Los tres se encontraban en el suelo, poco a poco despertando. Lo primero que logró divisar el dulce príncipe fue su reino completamente destruido. Las ruinas alcanzaban todo el horizonte.
La minina se levantó acariciando su cabeza, en seguida Fiona la abrazó con todas sus fuerzas.
-¡Cake! -No la soltó hasta que esta comenzó a faltarle el aire.
-Tranquila niña. ¿Por qué haces eso?
La ojiazul volvió a abrazarla, pero ahora controlando su fuerza.-Creí que no volvería a verte.
-¿Por qué tendría que pasar eso?
-Habías muerto.- El semblante de la rubia cambio a uno más serio y lleno de tristeza.-Pero... Gumball negoció con la muerte y ahora estas aquí.- Intentó hacer una leve sonrisa y despacio soltó el agarre de sus brazos.
-¡¿Qué él qué?!- La cola de Cake se esponjo y miró a donde se encontraba el príncipe. Gumball sólo miraba a su reino, o lo que quedaba de él.- ¡No se pueden hacer tratos con la muerte! -Se alarmó dirigiéndose ahora a Fiona.- Siempre te pedirá algo a cambio, siempre te pide una vida de regreso. Debieron haberme dejado ahí.-En ese instante la minina recordó lo que estaba soñando en el quincuagésimo mundo de los muertos, sueños que incluían situaciones prometedoras con el dulce príncipe y el vampiro.
-¡No podíamos dejarte ahí!
-¿Cuál se supone que fue el pago para que me dejaran vivir?- Ambas miraron a Gumball.
-La reina helada como herramienta para destruir a la nocheósfera.
Cake se sentía muy asustada. -¡Eso es imposible!
-Tenemos que hacerla prisionera en 48 horas o la muerte tomará mi vida.- El príncipe continuaba con la mirada perdida, había tomado una decisión muy complicada y con pocas posibilidades de éxito.
-¿Cómo pudiste aceptar eso?-Gritó la rubia un poco alarmada también.
-Era la única manera para lograr volver y con Cake a salvo.
Fiona suspiró y tomó el hombro del dulce príncipe.
-Necesitaremos ayuda, pero primero debemos hallar al monstruo, al príncipe flama y a Marshall.
Cake señalo un camino lleno de betún por donde pudo haber pasado la inmensa criatura.
Ninguno habló y comenzaron a correr en dirección al reino desayuno, no debían perder tiempo.
Comenzaba a amanecer y a lo lejos podían escuchar gritos desgarradores del monstruo y la voz que Gumball reconoció como la de Marshall. Cake creció para llevar a Fiona y al príncipe en su lomo. Cuando llegaron al reino desayuno estaba algo destruido, pero no por completo y los ciudadanos ayudaban a la dulce gente a salir del río. Fiona corrió y se abalanzó contra el príncipe flama, quien hablaba con el príncipe desayuno.
Gumball al igual que Cake la siguieron y preguntaron sobre el paradero de Marshall. El dulce príncipe en lugar de cuestionarle el cómo lograron vencer al zombie o si sus súbditos se hayan en bienestar, se dirigió a la torre principal de cafetera donde habían visualizado que el vampiro se resguardaba de los rayos solares.
Había escombros y estaba lo suficientemente oscuro como para que un ser de la nocheósfera se ocultara.- ¿Marshall?- El príncipe se adentró a la torre y buscó por debajo y encima de todo lo que encontraba. Halló un bulto temblando en una esquina.- Marshall…
El vampiro giró y sus orbes rojas como la sangre brillaban aún en la penumbra, el dulce príncipe sintió un ligero escalofrío y retrocedió unos pasos. Marshall lo haló para sí y lo apretó firmemente contra su cuerpo, en ese instante Gumball sabía que no le haría daño.-Bubba.
El pelirosa lo rodeó igualmente con sus brazos y se percató de lo herido que el vampiro se hallaba, pero también notó como al estar en reposo y en la obscuridad, estas mismas heridas cerraban lentamente. No obstante el azabache seguía sintiendo dolor y se aferraba con todas sus fuerzas al príncipe.
Cuando casi todas las heridas habían sanado, Marshall se dejó caer desmayado. Gumball lo cargó lo mejor que pudo, pero por el peso y la luz del exterior prefirió sentarse en ese mismo lugar. Gritó a Fiona, Cake o a alguno de los otros príncipes que lo ayudaran. En un par de minutos Cake llegó escabulléndose por las pequeñas grietas que los escombros dejaban y el príncipe desayuno los guio hasta su habitación, mientras su pequeño hermano cerraba las persianas.
Por fin estaban a solas y lo único que restaba era el reposo de Marshall. Fiona había insistido desde el otro lado de la habitación que tenían que idear un plan para lo que les acontecía, pero Gumball insistía que sin Marshall no podrían hacer nada y tendrían que esperar a que mejorase, no importando lo que eso demorara.
Los minutos pasaban y el dulce príncipe se dejó llevar por el sueño que le provocaba el agotamiento de los recientes hechos. Sabía que habiendo descansado por un pequeño momento, su cerebro trabajaría mucho mejor para resolver su gran problema.
Estando en la cama del príncipe desayuno, con poca o casi nula iluminación, por fin cerró sus ojos sin soltar al vampiro y acurrucándose sobre el mismo.
Parecieron sólo unos segundos cuando abrió nuevamente sus violáceos ojos y vislumbró los de su acompañante.-Mar…
-Shhh.-El vampiro posó un dedo frío sobre sus labios rosados y lo miró con ánimos de devorarlo.
Colocó una mano sobre su entrepierna y acarició delicadamente sobre ella, haciendo que el príncipe dejara escapar un pequeño, pero audible gemido que erizó la piel de Marshall.
-Mar… Marshall… no… no podemos… debo decirte algo.- Gumball intentaba librarse de la curiosa y traviesa mano del vampiro, pero una parte de él también lo deseaba y no permitía que se alejara.
Pronto los ágiles dedos recorrieron cada centímetro del bulto que comenzaba a formarse y la cremallera del pantalón del dulce príncipe comenzaba a descender tortuosamente.