Capitulo 2.
"Visitas"
Ya era bastante tarde cuando entró a su departamento, se quitó los zapatos con pereza y se deshizo del saco negro que llevaba, miró el reloj que tenía en la mesita que tenía al entrar: 3:30 de la madrugada.
Si, ya era bastante tarde y el cansancio lo sentía en su cuerpo aunque sus ojos dijeran lo contrario, realmente no tenía ni pizca de sueño, en ocasiones anteriores eso hubiera sido bueno puesto que cuando eso sucedía podía ponerse a escribir como loco hasta el amanecer siempre y cuando tuviera a su lado una buena taza de café y sus inseparables cigarrillos, si, eran demasiadas ocasiones en las que se encerraba en su estudio, ajeno al mundo que circulaba a su alrededor y se metía de lleno en sus interminables maratones de escritura, olvidándose hasta de comer, lo que por cierto lo había llevado varias veces a terminar en el hospital, pero en esta ocasión no era así, pues aunque se sentara frente a su computadora, se golpeara la cabeza y se exprimiera las ideas como idiota, sabía muy bien que éstas por mucho que las tratara de encontrar nunca iban a llegar.
Maldijo a todo su alrededor, odiaba tanto esos bloqueos que de vez en cuando se le presentaban, en verdad los odiaba, y cada que era víctima de alguno de ellos, su humor ya de por sí difícil, aumentaba a tal grado de gritarle a todo pobre desafortunado que sin deberla ni tremerla, terminara cruzándose por su camino.
Caminó hasta la cocina y sin encender las luces caminó hasta la nevera, tomando una cerveza fría, si tal vez con ese clima el beber algo frío no era muy recomendable, pero la calefacción del apartamento estaba encendida y no había mayor problema, además, si EL quería tomarse una cerveza fría en medio de una montaña cubierta de nieve, era porque así lo haría, porque él hacía todo lo que quisiera sin darle explicaciones a nadie, porque no le importaba nada más que el mismo, porque no le importaba nada ni nadie.
Se la bebió toda y botó la lata ya vacía a la basura, caminó hacia su habitación y se recostó en la cama, encendió la luz de la lámpara que se encontraba en la mesita de noche y tomó un libro que se encontraba sobre ésta mirando la tapa con detenimiento, y poniéndose a pensar, tal vez sería buena idea el ponerse a leer ese buen libro que tenía comenzado y que llevaba a la mitad, tal vez éste le diera algo de inspiración y le ayudara a que las ideas llegaran solitas sin tener que forzarlas, porque siendo sincero, su paseo nocturno no le había funcionado en nada y su mente continuaba estancada, aunque bueno de vez en cuando hace bien el salir fuera a respirar algo de aire fresco y salir de la rutina ¿verdad?
Como sea, el caso aquí, es que lo único que había logrado era perder su tiempo, y vaya que la fecha límite de entrega para su manuscrito ya estaba bastante cerca y el no llevaba ni terminados dos capítulos de la novela. Creyó que saliendo podría lograr que su mente se despejara pero vaya basura resulto el dichoso paseo, lo único que sacó con éste fue aumentar su mal humor y congelarse la maldita nariz.
Miró de nuevo la portada del libro, y lo abrió en donde estaba el separador, después de pensarlo un poco más, lo cerró de golpe y lo lanzó lejos, quizá lo mejor era descansar lo que quedaba de esa noche, enfriar un poco sus ideas y acomodarlas de tal manera que pudiera expresar eso que quería plasmar en la pantalla de su computadora.
Miró a su alrededor y se sintió estúpido, que mierda hacía ahí si no tenía sueño, se levantó lanzando malas palabras y caminó hacia la sala, se dejó caer en el sofá frente a la televisión, se quedó ahí algunos minutos, tomó el mando y encendió el aparato dando zaping a todos los canales, cayendo en la conclusión de que no se le antojaba ver nada, y aunque así lo deseara, de todos modos a estas horas de la noche sólo daban puras películas malas y comerciales inútiles. La apagó, y literalmente tirado en el sofá, dejó que sus pensamientos divagaran libremente en lo que fuera...
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—hey, despierta — una muy molesta voz se escuchaba distante, al parecer estaba llamándolo —hey —
— Era una voz familiar y vaya que le resultaba fastidiosa — Aniki ya es de día—esa voz se escuchaba cada vez más cerca, cada vez más fuerte y cada vez más molesta— ¡Eiri! —
El mencionado abrió los ojos pero casi de inmediato los volvió a cerrar a causa de la luz del sol que se colaba por las ventanas y que al estar dormido, sus ojos no estaban acostumbrados al resplandor.
—hasta que despiertas, ya me estaba cansando de hablarte y que ni reaccionaras—Un chico pelinegro y de ojos igualmente obscuros, muy parecido al mismo rubio estaba frente a él —de seguro te fuiste a algún hotel con alguna mujer verdad hermanito —lo miró con ojos pícaros y sonriendo tontamente.
—Tatsuha cierra la boca—Yuki se incorporó hasta quedar sentado dándose cuenta de que se había quedado dormido en el sofá—que no vez que me duele la cabeza —se llevó una mano hasta sus ojos para tratar de espabilarse, dándose cuenta de que no sólo la cabeza le dolía sino también todo el cuerpo, consecuencia de haberse quedado dormido en ese lugar tan incómodo.
—si, si claro, de seguro tuviste una noche de locura y ni siquiera me invitaste, eres muy malo — El menor de los dos lo ignoraba olímpicamente pues ya estaba metido en sus tan comunes e insanos pensamientos —dime, ¿estaba buena? —
— ¿qué? —Lo miró medio confundido — Eres un idiota, anoche no hice nada y no saques conclusiones tontas -- la cabeza estaba matándolo y el estúpido de su hermano no ayudaba a mejorar nada, al contrario hacía que las dolorosas punzadas aumentaran.
EL pelinegro lo miraba con mirada incrédula y burlesca—jajaja si claro, aniki, como si fuera a creerte eso. Deja te recuerdo que tu eres el que siempre se la vive acostándose con diferentes mujeres cada noche—
—Tienes razón —sonrió sintiéndose el rey —pero esta noche no hice nada, idiota —
— ¡ha! ahora comprendo porque tienes esa cara de amargado — dijo Tatsuha — te hiso falta quitarte el estrés, y ahora te estás desquitando conmigo, mira que yo no tengo la culpa de que anoche no hayas follado nada —
Una venita apareció en la cabeza del rubio, el idiota de su hermano había terminado con la pizca de paciencia que le quedaba —¡quieres callarte idiota¡ —gritó levantándose del sofá tan rápido que el mismo se provocó que la cabeza le punzara dolorosamente— en primera, NO estoy frustrado sexualmente, en segunda eres un estúpido por venir tan temprano a aturdirme con tus tonterías, y en tercera, ¿qué mierda haces en MI casa? y cómo demonios entraste—volvió a dejarse caer en el negro mueble.
El pelinegro empezó a sudar nervioso —ha jajaja bueno... a caso ya olvidaste que yo tengo una copia de la llave—de hecho era una copia que había mandado a hacer sin que el rubio se enterase.
— ¡Que tienes una copia de mi llave! — volvió a levantarse del sofá. Ahora si estaba dispuesto a ahorcar a su propio hermano, total, nadie lo extrañaría.
—vamos Eiri, no te enojes, es por si las emergencias y tu sabes — miró con pánico y comenzando retroceder tras ver cómo el mayor se acercaba poco a poco con un aura negra rodeándolo.
—emergencias mis... —
—oye tienes algo de comer — El pelinegro ya veía muy clara su muerte, y en un intento de su vida cambió de tema lo más rápido que su cerebro le dio. Caminó hasta la cocina en busca de alimento, dejando al rubio ya con tres venitas en su cabeza.
—Por cierto Eiri, me voy a quedar algunos días aquí contigo — lo dijo como quien comenta lo bien que está el clima, sin siquiera consultar la opinión del otro, que lo más probable hubiera sido una rotunda e indiscutible negativa.
— ¡Que! — Entró también a la cocina y se sentó a la mesa fulminando al otro con la mirada y exigiéndole que le preparara también algo de desayunar, total, se lo debía por no haberlo asesinado hace rato.
—Sí, mira --continuó Tatsuha —me escapé del templo por unos días, vengo desde Kioto para hablar con un amigo—se metió un panecillo completo a la boca.
—que estupidez — mencionó el rubio sin darle mucha importancia a las tonterías que las que le hablaba el pelinegro, después de todo siempre era lo mismo, el idiota se escapaba, su padre gritaba, y al final de todo le metía tremenda reprimenda, lo que por cierto no servía de nada puesto que el pelinegro seguía con su vida de libertinaje.
—Hay asuntos que debo de resolver con él—Eiri observó al pelinegro y notó un extraño cambió en su mirada, algo que no había visto antes, en sus ojos se manifestó algo extraño, éstos se mostraban seriedad -algo raro en el pelinegro- y uno de sus puños estaba cerrado con fuerza.
—Como sea, no me interesa — no era común ver a Tatsuha de esa forma, pero igualmente pensó que era sólo alguna otra de sus tonterías.
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Después de que habían terminado de desayunar, entre quejas y platos rotos, cada uno se fue por su lado, no sin antes Eiri advertirle al menor que si lo molestaba o interrumpía tendría que atenerse a las consecuencias, lo cual significaba nada bueno para el moreno.
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En estos momentos el rubio se encontraba encerrado en su estudio tratando de escribir algo más o menos decente, y Tatsuha había salido ya hacía rato alegando que tenía una plática pendiente con quien sabe quién, la verdad Yuki ni le había prestado atención, puesto que le pareció mucho más interesante ponerse a fumar que estar escuchando tonterías y media.
—no soy una niñera, hoy mismo lo hecho de la casa —se dijo para sí mismo con una ligera sonrisa, planeando darle una patada en el trasero al pelinegro y librarse de una buena vez de él.
Miró el reloj de su portátil y comprobó que eran las 6 de la tarde, ¿cuánto más podría tardarse el idiota ese?, según él, le había dicho o al menos había escuchado algo así como que iba a ver a un amigo, bueno mientras llegaba, ocupó su tiempo en pensar nuevos métodos para sacarlo de su departamento, aunque...ya que el tonto se encontraba fuera de éste...lo más efectivo sería...ya no dejarlo entrar -sonrió con malicia- tal vez sería buena idea ponerle una nueva cerradura a la puerta, aunque eso se llevaría algo de tiempo y podría ser descubierto en su malvado plan, mejor la cerraba por dentro para que ya no pudiera entrar, si, definitivo haría eso. Se levantó de su sillón de cuero y...
— ¡ya llegue! —se escuchó la voz del pelinegro, provocando que el rubio soltara bastantes groserías maldiciendo a su mala suerte.
Salió a la sala con el propósito de propiciarle por lo menos un buen coscorrón, o una buena patada o mejor los dos juntos. Lo encontró sentado en el piso, frente al televisor, y con la consola de videojuegos encendida, estaba muy serio mirando a la pantalla mientras a oprimía un botón tras otro.
—Hey — lo llamó Eiri sin recibir respuesta, así que se acercó un poco más e intentó nuevamente
—Oye idiota—el otro parecía sumergido en sus pensamientos, pues el mayor notó que ni siquiera estaba poniendo atención a lo que sucedía en la pantalla de la tv, así que se acercó y le dio un buen golpe, provocando que por fin el otro reaccionara molesto por la interrupción.
—¡Eiri! ¡Pero qué te pasa! —se quejó sobándose la cabeza molesto.
—Te estaba ablando y tú estabas como idiota...bueno mas idiota que de costumbre—
—estaba pensando —el rubio levantó una ceja incrédulo—y no te burles Eiri, es sólo que...estoy...preocupado — esto lo dijo en voz baja, como diciéndoselo a sí mismo, y de nuevo ahí estaba esa mirada seria y extraña.
—si, si, como sea — ya dándose a la resignación de no poder estar en paz, se giró sin darle la mayor importancia al comportamiento tan inusual que estaba teniendo el pelinegro. Total y era por cualquiera de sus idioteces, así que fue hasta su estudio, encerrándose nuevamente...
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Al otro día en la mañana fue lo mismo que el anterior, después de ambos tomar un desayuno de lo más "normal" dentro de lo que cabe decir, Tatsuha salió muy temprano y regresó ya hasta la noche, y al día siguiente sucedió lo mismo.
—oye idiota, si vas a estar toda la semana con mujeres, luego no me vengas a pedir dinero prestado—le dijo Yuki una noche en la que al ir por algo de café a la cocina, se encontró con el pelinegro sentado a la mesa.
—no he estado con mujeres...bueno al menos no en estos días—dijo algo pícaro —pero Eiri... —
No pudo terminar su frase, ya que su teléfono celular comenzó a sonar a lo que Tatsuha rebuscó rápidamente entre sus bolsillos y encontrando el aparato, sin perder tiempo contestó.
—Hi, moshi moshi—
—...........—
— ¿he? —
—-...........—
—¿y tú cómo estás? —
—-.........—
—¡¿he?! —
—.........—
—¡QUE! —ante tal grito el rubio lo miró algo sorprendido.
—-.........—
—¿donde estas? —
—.........—
—¿estás bien?...pero que estoy diciendo, claro que no lo estás—
—.........—
—quédate dónde estás, y espérame ahí— Inmediatamente después de lo dicho colgó y sin esperar nada más se levantó de la silla donde estaba, salió de la cocina casi corriendo y tomó su chaqueta que tenía sobre el sillón con suma rapidez, caminó hasta la salida, se puso los zapatos y salió rápidamente. Eiri se quedó ahí, de pie y aunque no lo admitiera, estaba algo sorprendido con tal actitud.
Se pasó la mano por su rubio cabello pensando en los líos en los que estuviera metido el tonto de Tatsuha, aunque realmente no le importaba, el problema era que esperaba que no lo involucrara a él también.
Suspiró y sacó una cerveza del refrigerador, después de abrirla comenzó a beberla y caminó hasta la sala para ver si se entretenía con algo de la tv...
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Pues bien, después de hacer zaping una y otra y otra vez, y darle vuelta a todos los canales, le quedó más que claro que la programación era una mera porquería, por eso mejor optó por apagar el aparato ese y se limitó a perder su tiempo en nada, simplemente se quedó sentado en ese sofá, recostándose hasta quedar medio desparramado por todo éste. Y ahora que lo pensaba...hacía ya algunas semanas que no salía a divertirse por ahí, y qué decir de acostarse con alguna mujer de esas que nada más lo seguían por su dinero. Tal vez hoy sería un buen día para despejarse con algo de sexo, al fin y al cabo nada le costaba conseguirse a la chica más buena de todos los lugares a donde iba, de hecho hasta tenía el lujo de escoger entre tantas que se le insinuaban, aunque siempre después de una noche de sexo, las abandonaba sin siquiera saber su nombre, de hecho nunca se molestaba en averiguar sobre ellas, simplemente lo que le interesaba era llevárselas a la cama y nada más.
Y es que así era él, amaba su soledad.
Estaba sumergido en sus pensamientos, cuando el sonido de la cerradura de la puerta de entrada lo hizo volver a la realidad. Después escucho unos pasos, el sonido al quitarse los zapatos, y lo siguiente fue la voz de Tatsuha que lo llamaba.
—¡Aniki! —el pelinegro llegó a la sala y miró al enfurruñado rubio -- Eiri, quita esa cara de amargado — y el mencionado lo miró tratando de ahorcarlo con la mirada.
— Aniki espero que estés de buen humor — le dijo Tatsuha con una gran sonrisa.
El rubio lo miró fastidiado -- porque debería de estar de buen humor -- más enfurruñado.
—pues porque tenemos visita —
—ha, bueno pues... ¡que! —
—Sí, mira ¿pues qué no lo vez? — el pelinegro se giró pero se dio cuenta que no había nadie detrás de él.
...Silencio...
Yuki lo interrumpió —Tatsuha, eres un idiota —
—¡Ha! — El pelinegro se rascó la cabeza y comenzó a hablarle a la nada, pero comenzó a caminar hacia el recibidor de la entrada—pero que voy a hacer contigo, deja de ser tan tímido —El rubio ya medio desconcertado y pensando seriamente en que el idiota de Tatsuha se había fumado algo, lo siguió, para tal vez aprovechar la oportunidad y empujarlo fuera de su departamento.
Caminó y se detuvo al ver que el otro también se detenía frente a la puerta, el pelinegro lo miraba sonriendo tontamente, pero no había nadie más que ellos dos. El pelinegro notó la mirada desconcertada del rubio, y se dio cuenta de que "él" tenía miedo y vergüenza, y no se dejaba ver, así que dio un paso hacia un lado y un pequeño jovencito quedó a la vista del mayor.
—Eiri — le habló —Él es Shu —
El rubio bajó un poco la mirada, y se encontró con un par de grandes ojos, cristalinos, y de un hermoso color amatista.
Continuara...........