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Notas de amor por Akemi Kinomoto

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Notas del fanfic:

Para todas las fans del JongKey con mucho amor <3

Notas del capitulo:

Hola :) Vengo con un fanfic JongKey, hace mucho tiempo que estoy deseando escribir uno, dado que es mi pareja favorita y por fin se me ha dado la oportunidad :D

Seguro querran golpearme por que estoy aqui subiendo un nuevo fanfic cuando ni siquiera he actualizado los que ya tengo, lo siento, en verdad quería escribir esto.

Bueno, esta historia va a tener algo de romance, drama y tal vez un poco de comedia, espero que les guste y que dejen sus comentario para motivar a esta humilde escritora :)

Por cierto, el principio estará basado en un cortometraje que me encanto, de resto será todo producto de mi loca imaginación :D 

¡A leer!

Capitulo 1

 

Había pasado más de diez minutos desde que entré al establecimiento y aún no me decidía a ordenar. El menú era tan extenso y estaba tan dispuesto a probar todo que no sabía que escoger. El mesero se acercó por segunda vez y me preguntó si deseaba ordenar algo. Frustrado por no saber que escoger terminé ordenando un Coffe latte con mucha espuma, dudé sí escoger flan italiano o pastel de fresas pero desistí y contesté que con el café era suficiente.

Dirigí la mirada al frente aún consternado por el nuevo lugar en donde iba a vivir. Observé el panorama que me ofrecían los cristales de la cafetería. Miré a las personas caminar, la mayoría con prisa, otras con pereza y otras cuantas con cierto toque de elegancia. Me pregunté cómo sería mi vida ahora que estaría solo, sin familia, sin amigos y en una ciudad que no conocía. De pronto sentí un amargo sabor de boca, pero me recuperé cuando recordé el motivo por el que me había mudado a la bella Inglaterra: La Universidad de Bringhton.

 

Cuando apenas era un infante, mi madre me había inscrito en una academia de lengua inglesa, con el pasó de tiempo fui agarrando el gusto por el idioma inglés y cuando culminé la educación básica decidí que quería estudiar educación con especialidad en inglés; simple y sencillamente para impartir clases de dicho idioma. Y qué mejor que la Universidad de Bringhton para estudiar mi licenciatura. Sonreí con tristeza cuando recordé el momento en que le había dicho a mi madre que quería estudiar en la lejana, muy lejana Inglaterra (Para mi madre era terriblemente lejos).

 

"Oh Key, querido, te voy a extrañar tanto, ¿estás seguro que quieres ir a estudiar a ese lugar lejos de tú familia?"  En ese momento solo había abrazado a mi madre y le había susurrado lo mucho que deseaba estudiar ahí aún que eso ameritase algunos sacrificios.

 

Salí de mi ensoñación cuando el mesero llegó con mi deseado Coffee latte. Bebí apenas un sorbo y experimenté lo que es tomar un café en una elegante cafetería, en una fría tarde, en la bella Inglaterra. Se me antojó delicioso el momento. Metí las manos en los bolsos de mi abrigo tratando de ahuyentar el frío pero con la baja temperatura que sufría la ciudad era imposible.

Bebí un poco más y miré los cristales apenas polarizados del establecimiento con una mueca melancólica. La imagen de la fría calle inglesa llena de personas sonrientes en bicicleta, de ojos esperanzadores e infantiles apuntando a los juguetes de la tienda de enfrente, era tan sutil y bella.

 

Y entonces sucedió, miré al chico de cabellos revueltos y sonrisa coqueta. Su porte, su manera casual de caminar, su espalda ancha, su piel bronceada, su pacífico perfil y ¡Oh Dios su sonrisa!, su deslumbrante sonrisa, tan coqueta y natural, que insultaba cualquier estereotipo de hombre encantador.

 

"¿Es esto lo que llaman amor a primera vista?"  Me dije estupefacto de mi propia reacción. Antes de sí quiera responderme, volví a mirarlo, y me pareció, tristemente, aún más guapo; el frío aire le revolvió los cabellos, y sin embargo eso no evitó que siguiera viéndose guay.

 

"No existe el amor a primera vista"

 

Pensé que solo lo vería mientras pasaba del otro lado de los cristales semi polarizados, que seguiría su camino y no lo volvería a ver, pero cuan equivocado estaba. Vi enseguida como el chico entraba a la cafetería, y ocupaba la mesa que se encontraba enfrente de mí. La vista no podía estar mejor. Lo miré apenas alzando tantito la mirada temiendo que el chico descubriera que era observado. Escuché que ordenaba algo pero no alcancé a escuchar qué. Su voz era gruesa y varonil.

 

De pronto vi que sacaba un libro de bolsillo y se disponía a leer. Era el momento perfecto para observarlo. Le di un sorbo más a mi café sin despegar en absoluto la mirada de aquel chico, y de pronto sin avisó alguno el joven desvió la mirada de su libro, y entonces torpemente  mi mirada choco con la suya.

Cuando eso pasó, una dosis de adrenalina me atacó. No estaba seguro de si mi corazón seguía en su sitio, porque había latido tan fuerte que creí que saldría de mi pecho. Eso no era normal, para nada normal, jamás en mi vida había experimentado algo parecido. Me sentí tan avergonzado al verme descubierto que solo atiné a bajar la mirada con las mejillas color granada. Traté de disimular mirando la espuma de mi café como si fuera lo más interesante del mundo. Pero en realidad pensaba en lo fascinante que había sido que él me mirará. Al menos ya sabía de mí existencia.

Un minuto después, uno de los meseros llegó con la orden del chico. Y entonces fue cuando me atreví a mirarlo de nuevo. Observé el vaso que le habían traído y supo que había ordenado al igual que él un Coffee latte.

 

"Ahora sé que tenemos algo en común, a ambos nos gusta el café con espuma"  Pensé sintiendo una chispa de emoción. Me apeno de mis pensamientos. ¿Cómo era posible que no mucho después de haber llegado a Inglaterra ya me estuviera comportando diferente? De pronto me sentí como un adolescente que acaba de descubrir el amor. Me sentí estúpido.

 

¿Amor?

 

“No lo creo” me dije a mi mismo.

 

¿Realmente era eso posible? ¿Había descubierto el amor a primera vista?

 

Estaba seguro que sí le contaba a  Amber (quien se encuentra en Seúl) se burlaría de mí y me diría que el amor a primera vista es para niñatos de secundaria; y posteriormente sería constantemente fastidiado de la manera más dulce que a ella se le ocurriera. Pero que más daba, ella siempre sabía escucharme.

 

Despejé los pensamientos y di otro sorbo a mi café, pero esta vez la espuma adorno mi boca, provocando que me viera como un tonto seguramente. Cogí una servilleta y cuando iba a limpiarme la delgada línea de espuma observé que aquel chico desconocido me miraba con una mueca en la cara ¿Era eso una sonrisa? El corazón de Key retumbo como jamás había retumbado.

 

Volví la mirada a su café, aún más desconcertado de mis propias reacciones. Recordé aquel amor platónico de la preparatoria, el típico chico popular que usaba chamarras de cuero, botas negras, lentes de sol (que sabía aumentaba su atractivo) y que siempre llevaba una tentadora sonrisa prepotente; ese por el que se morían todas las chicas del colegio e incluso varios chicos, aquel que con un cigarrillo en la boca y una mirada lasciva mataba a cualquiera. Él para nada se parecía al chico que no podía dejar de mirar en esos instantes, eran completamente diferentes. El del colegio fue solo un capricho, un  chico más en la lista de amores platónicos. Pero ahora era diferente, un aire de frescura y una sonrisa casual me habían envuelto. 

Con algo más de discreción levanté la cartilla de bebidas y fingí que miraba el menú, pero en realidad mantenía la cartilla tapando mi rostro hasta las mejillas dejando que mis ojos mirasen y que disimuladamente contemplará el rostro contrario. El joven había regresado a su lectura y la imagen de su rostro pasivo había sido suficiente para que quedara hipnotizado. Podría quedarme así toda una eternidad. Aun que estaba muy lejos de que eso pasará. Apenas unos minutos después, ví que alzaba la mano y pedía la cuenta,  dejó unas cuantas monedas y cerró su libro de bolsillo, entonces supe que se marcharía y que probablemente no lo volvería a ver jamás.

 

¿Era todo?

 

¿Se quedaría con cara bobalicona sin ser capaz de hablarle?

 

¿Podría seguir con tranquila vida sabiendo que no lo volvería a ver más?

 

Pasó junto a mí y una pequeña ráfaga de aire me golpeó el rostro; cuando me aseguré de que había salido del establecimiento, me levanté con prisa, dejé dinero suficiente en la mesa para pagar él café que había tomado y me retiré de inmediato del lugar. Me paro en la puerta de la cafetería y aseché hacia ambos lados, primero izquierda, luego derecha, y entonces lo vi ahí, caminando de prisa sobre la  tranquila calle londinense de Sant Street.

Corrí hasta quedar apenas a unos metros de él y lo seguí por detrás tratando de ser lo más sigiloso y cuidadoso posible. Lo menos que deseaba era ser descubierto, de lo contrario seguro aquel chico pensaría que soy un acosador y sí eso sucedía moriría ahí mismo de vergüenza.

Lo seguí  apenas dos cuadras hasta que lo vi detenerse frente a un enorme edificio de construcción antigua con una decoración bastante elegante y por demás hermosa, edificio digno de un sofisticado Londres.  

El de la sonrisa entró al edificio, atravesó el pequeño jardín y desapareció entre un par de puertas corredizas. Hice lo mismo, pero a diferencia de aquel chico que había ignorado todo su alrededor, como si fuera algo ordinario que viera todos los días, no pude evitar contemplar las flores de invierno y las verdes enredaderas que adornaban el jardín. Quedé maravillado.

 

Después de unos minutos miré la puerta que había atravesado el chico y pudé ver que arriba había un enorme letrero que decía "Biblioteca", entonces pensé que tal vez iba a estudiar o simplemente a leer un poco. Entré, así sin más, sin meditarlo, sin dudarlo, sólo entré.

Antes, cuando cursaba aún la educación elemental, odiaba ir a la biblioteca por que la Sra. Choi y el Sr. Lee no hacían más que regañar a los pocos estudiantes que acudían a la biblioteca. Que si hacían mucho ruido, que no podían meter su botella de agua, que la credencial ya no era válida, que tenían que ir a renovarla (aún que no había necesidad, era puro y absoluto capricho de la Sra. Choi). Por supuesto todo eso eran nada más que meras exageraciones; el ruido para el Sr. Lee era el simple golpeteo de una hoja con otra cuando ojeaban un libro, ¿Pues qué no se supone que para eso estaban ahí?, mientras que la renovación de la credencial era para la Sra. Choi un apenas visible despegue del plástico. Y con tremendos regaños y exageraciones, los alumnos lo último que querían era ir por un rato de lectura a la biblioteca. Sí normalmente no era aficionado a los libros, con tan sutiles bibliotecarios (hablando sarcásticamente) se me quitaba por completo el apetito de lectura.

Ahora tenía a mi merced una enorme biblioteca londinense con cientos de libros interesantes, que tal vez pudieran ayudarme a entender la famosa filosofía de la vida; una bibliotecaria de edad adulta que parecía muy amable, un par de adultos mayores jugando a las cartas y unos cuántos estudiantes que leían encantados como sí aquella biblioteca fuera su segunda casa.

Pasé la vista alrededor de toda la biblioteca hasta que me detuve en el chico de la cafetería, lo vi acomodando una torre de libros que llevaba en una mesa desplazadora.

Entonces supe que ÉL trabajaba ahí.

Lo miré de nuevo y mi mente volvió a quedar en trance. La luz del sol que se filtraba por una de las enormes ventanas chocaba con su rostro provocando que su perfil brillara y opacara la cristalina tarde.

En ese momento me pareció perfecto.

Cogí un libro cualquiera de la estantería que estaba a mi lado y mis manos comenzaron a ojearlo mientras mi cabeza y mirada estaban dirigidas hacia él; no podía ser más disimulado.

De pronto  alzó ligeramente la vista y me descubrió, tan inoportunamente como sucedió en la cafetería.

 

Terminó de acomodar el último libro y con paso firme se acercó a mí.

-Hola-

-Hola- contesté asustado y con el corazón latiendo como loco.

-¿Puedo ayudarle en algo?-  preguntó seguro. Estaba consternado, asustado, inseguro. Ni siquiera sabía que contestar, mi mente estaba bloqueada.

-Si no si... quiero comprar este libro- contesté rápidamente inconsciente de lo que hacía. El chico cogió el libro; Yo no podía dejar de mirarlo.

-¿Le gustan las flores?- preguntó de pronto.

-¿Qué?-  Yo estaba confundido, ¿a qué iba la pregunta? Entonces el bibliotecario me mostró el libro que había escogido y vi que el título decía "1000 especies distintas de flores"; me golpee mentalmente por mi torpeza, ni siquiera me había fijado bien del libro que escogí.

-Sí... no...- dos segundos después me arrepentí. -E... es un regalo- contesté finalmente sin poder esconder mi nerviosismo.

-¿Se lo envuelvo?- volvió a preguntar el bibliotecario. Asentí apenadamente con la cabeza. Su mirada me taladraba la mente, el cuerpo y el alma.

-Miré ahí está la caja, espéreme por favor un momento... ahora vuelvo- Volví a asentir y lo miré encaminarse hacia la caja. Observé los cuadros que estaban en las paredes, los distintos diplomas y reconocimientos que sí no me equivocada eran del dueño de la biblioteca. Luego miré al anciano que analizaba unos cuantos libros en una mesa, con lámpara, que se encontraba pegada a la caja. Tal vez era el dueño de la biblioteca; se parecía al joven que estaba pintado en los cuadros.

Cuando terminé de observar los cuadros el bibliotecario ya había terminado.

-Son $12 dólares- saqué mi cartera y pagué los doce dólares. El bibliotecario que también era el chico de la sonrisa coqueta me devolvió el cambio.

-Que tenga un buen día- dijo con una media sonrisa.

-Gracias- contesté apenado mientras agarraba la bolsa con el libro dentro.

Caminé entre siete u ocho cuadras hasta que llegué al departamento en el que viviría de ahora en adelante; tenía dinero suficiente para tomar el bus e incluso un taxi, pero era mejor caminar porque caminar me ayudaba a pensar y ahora lo que más necesitaba era eso justamente, pensar mucho. Descubrir lo que estaba pasando no conmigo, sino en mí. Responderme a mí mismo  miles de preguntas.  

Entré al departamento, dejé el libro en la mesita que tenía en el centro de mi pequeña sala y me tiré en el sillón. Revisé el bolsillo de mi ajustado pantalón y saqué la nota de compra. Nunca me tomaba la molestia de leer las notas de compra y más cuando se trata de un solo artículo, siempre he pensado que es una pérdida de tiempo; pero, esta vez lo hice, lo leí y descubrí que el diminuto papel decía algo revelador. ¿Revelador? Si, era revelador para mí; dramático y revelador.

 

“Biblioteca central de Sant Street

Fecha: 10/Septiembre/2013

Artículos comprados: 1

………………………………….…

Nombre del personal que lo atendió: Kim Jonghyun

 

Un latido, otro latido, un latido más. Mi corazón  no latía como lo hace comúnmente. Esta vez estaba latiendo con fuerza, como pequeños retumbos. Sentía adrenalina, pero no de esa que siento cuando me subo a un juego mecánico o cuando estoy a muchos metros de altura, ni de esa que siento cuando estoy asustado. Era una adrenalina diferente, tal vez de esa que sienten los que se dicen enamorados. Me rendí. Era absurdo. Era irreal, incoherente y absurdo, terriblemente irracional y estúpido, pero era verdadero. No había nada más que pensar, que preguntar, ni que responder. Solo quedaba una cosa: aceptar. Aceptar que me había enamorado a primera vista.

Notas finales:

¿Qué les parecio?... No sé si ya lo han notado pero en este fic nuestra diva sera un poco diferente de como acostumbramos verlo, lo haré más tímido y tiernito jaja

¡Gracias! Actualizaré pronto. 

¡Felies fiestas, feliz año nuevo! besos :)


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