Recién entraba la mañana miraba el despertador que estaba en la mesita de noche junto a mi cama, las 3:06 –bastante temprano como para tener una visita nii-chan- decía en una voz solo audible para mis oídos; en el primer piso se escuchaba una plática bastante amena: risas, sonido de cubiertos sobre un plato, estaba claro que una de esas voces era nii-chan pero la otra no la conocía.
Caminaba a paso lento bajando las escaleras no queriendo interrumpir, pero tampoco parecer que espío su conversación. Miraba de lejos, quería que mis movimientos fueran lentos para no causar malas impresiones; alcanzaba a visualizar a nii-chan era un chico de estatura promedio cabello castaño y ojos color azul, muy parecidos a los de nuestra madre. Su acompañante era rubio, la tonalidad de su piel era diferente a la de la región, no miraba sus ojos porque lo veía de espaldas pero al juzgar por su complexión era alto y de buen ver; sin darme cuenta una línea tenue de rubor se dibujaba en mis mejillas, sonreía al ver que era un chico simpático y nii-chan llevaba una buena platica con él, así que no tenía nada de qué preocuparme.
Nii-chan y yo vivimos solos en esta casa desde que yo tengo 7 años el siempre a cuidado de mi. Mamá murió en un accidente automovilístico, papá intento seguir adelante con nosotros pero la tristeza lo destruyo poco a poco hasta que una mañana… bueno, él…él solo no despertó. Nii-chan tuvo que esforzase mucho para sacarnos a ambos adelante, había días en los que la pasaba a solas en casa, pero no importaba fue cuando aprendí a valerme por mi mismo tanto que llegue a ser una persona un tanto solitaria, de igual manera no me preocupa del todo.
Ya un poco más tranquilo y sin la curiosidad que este asunto me causaba podía ir de nuevo a la cama, mañana había clases, por desgracia y más aparte conoceremos a un nuevo profesor, espero que sea mejor que el pasado. Suspiraba mientras subía las escaleras, cuando me daba cuenta que ellos ya estaban en la sala:
-¡Ho! Hyde-chan ¿Qué haces despierto a estas horas? Mañana tienes escuela-.
- Haa… go-gomen nii-chan-decía agachando la mirada un tanto avergonzado-.
- Vamos, Setsu no sea duro con el chico –
- Veía como se acercaba a mí. Ahora de frente podía ver sus ojos, su mirada amable pero decidida hacia resaltar ese color verde intenso que los coloreaba, esta vez sentía como el color subía a mi rostro, recordaba que solo llevaba la pijama puesta sintiéndome aun mas avergonzado y antes de poder irme nii-chan me tomaba de un brazo acercándome hacia él-.
-Hyde-chan él es Johns Alfred es un viejo amigo de la escuela de medicina y vino a Japón a quedarse un determinado tiempo-
-Es todo un gusto- decía dando a relucir su perfecta sonrisa-
-E-el gusto es mío- decía en voz baja sin poder mirarlo de frente- soy Osaki Hyde
-Su sonrisa volvía aparecer- ¿Cuántos años tienes Hyde-chan?-
-Lo miraba algo sorprendido imaginaba que el ya sabía mi edad por nii-chan- 13… aun –sonreía con orgullo- en unos cuantos meses cumpliré 14.
-Nii-chan se acercaba para hablarme- Hyde-chan él atiende a los chicos que están en una situación como la tuya, les da tratamientos para que el dolor sea menos fuerte-
-Lo miraba sonrojado, no me gustaba hablar abiertamente sobre eso, y tampoco me gustaba que mucha gente la supiera, simplemente asentía sin poderlo mirar nuevamente a los ojos-
-El se agachaba para poder quedar a mi altura- Hyde-chan no debes de avergonzarte es bastante normal a muchos otros les puede pasar- se acercaba un poco más a mí para hablarme al oído- ¿Te cuento un secreto?- asentía de inmediato sintiendo como el color se hacía más fuerte en mi rostro- yo no salí de esa situación hasta que cumplí los 14-
-Lo miraba con asombro era una persona muy bien parecida era imposible que siguiera con esa situación hasta tal edad- ¿Alfred-sensei también tuvo dolores fuertes y enfermaba con facilidad?-
-Me sonreía- Tuve muchos desde los 11 en adelante- se ponía de píe-No te preocupes Hyde-chan encontraras al indicado-
No sabía que pensar, ni que hacer, pero esta persona me había cautivado, provoco que mi corazón latiera más rápido de lo normal. Eso dolía no lo había sentido así desde aquella persona… la cual el tan solo recordar su silueta me pone mal, hace que mi corazón sufra a cada latido; sin embargo no puedo decir que las cosas irán como yo quiero ni tampoco sé si lo que siente mi corazón es ese tipo de sentimiento o solo sea algún tipo de admiración.
Era una mañana fresca, las 3:30 volvía a la cama después de despedirnos de él, mis ojos se cerraron pensándolo, quizá mañana sea nuestro siguiente encuentro; reía ante tal pensamiento-imposible- decía para aterrizar en la realidad y después caer en un profundo sueño.