El cielo comenzaba a despejarse, dando paso al primer día de luna llena del mes, junto a ella una fría y hermosa noche.
En una mansión sobre la colina, en una habitación en especial; con acabados rústicos, pero con una elegancia tan sublime y agradable. En esa habitación en la que la luz de la luna entraba sin permiso, en la que la temperatura era lo opuesto a la de afuera; dos amantes se encontraban dentro, dando riendas sueltas a sus más oscuros deseos.
El mayor de ellos besaba con vehemencia el cuello del chico, provocando en el, leves gemidos que excitaban aún más al otro. Apreso los labios del menor mientras sus manos bajaban por su espalda hasta la cintura y asi atraerlo aún más hacia su cuerpo. La reacción de su amante fue más que embriagadora, pudo sentir como el menor se dejaba hacer, mientras sus manos rodeaban su cuello para profundizar aún más el beso. El mayor tomo de las caderas al chico para cargarlo, mientras este enredaba sus piernas en la firme cintura del otro, logrando asi que ambas virilidades rozaran entre si, sacando de ambos roncos y profundos gemidos de éxtasis.
El pelinegro lo llevo hasta la cama y lo deposito en ella con sumo cuidado, mientras él se separaba con cuidadol y lo observaba completamente extasiado. Pudo ver el cuerpo del menor sometido ante el, respirando agitadamente mientras el rubor de sus mejillas iban en aumento. Sin decir palabra y con una lentitud sumamente elegante, comenzó nuevamente a besar el cuello del muchacho mientras que sus manos lo despojaban de toda las prendas que traía. Cuando al fin le quito la última, se separó de el y el mismo se quitó las suyas, dejando expuesto su miembro que estaba totalmente despierto. El menor se ruborizo al verlo de tal manera, a lo que el pelinegro dedico una sonrisa para luego seguir disfrutando de su él.
El pelinegro introdujo uno de sus dedos en la estrecha entrada del menor para comenzar a prepararlo, obteniendo un quejido como respuesta. Beso esos labios que lo volvían loco y asi distraerlo del dolor que sentía, introdujo un segundo dedo y luego un tercero. El menor se movía bajo el pelinegro, había sido doloroso al principio, pero ahora solo sentía una oleada de placer que el mayor le proporcionaba. Se molestó al sentir que el pelinegro sacaba los dedos, pero se sobresaltó al sentirlo colocarse en posición y apuntar su miembro en su entrada.
El mayor le sonrió para darle más confianza, mientras se agachaba para besarlo y asi penetrarlo de una sola estocada. No pudo evitar quejarse al sentir la dolorosa invasión y cerró los ojos con fuerza, pero fue inútil evitar que unas lágrimas se le escaparan.
El pelinegro limpio esas lagrimas con su pulgar derecho, su mano izquierda tomaba las caderas de su amante mientras se movía suavemente para no lastimarlo y que el chico se acostumbrara a él.
Tras un rato de movimientos suaves, el menor comenzaba a sentirse desesperado pues la lentitud con la que se movía el pelinegro era sumamente excitante –Mihawk…mmm…hazlo más…más rápido- ante aquellas que le dio el chico no pudo resistirse más y se perdió en ese deseo contenido, dejando que su cuerpo respondiera por si solo. En poco tiempo las estocadas habían tomado más velocidad y en cada penetración iban aún más profundo.
-Ah…estoy…mmm viniéndome- dijo el pelinegro, haciendo uso de toda su fuerza al hablar.
-No…no te contengas-
Y tras la última estocada, el pelinegro dejo salir un ronco gemido que daba a concoer su ultima convulsión de extasis, manchando por completo las paredes internas del menor. Casi al momento sintió un líquido caliente en su vientre, logrando con esto que ambos llegaran al límite.
Tras el último espasmo de placer, un pelinegro de ojos dorados se despertó jadeando y sobresaltado.
Ese sueño había sido excitante, pero sobre todo extraño. ¿Quién era el joven con el que había compartido su lecho en el sueño?, trato de no darle importancia.
Tras un baño y algo de comer se dirigió hacia el mar, tratando de distraerse un poco.
-_-_
Tras varios días de estar fuera de su isla y en búsqueda de Akagami, en lo único que pensaba era en el muchacho de su sueño. ¿Pueden los sueños significar algo?, ¿si se cumplieran de verdad, no llevaría tiempo en hacerse realidad?.
Y como si dejara salir toda su frustración de un solo, soltó un gran suspiro –Roronoa Zoro- Dijo para si mismo, recordando al joven peli verde que lo había retado hace poco –Esto tiene que ser coincidencia-. Y tras un ultimo suspiro, se preparo para desembarcar, había encontrado el lugar en donde se encontraba el pelirrojo. No sin antes vislumbrar al joven espadachín bajo el, como en su sueño –Veremos que es lo que el destino nos repara, Roronoa- Y como si no hubiera pasado nada, se adentro en la isla en busca de Akagami.