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Please don't go por Himawari

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Notas del fanfic:

¡Feliz Navidad!

Notas del capitulo:

Ori este es para ti

Pasó su dedo índice por su labio inferior, su mente le gritaba que dejara de llorar, que dejara de temblar como niño y regresara a sus cabales pero empeoraba conforme el reloj avanzaba. Sus cabellos castaños no eran ajenos a su estado, se veían gastados; sus ojos ya no tenían el brillo tan peculiar que incitaba a conocerle. Estaba así porque le amaba y se había visto obligado a estar dentro de ese juego, a pesar de que sabía que él saldría perdiendo todo, incluso su propia vida estaba disputándose entre luchar o no. Comprendió demasiado tarde que los celos destruían por dentro a las personas como una bacteria hasta dañar por completo su ecosistema, fue su falta de confianza que le llevó hasta la traición. Era cuestión de tiempo de que todas las mentiras salieran a la luz pero por ahora esas actuaciones ahora le pasaban la factura y comenzaba a dudar si seguiría con vida para cuando llegara el final. Deseaba más que nada poder llegar y abrazarle, besarle como se le diera la gana sin tener el miedo que ahora le circulaba por todo su cuerpo, pero vamos, eso era una mera ilusión.
Maldecía una y otra vez a Onew pero no ganaba nada, ya estaba hecho pedazos.

Se levantó de la cama y se dirigió al estudio, y arrojó el vaso con agua nada más entrar ahí, donde quiera que diera su vista ahí estaba. ¿Cómo no enamorarse de él? En cualquier rincón estaba el rostro de Minho con esa sonrisa que solamente mostraba para él cuando llegaba la hora de pintarlo, con esos ojos que le decían muchísimo más que las palabras. Se quería aferrar a ese tesoro tanto como quería de nuevo su libertad pero ya era demasiado tarde, acercándose a la derecha destapó su primer trabajo, ese lienzo que se mantenía escondido de ojos ajenos y era su favorito, de no haber sido por ese retrato no se hubiesen conocido, antes de darse cuenta ya había separado el lienzo de su cuadro, lo abrazaba casi como si fuese el verdadero, cada vez que la realidad le tocaba la puerta quería fundirse con la nada, para no ver, para no sentir más su sufrimiento y dejar de existir. Se acercó con dolor a todos sus recuerdos y prefirió hundirse en ese espacio donde solamente estaba él y Minho. Mientras lo apretaba contra sí creyó, por una milésima de segundo haber escuchado su voz llamándole, se puso de pie mirando a su alrededor y una vez más estaba solo.

Tarde o temprano llegaría y entonces su vida terminaría. Estaba jodido. Detuvo su llanto por unos instantes y pronunció su nombre y la nada le contestó con un escalofrío que le recorrió toda la espalda, miró el reloj y eran las nueve de la noche. Su mente regresó a la fuerza y con los pies bien puestos sobre la tierra comenzó a desnudar las paredes, todos esos recuerdos que permanecían en los lienzos los apartaría de su vista y comenzaría de nuevo. Los apiló en el centro del escritorio y solo una vez más, tan solo una última vez quiso retratarlo en un pedazo de tela. Su mano le temblaba, el color blanco de las paredes le mareaba y le desalentaba a seguir pero esa sonrisa y el movimiento de cabeza que siempre le convencía era lo que tenía en mente y así lo trazó. Como en su fantasía que ya casi dejaba de existir, dejó un pedazo de ternura en cuanto se trataba de su mirada para ver si se volvía a apoderar de él y confiar como antes.

 

Cada paso era una tortura y después de haber dejado en esa caja su vida no sabía que más hacer. Por el momento su única compañía era esa botella de vino que tenía reservada para ocasiones especiales y más especial que esa ya no habría, el metal era frío, el gatillo tentador y se preguntaba cómo sería disparar ¿habría alguna chispa? El arma la hizo extraviada del local de sus padres con la intención de no devolverla. Con cada sorbo trataba de disolver esa bomba de emociones que se le acumulaba en la garganta, estaba por llegar al punto medio. Se mordió la lengua y se ató mentalmente las manos para no tomar el celular y no llamarle para contarle la verdad, para no despedirse porque sabría que entonces iría para salvarle y él ya no tenía nada más para recuperarse. Dejó caer su cuerpo al suelo, quitarse la vida se veía algo muy fácil y tranquilizante pero algo más dentro de sí no le permitió apretar el gatillo y terminó por arrojar el arma lejos de su vista, oídos y cuerpo. Sonó el timbre, la voluntad de su cuerpo se esfumó, bebió el resto de la botella y se fue a abrir la puerta. Mierda, pensó al ver que era su verdugo. Intentó cerrar la puerta pero no fue lo suficientemente ágil como para lograrlo, quiso huir en ese momento pero un golpe lo regresó dentro del apartamento.

 

—Así que así se siente después de haber engañado —Dijo tratando de aminorar la tensión entre él y Onew, lo dijo con la esperanza de terminar con el calvario y pasar de la rutina. Se encogió en su lugar, lamentaba que no estuviese con él, le ardía el corazón al encontrarse con la soledad.

—¿No es maravilloso? —Le contestó socarronamente—. ¡Mírame bien Key! Así son las cosas. No aspires a algo más.

—¿Crees que soy estúpido? No lo hago por mí lo ha…

—Lo haces por él ¡Ya lo sé! Pero él no tiene ni idea de lo que pasa entre nosotros y así vive feliz, en el fondo la rabia de que no te ame debe estar carcomiendo tus entrañas. No sabes lo difícil que se lo hiciste con tus celos que le asfixiaban cada día.

—Ni siquiera le agradas. ¿Crees que alguien realmente pueda fijarse en ti? Tal vez, aunque sea imposible, si te hubiese conocido antes hubiera podido enamorarme de ti, cuando tenías una faceta completamente distinta a esta, debe ser agotador tener que fingir ser un monstruo —Le atacaba con palabras porque era la única manera que tenía para defenderse y sabía que era como podía hacer que bajara la guardia—, y cuando menos te lo esperes te quedarás solo otra vez. Soy incapaz de lastimar a Minho.

—Pero lo hiciste, lo que tanto te daba miedo lo hiciste. ¿Crees que él va a seguir con vida para ver cómo te derrumbas por tu cuenta? Créeme será mejor que sigas así porque no va a volver.

Creyó desvanecerse al escucharle, porque no debía de ser así, él ahora mismo tenía que estar con su novio, mejor dicho con su amante, y disfrutar de lo que tenían y sin embargo, ahí estaba siendo arrastrado hasta la habitación, ebrio, pensando en su mundo. Todos sus órganos estaban destruidos de tanta desesperación, tanto odio hacia Onew que ni siquiera sabía que podía odiar así. Siempre le hablaba tan firme y con una voz que era tan distinta a la que le conoció. Y era mentira porque Minho siempre le decía lo mucho que lo amaba y lo mucho que sentía no poder estar a su lado pero su error fue no haber confiado en sus palabras desde un principio, como debió haber sido. Toda su vida era un fracaso.

Mordió sus labios cuando sintió esas manos que le comenzaban a recorrer su cuerpo, se sentía tan sucio, no importaba cuantas veces se bañara seguía estando igual de sucio, de rastrero. Hizo un mohín de horror cuando Onew le bajó los pantalones, normalmente no lo hacía tan rápido, normalmente lo torturaba mentalmente, haciéndole repetir el nombre Minho una y otra vez para que tuviera presente su traición, le obligaba a mirarle a los ojos cuando le besaba a la fuerza y se perdía en su cuerpo, mientras él se perdía en su mente.
Ocho marcas rojas se hicieron en su espalda, ya estaba tan acostumbrado a que le hiciera eso, comenzó a llorar de miedo, repitiendo ese nombre que era un tabú.

Era el juguete favorito de Onew, le gustaba tanto como sabía su piel, como lloraba por piedad, era irresistible a sus intentos fallidos de querer escapar, conocía a la perfección cada parte de ese cuerpo que ya no tenía la misma esencia de antes y siempre estaba tan ensimismado a querer hacerlo suyo que ni lo había notado. La mente de Key era muy frágil y bastaban simples comentarios para hacerle dudar y ponerse a la defensiva, a la larga esa estrategia dio como resultado la separación.

La primera vez que vio a Kibum y a Minho se le partió el alma, no esperaba que llegara a ser víctima de semejante “traición”, comenzó a seguirlo como una esposa paranoica y en cuestión de días dio con ese departamento de donde no veía salir a su novio hasta el anochecer, tenía una vida de amantes con su novio y con él la tenía de novio, iban a pasearse por la ciudad y regresaba a casa sin ganas de nada, cada vez que les veía juntos se moría de rabia porque se veían tan felices y se aseguró que esa felicidad no era la misma que cuando ellos salían, pero su problema residía en su cabeza, dentro de ésta su visión de la normalidad era muy distinta. Kibum jugaba con ambos cuando en realidad no era así. Cuando apenas se sostenía cada día sin tener que vigilar las llamadas o mensajes que recibía Minho.

 

 

Inconscientemente Key logró empujarlo y cayó al otro lado de la cama, a pesar de haber estado ebrio todavía era capaz de sentir ese dolor cada vez que era destrozado por las manos de Onew, quiso huir de la habitación como si tuviera la posibilidad de hacerlo. El castaño se levantó del suelo y corrió a detenerlo, lo pegó contra la puerta y lo besó hasta hacerle sangre en los labios.

—Que valiente te has puesto —Se burló y le dio la vuelta, bajándose no solo sus pantalones sino los de Key también—, veamos si con esto también te dan ganas de huir. Ya sabes que puede pasarle a Minho si tú me dejas.

El joven dio un alarido de dolor, las lágrimas se fusionaban con los gemidos de placer que escuchaba a su espalda, escondió su rostro de vergüenza. Tenía meses que ese ser grotesco llegaba y le violaba y se dejaba para mantener con vida a Minho, era su secreto más oscuro, era lo que más quería gritar y no podía hacerlo. Fue llevado hasta la cama y de un golpe subió hasta darse de bruces contra la pared, recibió un par de bofetadas más y nuevamente lo atacó con fuertes profusas embestidas. Todo se volvió oscuro y cuando despertó estaba solo de nuevo en la habitación, todo su cuerpo le daba punzadas, ni quiso prender la luz pues no quería ver el daño que le había hecho, a tientas se vistió y salió. El corazón se le detuvo al ver que su verdugo estaba sentado todavía en el sofá, mirándole fijamente.

—Seguro que mañana vendré otra vez y espero que mínimo sirvas para algo —Le dijo despidiéndose con un beso repulsivo, ni siquiera alguien que se dedicara al negocio de la prostitución aguantaría tanto. Como plomo se dejó caer en el suelo y no levantó hasta el amanecer. Cada vez que se miraba al espejo algo en él cambiaba drásticamente, su mirada, su sonrisa se habían perdido a la primera. Deseaba que al abrir los ojos lo primero encontrar fuese a Minho dormir a su lado, tan solo una vez más. La próxima vez que durmiese despertaría a su lado, aunque fuese en un sueño. Le era prácticamente imposible sonreír.

 

 

 

Minho movió las sillas para acomodarlas y carraspeó para llamar la atención de su reciente compañero de piso.

—¿Dónde has estado? Ya es tarde —Preguntó y se sentó cerca de él, ya sabía la regla si se sentaba demasiado cerca sin permiso pagaría caro con esa ofensa e incluso con esa sola pregunta se arriesgaba ya a más.

—Por ahí ¿Qué te hace pensar que te voy a responder? —Su voz parecía adquirir una dualidad tenebrosa y alegre, tanto Minho como Key eran capaces de descifrar cual era cual.

 

Siempre le terminaba encontrando, por más que tratara de huirle Onew aparecía y le llevaba de regreso a casa. El miedo logra tener un efecto en la mente y en el organismo a tal grado que hace un cambio radical, Minho pudo haberse salvado de él pero en cambio le tuvo lástima, lástima de que no tuviera a nadie y terminara por quitarse la vida y solamente por eso se hizo su amigo pero las cosas dieron un giro del cual no pudo escapar. Le quiso salvar y tuvo que abandonar la relación que tenía con Key, al final le destruyó y se destruyó con esa ayuda que no sirvió para nada. Quería escuchar la voz de Key, mirar atrás y que ahí estuviera esperándole para irse juntos. Era vital estar a su lado. Estaba condenado a no soñar nunca más.

Una noche más, un fatídico encuentro más ya le daba igual, tener que estar “haciendo el amor” con Onew se convirtió en una obligación pero en cuanto cerraba los ojos podía estar como antes en el estudio haciendo poses graciosas para su novio, podía besarlo con libertad y podía hacer todo lo que quisiese, pero todo estaba en su mente, al menos todavía podía refugiarse en esos recuerdos. Aún si no se vieran en un buen tiempo entre la multitud podría encontrar su rostro, a tientas podía reconocer esos labios tan finos que le esperaban con convicción a pesar de estar en esa situación.

Onew, mientras le penetraba no podía sacarse de su mente todo lo que hizo en el día. Se levantó de ahí y juntó su ropa y se vistió mientras corría a la salida de la casa, ahora era él quien se encontraba llorando. ¿Qué diablos pasaba dentro de sí? Flaquear no era una opción. Su corazón se tamborileaba en su pecho sin control, era ajeno a todas las miradas que le rodeaban, ajeno a todo el daño que les causó, tenía mucho tiempo pensando en cómo detener esa locura pero ya no supo cómo hacerlo así que solamente siguió con lo que hacía, y entonces veía esa figura lánguida bajo su cuerpo, llorando y rogando por salvarse, estaba asustado de su mismo, Key tenía razón era un monstruo y nunca debió haberse hecho amigo suyo pero estaba enamorado, enamorado de una persona delicada, vivaracho y poseedor de un espíritu admirable. Perfecto, así era como veía a Kibum, Key, solo a él. Esos ojos oscuros le habían mencionado un imposible, algo que él mismo se encargó de mantenerla así desde un principio.

 

 

Sus amigos le invitaban a sus salidas a la fuerza, era parte de su personalidad ser el primero en querer pasar una noche con ellos y divertirse, buscaba una manera para saber cómo estaba él, porque parecía estar mejor pero en realidad en cuanto llegaba a casa solo, sin nadie con quien hablar su pecho le dolía y comenzaba a llorar de nuevo. Tomó un bolígrafo y un papel y escribió un poco para calmar su pena, una vez que terminó lo leyó en voz alta. Su corazón se desgarró con cada palabra pronunciada.

 

Minho ¿Dónde estás? Te echo de menos. Y hago esto aún sin saber si lo leerás alguna vez o no pero tengo la pequeña esperanza de que sí sucederá, incluso si ya no estoy aquí…
A veces siento que fue una mentira, que todo lo que pasó ahora es esfumó y mientras escribo estas líneas reitero mi pasado con gran pesar.
Hubo miles de palabras que salieron de nuestros labios y ahora me pregunto qué tan ciertas fueron en ese momento y creo que las últimas que dijimos fueron las más sinceras que hayamos dicho, aunque parezcan mentiras. Quiero tu perdón por mi comportamiento y mi falta de confianza, no puedo estar tranquilo sin saber dónde te encuentras.
El dolor es vital para la vida, pero no quiero que se apodere de mí ser, no me quiero morir, quiero vivir y no tener que atormentarme entre los desvelos con esas dudas y esas esperanzas que jamás existieron después de nuestra partida.
Jamás existió algo real.
La herida se conmovió ante tanto sufrimiento pero no fue capaz de apagarse por sí sola, la brecha sigue acosándome mientras viva y ese arrepentimiento de no haber mejorado en lo absoluto no desaparecerá.
Necesito repararme.
Y no te puedo pedir ayuda, desgracia la mía.
Me agradó nuestro encuentro, pero no sé si sería capaz de repetirlo. Pasó una y otra vez, más veces de las que mi mente me puede decir.
Gasté mi valentía, gasté mi felicidad y perdí lo más preciado, algo que jamás podré recuperar y accedí a regalar y descubrí lugares relativamente nuevos y ahora mi pasado ha formado parte de tu historia y aun así nadie lo sabrá nunca.
Al final fue divertido, doloroso y acompañado de la cadencia de fricción, todo lleno de frenesí…pero nada más. Y lo destruiste.
Lo destruí.
Me destruí.
Me condené en esta soledad y me sepultaré en mis sueños donde muero una y otra vez, donde puedo cumplir mis mentas.

Quisiera cambiaría de piel tal como el mundo cambia ante nuestros ojos, y si falto yo no sé sí notaría mi ausencia.
Cambiaría de lenguaje para comprender la lógica que es completamente ilógica y, quizás, podría ser feliz.
Luz sin claridad, vida sin calidez. Lo siento, no fui capaz de decir adiós y ahora tampoco puedo decirte que te amo.
Negaré en todo momento que alguna vez hicimos algo juntos, que compartimos algo entre nosotros, fingiré que jamás exististe en mi vida porque así será más fácil de sobrellevar, pero la pena sigue entre nosotros.
Cerraré cualquier posibilidad y dejaré que las últimas palabras dichas resuenen en mis oídos por última vez y con esa nitidez que todavía recuerdo, porque no puedo olvidarlo y entonces mi corazón se endurece un poco más.
Fuiste mi primera influencia y con una palabra pude comprender que todo sería distinto, me hundí en las cenizas y ahora estoy aquí por mi cuenta.

Ese último beso se siente como un juego, casi imperceptible…casi inexistente y no eran mis labios los que te besaron esa vez, sigo sin saber que fue y no fue tu boca lo que probé en la despedida, fue algo que ya murió.

Quizás mañana deje de vivir…y todo será como si jamás hubiese existido.

 

El frío le envolvió el cuerpo y despertó en el sofá aferrándose a esa nota que jamás sería enviada. La abrazó y susurró ese nombre por una última vez. Todos sus recuerdos se limitaban a esas cajas donde sus pertenencias perecían. Necesitaba verle pero se sentía minúsculo ante todos sus sentimientos y tenía miedo de perder el control y sobre todo miedo a que Onew en realidad fuese capaz de hacerle algo a Minho.

Vas a hacer lo correcto” Pensó y con movimientos tambaleantes cerró la puerta principal del departamento, dejándole la llave al portero y se retiró sin mirar atrás. Escondía sus lágrimas bajo sus manos y dejaba que el vapor de su boca se escapara, buscaba con desesperación la felicidad, algún trozo de calidez que todavía pudiese sentir entre sus dedos pero le era imposible. Desde ese momento dejaría de ser Kim Kibum, para convertirse en nada, así no sería encontrado. Dormiría para soñar que vivía.
La calle era un caos, comenzaba a desconocer las calles, cada semáforo en que se detuvo ya le eran indiferentes, estaba bien perderse entre los rincones oscuros. Reposó su cuerpo en un banco, estaba húmedo de la nieve que había caído previamente y sus ojos le pedían que los cerrara, ya no tenía nada a excepción de una vida que ya no deseaba. Sus dedos deslizaron levemente en el suelo y sin más se durmió, temblando, asustado por primera vez en mucho tiempo sin temer en por su vida, una perfecta ironía.

 

 

Las luces de los locales desaparecieron conforme la mañana llegaba, se despertó con el cuerpo entumecido, estirando los brazos se puso de pie y caminó un poco. El aguacero se dispersó por la ciudad y de alguna manera Kibum se sentía protegido, planteaba la posibilidad de regresar a su vida una vez que el dolor dejase de doler y su mente de recordar, solamente así sería capaz de seguir adelante. Indigente, esa era la palabra perfecta para describirle. Sin darse cuenta sus pies le llevaron a su primer departamento que había compartido con Minho, cerró los ojos y se imaginó que le llegaba por su espalda con un beso en la mejilla y un saludo alegre, como era habitual.

“¿Por qué no entras a casa? Te vas a resfriar.” La voz de Minho merodeó por su interior y negó como siempre lo hacía. Abrió la boca para contestarle pero rápidamente se percató que era una ilusión, se volvía loco por no tenerle cerca. Cerró los ojos y se dejó llevar por esa reminiscencia.

 

Su martirio comenzó cuando Onew llegó a su vida para conquistarle, para apartarle de su vida, cuando sus dudas se hicieron más presentes y no podía volverse posesivo, demandaba la confianza pero no era capaz de confiar, no soportaba que se volviesen amigos íntimos pero al final no pudo evitar que Minho rompiese con su relación. Aún le recordaba con esas lágrimas en los ojos, diciendo palabras que jamás se le grabaron en su mente, abrazándole tratando de mantenerse en pie. Se odiaba a sí mismo porque eran felices pero dejó que Onew cruzará una línea más allá de la amistad normal, eso fue algo que Minho no le perdonó.
Ahogaba los gritos que forcejeaban por querer salir y trataba de despejar su mente. Cualquier cosa del pasado ya no importaba, ya daba igual cualquier circunstancia porque solo le quedaba un futuro incierto. Se preguntaba cuándo y quién encontraría sus cosas en el departamento ¿le darían por muerto? ¿Le avisarían a su familia y amistades? Se retiró del lugar y un trozó de él se quedaba ahí para calmarse con esos hermosos recuerdos. Su cálido carácter, risas escandalosas y felicidad se quedaron ahí encerrados, en una fría habitación donde pasaron las noches desvelándose, hablando, esperando por algún regreso.

 

 

 

Los vi pero no vi algún indicio de que fuesen pareja, una parte de mí se alegró pero no dejaba que tomara control sobre mí puesto que no podía fiarme de un encuentro fortuito. Quería que me viese, pero mi cuerpo se quedaba inmóvil. Le vi salir todavía acompañado de una tienda cruzando la calle, se le veía tan feliz, seguro que Onew desapareció de su vida, así como yo desaparecí de la suya. Me quedé tieso, mi cuerpo me traicionó cuando salió con su amigo y se dirigía a mi dirección. ¿Me reconocería? Di dos pasos a la izquierda con torpeza para evitarlos pero mis pies encontraron a los de un niño que rápidamente comenzó a llorar llamando la atención de todos. Sus grandes ojos marrones se encontraron con los míos, los abrió exageradamente como su boca, me miraba de arriba abajo y por primera vez en todo ese tiempo me dio vergüenza estar en esa condición tan lamentable, seguro que me daba por muerto, llevaba unos harapos gastados, ni siquiera eran de mi talla, estaba sucios al igual que el resto de mi cuerpo, era irreconocible, él seguía siendo hermoso. No me percaté que mis ojos lloraban de verle, mi corazón salía por mi pecho, al menos estaba bien. Quiso regresar pero su amigo lo haló lejos del lugar, después de todo no estaba curado. Yo deseé acercarme a él, abrazarle y aferrarme a su ser, porque ya no recordaba la última vez que lo hice, ya no podía sentir la esencia de sus labios en los míos, mi único amor se encontraba sin dar crédito a la cosa que estaba frente a él. De verdad que me había dedicado a olvidarlo.

—¿Qué pasa? —Le preguntó el chico que le acompañaba, era casi tan alto como él, tenía los ojos más pequeños y cabello largo y castaño, casi juraría que era mujer de no haber sido por su voz.

—N-Nada, solo que… —No sabía cómo terminar esa frase, sonaba confuso y completamente aturdido.

Mordí mi labio inferior y con tristeza me hice invisible entre la multitud hasta llegar a un callejón al que ya me era bastante familiar, mi corazón latía frenéticamente y lloré como hacía mucho tiempo no lo hacía, el bombeo de mi sangre lo sentía hasta mis oídos que se desgarraban con mis sollozos que no conseguía acallar. Yo sentía ese callejón oscuro como una cueva y me sentía protegido de la sociedad, menos ansioso y sobretodo menos vivo. Todos los pasos me parecían lo mismo pero los suyos se detuvieron ahí y su voz dejó escapar mi nombre. ‘Kibum’ decía una y otra vez y mis manos temblaban sin control. Tenía miedo, mucho miedo. Levanté la vista y me perdí en sus grandes ojos que me miraban llenos de lágrimas. Al salir a la calle todo me supo distinto, el viento me refrescaba de manera excepcional, no le soltaba la mano y él tampoco la mía. No pronuncié nada en todo el trayecto, solo me limitaba a mirarle fugazmente. Quise detenerme y escapar pero no podía engañarme y deseaba con locura poder estar con él una vez más. El que me sujetara una vez más de las manos y me abrazara como antes era más que suficiente para mí, me daba esperanza en algo que pareció morir años atrás.

 

 

—¿Cómo has estado? —Me preguntó y se sonrojó, no hacía falta decirlo pero le pareció una pregunta bastante tonta.

—No lo sé. ¿Y tú? Ha pasado un tiempo. Te ves bien —Le dije casi sin espacios para respirar.

—Hago lo que puedo. También te ves bien —Hizo una pequeña mueca—. Te extrañé —Soltó.

—¿Me veo bien? —Me sonrojé—. Cuando uno piensa que ha tocado fondo siempre hay algo que te dice que todavía puedes llegar más abajo. Yo también te extrañé.

—Se llamaba Lee Jinki ¿no es así? —Bajo toda la suciedad de mi rostro seguro que se pudo percatar de mi palidez al escuchar su nombre—, ¿el chico por el que me dejaste?

—Minho, yo…

—El chico que abusó de ti y cuando se cansó me buscó para amenazarme con matarte ¿hizo lo mismo contigo, no es así? Me lo confesó para después irse, no lo he vuelto a ver, no sé si esté vivo, a veces me parece que está afuera, espiándome, pero entonces nada pasa y… y pienso en ti. De verdad que llegué a pensar que te habías suicidado.

—Lo siento, de verdad —Me arrodillé en el suelo e hice una reverencia repitiendo mis disculpas una y otra vez, el pensamiento fugaz de que él hubiese considerado quitarse la vida me revolvía el estómago, me hacía sentir como un asesino. Se acercó a mí y me abrazó sin importarle mis apariencias.

—Kibum te amo —Me dijo.

—Te amo —Le contesté. Así deberían sentirse los cuentos de hadas, pensé y sonreí. Una sonrisa ligera y sincera.

Notas finales:

No es gran cosa pero espero que haya agradado :3

@lilyheebum


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