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En esta Navidad por LihoSakuragi

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Notas del fanfic:

Mucho tiempo sin aparecerme por aqui... pero mi Aoshi (mi sexy muso) esta de nuevo escribiendo todos mis fics por ahi dejados a la deriva. Pero este en especial lo escribi hace 2 años y creo que ahora lo deseo subir.

 

Este fic tiene una dedicación especial para mi amiga Ramsin!!! amiga tarde pero un feliz cumpleaños!!!!!!

Notas del capitulo:

Esta serie pertenece a Tite Kubo al igual que su lindo cápitan y sexy pelirrojo.

Navidad… ¿Desde cuando se celebraba una costumbre humana?. No lo sabia, pero de algo si estaba seguro, hoy era nochebuena y todos sus amigos estaban celebrandolo. Después de la batalla con Aizen muchas cosas habian cambiado, la paz se respiraba por todos lados asi que el tiempo alcanzo para consolidar parejas, reunir y construir familias. Y él era el unico que estaba solo. Habia perdido la batalla contra Ichigo por el amor de Rukia, asi que ahora su corazón estaba resignado. Destinado muy probablemente a seguir solo por unos cuantos centenares de años, hasta que el amor se dignara nuevamente a tocar su puerta.

Estaba nevando demasiado, sus pies se trancaban con mucha facilidad en la nieve, además sus sentidos no estaban en su mejor estado, las copas de sake se le habian subido rápido a la cabeza tratando de  olvidar y  desentenderse del mundo. Su recorrido se dificultó por la poca visibilidad y la fuerte ventisca, asi que sin remedio cayó al suelo golpeandose fuertemente la cabeza contra el pavimento, asi que no sintió en que momento era ayudado a levantarse y como unos brazos calidos trataban en vano protegerlo del crudo invierno.

Con mucha dificultad intentaba abrir sus ojos, pero el escozor y el dolor de cabeza muy seguramente provocado por la resaca le impedian divisar su alrededor, pero aún podia sentir el dolor en todo el cuerpo, definitivamente no era su día. Al recobrar un poco la visión se asusto al no encontrarse en su futon, estaba en una cama doble muy mullida y una habitación muy iluminada, totalmente diferente a la suya. Intentó levantarse pero unos pasos sigilosos y casi silenciosos se escucharon cerca de la habitación, por eso decidió quedarse quieto y taparse con la cobija hasta la punta del cabello para que aquel que osara entrar a ese lugar lo ignorara.

-          Aún sigue durmiendo – una vocecita de un pequeño de menos de 5 años se escucho en la habitación, provocando un poco de curiosidad en el pelirrojo que poco a poco intento bajar la cobija para observar a su visitante.

-          Pero Papá dijo que no debiamos despertarlo, debe descansar – una segunda voz se hacia presente en el lugar, la cual pertenecia a una niña.

Intrigado por su nuevo descubrimiento y sin que los pequeños lo notaran uno de sus ojos se colo por una abertura de la cobija, quedando asombrado por lo que veia. Dos pequeños identicos a su capitan estaban mirandolo fijamente, intentaron hablar pero una voz más grave los interrumpio

-          ¿Qué les adverti cuando vinieron aqui? – con cuidado se acerco a la cama, retiro un poco la cobija y posó su fria mano en la frente del pelirrojo, sintiendo aún un poco de fiebre, aquel contacto provoco que Renji diera un respingo, logrando que todos en aquella habitación se diera cuenta de que estaba despierto.

-          Que no lo despertaramos – contestaron en coro, tristes por la mirada desaprobatoria que les estaba dedicando su padre, pero en ese instante, Renji intentó hablar notando su voz un poco rasposa.

-          Taicho ya estaba despierto antes de que ellos entraran, por eso no los regañe – con mucha dificultad se levanto de la cama,notando que desde la cintura para abajo tenia todo entumido, con rapidez el pelinegro acomodo unos cojines detras de su espalda, mientras los pequeños le pasaban un vaso de agua.  

-          Gracias – anonadado con la atención, reparaba un poco a las tres persona que se encontraban junto  a él, asombrado de saber que su taicho era padre y jamás en los años que llevaba trabajando juntos le comentó  algo tan relevante.

-          Son muy lindos Taicho, lo felicito por tener unos hijos tan bonitos – un poco sonrojado pero camuflandolo muy bien por la fiebre esperaba la reacción del noble, logrando una pequeña sonrisa de su parte.  

-          Papi ¿Ya no nos recuerda? – la pequeña preguntó aferrandose a su kimono, al igual que su hermano, por eso revolvió sus cabellos de manera cariñosa para que no se preocuparan demasiado por su teniente.

-          Parece que esta un poco confundido Minako solo es cuestion de tiempo para que Abarai este bien y regrese a casa – Renji tenia los ojos abiertos de par en par, jamas en la vida lease bien jamás creyo ver una sonrisa en la cara de su taicho,¡Jamás!.  

Los pequeños le sonrieron, lo abrazaron y se retiraron de la habitación, con rumbo desconocido, pero lo que mas le descoloco es la preocupación que tenian los dos pequeños hacia su persona.

-          ¿Debes estar preguntandote el porque mis hijos te atienden de una manera tan cordial verdad? – se sentó cerca de la cama y remojo un paño dentro de una tina con agua para ayudar a mermar la fiebre del pelirrojo.

-          La verdad si – un poco asustado por todas las atenciones de su taicho hacia su persona lo estaban asustando, pero la debilidad que sentia le impedian al menos moverse de esa cama.

-          La respuesta es muy sencilla, eres un alcahueta con ellos y por eso andan detrás de ti todo el día  - con cuidado sostenia el paño en la frente, hasta que sentia que nuevamente debia ser sumergido en el agua, Renji se quedo callado de un momento a otro. La verdad. Se sentia un total extraño en esa casa.

-          Taicho… no quiero ser una molestia para usted, su esposa muy probablemente le recrimine el hecho de tenerme en su hogar, por eso creo que es mejor retirarme – con cuidado retiro la compresa de su frente e intento mover un poco sus extremidades inferiores sin muy buenos resultados, intento de nuevo pero todo parecia en vano, sus piernas no querian levantarse de esa mullida cama.

-          No tengo esposa Abarai y si la tuviera no tendria el derecho de decidir por mi a quien debo recibir en mi casa – con cuidado volvio apoyarlo en la cama, mientras salia con la tina para cambiar el agua, pero Renji era demasiado terco e intento moverse de nuevo, pero un dolor intenso lo hizo doblarse sobre si mismo, intentando mitigar  la dolencia.

-          Te dije que te quedaras quieto – con rapidez dejó nuevamente la tina en el buro de la habitación mientras notaba como manchas rojas se asomaban por la manta que anteriormente lo cubria.

-          Se abrieron los puntos, eres demasiado cabezota ¿lo sabias? – tomó con cuidado el paño e hizo presión en la herida, notando como el pelirrojo casquiaba los dientes por el dolor.

-          No deberia estar aquí – otra vez estaba volando en fiebre, habia sido muy mala idea dejarlo hablar por tanto tiempo.

-          Pues tendras que quedarte el tiempo que sea necesario hasta que sane esa herida  - con cuidado levanto el paño y notó que efectivamente algunos puntos habian cedido por la fuerza que habia impregnado el pelirrojo para levantarse de la cama.  

-          Dejeme ir taicho por favor – tenia los ojos velados por el dolor, no sabia pero jamás en su vida se habia sentido asi de adolorido y cansado, y por alguna extraña razón no queria hacerle caso a su capitan.

-          ¡DONDE CARAJOS QUIERE QUE TE DEJE IR EN ESTE ESTADO! – definitivamente el pelirrojo con su terquedad lo desquiciaba.

-          ¡SOLO DEJEME IR! ¡NO QUIERO ESTAR AQUÍ! – intento levantarse de nuevo, pero  de un manotazo fue devuelto a la cama, arrancandole un nuevo grito de dolor.

-          MALDICIÓN 

-          ¿Porqué se va a ir? – y para acabar de rematar su hijo tuvo que ver y oir todo lo que acaba de pasar.

-          No deberias estar escuchando conversaciones privadas Souta – medio remojo el paño y lo volvió a posarlo en la herida abierta de su teniente, pero veia que no dejaba de sangrar, ya que la herida estaba completamente abierta.

-          Quiero saber porque se va ir de casa – el pequeño intento acercarse, pero la mirada fria y sentenciadora de su padre le indico que no podia pasar.

-          No tengo porque  andar dando explicaciones a mocosos a si que fuera – tendria que buscar ayuda, si el mismo intentaba parar la hemorragia muy probablemente en cuestión de minutos tendría a Renji desangrado.

-          No me voy a ir hasta que me contestes – Kami porque tendria que tener un hijo tan terco.

-          No lo hare Souta  - con el dorso de su mano libre toco la frente de Renji, sintiendo aún más caliente, y peleando para no caer en la inconciencia.

-          Papa quiero que me contestes – el pequeño tambien empezo a elevar la voz al no tener respuestas de su padre, eso definitivamente venia incluido en su ADN gracias a él.

-          Ya te dije que no te lo dire mocoso – en medio de su incosciencia el pelirrojo escuchaba la discusión que tenia su capitan con su hijo, por eso con dificultad intento hablar.

-          Taicho… no le grite – la fiebre lo tenia rendido y tambien la perdida de sangre pero el pequeño no debia pagar por su descuido y que su padre de alguna manera se desquitara con él.

-          Dimelo – el pequeño intento acercarse, pero otra mirada desaprobatoria de su padre intento deternerlo la cual no surgio efecto pues el pequeño con pasos corticos como sus pies se acercó hasta la cabecera de la cama limpiando las gotas de sudor del rostro del pelirrojo con sus diminutas manos.  

-          Souta me estas enojando asi que vete – de un manotazo intento apartar al pequeño testarudo de su vista, pero la mano temblorosa de su teniente le impidio que lo lograra.

-          Kuchiki Taicho – su respiración ahora era acelerada y poco profunda, algo que en verdad estaba crispando los nervios del noble.

-          Souta vete antes de que me empiece a desesperar de verdad – Renji seguia quejandose del dolor y su  terco hijo no ayudaba a mitigar un poco su angustia ya que seguia en aquella habitación

-          NO LO HARE – el niño grito y Renji se lastimo, hecho que la poca paciencia del pelinegro no acepto.

-          NO VES QUE TU MADRE TIENE UN  MALDITO TAJO DE LADO A LADO QUE NO DEJA DE SANGRAR ASI QUE CREO QUE NO SE IRA A NINGUNA PARTE   ¡¡CONTENTO!!

La habitación quedo en un silencio incomodo, el pequeño con una mirada heredada en Kuchikilandia, sin decir mayor palabra salio corriendo de la habitación, mientras el pelirrojo veia a su capitan como bicho raro.

-          Digame que todo lo que acaba de decir es mentira – su corazón ahora latia con más rapidez, mientras observaba el semblante calmado del pelinegro, el cual seguia sereno intentando cerrar la herida con kidoh.

-          Viste a Minako, es pelirroja..prueba inrrefutable de que lleva tus genes Renji – la respuesta de por si descoloco más al pelirrojo que sentia cada vez menos aire en sus pulmones.

-          No recuerdo…absolutamente nada… - solo pudo captar como el pelinegro se levantaba de su lado y buscaba ayuda desesperadamente mientras todo a su alrededor se volvia negro.

No sabia cuanto tiempo habia pasado, ¿15 minutos? ¿3 horas? ¿2 dias?, no lo sabia con exactitud, pero de algo si estaba seguro, se encontraba en el mismo lugar, en la mullida cama con una cortada en el vientre, no sabia porque, pero estaba ahí. Un extraño cosquilleo le recorrio la mano izquierda, intentó moverla pero algo pesado no lo dejo, al bajar la mirada y observar el motivo, encontró a la hija de su capitan dormida a su lado.

-          ¿A que horas habra entrado? – preocupado de que su padre la regañara o la madre de la pequeña se enterara, intento levantarla, pero ella suspiro y se acomodo cerca de su pecho.

-          Eres muy linda ¿lo sabias? – con un cariño que jamás pensó  tener empezó a pasar uno de sus dedos por las cejas perfiladas de la pequeña hasta terminar acomodando un mechon rebelde que se posaba en su niveo rostro.

Con cuidado de despertarla, se levantó de la cama y con mucha dificultad se levantó con ella en brazos dispuesto a entregarla a su padre antes de que alguien en esa mansión se preocupara por ella. Aquellos largos pasajes estaban desolados, con cuidado de que la niña no se le cayera de los brazos y su herida no se abriera de nuevo caminaba despacio, buscando por casualidad alguien que la pudiera entregar a su padre, pero en su recorrido se encontro con el mayodormo de la casa Kuchiki.  

-          ¿kuchiki san que hace levantado? – de por si la pregunta descoloco al pelirrojo que no sabia que contestar. ¿todo el mundo se volvio loco en esa mansión?, asustado ahora por su integridad y por la pequeña que tenia en sus brazos empezo a retroceder de a poco, hasta chocarse con una pared del corredor. Chiyo san preocupado intento quitarle la pequeña de los brazos, pero Renji no se lo permitió.

-          Quiero ver a mi taicho y entregarsela personalmente – un miedo extraño se habia instalado en su pecho, al intentar darle la pequeña al mayordomo la voz de su capitan resono a sus espaldas.  

-          ¿Qué haces levantado Renji? – con rapidez le quito la pequeña de sus brazos y se la entrego a Chiyo san, el cual salio con ella a alguna de las habitaciones de la vivienda. Intento tomar a Renji pero este bruscamente se aparto, intentado permanecer de pie.

-          Esta casa esta chiflada, su mayordomo me llama por su apellido, sus hijos me tratan como un rey y usted se preocupa demasiado por mi – esas ultimas palabras le inquietaron un poco, nadie se habia preocupado tanto por él y eso de alguna forma lo desarmaba.

-          Te tratan como debe ser Renji – con cuidado se acercó nuevamente a él y tomo nuevamente su temperatura, notandola aún alta para su gusto.

-          No entiendo nada de lo que pasa aquí – en ningún momento sintió como era cargado  y como resulto enrredando sus brazos  en el cuello de su capitán.

-          No deberias pensar tanto, si descansas más lo recordaras todo a su debido tiempo – con cuidado lo depositó en la cama y lo arropó para que no le entrara frio. Pero  aún asi tenia que sacarse aquellas preguntan que rondaban en su cabeza.

-          ¿Porqué me hice esta herida? Aunque tengo la sospecha que no fue por la caida – por lo poco que pudo observar el corte era perfecto ubicada en la parte más baja de su vientre.

-          ¿Cuál caida?- preguntó el pelinegro con  cierto desconcierto en su voz 

-          Antes de despertar aquí, recuerdo muy claramente haber caido por la borrachera y la fuerte nevada que caia afuera – con cuidado, trato de moverse para quedar sentado. Pero su capitán notó el movimiento y apresuro acomodarlo mejor.

-          Esa herida no fue por ninguna caida Renji, esa herida es porque debieron extirpar algo.

-          ¿Extirpar?.. ¡pero no tenía nada malo¿verdad?!-  preocupado miraba a su capitán para que le diera una respuesta, pero este solamente se limitaba a medio sonreir.

-          ¡Casi me muero y usted se rie! – indignado, con un manotazo intentó alejar la toalla que el pelinegro intentaba ponerle en la frente, pero en un movimiento rápido lo puso alli, haciendo buena presión para que no se lo arrebatara.

-          No es para tanto Renji, solo fue una cirugia menor, nada de consideración, usted es el complicado – el pelirrojo bufó desesperado, ya no queria estar ahí, queria ir a su duro futón y dormir una semana entera si fuera posible.

Byakuya observó el semblante de su teniente, se notaba a leguas de distancia que si estuviera en su mejor estado fisico huiría de aquel lugar. Solo sonrió, lo conocia demasiado bien para intuir algo como eso. Despúes de varios minutos en silencio, le pelirrojo intentó hablar y cortar la atmosfera que se habia formado en la habitación por su culpa, además aún faltaba conocer más detalles del porque termino en la mansión Kuchiki. Pero extrañamente decidio no preguntar más en ese mismo instante su estomago rugio por el hambre.

-          Lo siento – apenado intento no darle la cara a su taicho.

 

 

 

-          No te preocupes, traere algo de comer  - salió de la habitación con la elegancia y el porte que siempre lo habian caracterizado, algo a lo que ya estaba acostumbrado pero que no podia dejar de mirar. Por ello aprovecho su salida para planear la manera de salir de allí. Pero unos ojitos curiosos e identicos a los de su taicho lo observaban casi escondidos desde el shoji.

-          Hola Minako ¿Qué haces aquí? – con una sonrisa saludo a la pequeña, y con cuidado abrio un espacio al lado de la cama para se sentara a su lado, pero seguia oculta entre la pared y la puerta de la habitación y mirando hacia todos lados, observando que nadie la siguiera.

Cuando dio sus primeros pasitos hacia la habitación se sorprendió de ver en sus bracitos un bultico que se movia ansioso por ser destapado. A Renji se le vinieron muchas ideas en la cabeza ¿Tiene una mascota ahí y la esta escondiendo de su padre?, pero se vieron cortadas cuando en medio de los movimientos, una manito regordeta y pequeña se asomaba en medio de las mantas que lo cobijaban del frío.

-          ¿Un Bebé? – ahora preocupado de que la pequeña lo dejara caer, lo tomo con mucha maestria en su brazos, asombrandose por tal hecho, con cuidado empezó a destapar las mantas, rebelándole un bebé pelinegro y recién nacido, identico a su capitán.

-          ¡Es tu hermanito! – fue la unica respuesta cuerda y lógica que le salio de la boca, porque estaba asombrado, anonadado por tal hecho.

-          Si, es mi hermanito menor y nació hoy en la mañana – la pequeña se acomodo de tal forma que podía apoyar su cabecita en el pecho del pelirrojo para observarlo, cosa que no le desagrado al mayor.

-          Minako… no deberias traerlo… tu madre puede enojarse – con cuidado intentó entregarselo, pero la pequeña no entendia la reacción del pelirrojo.

-          ¿Porqué deberia llevarmelo, si es tuyo mamá? – con inocencia contesto la pregunta, lo cual dejo congelado al teniente de la sexta división.

-          ¡QUEEEEEEEEEEE! – aquel grito se escucho por todo el seretei y despertando a la criatura que tenia en su regazo y rebelando unos fuertes pulmones muy probablemente heredados de él. 

 

Apenas si le cabía en la cabeza el hecho de estar casado con su taicho de tener dos hijos pequeños  y uno recién nacido en sus brazos, por todos los hollows del hueco mundo, debia estar muy desesperado para tener mas decendencia. Y como si fuera una pelicula pequeñas imágenes llegaban a su mente intermitentes, que lo estaban en verdad enloqueciendo.

-          ¿Que tiene? – un fuerte dolor de cabeza le empezo acribillar, asustando un poquito a la pelirroja  al ver la mueca de dolor que tenia su madre en el rostro.

-          Debe tener hambre mami – intento tomar de nuevo el pequeño en sus manos, pero Renji se lo impidió, aprentandolo mas contra su pecho, pero el pequeño seguia encaprichado en llorar.

 

Aquel llanto, despertó la curiosidad en toda la mansión Kuchiki, entre ellos el padre y el hermano mayor del recien nacido, pero al ingresar a la habitación la encontraron completamente vacía, cierta preocupación se notó en el semblante del noble, el cual ordenó a toda su servidumbre buscar a su hijo por toda la mansión y el que osara a contradecirlo, no dudaria en partirlo con Senbonzakura.

Asi que toda la mansión se encontraba patas arriba buscando al nuevo heredero, hasta que un asustado capitán ingresó a la habitación de Renji,encontrandolo intentando vagamente calmar al recién nacido. Por fin pudo respirar con tranquilidad.

-          ¿Minako tu lo sacaste de la habitación? – la pelirrojita, solo bajo la mirada, ella era la causante de que su padre estuviera enojado y  su madre un dolor de cabeza endemoniado por el llanto del bebé.

-          Si señor – y como toda pequeña de 5 años, también se largo a llorar, algo que empezó a estresar al pelirrojo.

-          Me duele la cabeza – con cuidado de no dejarlo caer, posó una de sus manos por su cien, sintiendo una fuerte punzada. 

Pero ahí no acabaría todo, porque Souta, al ver el regaño que su padre le había dado a su hermana también se puso a llorar, complicando más el panorama a la amnesica madre y el histerico padre. 

-          Por favor dejen de llorar me duele la cabeza -  con cuidado, abrió la piernas y dejo a su nuevo bebé en medio de ellas, mientras veia su carita sonrojada por el llanto, por eso al tener sus brazos desocupado, abrazo a su hija y le limpio las lagrimas.

-          Mami, lo siento mucho… yo no queria que te enfermaras – sórbio un poco su nariz, y se paso sus manitas por sus ojos los cuales tenia rojos de tanto llorar.

-          No te preocupes, estare bien, necesito calmar a su hermano y cuando lo haga volveran ¿Entendido? – con una mano llamó a su otro pequeño, el cual se paro a la par de su hermana para que su mami también le limpiara las lagrimas que caian por sus mejillas.  

Y como buenos hijos de su taicho… obedecieron y salieron de aquella habitación. Ignorando olimpicamente a su padre, el cual seguia de pie en la puerta de la habitación.  

-          No sé porque hice esto, mi cuerpo me hizo hacerlo – su cara era un poema, ¿Qué carajos le estaba pasándole por la mente?

-          ¿Aún no recuerdas? – en definitiva esto tomaria mucho tiempo.

-          Poco, las cosas que me llegan a mi mente son como flashes

-          Tuviste un golpe en la cabeza es comprensible – se acercó y se sentó en el espacio de la cama que el pelirrojo había dejado libre.

-          ¿Que sucedió? – queria saber más pero el llanto del pequeño no los dejaba conversar

-          Antes de contarte, deberás alimentarlo se debe estar muriendo de hambre- con una sonrisa en su rostro, lo tomo con cuidado y lo dejo cerca del pecho de su madre, el cual al ver las intenciones de su capitan, se puso rojo como un tomate.

-          ¿Puedo hacerlo?

-          Si, puedes alimentarlos, asi lo hiciste con Souta y Minako por un año completo  

-          Kami, soy un fenómeno.

-          Pero eres mi fenómeno.  

-          Entonces larguese, no quiero que me vea haciendo esto – tomó la manta y se tapo absolutamente todo, impidiendole la vista al pelinegro, el cual suspiraba pues estaba preocupado por la falta de atención del nuevo integrante por parte de su madre.

Con cuidado salió de la habitación, tratando de no alterar mucho a Renji que temblaba como una hoja debajo de la manta, muy probablemente del coraje o de la vergüenza, eso si no lo podía asegurar.

El pelirrojo se encontraba en un predicamento, el pequeño aún seguia llorando con mucha fuerza, aferrándose a su yukata con desespero. Tu hambre debe ser grande pequeño. Pero su ego de hombre le impedía cometer tal locura. Movió de nuevo al niño alejandolo de su pecho, por ello el llanto del niño se volvio más desgarrador.

-          ¡Que carajos hago! – como un bicho raro lo observó, aún estaba rojo de tanto llorar y del hambre se habia metido su manito a la boca.

-          Darle de comer … es la única solución – debajo de las mantas, el rostro de Kuchiki Byakuya hizo su aparición. No habia podido dar algunos pasos después de la puerta, le preocupaba lo que podia hacer el amnesico pelirrojo con el pequeño.

-          ¿Porqué me hace todo más complicado?- suspiro, acomodo al pequeño, y movió la yukata, dandole vía al pequeño para que comiera.

-          Pense que necesitabas ayuda manual – con una sonrisa prepotente, quitó la manta de la cabeza de Renji y de su hijo y salió rápido de la habitación, antes de escuchar las maldiciones que se acumulaban a sus espaldas.

Todo era nuevo y extraño para él, pero aún así no le quitaba la vista al pequeño, que succionaba con fuerza, tratando de acaparar todo para él. Por fin encuentro algún parecido conmigo, no le quedaba más que buscar un poco de él en aquel calco de su capitán, sus  cabellos, su tono de piel y hasta la forma de sus ojos era identicos a su padre, pero algo desentonaba de toda esa marca Kuchiki. Sus ojos… eran rojizos como los suyos.

-          Serás igual de guapetón a tu viejo cuando estes más grande – con una sonrisa socarrona, levantó al niño que terminaba de comer y con cuidado lo ponia en sus hombros para sacarle los gases, en ese mismo instante los otros pequeños entraban a la habitación y se acostaban en sus piernas, alejandose un poco de su vientre para no lastimarlo.

Ahora su mente estaba un poco mas despejada, esa herida era de la cesaréa que le habian realizado para sacar a su tercer hijo de su vientre, y parecia que por ser terco, se desencadeno todo aquello…

Eran las 7 de la mañana, pero esos terribles dolores en la espalda lo hicieron levantar temprano, se organizó la yukata y se puso un abrigo para poder salir al congelado jardín, ese invierno era el peor de todos, ya que fuertes ventiscas habían dejado toda la mansión con una gruesa capa de hielo, pero no se dejaría amedrentar, quería salir y caminar por largo rato para que el pequeño que tenia en el vientre se calmara y lo dejará un rato en paz. 

-          No deberias salir, esta haciendo demasiado frío -  la voz de su esposo resonó por todo el corredor, y en su tono de voz se notaba que era mas una orden que una advertencia.

-          Estaré bien solo quiero caminar, tu hijo no me deja dormir más, así que no me quedare en la cama haciendo nada – con cuidado de los pasos que daba, encontró el caminito de piedra que daba al estanque de kois unos cuantos metros más adelante.

-          ¿ Te acompaño? – no quería descuidarlo ni un segundo, ya que él sabia, sin necesidad de que se lo dijeran, de que su pelirrojo estaba entrando en trabajo de parto.  

-          Si quieres, pero primero deberías buscar un abrigo hace demasiado frío – con cuidado enrredo sus manos sobre su abultado vientre, sintiendo como a cada paso que daba se clavaba mas el pequeño en su pelvis.

-          Entonces esperame y no te muevas -  el pelinegro entró a la habitación, pero Renji no estaba para acatar ordenes ahora y un poco lento empezó a caminar, ya que los endemoniados dolores “bajos” empezaron a recorrer su espalda y su bajo vientre.

-          Buen día escogiste para nacer niño – no queria pagar los platos rotos con un bebé nonato, pero sus malditas hormonas estaban por lo aires y eso era lo que más le cabreaba, pero en ese instante al dar el paso, no observo que habia llegado al puente, y la madera estaba demasiada liza, lo cual lo mando de bruces al suelo, pero con sus reflejos un poco reducidos, lo unico que pudo hacer fue meter la cabeza, antes de golpear su vientre. Asi que su cabeza chocó con una piedra sin remedio alguno.

-          ¡ RENJI! ¡RENJI! – escuchaba la voz de su esposo como un eco y distante, al trata de enfocar su visión, todo lo que podía observar eran lineas blancas y negras.

-          ¿Creo… que tome demasiado? – aún mareado intento levantarse, pero los brazos de su capitán no lo dejaron levantarse mucho del suelo.

-          ¿De que carajos estas hablando? – la cara  de incredulidad que tenia en el rostro, era impresionante ¿quedo tan loco después del golpe? Fue lo unico que atino a pensar.

-          ¿Taicho… que esta haciendo aquí? – parpadeo varias veces para que su mente se adapatara a la figura angustiada de su taicho.

-          Es mi casa.. – respondió con naturalidad, mientras intentaba ponerlo con delicadeza en pie.

-          No.. es un bar de mala muerte, donde los muertos de hambre como yo venimos a malgastar el dinero – tambaleandose se aferro a sus hombros, pero el pelinegro lo cargo y empezó a caminar rumbo a la mansión para inmediatamente llamar a Unahana taicho.

-          Debemos entrar, antes de que te congeles – lo miraba de reojo y notaba como en segundo se le iba la mirada tratando desmayarse.

-          Pero no me toque ahí, si me ha invitado a unos tragos no tiene el derecho de hacer lo que usted quiera – con recato, trataba de bajar la Yukata que se alzaba por encima de sus muslos enseñando más de lo “usual”.

-          No te imaginas las cosas que he tocado y he hecho Abarai Fukutaicho – notaba ahora los cambios que estaba dando su pervertida cabeza. Definitivamente fue un golpe fuerte.

-          Suelteme pervertido.. usted es un hollow, que se ha disfrazado de mi taicho, para aprovecharse de este pobre borracho. – ahora su voz era entrecortada por las traviesas lagrimas que empezaban a rodar por sus mejillas.

-          Si en verdad estuvieras borracho, creeme estaría aprovechando el momento – llegarón a la habitación y con cuidado lo puso en la cama, y salió a buscar ayuda para solucionar el lio triple que tenia encima.   

-          En donde estoy metido…  - fue lo ultimo que dijo antes de caer en la inconsiencia.

Eso era lo último que recordaba, antes de tener como flashes las palabras de Unahana Taicho al decirle a su “esposo” que para no confundirlo más debían sacar al pequeño por medio de cesaréa, y asi lo hicieron, su hijo habia nacido sano y salvo,el día de navidad, alegrando a sus hermanitos que esperaban con ansias su nacimiento.

Cuando volvió su mirada a la realidad, los tres pequeños estaba dormidos, arropados para que no les entrara frió, el pequeño estaba bien sujeto entre sus brazos mientras unos brazos calidos rodeaban su cintura y en sus hombros descansaba  el rostro de la persona que más amaba sobre la faz de la sociedad de almas (Equivalente a la faz de la tierra).

-          Por fin vuelves … te estabas demorando – con malicia deposito un beso en el cuello de Renji, sintiendo como este temblaba bajó su cuerpo.

-          No todos reaccionamos bien a las sorpresas – con cuidado paso sus manos por las regordetas mejillas del pequeño, el cual se movió y busco el calor de su madre.

-          Recuerda que no me gustan los números impares Renji – con cuidado soltó una de sus manos del vientre del pelirrojo y acomodo los cabellos de los pequeños que estaban profundamente dormidos a su lado.

-          ¿Acaso me crees masoquista? – con cuidado apoyo su cuerpo en el torso de Byakuya, para no despertar a los peques que tenia encima.

-          Después de tres creo que si – solo sonrió, jamás pensó en toda su vida tener la felicidad que tenia ahora.

-          Ren será su nombre.. como el cuento de mi niñez- Byakuya lo miraba con asombro, ese mismo cuento era el que le leia su madre, antes de llevarlo a dormir.

-          Quiero escucharlo Renji…

No conozco el final, pues las pocas hojas que tenía solo hablaban de un niño llamado Ren huerfano por la guerra,  que esperaba la llegada de sus hermanos, estuvo en la misma copa del árbol por 20 inviernos inclementes esperando su llegada. Hasta que en el invierno número 21, un viejo se le acercó y le entrego una carta. Su hermano y su hermana  mayor habían muerto protegiendo las barreras de su ciudad. Desolado, bajo de aquel árbol y se arrodillo junto a él, y le pidió que al menos pudiera verlos alguna vez para conocerlos. Y alguien escucho su plegaría, una figura pequeña y graciosa se le acerco y le dijo que si se quedaba con ella para siempre dejaría ver a sus hermanos por un día. El acepto, y aquella ninfa de los bosques ancestrales, les permitió conocerlos. Pero…  

-          ¿Y? – preguntó el pelinegro al ver que el pelirrojo callaba en la parte más interesante del cuento.

-          Jámas supe del final… no se que le concedio aquella ninfa al niño.

-          Le dio la gracia de ver por unos instantes a sus hermanos y formar estrellas en el firmamento… Minako, Souta y Ren formaron la estrella más brillante del firmamento…  

Renji abrió grande los ojos, jamás pensó que los nombres de sus hijos estuvieran conectados de esa manera tan especial.

-          Yo si me leí completo el libro Renji.. y me jure desde pequeño que si tenía hijos les pondría esos nombres – con cariño acomodo el cabello de su pelirrojita – Minako es la mas bella de las niñas de todo el seretei – después paso su mano por el rostro de su testarudo retoño – Souta, es más valiente – y por último, tomó la manita del menor de sus hijos y sintió como el pequeño le agarraba con fuera uno de sus dedos – Ren será la alegria y la espontaneidad de este hogar.

Cuando miró el rostro de Renji lo encontró cubierto en lagrimas, jamás pensó que su cuento infantil se volveria su cuento de hadas.

-          Malditas Hormonas – sintió ahora las manos frias de su esposo limpiando esas traviesas lagrimas que se colaban por sus ojos.

-          Pero falta Hanako, la niña que nació del amor que Ren le demostro a la ninfa que cumplio su deseo. – con una sonrisa miró a su pelirrojo, él cual volvió a bajar la mirada a los tres pequeños que ahora llenaban su vida.

-          Creo que ese sería el mejor final para mi cuento de hadas.

 


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