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Y En Soledad Me Lamento por DasHerz

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Notas del capitulo:

Espero este capítulo sea de su agrado a pesar del fatalismo manejado. Es un placer recibir sus comentarios. Me disculpo si fue muy larga la espera pero me parece que no fue tanto tiempo o al menos así lo percibo yo, aunque cuando nos gusta una historia a veces sentimos muy larga la espera, yo comprendo eso.

CAPÍTULO 2. Dolor

Cerró los ojos, respiró profundo, todo eso en un último intento de relajarse; aun consciente de que aquel aire que llenaba sus pulmones no era nada gratificante,  tomó un respiro más.

Sus ojos se perdieron en el rojo horizonte, por un momento su mirada recobró brillo, esos dorados ojos ahora parecían resplandecer con auténticos destellos de oro, el miedo se había ido ya. Apretó los puños renovado de fuerza, de una fuerza fatal. Se había cansado de huir, se había cansado de esconderse… se había cansado de esperar. 

Decidió que se marcharía definitivamente, llevaba demasiado tiempo en el mismo lugar y aferrarse a los recuerdos no le hacía ningún bien, tan sólo le dejaban un permanente y amargo sabor de boca.

Ni siquiera se molestó en empacar sus escasas pertenencias sabiendo que no las necesitaría, se limitó a echar una rápida mirada a lo que había sido su refugio por tanto tiempo; dejaba casi todo, esperando sus cosas  le fueran de utilidad a alguien más, si es que acaso quedaba alguien más por los alrededores. Se alejó despacio cargando únicamente con su arma en la pretina del pantalón, una Baretta 92 que le había sido de ayuda muchas veces.

Caminó sigilosamente, se podría decir que la tierra apenas percibía sus pasos, ser sigiloso al caminar se volvía costumbre cuando tu vida claramente había dependido de ello por tanto tiempo. Mientras se alejaba se giró para dar un vistazo más a la calle que recorrió tantas veces cuando era niño, vio su deteriorado refugio y a unos metros más… el enorme cráter que había quedado en lugar de su hogar. No pudo contener dos o tres lagrimas que surcaron su rostro, delineando su barbilla y encontrando su final en el árido suelo. Retomó el paso mientras se dedicaba a recordar…

Un solo instante.
Un último grito.
Una vida arrancada.
Millón de lamentos.

-Fuiste un enemigo digno para Zim a lo largo de estos años. La purga orgánica ya ha iniciado conmigo a cargo como lo dicta la tradición en Irk. Se me permite llevar a un prisionero como trofeo por mi triunfo… y escogí al Dib por supuesto… Ven conmigo humano, ven con Zim, te mantendré a salvo, te daré lo que necesites, lo que me pidas pero debemos irnos ya.

Las palabras del alienígena eran sinceras y necesitaba una respuesta, un “sí” de preferencia pero todo estaba mal. El humano frente a él estaba afectado, lo había perdido todo en segundos; a su padre, su hermana, su hogar, conocidos e inclusive la misión y título que él mismo se había conferido al autoproclamarse protector de la Tierra.

-No- Respondió de inmediato con una voz cargada de ira, sin mirarle a los ojos, sin dar tregua o pensarlo siquiera una segunda vez. Se arrepentiría de eso por siempre.

Quizá si hubiera sido en otras circunstancias o si se lo hubiera preguntado de otra manera… si Zim no lo hubiera acorralado de esa forma tan inhumana pero… Zim no era humano, de qué otra forma habría podido actuar un soldado de su clase, un invasor.

Creía haberle hecho un bien al humano al deshacerse de aquellos que lo habían lastimado pero en realidad, había destruido su mundo y por ende una parte de él. Todo era muy reciente, jamás pactaron amistad alguna, eran eternos Némesis ¿O no? ¿Por qué ahora?

Había pasado esos meses en vela esperando el regreso de Zim, enojado con el Irken por haberlo dejado solo entre tanta gente, entre tanta estupidez, extrañando las riñas, los planes de conquista e incluso los apodos. Y justo cuando ya había aceptado la partida de Zim, después de repetirse hasta el cansancio que ya no volvería… de convencerse de ello… ahí estaba frente a él prometiéndole lo inimaginable y pidiendo lo acompañara como un… ¿Un trofeo había dicho?

Las extremidades biónicas se plegaron dentro del PAK del Invasor dejándolo libre. Zim habría deseado propiciarle una paliza y llevarlo consigo a la fuerza después de ese rechazo pero no se atrevió, su humano no estaba listo y quizá él tampoco. Aunque en un futuro se arrepentiría de no haberlo hecho.

-Completé mi misión… después de que concluya la purga orgánica los altos me mandarán a otro planeta en una galaxia lejana, no volveré a esta sucia Tierra, sabes lo mucho que la odio…

-Entonces no hubieras regresado- Dijo en voz  casi inaudible, sentado en el piso y mirándole con odio y tristeza mezclados.

-Entonces me voy- Respondió Zim con falsa calma y se dio la vuelta dispuesto a marcharse. Dib se puso de pie y por un momento sus pies lo traicionaron y dieron 3 pasos vacilantes hacia el Invasor, pero se detuvo.

-¿Y Mary?- Preguntó GIR con lágrimas en sus ojos. Ya había calentado los motores para que la nave pudiera despegar cuando su amo dispusiera de ello.

-No vendrá con nosotros GIR… prepárate para despegar- Respondió mientras subía a bordo. Cerró la escotilla, tomo los controles y la nave comenzó a despegar encontrándose a 4 metros del suelo. Para ese momento Dib ya se había arrepentido de aquél “no”, habría deseado correr hacia la nave y decirle a Zim que iría con él, a donde fuera. No quería quedarse solo, no una vez más, el simple pensamiento de Zim marchándose de nuevo le causaba terror… y fue ese mismo terror el que selló su destino, ese mismo terror pareció coserle la boca, le paralizó de pies a cabeza y no pudo hacer más, su cuerpo no respondió.

Zim le sonrío cálidamente, no había maldad alguna en aquel gesto, nadie le había sonreído nunca de esa manera; aquello no parecía un adiós, parecía un hasta luego. En el cielo se escuchó una detonación seguida por un gran destello, la nave se había ido. Dib jamás olvidaría esa última vez que lo había visto.

La imagen de un ángel
de sonrisa eterna,
la dulce inocencia
el cielo en sus ojos,
no logro entenderlo.

-Será mejor que sobrevivas estúpido humano cabezón- Gruñó Zim mientras trataba de contener las lágrimas, él era un Invasor, no podía mostrar esa clase de debilidades, aunque la impotencia y la rabia lo carcomieran por dentro.

-¿Por qué no lo trajo con nosotros? Lo hubiéramos traído por la fuerza… ¿de verdad no volveremos a verlo?- Dijo GIR aún triste sosteniendo la pistola que disparaba contenedores en forma de burbuja.

-Jajaja- Rio Zim divertido.- No te creas GIR, sí lo consideré, pero al final entendí que no estábamos listos, al menos no de momento. Tengo ahora otros planes, será complicado y peligroso… pero si lo logro… si tenemos éxito, podré mostrarle al Dib-mono un mundo que pueda comprender y entonces volveré por él y no tendrá más opción que venir conmigo. ¡Porque yo soy Zim!

...Ojalá Dib hubiera escuchado esa promesa, ojalá Zim se lo hubiera hecho saber de alguna forma, con más que una cálida sonrisa al menos, pero no fue así. Para Zim que tenía una “corta” existencia de 16 años Irken, 159 años humanos, 1 año terrestre pasaba casi de manera imperceptible. Pero no así para un humano cualquiera, no así para Dib que había tenido que soportar un año de infierno, un año de soledad y persecución donde su espíritu se desmoronaba cada vez más en trozos más pequeños e irreparables, el mundo había cambiado y el pálido chico amante de lo paranormal había cambiado con él.


Que oscuro motivo,
puede a la razón.
Ya no hay esperanza,
sólo desesperación.
Sólo impotencia y llanto.

Caminó por una hora atormentado por sus recuerdos, aquello ya se estaba haciendo una costumbre últimamente. Trataba de reconocer los lugares por los que pasaba pero ya no se escondía más, caminaba por la zona como si de un paseo se tratara, por fortuna no había nadie cerca, ni personas, ni Irkens dispuestos a atacarle, si así hubiera sido, esta vez no se habría defendido de su furia ciega.

Estaba cansado, su boca estaba seca pero esta vez no había cargado con provisiones para el camino, gotas de sudor resbalaban por su frente, respirar dolía, mover su cuerpo dolía y ese abrazador  aire caliente que cubría al planeta no  contribuía positivamente.

Finalmente llegó a donde quería, uno de los lugares más significativos de su infancia, el parque o lo que quedaba de el. En ese lugar se había encontrado varias veces cazando leyendas, tratando de establecer contacto con vida inteligente de otros planetas o bien simplemente iba ahí para recostarse, cerrar sus ojos y descansar un rato de las continuas desilusiones de la vida. Su sorpresa fue grande al observar el lugar, no había ni un solo árbol con vida, solo veía troncos con ramas secas por todas partes, pedazos retorcidos de metal que anteriormente habían sido juegos donde los niños pasaban las horas divirtiéndose alegremente, el panorama era desalentador.

Y entonces lo vio, al centro de todo, su lugar favorito; el árbol en el que solía descansar. Su árbol.

Se forzó a correr con fuerza hasta llegar a el, se abalanzó sobre el frondoso tronco de madera, sus brazos no alcanzaban a cerrar ese abrazo, en su tiempo fue un árbol hermoso y ahora solo era madera seca y sin vida. Lloró desconsoladamente, lloró como nunca había llorado en su vida, descargando todo el dolor que había cargado, abrazado a ese árbol con su escasa fuerza, no le importó que pudieran escucharlo, no le importó nada. Abrazaba a su soledad, abrazaba su muerte. Hasta que ya no le quedaron lágrimas.


No quedan más lágrimas que derramar,
cansado de amar no encuentro otro final
y el dolor, se acrecienta.

 

Sí, se había cansado de huir, se había cansado de esconderse y se había cansado de esperar a ese ser que no volvería jamás, a su Invasor. Pero sobretodo, se había cansado de vivir.

Ya había sido demasiado, dolía demasiado. Las lágrimas se secaron rápido en su rostro dejando huellas de su llanto, miró su árbol y sonrío momentáneamente, no duró mucho esa sonrisa. Tomó entre sus manos aquella arma, aquella amiga, su única compañía y le agradeció por sus servicios para después meterla dentro de un hueco del árbol.

Subió a una de las fuertes ramas del árbol y ahí se sentó, era el lugar indicado, pasó sus dedos delineando las líneas de un viejo dibujo de un OVNI que él había tallado ahí. Se  despojó de su cinturón y soltó varias correas que decoraban su pantalón para armar una sola, un único lazo el cual fijó a la rama sujetándola firmemente.

Pasiones ahogadas sueños por realizar
así lo deseo,  por fin descansar
ya no más sufrimiento.

Miró al cielo y pudo ver un montón de puntos rosas, púrpuras y magentas en la lejanía. Él sabía lo que eran… Naves Irkens. Era el día, soldados élite del Imperio llegaban a la Tierra para tomar sus estaciones, ahí se entrenarían por algunos años antes de convertirse en Invasores, eso si pasaban las difíciles pruebas.

-El mundo se acabó- Señaló Dib con profunda tristeza, con ellos llegando no quedaba lugar para la raza humana, matarían a los pocos que encontraran como lo habían estado haciendo los que ya estaban aquí.

Ató el otro extremo del improvisado lazo a su cuello, de manera especial formando su propia horca. No dejaría que esos seres tomaran su vida, sólo existía un Irken con el derecho a tomar su vida si así lo deseaba, pero ese Irken estaba muy lejos de ahí.

-¡¡¡¡¡ZIIIIIIIIIIIIM!!!!!- Gritó con fuerza y dolor utilizando todo el aire de sus pulmones y luego… saltó.

Me arrojo al vacío.
La cuerda se tensa.
Un leve latido.
Es mi último aliento.

-¡HUMANO IDIOTA!- Gritó Zim que ya había cortado la cuerda y lo sostenía ahora en sus brazos, lo recostó en el piso aun utilizando sus brazos de apoyo, estaba de rodillas junto a él.

Aquello que Dib había visto acercarse eran las nave escolta del Invasor, que ya no portaba más dicho título. Seguía con vida y abrió sus ojos con dificultad para poder mirar a aquel ser que lo sostenía cálidamente entre sus brazos.

-¿Z-Zim?- Pronunció entrecortadamente y con un hilillo de voz seguido de un ataque de tos que sacudió su cuerpo con violencia. Zim lo sostenía con fuerza y por primera vez no contenía su llanto. Cuando la tos pasó se quedó quieto, muy quieto.

-Sí cabezón… S-soy yo ¿Q-qué hiciste?.. Grandísimo idiota- Lo regañó mientras le revisaba de arriba abajo sin entender muy bien aún el por qué el humano estaba ahí colgado y por qué no se levantaba si ya le había quitado aquel lazo que había lesionado su cuello con severidad. No comprendía que el cuerpo de Dib ya no tenía fuerza, no había comido ni se había hidratado bien últimamente, no podía luchar por más que quisiera… ya no.

Dib sonrío aún no muy seguro de si se trataba de una alucinación o no, si así era que alucinación más hermosa. Tenía sueño, sus ojos querían cerrarse pero los obligaba a que no lo hicieran, no quería perder ni un solo detalle del hermoso rostro de ese ángel, de su Zim. Sabía que trataba de decirle algo, veía sus delgados labios moverse pero no lograba escuchar lo que le decían, de hecho no escuchaba ni un solo ruido, todo era tan tranquilo… tan pacífico y tan luminoso, tan brillante…


No quedan más lágrimas que derramar,
cansado de amar no encuentro el final
y el dolor, se acrecienta.

-G-gusano… ¿Qué tienes?- Preguntó Zim al ver sus pupilas dilatarse y su pecho dejar de moverse. Lo sacudió suavemente, luego con un poco más de fuerza. –D-Dib… ¿D-Dib?... ¡¡¡¡¡DIIIIIIB!!!!!- Su grito rompió en un sollozo ahogado, se abrazó con fuerza al cuerpo de su chico y lo meció suavemente, como si tratara de reconfortarlo, como si lo arrullara. Acarició sus cabellos negros, en especial ese mechón con forma de guadaña que tanto le gustaba, sintió su calor por primera y última vez antes de que se desvaneciera, miró esos hermosos ojos dorados que reflejaban el cielo rojo, los miró hasta que se opacaron, hasta que su mágico brillo se perdió…


Pasiones ahogadas sueños por realizar
así lo deseo, por fin descansar
ya no más sufrimiento.

Caminaba con rabia de lado a lado, sin separarse mucho del árbol que acobijaba bajo su escasa sombra el cuerpo de su Dib. ¿Por qué había pasado aquello? ¿Por qué no lo había esperado?  Se detuvo un momento y contempló sus ropas ¿De qué servía ser ahora el más alto? ¿De qué servía ahora tanto esfuerzo? Todo lo había hecho por ese humano, había desafiado al Imperio… a sus líderes ¡Por él! Habría desafiado a todo el Universo por él… ahora que podía mostrarle un mundo que pudiera comprender, un mundo lleno de maravillas, un universo hermoso que continuaba en expansión, un universo para ellos.

¿Por qué no lo había esperado?

Se quedó estático unos momentos ante una revelación que estalló casi frente a sus ojos. Su Dib lo estaba esperando, el humano nunca dejaba de hablar de fantasmas y de vida después de la muerte o mejor dicho… vida después de la vida.

Se hincó a su lado y respiró profundo, miró el cielo rojo, miró las naves estáticas que permanecían en la cercanía esperando sus órdenes, sin saber que no había más órdenes que esperar.

Llevó sus manos a su espalda, sujetando su PAK… tiró con fuerza desprendiendo ligeramente aquél artefacto que lo mantenía con vida,  tratando de no pensar en el dolor, este no duraría mucho; tiró una última vez con toda la fuerza que pudo. Los cables se arrancaron de su espalda, aquellos cables que lo unían a su PAK tronaron sacando un montón de chispas, arrojó el artefacto lejos, ya no le servía de nada. Escuchó a sus soldados que le llamaban con desesperación, escuchó a GIR que lo llamaba a gritos, tan asustado… pero estaba con Skoodge así que estaría bien, su mano derecha lo cuidaría bien.

Y ya no escuchó nada más, se recargó en el árbol apretando el cuerpo de Dib contra el suyo y cerró sus ojos…

Tiempo,  que arrastrando te llevas mis sueños.

Por qué vas sobando el pasado.

La inocencia enmudece y me dejas…

desnudo ante mi soledad.

FIN.

Notas finales:

¿Por qué un final de esta naturaleza? Porque es hermoso. Tanto dolor, tanta tragedia. Espero sea de su agrado, las advertencias no engañan, al menos no las que yo hago. Muchas gracias a los que se interesaron en esta locura, espero les causara algún tipo de emoción o sentimiento. La canción utilizada es “Dolor” de Stravaganzza claro está.

-Dejen sus comentarios… positivos, negativos, todo es bien recibido. Y si me lo permiten.... Nos leemos más adelante.

¡Saludos!

~Herz


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