A veces me pregunto cuál es el sentido de la vida. ¿Por qué vivimos? ¿Para qué vivimos?
Muchos piensan que el sentido de nuestra existencia es el amor; otros, la libertad; los hay que piensan que es el orgullo o el honor, el crear un mundo mejor. No lo entiendo.
Al fin y al cabo, la vida es una mierda. Mirándolo bien, casi vale más perderla. Quiero decir: tienes que superar un montón de barreras para llegar a… ¿A qué? Ahí está mi problema. No sé cuál es mi meta.
Sí, ver Konoha destruida. Y luego, ¿qué?
¿Suicidarme? ¿Después de matar a los que quería ver muertos irme con ellos?
¿Entregarme y que me maten? Mi orgullo no lo permitiría.
¿Huir por el resto de mi existencia? No lo creo factible, una mierda.
Cuando lo tienes todo y lo pierdes, se te desgarra el corazón. Ver cómo la persona que más amas en el mundo, a la que más admiras, te traiciona, es peor que… No hay nada peor. Pasar de la calma absoluta a la tormenta eléctrica, justo en medio de tu formación como persona. No tener un guía, alguien a quien seguir.
Odiar con toda el alma a la persona que hace pocos años era tu ídolo. Y luego, enterarte de que lo hizo todo por ti. Por su estúpido e inocente hermano pequeño.
Ahora, miro hacia abajo y veo… Veo entre mis brazos y recostado en mi pecho una cabecita con los ojos y la boca cerrada, con el rostro inundado de tranquilidad. Le acaricio la cabellera rubia.
-Dobe… ¿Cómo puedes dormir tranquilo en los brazos de un traidor?
Sé que no me oye, que ahora mismo estará flotando entre las nubes. Sonrío e intento ir con él, de la mano, saltando de algodón en algodón. Cuando me doy cuenta, ya lo he pensado:
Por momentos así es por los que vale la pena vivir.
Vuelvo a abrir los ojos y le acaricio la frente a Naruto muy suavemente, pero lo suficiente para que se desperece.
-Teme…
-Dobe…
Juntamos nuestros labios. Lo beso como se besa a una princesa, y él sonríe bajo el roce de labios por el cuidado que le dedico.
-¿Estás romántico?-me pregunta.
-No, es que acabo de encontrar el sentido a mi vida.
-Ah, a eso te dedicas por las noches.-sonríe.
Nos doy la vuelta y le acuesto en la cama improvisada, hecha de mantas apiladas. Me quedo encima. Luego, como si alguien pudiera oírme, susurro en su oído:
-La razón de mi existencia eres tú, Naruto. La persona que más amo.
Se ha quedado tan sorprendido que no es capaz de articular palabra. No le culpo, no está acostumbrado a que le diga cosas así.
-Sasuke…-susurra, antes de cogerme por el cuello y unir nuestras bocas de nuevo.
Dentro de una hora, ambos saldremos de esta cueva. Él regresará a Konoha y yo regresaré al bosque. Pero con una diferencia: ahora ya sé por qué razón vivo.
Y esa razón se llama Naruto Uzumaki.