-Esto no me gusta.- Gumball y Marshall continuaron su camino hacia el dulce reino. Al llegar se encontraron con la dulce gente corriendo de un lado a otro, desde las gomitas hasta los panqués y los chocolates, todos huyendo de centenares de esqueletos. Lord monochromicorn se acercó a ellos y golpeando su pata contra el suelo en código morse le dijo al príncipe lo que estaba ocurriendo.- Oh no…
Marshall que estaba distraído observando los esqueletos, miró a Gumball intrigado por lo que sucedía.- ¿Qué está pasando?
-Mentita se volvió loca.- Lord monochromicorn bajó casi al ras del suelo para que Gumball pudiese subir a él.- Sabía que pasaría algún día.- El vampiro se elevó junto al fiel acompañante del dulce príncipe. Se dirigieron hasta donde mentita se encontraba y Gumball bajó para hablar con ella.
-Príncipe Bubba Gumball.- Mentita sólo lo llamaba de esa manera cuando iba a darle un regaño.
-¿Cómo explicas todo esto?- Gumball estaba completamente furioso.
-¿A qué se refiere príncipe? Me está acusando como si yo fuese la culpable.- Inclinó su mirada a donde estaba el vampiro.- Aquí los únicos responsables son usted y aquel ser que más de oscuridad parece y se comporta como un primate.
Gumball giró para ver a Marshall al igual que mentita, el cual estaba hurgándose la nariz.- ¡Marshall!
-¿Qué?- El príncipe se dio una palmada en el rostro y evitó hacer comentario alguno al respecto.
-La única petición que tengo es que deje su cargo como monarca del dulce reino, un personaje de su calibre acoplado a un vampiro como ese –Volvió a ver a Marshall.- no tiene derecho a comandar este territorio.
-¿Te estás revelando?- Gumball apretaba con fuerza sus puños.
-Estoy diciendo que si no aceptas mis términos y me haces soberana, me veré obligada a tomar el dulce reino por la fuerza.- Mentita comenzó a alejarse con un par de guardias esqueletos.- Tienes dos horas para tomar tu decisión.
En la mente del príncipe sólo había una respuesta a lo que acaba de ocurrir: comenzaría una guerra por el reino.
Envió a lord monochromicorn a buscar a sus más grandes heroínas, Fiona y Cake. Regresó con Marshall al dulce reino sin dirigirle palabra alguna, era más que obvio que su mucama había descubierto su romance y se indignó al saber que un vampiro podría ser parte del gobierno. ¿Pero cómo iba a saber que estando con Marshall pasaría esto? Predijo que algún día mentita iba a querer revelarse contra él, la conocía de por vida, pero la primera regla de cualquier miembro de la nobleza es no confiar en nadie. Que Marshall haya influido a que el proceso se acelerara lo tomó desprevenido. No era culpa del vampiro, era claro, aunque dejarse llevar por un amorío a escondidas si era su propia culpa.
Los esqueletos habían dejado las calles hace minutos, después de la marcha de mentita, pero Gumball sabía que regresarían y estaría listo para ello. Entraron al castillo y llamó a la señora pan de canela para que le llevase un megáfono. Desde uno de los balcones salió para hablarle a sus súbditos.- Cálmense todos.- Llamó a los que aún seguían corriendo.- Tengo un plan para derrotar a los esqueletos.- Todos afuera ponían atención al príncipe.- Los necesito dentro del castillo.
La dulce gente entró al gran salón en espera de instrucciones de su príncipe. Gumball fue directamente a su laboratorio después del comunicado, seguido de Marshall y sacó de su jaula a su rata, Ciencia. Ambos comenzaron a mezclar diferentes sustancias de distintos colores y a triturar rocas en un gran contenedor. La señora pan de canela llevó al laboratorio pistolas de agua de juguete y Gumball las llenó con el extraño líquido que acababa de crear con su rata. Marshall se limitó a observar en un costado de la habitación, no sabía exactamente lo que ocurría, únicamente que una batalla se iba a generar en ese lugar y como él ya había presenciado muchas anteriormente, ésta no le animaba o le preocupaba.
Cuando las pistolas estaban cargadas, Fiona, Cake, el príncipe flama y Flambo entraron al laboratorio.
-¿Qué está pasando? ¿Por qué está todo el reino dentro del castillo?- Preguntó Fiona acercándose al dulce príncipe.
-Mentita amenazó al reino con un ejército de esqueletos de la tierra de los muertos.
-¡Ay no!- La rubia se alarmó.
-¡Van a querer arrancarnos la piel!- Cake abrazó su cola.
-¿Cuál es el plan?- Fiona observó con detenimiento las pistolas que tenía el dulce príncipe en las manos.
-¿Recuerdas cuando cree un ejército de zombies?- Fiona asintió.
-Fueron dos veces.- Cake corrigió.
-Bueno, pues convertiré de nuevo a la dulce gente en zombies con estas pistolas cargadas, mientras estemos en combate, Ciencia elaborará el antídoto para después.
-¿Y cómo evitaremos que nos muerdan?
-Con esto.- Gumball sacó de su bolsillo el ojo demoniaco que Marshall le había obsequiado esa misma mañana.
-¿De dónde…
-Lo robé.- El vampiro interrumpió a la rubia sonriendo.
-Pero aún con la protección del ojo nosotros llevaremos armaduras.- El dulce príncipe se dirigió a las chicas.
-¿Nosotros qué haremos?- Mencionó el príncipe flama al notar que desde su llegada había sido ignorado.
-No necesitamos zombies o esqueletos en llamas.- Gumball habló sin mirar al príncipe, seguía sin agradarle y no porque éste fuese novio de Fiona, sino porque una guerra anterior con el dulce reino había sido ocasionada por su madre, la reina flama.
El príncipe frunció el ceño, más al notar que Fiona no se había molestado por el comentario de Gumball y le prestaba más atención a este.
-Piensas en todo.- Fiona le dedicó una sonrisa al dulce príncipe y el príncipe flama se enfadó aún más, haciendo que Marshall riera.
La señora pan de canela entró con tres armaduras especiales, una para Gumball, otra para Fiona y una más pequeña para Cake.
-¿Y yo qué?- Marshall se enfadó haciendo una mueca igual al príncipe flama y observando cómo se colocaban las armaduras.
-Eres un vampiro, los zombies o los esqueletos no pueden hacerte daño.- Gumball y las chicas salieron del laboratorio con las pistolas.
-Realmente no estoy seguro de eso.- Alcanzó a susurrar y se cruzó de brazos. Marshall, Flambo y el príncipe flama salieron después de unos segundos.
Llegaron a las escaleras junto al gran salón, desde arriba rociaron a toda la dulce gente y Gumball se colocó el collar de ojo demoniaco. Al instante todos comenzaron a convertirse en zombies y sirvientes de quien portara el ojo.
Gumball hizo una señal con su mano y todos los zombies salieron del castillo, tras ellos también él, Fiona y Cake. Lord monochromicorn apareció y el dulce príncipe subió a él para que los cuatro encabezaran la batalla. Eran las tres en punto, hora en la que los poderes del inframundo eran más fuertes. Mentita y su ejército aparecieron desde una abertura en el suelo de una colina, encaminándose al ejército de zombies de azúcar de Gumball.
Mentita y Gumball avanzaron hacia el frente, encarándose para hablar directamente. -Sabía que no aceptarías mi generosa propuesta.- Mentita estaba sobre un esqueleto parecido a un caballo.
-Nunca abandonaré así de fácil mi reino, no soy un cobarde.
-Eso lo veremos.
