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What was Missing por arelii-ierOo

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Notas del capitulo:

Capítulo intenso, disfruten.

Gumball había llamado a Marshall pero sin mencionarle el motivo, lo cual le había extrañado y se encaminó hasta el castillo. Durante la trayectoria pensó en su relación con el príncipe. Cuando lo conoció pensó que era muy extraño, molestarlo era algo bastante divertido ya que nunca hacía algo para detenerlo, era como un pequeño niño indefenso, por lo tanto le provocaba aún más gracia que ese pequeño fuera el príncipe de todo un reino. Sonrió al recordar el por qué nunca decidió destruir el dulce reino, la única razón era Gumball. Si bien la dulce gente no tenía el buen gusto como los osos para degustar de un buen concierto suyo, además de que tanta azúcar lo sacaba de quicio; ver el rostro devastado de un pequeño infante como Gumball ante su reino de dulces; (porque claro a comparación de sus mil años de edad el príncipe era casi un bebé) él no era tan cruel como para destruir eso.

 

Gumball debería darle gracias a Glob por esa mirada tierna, sin eso no hubiese dudado en acabar con su reino. ¿Qué le gustaba de él? Probablemente sería que entre todas a personas de Aaa, el dulce príncipe era el más inalcanzable, tal vez haya sido eso o la infinita pureza que poseía, alguien tan amable no podía existir; a excepción de Fiona, pero hasta ella tenía un lado un poco lujurioso y oscuro al igual que Cake. También se replanteó lo que el día anterior le había hecho, Gumball no le había mencionado de nuevo lo que había sucedido con la reina helada. Cualquiera que sea el motivo por el que lo haya llamado, lo aprovecharía para después hacerle saber que estaba algo arrepentido.

 

Al llegar a las puertas del castillo, mentita lo esperaba recibiéndolo con gentileza, quitándole su sombrilla e indicándole el paradero del príncipe, el cual se encontraba en el gran comedor del castillo. Marshall observó de reojo a mentita, aquella nunca le había dado confianza, puesto que sabía que era gran amiga de la muerte. Podía sentir energía maligna emanando dentro de su pequeño y glucógeno cuerpo. Cuando entró al comedor observó a Gumball sentado al final de una gran y larguísima mesa con absolutamente nada sobre ella, salvo un minúsculo plato del cual no podía ver su contenido. Levitó hasta donde se hallaba el príncipe, que al parecer aún no notaba su presencia. Antes de llegar a este, observó que comía algo. Ladeó ligeramente su cabeza para poder mirar mejor su rostro y logró divisar que estaba cubierto de manchas rojas. Sus labios, manos y parte de sus mejillas eran de un color sumamente brillante. Gumball se sintió observado y giró para encontrarse con la mirada del vampiro quien no apartaba sus ojos.

 

-¿Quieres un poco?- Habló con la boca llena y tomó una servilleta de tela con sus iniciales bordadas en ella para poder limpiarse el rostro.

 

-Esas son…- Marshall no dejaba de verlo.

 

-Papas fritas.- Terminó de comer aquel bocado y apartó un poco el plato que se encontraba casi vacío.- Con salsa de tomate.

 

Marshall se sintió algo incómodo ante eso ¿cómo sabía que le encantaban? Aun así tomo una y la llevó hasta su boca.- Son mis favoritas.- Miró a Gumball que ahora se había cruzado de brazos sobre su asiento.

 

-Lo sé.- Marshall continuaba comiendo.- Sé muchas cosas sobre ti.-Gumball sonrió y vio como el vampiro terminaba con las papas. Se levantó de su silla y caminó hasta la salida del comedor. Marshall lo seguía, Gumball actuaba de una manera bastante seria e inusual a lo acostumbrado.

 

-Oye, sé que sigues enojado y quería pues…  disculparme.- Lo último lo dijo realmente en un tono casi inaudible. Gumball seguía caminando por los pasillos del castillo hasta llegar a una parte donde ninguno de sus súbditos los pudiesen escuchar.

 

-¿Como pude dejarme humillar por alguien como tú?- Era una pregunta más para sí mismo que para el vampiro. Marshall lo tomó del brazo para hablar mejor con él, pero no dejó que lo tocara y continuó con su monólogo.- Creí que eras diferente, pero soy un estúpido.- Gumball giró para estar de frente con Marshall.- ¿Te divertiste? Claro… te reías mientras la reina helada me tenía preso y me engañaba con tu imagen. ¿Cuándo pensabas pararlo? ¿Hasta que ella me desnudara e hiciera lo quisiera conmigo? ¿Hasta que todos se enteraran en el reino y me destituyeran de mi cargo para que luego me desterraran? ¿Eso querías? ¿Para eso fingías quererme?

 

Marshall retrocedió un poco al ver la cara de completo enfado y desprecio de Gumball. –Yo nunca… ¡eso no fue lo que paso!

 

-¿Entonces qué? No hay otra explicación. Sólo eres un mocoso que aún juega con ositos de peluche y le llora a su mami por comerse unas malditas papas. ¿Qué te ofreció la reina helada para que me humillaras? ¿O sólo lo hiciste porque me odias?

 

-Detente…- Marshall apretaba sus puños y miraba el suelo, sentía que iba a explotar.

 

-¿Te sientes mejor al hacerle bromas a alguien “inferior” a ti?

 

-¡Cállate!- Golpeó con fuerza la pared haciendo que se resquebrajara y se alejó de Gumball con rapidez. El príncipe observaba con media sonrisa como partía, sabía que mentita tenía su sombrilla y no se la daría de vuelta. Afuera un intenso sol sellaba el laberinto de Marshall.


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