Jongin pensaba que quizás su vida era demasiado para él sólo, que los gritos que lo seguían hasta caer dormido quizás nunca iban a callar. Que el miedo a la soledad que sentía aún cuando estaba rodeado de gente jamás iba a desaparecer.
Luego, sentía el brazo de Kyungsoo rodear uno de los suyos, y todos sus miedos se callaban.
Jongin siempre pensó que quizás tener varias personalidades era muy difícil. Que separarse de Kai, el chico con el ego por las nubes y los movimientos perfectos sobre el escenario le resultaba cada vez más difícil. Que soportar que las personas gritaran un nombre que no era el de él, pero que seguía siendo él mismo se hacía más difícil.
Pero después despertaba con un suave Jongin del otro lado de la habitación, y abría un ojo para encontrarse con una de las pocas personas que aún recordaban quién era realmente él. Jongin, escuchaba decir todas las mañanas a Kyungsoo, su voz ronca del sueño y su cabello alborotado, vamos, Jongin-ah, se nos hace tarde.
A veces, Jongin pensaba que debería ser más valiente. Decir no a actuar cuando cada fibra de su cuerpo lo imploraba, decir no a cantar cuando sus ojos se cerraban por las pocas de sueño que había conseguido esa semana, decir no a lo que sea que le pidieran que hiciera porque aún tenía el estómago vacío de la noche anterior y no podía moverse del cansancio.
Esas mismas veces, también, era cuando podía dar cuenta de la mueca de dolor que trataba de ocultar Baekhyun con cada paso de baile. Era en ese momento cuando notaba las grandes ojeras que caían de los ojos de Junmyeon o de cómo Chanyeol perdía su característica sonrisa por el esfuerzo de seguir de pie. Era en esos momentos cuando Jongin observaba a Kyungsoo guardar toda la comida que había hecho para el resto, para poder ir a practicar con ellos. Y era allí cuando Jongin creía que quizás podía dar un poco más.
Todo el tiempo Jongin vivía asustado. Asustado de no dar lo suficiente, aún sabiendo que se lastimaba a él mismo esforzándose tanto. Asustado de que sus movimientos no sean precisos, aún cuando sabía que diez años de estudiar cada movimiento de baile que pudo y practicarlo eran suficientes. Asustado de que las personas lo pasen por alto, aún a sabiendas de que cada vez que lo presentaban sus oídos quedaban aturdidos por los fuertes vitoreos de sus fans.
Pero, de nuevo, allí estaban ellos. Las mismas personas que temían lo mismo que él, parados uno al lado del otro, temblando de lo exhaustos que se sentían, pero sonriendo de todos modos. Allí estaban ellos también, once miembros más junto a él, recibiendo un premio que no pensaban llegar a conseguir. Allí estaban once personas que se esfuerzas de igual manera, o más que él mismo. Allí estaban sus compañeros, quienes gritaban más fuerte que cualquier otra persona al escuchar el nombre de Kai.
Allí estaba Kyungsoo, apretando su mano con fuerza y sonriéndole.
Y entonces era cuando Jongin dejaba de pensar para poder sentir. Y esto, después de todo, se sentía como que valía la pena.
Parado en un escenario con decenas, cientos, miles de personas gritando el nombre de Exo a todo pulmón.
Después de todo el dolor y las lágrimas, de sentir el sudor rodando por su cuerpo luego de una actuación valía la pena. Después de haber visto en sus mejores y peores momentos, de haber peleado y abrazado a las personas que ahora estaban junto a él en un mismo escenario, estar junto a tan talentosas personas hacía que todo valiera la pena.
Respirando hondamente, Jongin decidió que lo mejor, en este momento, era sólo sentir.