habían hecho sus apuestas. Pobres humanos. Sin comprender aún la magnitud y tragedia del asunto. Tatsuha movió en forma de reproche su cabeza, cuando notó que el elfo se levantó. Decisión en su mirada. La misma decisión de… oh no.

“Oye… espera, que vas a hacer!!” preguntó algo nervioso el moreno.

“Tu que crees que vaya a hacer. Lo que sea necesario”

“No, no, no, no” Tatsuha puso sus manos en los hombros del elfo, impidiéndole seguir caminando. “No puedes volver a hacerlo. Sabes en qué terminó la última vez!!”

“Y si no lo hago, será el fin del mundo”

Tatsuha quedó sin palabras. Nuevamente la misma situación. 10 años, y nunca se le ocurrió un mejor discurso. “Si vas volveré a perderte… y esta vez, no sabré si vuelva a encontrarte”

Ryuichi dejó que la cabeza de Tatsuha reposara en su cuello, mientras sentía como rebeldes lágrimas escapaban de sus ojos. Acarició los negros cabellos de su compañero para luego murmurarle “Esta vez, todo va a salir bien… porque vendrás conmigo.”

Tatsuha se separó de inmediato. No podía creer lo último que había escuchado. La última vez, la última vez…

“La última vez, te pedí cuidaras de mi hermano pequeño… pero ahora ha crecido… y se ha enamorado. Soy yo, quien necesita tu fuerza, tu apoyo… y tu amor” – como si hubiera leído su mente. Tatsuha estaba emocionado. Todo sería diferente, de una u otra manera. “Además, quién me mandó a alejarme del único amigo que he tenido toda la vida”

El moreno no pudo evitar sonreír. Definitivamente, la memoria de Ryuichi había regresado. Se obligó así mismo a rememorar, épocas ya pasadas donde todo era risa. Tatsuha… no… se llamaba Kumagoro, como lo había nombrado hacía tanto tiempo el elfo, era una esencia de polaris, que huía sólo para conocer aquella voz que le sacudía su ser. La voz de la mañana, no sabía por qué, necesitaba conocerle… verle siquiera!!! Y le había encontrado. Pensó que con sólo verlo sería suficiente, y regresaría… pero se equivocó. Por mucho tiempo, sólo se contentó, ser el aire que respiraba, el viento que mecía suavemente sus cabellos, la brisa amable en los días de sol. Le había visto crecer!! Reía cuando reía, lloraba cuando él lo hacía, juraba venganza cuando le molestaban… pero no podía compartir en realidad… porque no era más que una simple esencia.

Llegado un tiempo, cuando eso ya no le fue suficiente observar y no tocar, optó por una forma. No supo muy bien de dónde la copió… pudo ser de la ninfa de un bosque… pudo ser de una humana. Al final, sus cabellos eran violetas, recogidos de dos coletas, sus ojos mieles. Obviamente, Ryuichi se sorprendió mucho. Quizás, fue por él mismo que el elfo comenzó a creer en los humanos. Y cuando Tohma le descubrió, no se sintió intimidado. En realidad, los tres cantaban, tocando su propia música, resultando ser los mejores amigos. También recordó alguna vez, Tohma pedir su nombre, a lo cual el elfo sonriente comentó: Kumagoro…

Y así, los tres amigos duraron mucho tiempo… y él… no. Ella, muriéndose de amor. Pero no quería romper ese hechizo… ese encanto tan etéreo… tan irreal. Prefería esconder sus sentimientos… más debajo de sus pies, donde no se pudieran incluso percibir. Porque para ella, en ese momento, era más importante su compañía, que cualquier otra cosa.

Pero el día había llegado. La voz de la esperanza lanzaría su última plegaria hacia los cielos para evitar que la destrucción llegase a la tierra. Y ella, había olvidado como volverse esencia siquiera… pareciera como fuese ayer. Era exactamente igual. El cielo, los temblores, la tormenta.

Su amor impidió rendirse fácilmente. Y al final, logró llegar hasta sus brazos, sólo para confesarle su amor eterno… y que no le dejaría sacrificarse. Un deseo envidioso sin lugar a dudas. Pero no podía permitir que perdiera la vida. De ninguna manera. Ryuichi sólo la miraba con amor, y de sus labios, las palabras que lo marcarían hasta ahora “si me amas, cuida a mi hermano… que nunca tenga que afrontar, lo mismo que yo”

Sólo recuerda un beso. Su cuerpo sintiéndose extraño… y entonces notó… era un muñeco de trapo, y en la cama de un niño: Shindo. No te preocupes Ryuichi – se había prometido – nada le pasará a tu hermanito. No mientras yo viva.

Se obligó a despertar. Si. Esta vez, todo sería distinto. Esta vez, ambos detendrían el armagedón. Y exceptuando el resultado, estarían juntos, pasara lo que pasara. Pero entonces Tatsuha recordó algo.

“Oye!!!” – le dijo refiriéndose al rubio de cabellos largos – “Yo de ti sacaba a tu jefe de ese lugar”. Era extraño. Pero al parecer, al copiar al rubio… había copiado parte de sus recuerdos, y el cariño por cada uno de quien le rodeaba… si… incluyendo su hermana.

“Ya lo he intentado, pero por más argumentos que le doy, sigue ahí, como una roca.”- suspiró en señal de derrota – “él es el rey. Sabe lo que hace”

“Solo piensa en esto sabelotodo” – recordando la ingeniosidad con que este… caballero le dio un nombre xP – “No haces nada, la reina queda viuda. Tengo entendido, va a ser madre, por lo que para aumentarle a todo, quedará viuda y un hijo o hija sin conocer en su padre, más que lo que la gente quiera decir. Quieres que eso suceda? Acaso, no le debes también lealtad a la tu dama?”

Karl lo pensó. Meditó. Miró a Tatsuha y resuelto emprendió una carrera en dirección hacia su rey. No le tomó mucho tiempo encontrarle. Tohma se encontraba como hipnotizado, viendo la lucha colosal que estaba sucediendo.

“Mi señor”

“Ya te dije, no pienso marcharme de aquí. Yuki me necesita”

“Con todo el debido respeto que se merece señor, eso ya no es el príncipe Eiri”

Tohma se volteó. Rabia en sus ojos. Un poco de magia rodeando a Karl, lanzándole lejos, pero contrario a lo que había pasado antes, el rubio se levantó y volvió a su lado “Es en serio mi señor. No puedo dejarle más tiempo aquí”

“Yo también hablo en serio Karl. Has sido un buen caballero. Y como última misión te pido… cuides a mi esposa y a mi futuro hijo por mi.”

“No”

El rubio de cabellos cortos se volteó sorprendido. Un golpe directo en su estómago le arrebató todo el aire que sus pulmones necesitaban, dejándole indefenso. Karl aprovechó la oportunidad, y lo levantó en su hombro, para luego alejarse como alma que lleva el diablo de ese lugar.

“Ese deber, sólo puede hacerlo una persona. Y ese, es usted, su majestad. La reina, estaría muy triste si su esposo muere y yo… yo también le debo lealtad a la reina” permitiéndose recordar las palabras del moreno.

Tohma dejó de tensionarse para dejarse llevar. Había perdido. Lo único que quedaba en esos momentos… era orar.

“Ah… por cierto su majestad” El rubio salió un poco de sus pensamientos intentando escuchar lo que le decía el soldado de larga cabellera atada en cola de caballo xP. “El hecho de que todo el mundo me llame K, no quiere decir que me llame Karl… en realidad, mi nombre es Claude”

Esto si que era nuevo. Una sonrisa… pero esta vez, una verdadera, como hacía 10 años no la daba, afloró en su labios. Rió de buena gana, mientras era conducido a un lugar seguro.


Tohma ya estaba a salvo. Ahora era el turno de Ryuichi quien desde ese momento, no había soltado la mano de Tatsuha. Ambos estaban asustados, pero resueltos. La decisión ya estaba tomada. Sus corazones latiendo furiosamente.

“Ryuichi… te amo, lo sabes?”

“Desde siempre”

Un último beso unido de una promesa. Siempre estarían unidos. Ryuichi dio un paso al frente e irguiendo su cabeza, comenzó a entonar la misma canción… la misma tonada que tiempo atrás, había aplacado la ira de Ragnarok. Las dos bestias seguían luchando, en una batalla encarnizada. Ambas estaban mortalmente lastimadas, pero eso no les impedía seguir lanzando hechizos, zarpazos y puños.

Fue en un golpe de suerte, cuando Ragnarok saltó sobre Bahamut llevándolo a tierra. Acto seguido, tomó sus alas, para desprenderlas del cuerpo. La bestia aulló del dolor. Eso le hizo sonreír a su agresora, quien abrió su boca, dispuesto a no dejar esperar una muerte ya segura.

Mordió con furia la yugular de la bestia que yacía en el suelo, mientras comenzaba, como lobo a intentar desgarrarla. La piel de Bahamut era más resistente de lo que parecía, y seguía luchando lanzando aruñazos. Han visto alguna vez a un león cazar a su presa? Bueno… esto puede asimilarse mucho a ese momento… sólo que su presa es dura de roer, y aún en las fauces, daba una verdadera batalla.

Y entonces, una bella tonada comenzó a inundar el aire. Ragnarok levantó la cabeza… comprendiendo lo próximo que iba a suceder. Con rabia, lanzó lejos a la víctima, que tan pronto tocó el suelo, retomó la forma de un elfo malherido de muerte.

La atrocidad se giró, siguiendo el sonido de la voz. Los gruñidos iban en aumento. Su boca salía abierta. La saliva que escapaba quemando todo a su alrededor. Lanzó un rugido, intentando intimidar a la voz que cantaba. Pero Ryuichi no temía. A su lado tenía a Tatsuha y esto le daba todo el valor que necesitaba. Antes, comenzó a cantar con mayor ahínco y entusiasmo, pronunciando cuidadosamente el hechizo, sin permitirse siquiera fallar.

Cada vez estaba más y más cerca. Para ese entonces, Tatsuha había invocado un escudo (otra habilidad copiada de Eiri, claro está), esperando ser lo suficientemente fuerte hasta que Ryuichi concluya el hechizo.

El elfo seguía entonando con más y más fuerza la melodía, la cuál parecía provocar en el demonio un gran sufrimiento. Pero así mismo, aumentaba su ira, y su velocidad.

“Hermano… por favor… detente!!!” había sido acaso su imaginación? Le había parecido escuchar la voz de su hermano… no… debía seguir concentrándose. Por el bien de todos.

“Hermano… detente… matarás a Yuki… HERMANO!!!” Esa vocecita en su cabeza. Cada vez más urgente. No… tenía que concentrarse. Solo un poco más… un poco más y todo estaría consumado. La bestia lanzaba aullidos de dolor e ira. Pero su velocidad en lugar de disminuir, aumentaba más y más. Pronto llegó a la barrera, y con rabia infinita, comenzaba a golpearla una y otra vez. Tatsuha cerró sus ojos fuertemente. Sólo un poco más… sólo… un poco más.

“YUKI… DETENTE POR FAVOR!!!” – en las lejanías, una mariposa… no… una luz… una luz que iba tomando cada vez una forma más… humana… SHUICHI!!! Era el mitad elfo, mitad wingie, que volaba con todas sus fuerzas, intentando detener aquello… que no sólo le quitaría a su hermano, sino le arrebataría el amor de su vida.

Listo… había terminado. Una luz traspasó la oscuridad, devorando completamente la bestia. Un último rugido exhalado, mientras sus garras buscaban librarse de la luz… una luz que comenzaba expandirse, llenándolo todo, rompiendo la cruel oscuridad que hasta el momento reinaba en el lugar.

“YUUUUUUUKIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii… NOOOOOOOOOOOOoooooooooooooooooooooooooooooooooooo”

Y entonces… nada… ni colores… ni risa… nada… solo luz… y silencio.



FIN?


Cri cri… cri cri… ya saben… reviews xDDD cri cri… cri cri… terminará así? Mejor dicho… ustedes van a dejar… que esto termine así??? xDDD???

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