Un mundo controlado por 5 despiadados dioses, un mundo donde solo ellos existían.
La humanidad era cruelmente sometida a sufrir para disfrute de ellos, debían vivir catástrofes y torturas que no sabían de donde provenían, solo que alabando a esos cinco dioses quizás todo acabaría.
No podían estar más equivocados.
Hace miles de años, antiguas escrituras dicen que el mundo vivía en paz con cinco dioses, Kai, Uruha, Ruki, Reita y Yune, que vivían en la tierra ayudando a los humanos y brindándoles el placer de escuchar su música, que, según cuentan las historias, era lo más hermoso que se podía escuchar, música que te llegaba al alma y te hacía sentir vivo; también dicen que siempre fue así. Pero las escrituras estaban equivocadas, no siempre fue así.
Los humanos empezaron a agobiar a los dioses, pidiéndoles favores y música sin descanso, haciendo que estos se cansaran, y empezaran a notar que les estaban usando como un objeto de ayuda, que no les querían. Esto afectó profundamente a los dioses, que aún a sabiendas de que solo eran utilizados, ayudaron a los humanos aún más, por miedo a perderlos. Les amaban demasiado.
El paso de los años hizo que ese enorme y según decían, eterno amor se desvaneciera lentamente, y gota a gota fue reemplazado por odio.
Un día, ese día en el que los humanos osaron proclamarse a sí mismos dioses, su odio estaba completo y explotó.
Los mataron a todos con sus propias manos, primero fue rápido, les mataban decapitándoles; luego descubrieron, para desgracia de la humanidad que el verlos sufrir les encantaba, reían a carcajadas entre ellos mientras cortaban dedo a dedo a su víctima,-siempre frente a sus familias, claro- luego los brazos, utilizando sus mágicos poderes para mantenerlos vivos y sufriendo.
Un día, aburridos decidieron volver a donde pertenecían, un lugar intermedio entre la tierra y la nada, donde podían hacer todo, TODO.
Desde allí usaban su música a modo de tortura, para que eso que un día les brindó paz y diversión, ahora les asesinara, estuvieran los humanos conscientes de ello o no.
Takashima Kouyou, Dios de la guitarra, en sus días de bondad se enamoró perdidamente de un humano al que llamaban Shiroyama Yuu, convirtiéndole en un Dios de la misma clase que él, aquello estaba prohibido y Yune, quien era originalmente uno de los cinco dioses, -Dios de la calma y responsabilidad- se opuso a ello y Uruha le mató, colocando a Aoi en su lugar, como su eterno compañero de cuerdas y amante.
Mientras el sonido de Uruha producía fuego a su gusto, el de Aoi producía hielo. Al fin y al cabo, los opuestos se atraen, ¿no?
Uke Yutaka, Dios de la batería y en su época, la persona más amable y risueña del mundo, ahora un cruel dios que disfruta más que nada en el mundo ver correr la sangre de sus víctimas. El sonar de su batería produce increíbles terremotos y tsunamis, deslizamientos de tierra; Tierra y agua.
Suzuki Akira, Dios del bajo, el menos sangriento pero no por ello menos cruel, le daba igual la humanidad y aunque casi siempre disfrutaba observando desde su asiento como era torturado el humano de turno, terminaba aburriéndose. Las graves notas de su bajo producían tormentas eléctricas, era el ser más veloz sobre la tierra; Tenía el elemento rayo.
Y por último Matsumoto Takanori, Dios de los 5 elementos, podía manejar con su cantar agua, tierra, hielo, fuego y rayo, tenía un voz que se podría denominar celestial, aunque las cosas celestiales son buenas, ¿cierto? Su -de a momentos- inocente rostro engañaba a cualquiera.
Un día, estos cinco dioses aburridos de los humanos, aburridos de llenar sus manos de sangre decidieron hacer algo grande, algo que acabaría con todos, una película perfecta a la que ellos tenían pases VIP en el rodaje.
Acabarían con ese mundo, y luego -claro- crearían otro, de diferentes formas y maneras.